Winston Churchill dijo una vez: “Los que no aprenden de la historia están condenados a repetirla”. Ese dicho es especialmente válido hoy en día, cuando vemos cómo la influencia política extranjera se extiende por el hemisferio occidental a un ritmo alarmante.
En las últimas semanas, una flota de buques de guerra rusos se adentró en aguas cubanas, a menos de 100 millas de la costa de Florida. El despliegue de buques de guerra, incluido un submarino nuclear, es la última provocación directa de Vladímir Putin a Occidente, en particular a Estados Unidos. No debemos tomarnos este movimiento a la ligera. Es el último intento de Moscú de ejercer en América Latina y la región del Caribe el tipo de influencia que ejerció durante la Guerra Fría, amenazas que en última instancia condujeron a la Crisis de los Misiles de Cuba de 1962.
Anteriormente, he advertido sobre las amenazas de China en Estados Unidos y sus alrededores. En 2023, el mundo vio cómo un globo de gran altitud de propiedad china recorría el país durante casi una semana, sobrevolando bases militares de Estados Unidos y recogiendo potencialmente información secreta y sensible.
El verano pasado, supimos que China ha estado operando una base de espionaje en la Cuba comunista desde 2019. Los informes indicaron que las dos naciones realizaron entrenamientos militares conjuntos en Cuba, que también alberga puertos de aguas profundas críticos para que China sostenga su propia flota naval. He aquí por qué eso importa: China ahora tiene la marina más grande del mundo, “operando 234 buques de guerra frente a los 219 de la Marina de Estados Unidos”, según el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.
Por eso, en los últimos años, he llamado la atención sobre dos antiguos principios de la política exterior estadounidense: la Doctrina Monroe y el Corolario Roosevelt. Ambos abordan la intervención extranjera en el hemisferio occidental y ofrecen orientación para contrarrestar los actos de provocación de adversarios extranjeros.
Publicada a principios del siglo XIX por el presidente James Monroe, la Doctrina Monroe establecía que la intervención de un Estado extranjero en los asuntos políticos del continente americano era potencialmente un acto hostil contra Estados Unidos. En la década de 1900, el presidente Theodore Roosevelt la desarrolló con lo que se conoce como el Corolario Roosevelt. Según esta política, Estados Unidos podía intervenir directamente en los asuntos internos de los países latinoamericanos si éstos no hacían lo suficiente para evitar la agresión europea.
En la actualidad, tanto China como Rusia están ampliando su influencia en Estados Unidos, América Latina y el Caribe. Un informe de febrero de 2024 del Atlantic Council lo expresa de la siguiente manera: “China y Rusia operan e influyen de innumerables maneras, pero el núcleo de su influencia es a través de estrategias encubiertas y manifiestas para socavar la posición de Estados Unidos en la región y dar forma a las preferencias de política exterior en América Latina y el Caribe”.
El informe señala que mientras China ha sido capaz de conectarse económicamente con la región, Rusia no lo ha hecho. Pero Rusia “busca mantener relaciones de seguridad de Estado a Estado con Cuba, Nicaragua y Venezuela” tanto para expandir su influencia militar en la región como para sostener la economía rusa a través de la venta de activos militares a países latinoamericanos.
El posicionamiento militar de China, junto con su influencia económica, forman parte de su Iniciativa Belt and Road, un plan global de infraestructuras y desarrollo económico en el que participan casi dos docenas de países de América Latina y el Caribe. Rusia también es miembro de Belt and Road. A través de esta iniciativa, China ha aprovechado su poder económico para promover sus intereses militares en nuestro patio trasero.
Tampoco podemos olvidarnos del Canal de Panamá. Aunque Estados Unidos construyó el canal hace más de 100 años para ampliar y facilitar los viajes y el comercio internacionales, en la actualidad China controla cada vez más puertos en ambos extremos del mismo. La vía navegable es una pieza clave de la expansión del Cinturón y la Ruta en América Latina. Este desarrollo es increíblemente preocupante. Un adversario estadounidense de primer orden está en condiciones de controlar el canal que construimos.
El presidente Joe Biden y su administración deben mostrar fuerza en la escena mundial. Trazar una proverbial “línea roja” para luego permitir que alguien la cruce demuestra debilidad. Retirarse de Afganistán sólo para permitir que los talibanes retomaran el país demostró debilidad. Apaciguar a los dictadores latinoamericanos y dejar que Rusia aumente las tensiones en nuestro patio trasero es una muestra de debilidad.
La historia ha demostrado que los malos actores llenarán un vacío de poder a menos que Estados Unidos tome el timón. En una era de crecientes tensiones globales, y con China y Rusia buscando una mayor influencia global, ahora es el momento de un liderazgo estadounidense inquebrantable tanto en casa como en el extranjero.
El representante de Estados Unidos Mike Kelly es republicano y representa al 16º distrito electoral de Pensilvania. Actualmente es miembro del Grupo de Trabajo Estados Unidos-China y Presidente del Subcomité de Impuestos de Ways & Means.
* Artículo original: “Why Russia’s warships in Cuba matter to the United States”. Traducción: ‘Hypermedia Magazine’.
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Por Susan Stryker
“Romper la unidad forzada de sexo y género, aumentando al mismo tiempo el alcance de las vidas habitables, tiene que ser un objetivo central del feminismo y de otras formas de activismo por la justicia social”.