Emily Morris: “Crisis económica en Cuba: los errores del Gobierno y el endurecimiento de las sanciones de EE.UU. tienen la culpa”

En un reciente artículo para The Conversation, Emily Morris intenta abrirse paso a través de la intrincada red de factores que contribuyen a la peor crisis económica de Cuba en tres décadas. Mientras la isla se enfrenta a la caída de los salarios, los cortes de electricidad y una grave escasez, se intensifica el debate sobre quién tiene la culpa: la mala gestión económica del gobierno cubano o el endurecimiento de las sanciones de Estados Unidos.


El papel del gobierno en la crisis

En enero de 2021, el gobierno cubano emprendió una audaz reforma monetaria y de precios, devaluando el peso cubano y tratando de alinear los precios con los mercados internacionales, apunta la analista. Estas medidas pretendían impulsar la reestructuración económica, reducir la dependencia de las importaciones y estimular las exportaciones. Sin embargo, la realidad fue muy distinta de las expectativas. Los aumentos salariales del sector estatal, destinados a amortiguar el impacto de las subidas de precios previstas, pronto fueron superados por la inflación, desencadenando una espiral económica.

En la actualidad, la tasa de inflación de Cuba sigue siendo alarmantemente alta, en torno al 30%, y la recuperación económica del país va a la zaga de la de sus vecinos caribeños. A pesar de la reducción de la inflación, la renta nacional y los ingresos por exportaciones de Cuba siguen siendo bajos, lo que plantea dudas sobre la eficacia de las estrategias del gobierno.


El impacto de las sanciones estadounidenses

En la otra cara de la moneda, según el análisis de Morris, las sanciones estadounidenses, vigentes desde 1962, han desempeñado un papel considerable en la configuración del actual panorama económico de Cuba. Las políticas de la administración Trump, que incluyen el corte de los ingresos por servicios, la interrupción del suministro de combustible y el bloqueo de las remesas, agravaron los problemas económicos de la nación.

La designación de Cuba como “Estado Patrocinador del Terrorismo” en enero de 2021, una de las últimas acciones de Trump en el cargo, tuvo un impacto significativo. Las entrevistas realizadas por Morris —citadas en el artículo— destacan cómo esto condujo a cancelaciones en los envíos de importación, contratos de exportación e inversión extranjera, exacerbando la inflación y sofocando la recuperación económica. El mantenimiento de estas sanciones por parte de la administración Biden, en contra de las promesas de campaña, dificultó aún más el acceso de Cuba a las divisas, fundamentales para la reestructuración económica.


Espada de doble filo de la pandemia

Para agravar estos problemas, señala la autora, la pandemia del virus COVID-19 asestó un duro golpe a la economía cubana. La respuesta del gobierno, que incluyó cierres de fronteras y bloqueos, desencadenó una fuerte contracción económica. Aunque en un principio Cuba contuvo el virus con eficacia, un aumento de los casos en 2021, unido al bloqueo del acceso a la ayuda internacional para la lucha contra la COVID debido a las sanciones de EE.UU., provocó importantes dificultades.


El camino hacia la recuperación

Mientras Cuba se enfrenta a protestas y a un descontento creciente, su gobierno esboza una estrategia de recuperación centrada en la reforma del sistema económico. Estas reformas incluyen la reducción de las subvenciones a los precios, la mejora de la eficacia de la burocracia estatal y el fomento de la empresa privada. Sin embargo, el camino hacia la recuperación está plagado de retos, como la posible resistencia al cambio y la necesidad de restablecer la confianza del público y de los inversores.

El equilibrio entre las reformas internas y las presiones externas sigue siendo delicado. La capacidad de adaptación del gobierno, junto con la respuesta de la comunidad internacional, especialmente de Estados Unidos, serán decisivas para determinar el futuro económico de la nación.




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