Las calles de la capital cubana están llenas de aprensión mientras los ciudadanos se preparan para un asombroso aumento del 500% en los precios de la gasolina, una medida que amenaza con agravar un panorama económico ya tenso marcado por la alta inflación y la escasez de productos básicos. El taxista Rafael Guiardinú, uno de los muchos cubanos afectados, expresa su preocupación en una gasolinera de La Habana: “¿Cuánto le voy a cobrar a un cliente si quiere ir al aeropuerto cuando los precios están tan altos?”. Las preocupaciones de Guiardinú van más allá del combustible, previendo un efecto dominó en el coste de los artículos de primera necesidad, incluidos los alimentos.
En un giro no esperado, el Gobierno anunció un aplazamiento de la subida del precio del combustible justo un día antes de su aplicación prevista, atribuyendo el aplazamiento a un incidente de ciberseguridad. Esta decisión disipa temporalmente los temores sobre la subida de precios prevista, que forma parte de un plan de austeridad más amplio presentado en diciembre con el fin de hacer frente a la espiral de déficit del país y frenar la inflación, que según el Gobierno es actualmente del 30%, aunque los economistas sostienen que la cifra real es mucho mayor.
Las medidas de austeridad, destinadas a estimular la eficiencia económica y el ahorro, incluyen subidas de precios de los bienes y servicios básicos, reducción de las subvenciones y aumento de la fiscalidad, especialmente dirigida al sector privado. A pesar de los esfuerzos del Gobierno por fomentar la empresa privada mediante la aprobación de cerca de 10.200 pequeñas y medianas empresas desde 2021, la introducción de elevados impuestos y la eliminación de una exención fiscal de un año para las nuevas empresas han suscitado preocupación entre empresarios como Raúl Silva, propietario del restaurante Espacios. Silva, con formación en macroeconomía, critica las nuevas políticas: “Las nuevas medidas no van a ser eficaces para impulsar el desarrollo económico”.
Mientras el Gobierno prepara nuevas reformas, incluidos los aumentos de los precios de la electricidad, el transporte público y el gas licuado previstos para marzo, el presidente Miguel Díaz-Canel emprende una misión por las provincias para tranquilizar a los ciudadanos, prometiendo que nadie quedará “desamparado” o abandonado. El aplazamiento temporal de la subida del precio del combustible ha supuesto un breve momento de alivio para los cubanos, que suelen discutir sobre la escalada del coste de la vida. Sin embargo, la omnipresente sensación de incertidumbre persiste, mientras la nación anticipa el pleno impacto de las reformas económicas en la vida del pueblo.
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