La presencia, cada vez mayor, del régimen chino en Nicaragua marca un cambio significativo en la dinámica regional, con implicaciones sustanciales para Estados Unidos y los países vecinos. Desde el reconocimiento de la República Popular China por parte de Nicaragua en diciembre de 2021, la relación bilateral ha evolucionado rápidamente, culminando en una serie de proyectos de infraestructura a gran escala anunciados en octubre de 2023.
Inicialmente, el cambio de los antiguos vínculos con Taiwán a China pareció tener escaso impacto inmediato. Sin embargo, es probable que este retraso reflejara el enfoque calculado de China para consolidar sus avances en Nicaragua, agravado por el aislamiento político del régimen de Ortega, respecto a Estados Unidos y Europa. El lento comienzo de la fase actual contradice su importancia estratégica, ya que la posición comercial, política y militar de China en Nicaragua está destinada a profundizar la dependencia del régimen de Ortega.
Al igual que sus compromisos con otros regímenes populistas autoritarios de la región, la incursión de China en Nicaragua evolucione en términos sustancialmente beneficiosos para China, como se ha visto en otros países, que recientemente se alejaron de Taiwán.
Una serie de proyectos de empresas chinas, como urbanizaciones, concesiones mineras, cadenas minoristas y grandes empresas de infraestructuras, pone de relieve la creciente presencia económica del gigante asiático. Entre los proyectos más destacados figuran la ampliación de la base aérea militar de Puerta Huete, para convertirla en un aeropuerto comercial, una línea de tren de Managua a Granada y varios proyectos de carreteras.
Se espera que la dinámica comercial entre ambas naciones favorezca significativamente a China. Las exportaciones nicaragüenses a China siguen siendo minúsculas en comparación con sus exportaciones a Estados Unidos, lo que refleja las dificultades de acceso al mercado y las desventajas de costes.
Pero, la presencia de China en Nicaragua va más allá del comercio. El fortalecimiento de los lazos militares y de seguridad, unido al alineamiento de Nicaragua con otros actores antiamericanos de la región, plantea riesgos estratégicos. La creciente dependencia de China por parte del régimen de Ortega sugiere una potencial apertura a una mayor cooperación militar, que podría tener ramificaciones en caso de conflicto entre Estados Unidos y China.
Este compromiso cada vez más profundo plantea dilemas estratégicos a Estados Unidos, que requieren una respuesta decidida, pero pragmática. Esto incluye aprovechar las herramientas diplomáticas y económicas, evitar la intervención militar y aplicar potencialmente leyes existentes como la Ley RENACER de 2021. Estados Unidos también debe estar atento a los casos de mala gestión, corrupción y resultados que favorezcan a China a expensas del pueblo nicaragüense.
La implicación de China en Nicaragua está a punto de reforzar la caída del país en el autoritarismo, al tiempo que proporciona a China cada vez más opciones para contrarrestar los intereses de Estados Unidos. Esta evolución exige una mayor atención y recursos por parte de Washington hacia una región íntimamente ligada a la seguridad de Estados Unidos.
Una “Cuba paralizada” se enfrenta a la contracción económica
Por Nieves Roger
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