El Kazán, un submarino ruso de propulsión nuclear, y los buques de superficie que lo acompañan, incluida la fragata Almirante Gorshkov, llegaron a puerto en La Habana, Cuba, escenario de varias crisis épicas de la Guerra Fría. Tanto el Kazán como el Gorshkov transportan habitualmente misiles de crucero Zirkon y Kalibr con capacidad nuclear, aunque Rusia negó que los buques lo hicieran en este viaje.
La reacción de la administración Biden fue esquizofrénica: algunos funcionarios afirmaron que el despliegue era totalmente rutinario, mientras que otros dijeron que las capacidades nucleares del Kazan lo hacían claramente significativo. Ciertamente, las pruebas de lanzamiento de misiles del Kazán y el Gorshkov, realizadas cerca de la costa de Florida, trajeron recuerdos.
El esfuerzo de Moscú por demostrar que aún puede proyectar poder naval lejos de casa se produjo simultáneamente con la reunión del G-7 de este año en Italia. La ayuda militar occidental a Ucrania para defenderse de la invasión rusa de 2022 y el futuro de esa ayuda si Donald Trump gana en noviembre fueron temas de primer orden debatidos entre los líderes del G-7.
En jerga de la Guerra Fría, el momento elegido para la maniobra naval rusa no fue una coincidencia, camarada.
En lo que pareció una reacción apropiada a la estratagema rusa, el USS Helena, un submarino nuclear de caza-destrucción de Estados Unidos, apareció de inmediato en la Bahía de Guantánamo, la base estadounidense en Cuba.
Pero la historia entre bastidores parece mucho peor para la administración Biden. Los informes de prensa indican que, al enterarse del destino de la flotilla Kazán, la Casa Blanca tuvo inmediatamente reparos en proceder a un despliegue no relacionado, rutinario y previamente programado de un submarino de propulsión nuclear de Estados Unidos en Guantánamo.
Una escala anterior de un submarino estadounidense en Guantánamo había provocado tensiones con Cuba, y los asesores de Biden temían que la presencia de submarinos nucleares rusos y estadounidenses en la isla pudiera aumentar las tensiones tanto con Rusia como con Cuba.
Afortunadamente, el Pentágono argumentó que alterar los despliegues de la Armada de Estados Unidos en nuestro propio patio trasero debido a una intrusión rusa en las Américas enviaría exactamente el mensaje equivocado a Moscú, Pekín y otros.
Además, es muy probable que esta táctica rusa no haya terminado. La pequeña flotilla de Moscú bien podría cruzar el Caribe hacia Venezuela en los próximos días, haciendo escalas en otros puertos de la región.
Si la Casa Blanca conoce o sospecha el resto del itinerario ruso, no lo dice.
Entonces, ¿todo esto va en serio o se trata de una actuación de Moscú y Washington?
Vladímir Putin, por su parte, no está actuando.
El ataque no provocado de Rusia contra Ucrania no ha producido ni de lejos el resultado que el Kremlin esperaba, la economía rusa se ha visto dañada y el dominio interno de Putin en Rusia se ha tambaleado.
Ahora, sin embargo, la Rusia de Putin ha estabilizado el campo de batalla ucraniano, ha logrado recientes y modestos avances, y es lo bastante fuerte internamente como para lanzar sus propias purgas.
Ve la capacidad de la Casa Blanca muy sobrecargada con las guerras en Ucrania y Oriente Próximo y una reñida carrera presidencial en marcha. Además, Moscú está observando atentamente para ver si Biden sigue disuadido por su temor, tantas veces expresado, a “una guerra más amplia” en Europa.
En consecuencia, para Putin, ahora es el momento de hacer alarde del sofisticado armamento ruso y de su alcance geopolítico, a 90 millas de los Cayos de Florida.
La exhibición de fuerza del Kremlin pretendía recordar a los occidentales, especialmente a Washington (e incluso a los dirigentes de Pekín, aún escasos de activos navales de alta mar) el alcance global de Moscú.
Hoy, de hecho, todos los líderes del G-7, excepto la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, tienen problemas políticos internos, lo que la incursión de Moscú en las Américas contribuye a subrayar.
La predecible angustia y debilidad de la Casa Blanca pusieron de manifiesto la preocupación de Biden de que nuevos estallidos en el extranjero y el caos internacional socavaran su fachada de estadista.
En este año de elecciones presidenciales, los candidatos deberían mantener un debate serio sobre el lugar que corresponde a Estados Unidos en el mundo y sobre lo que nuestro país necesita para defender sus intereses y valores a escala mundial. En lugar de ello, tenemos dos candidatos a los que hace tiempo que se les pasó la fecha de caducidad. Es doloroso observar esta palpable falta de liderazgo internacional de Estados Unidos.
Otros países también lo ven, y sus actitudes y expectativas respecto a Washington para los próximos cuatro años se están degradando en consecuencia.
John R. Bolton fue embajador ante las Naciones Unidas y Asesor de Seguridad Nacional.
* Artículo original: “Cold War concerns resurface as nuclear-powered Russian submarine arrives in Cuba”. Traducción: ‘Hypermedia Magazine’.
Carta abierta de Herta Müller
Por Herta Müller
“Hay un horror arcaico en esta sed de sangre que ya no creía posible en estos tiempos. Esta masacre tiene el patrón de la aniquilación mediante pogromos, un patrón que los judíos conocen desde hace siglos”.