El disfraz del intercambio cultural y la educación
El programa Sanctuary of Hope (SOH) Destinations, que se describe como diseñado para esfuerzos educativos y humanitarios, ha vuelto a ser objeto de escrutinio por su reciente viaje a Cuba. Muchos consideran que este viaje convierte a la Iglesia y a la sociedad civil estadounidense en un vehículo para fomentar la propaganda totalitaria cubana.
La delegación de 18 miembros, compuesta por jóvenes afectados por el sistema, personal y miembros de la junta directiva, pasó una semana explorando diversos sectores en Cuba. Sin embargo, su pronunciada preocupación por el “horrible” bloqueo histórico de Estados Unidos contra Cuba levanta suspicacias. Los críticos sugieren que estos esfuerzos tienen menos que ver con un intercambio educativo genuino y más con reforzar una narrativa particular favorable al gobierno cubano.
Además de las supuestas exploraciones, la delegación de Sanctuary of Hope, en colaboración con la organización sin ánimo de lucro Not Just Tourists, donó suministros médicos esenciales a instituciones sanitarias cubanas locales. Aunque a primera vista parece un esfuerzo noble, la decisión de donar material de oficina a Prensa Latina, una agencia de noticias perteneciente al Estado cubano, es alarmante. Muchos se preguntan: ¿Qué auténtica misión humanitaria daría prioridad al suministro a una agencia de noticias afiliada al gobierno?
¿Material preparatorio para el adoctrinamiento?
Antes de embarcarse en su viaje, el grupo se sometió a un plan de estudios preparatorio de seis meses dirigido por el reverendo Kelvin Sauls. El material de este plan de estudios, que incluye una docu-serie de Netflix titulada “Cuba Libre” y un libro que se inclina fuertemente hacia una perspectiva ideológica procastrista, ha suscitado preocupación. ¿Se está educando realmente a los participantes o se les está adoctrinando sutilmente para que vean Cuba a través de una lente específica?
Las actividades del grupo durante el viaje, que incluyeron desde recorridos en coches antiguos hasta visitas a lugares de interés histórico, aunque en apariencia culturales y educativas, parecían alinearse perfectamente con la narrativa que promueve el gobierno cubano. Esto es especialmente evidente en la elección de los lugares y los debates.
¿Ignorando los verdaderos problemas?
Si bien las experiencias de la delegación, incluidos los encuentros con líderes culturales y religiosos, pueden ofrecerles una perspectiva matizada de la vida en Cuba, existe el temor de que pasen por alto el panorama general. Sharron Hillery, presidenta de la Junta Directiva de la SOH, elogió la vida comunitaria en Cuba, pero tales observaciones, desprovistas de contexto, pasan por alto las violaciones de los derechos humanos, la falta de libertades y las luchas diarias a las que se enfrentan millones de cubanos.
Mientras la delegación se prepara para los actos de presentación de informes comunitarios previstos para finales de agosto y mediados de septiembre, los observadores están deseosos de ver el relato que presentan.
Dada la persistente lucha de la población cubana por una auténtica libertad y por los derechos humanos, este tipo de viajes, especialmente cuando están asociados a entidades religiosas y civiles, deben abordarse con gran cautela. Hay una delgada línea entre los esfuerzos humanitarios genuinos y convertirse en un portavoz, muchas veces involuntario, de regímenes totalitarios. Aunque la ingenuidad, en estos casos, no suele ser el plato fuerte del menú.
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