La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) ha designado oficialmente el bolero Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, lo que constituye un testimonio notable del encanto perdurable de la música romántica. Este reconocimiento subraya el profundo impacto del género en la expresión de la identidad, la emoción y la poesía a través de la canción.
El reconocimiento de la UNESCO destaca el rico tapiz del bolero, que combina las tradiciones poéticas europeas, los ritmos africanos y los sentimientos de los nativos americanos. Esta fusión de culturas es evidente en Cuba, donde géneros como el son cubano y la rumba coexisten con el bolero, a menudo interpretado por músicos callejeros como el tamborilero Pedro Luis Carrillo, que lleva 30 años cantando serenatas en la explanada marítima de La Habana.
Cuba, cuna del bolero
Las raíces del bolero se remontan a Santiago de Cuba, a finales del siglo XIX, y florecieron después en México. La candidatura conjunta de Cuba y México para su reconocimiento por la UNESCO refleja la condición del género como parte indispensable del repertorio musical latinoamericano.
El género del bolero es conocido por sus elementos rítmicos y novedosos estilos de composición surgidos en la escena musical cubana durante el siglo XIX. Aunque comparte su nombre con el bolero español, una danza del siglo XVIII en compás de 3/4, el género cubano desarrolló su célula rítmica y melodía únicas en compás de 4/4.
El bolero cubano, cuyo origen se remonta a 1840, comenzó con “Tristezas”, compuesta por José Pepe Sánchez en Santiago de Cuba en 1883. Esta pieza marcó el nacimiento formal del género, caracterizado por su acompañamiento clásico de guitarra y percusión.
El bolero, creado a finales del siglo XIX en Santiago de Cuba, no llegó a La Habana hasta finales de siglo. A principios del siglo XX, actuaciones como “La clave del triunfo del bolero” del quinteto de Alberto Villalón, que junto a Sindo Garay, desempeñó un papel fundamental en la popularización del bolero no sólo en la capital cubana, sino también en el extranjero.
Villalón lo introdujo en México (concretamente en Veracruz) y Sindo Garay, junto con Emiliano Blez (discípulo y compañero de quinteto de Pepe Sánchez), lo llevaron a San Juan de Puerto Rico. Se cree que durante este periodo, el bolero también llegó a Santander, España, donde se interpretaba durante las noches de los “Baños de Ola”.
Las primeras grabaciones de boleros fueron realizadas en cilindros Edison por el tenor Adolfo Colombo, vocalista del quinteto de Alberto Villalón. Más tarde, el género se extendió por Latinoamérica, arraigando especialmente en México, donde “Tristezas” se grabó con el nombre de “un beso”.
El bolero pasó de ser música de cantina y club social a música de serenata, y sus temas románticos lo hicieron popular en todas las clases sociales. La llegada de nuevas tecnologías como la radio en los años 30, las grabaciones en nuevos formatos y, sobre todo, el cine mexicano de los años 30, 40 y 50 facilitaron enormemente la difusión de este género.
El bolero en México
A medida que el bolero se extendía desde Cuba por América Latina, se convirtió en un género musical importante en la historia musical de México. Su nacimiento, influencia y desarrollo estuvieron estrechamente ligados a su proximidad con Cuba, dando lugar a un estilo similar al bolero cubano y más tarde incluso influyendo en él. Alcanzando una inmensa popularidad entre los años 40 y 70, México desempeñó un papel crucial en la proyección internacional del bolero, especialmente durante la Época de Oro del cine mexicano (1936-1959).
El bolero se introdujo en México a través de la península de Yucatán. Varios géneros musicales facilitaron la adopción del bolero en México, pero fue la música vernácula de Yucatán de finales del siglo XIX, con su historia compartida (proximidad, esclavitud, ritmos bailables, instrumentos musicales comunes e inmigración cubana) la que comenzó a interpretarlo de forma más cercana al estilo cubano. La aparición del bolero mexicano se remonta a 1921, con “Morenita mía” de Armando Villarreal Lozano, considerado el primer bolero mexicano. Entre 1925 y 1929 se produjo un importante auge de la trova yucateca, que dio forma definitiva al bolero en México.
El rápido auge del bolero en las décadas de 1920 y 1930 coincidió con la creciente influencia de la radio. Emisoras de radio como CYL, CYB (ahora XEB-AM), y más tarde XEW y XEQ desempeñaron un papel crucial en la popularización del bolero mexicano en toda América Latina. La década de 1930 fue especialmente decisiva, ya que el género superó al tango en algunos países, sobre todo tras la muerte de Carlos Gardel en 1935.
Entre las figuras más destacadas del bolero mexicano se encuentran Manuel M. Ponce (1882-1948) y Tata Nacho (1894-1968), además de artistas yucatecos como Luis Demetrio y Ricardo Palmerín. El primero de los “grandes intérpretes” en México fue Augusto Alejandro “Guty” Cárdenas, seguido por el Trío Los Panchos y Agustín Lara. Los años 30 fueron vitales para el género, ya que muchos de los grandes intérpretes tenían una importante formación musical académica.
Agustín Lara, considerado el principal creador del bolero en México, pasó de ser un intérprete de burdel a un compositor de fama mundial. Sus boleros incluyen clásicos como “Rosa”, “María Bonita” y “Solamente una vez”.
En la década de 1940, el bolero mexicano se introdujo en grandes audiencias de Estados Unidos y Latinoamérica a través de la cadena de radio CBS y su “Cadena de las Américas”. Las colaboraciones durante la Segunda Guerra Mundial con músicos como Juan Arvizu y Néstor Mesta Cháyres, y el compositor Terig Tucci, introdujeron el bolero a nuevas audiencias.
De los años cuarenta a los setenta, surgió en México el bolero ranchero, que mezclaba la canción melódica tradicional con el vigor instrumental del mariachi, y que encarnaron artistas como Pedro Infante y José Alfredo Jiménez. Este estilo adquirió proyección internacional a través del cine mexicano, mientras que los grupos de bolero romántico seguían siendo populares en las zonas urbanas.
El bolero mexicano se caracteriza por su lirismo literario y sus ricas melodías, con intérpretes que despliegan una amplia gama de habilidades vocales. Su desarrollo e interacción con otros géneros musicales mexicanos dio lugar a varios subgéneros del bolero mexicano: lariano (cabaret), ranchero, trío, yucateco, etc.
Entre los boleristas mexicanos contemporáneos se encuentran Marco Antonio Muñiz y Armando Manzanero, que publicó su primer álbum en solitario en 1967. Otros intérpretes son Cristian Castro, Edith Márquez y Luis Miguel, que muestran dos tendencias: una vuelta al bolero clásico mezclado con orquestación y sonidos modernos, y un enfoque más ecléctico que mezcla soul, rock y pop sin perder la esencia del género.
El género adquirió quizás su mayor relevancia con “Bésame mucho” de Consuelo Velázquez, en 1932, que más tarde versionarían estrellas internacionales como Nat King Cole, Frank Sinatra y los Beatles. La influencia del bolero se extendió a la época dorada del cine mexicano, con artistas como Pedro Infante, mientras que cantantes cubanos como Benny More y Rita Montaner triunfaron en México.
La importancia del género se celebra en eventos como el Festival Boleros de Oro de Cuba, que en su día batió el récord de 76 horas de interpretación ininterrumpida.
Los Estados Unidos de América contra Víctor Manuel Rocha
Denuncia penal presentada ante un tribunal federal de Miami, contra el ex diplomático Víctor Manuel Rocha, por ayudar en secreto a la “misión clandestina de recopilación de información de Cuba contra Estados Unidos”, al menos desde 1981.