El mundo del arte quedó conmocionado con la reciente noticia del asesinato de Brent Sikkema en Brasil, un caso que ahora ha experimentado importantes avances. El presunto autor, un cubano de 30 años llamado Alejandro Triana Trevez, fue detenido en una operación policial, arrojando luz sobre las circunstancias que rodearon la muerte del célebre marchante de arte neoyorquino.
Sikkema, fundador de la galería Sikkema Jenkins & Co., fue hallado muerto en su apartamento de Río de Janeiro, una propiedad que poseía en el lujoso barrio de Jardim Botânico. Su muerte, causada por heridas de arma blanca, conmocionó a amigos, familiares y a la comunidad artística internacional.
Los avances en el caso se produjeron cuando la Policía de Homicidios de la capital, tras examinar las grabaciones de las cámaras de seguridad, obtuvo una orden de detención contra Trevez. El sospechoso fue detenido en una gasolinera en un esfuerzo coordinado entre la Policía Federal de Carreteras y la Policía Civil de São Paulo, lo que puso de relieve la seriedad con la que las autoridades brasileñas perseguían el caso.
La investigación ha desenterrado posibles conexiones personales que podrían haber conducido a este trágico suceso. Se especula sobre la relación de Trevez con Daniel Sikkema, identificado como el exmarido de Brent Sikkema, también de origen cubano. Este ángulo, unido a los informes sobre la batalla legal de Brent Sikkema por los derechos a ver a un hijo compartido con Daniel, añade capas de complejidad al caso.
Los detalles sobre los movimientos del sospechoso después del crimen fueron cruciales para su captura. Las autoridades señalaron que Trevez había regresado a São Paulo tras el asesinato y estuvo en constante movimiento hasta su detención. Su identificación por parte de la policía supone una especie de cierre del caso, pero siguen sin respuesta muchas preguntas sobre sus motivos y los detalles del crimen.
El aspecto financiero del crimen también ha sido objeto de escrutinio. El abogado de Sikkema reveló que el sospechoso se llevó joyas y una importante suma de dinero, unos 180 000 reales (unos 40 000 dólares). Al parecer, estos fondos estaban destinados a amueblar un apartamento recién adquirido en Leblon, lo que sugiere el carácter premeditado del crimen.
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“Por ahora, solamente le puedo confirmar que necesitamos todos los dólares que podamos conseguir”, dijo el coronel Antonio de la Guardia.