Una mujer extraordinaria
En el amplio canon de los santos católicos, se encuentra una asombrosa diversidad de vidas y relatos. Sin embargo, pocos ejemplos encapsulan tanta singularidad y carácter inspirador como el de sor Mary Lange, una inmigrante cubana que ha dado un importante paso hacia la santidad.
El 22 de junio, el Dicasterio para las Causas de los Santos del Vaticano reconoció sus “virtudes heroicas”, otorgándole el título eclesiástico de Venerable María Lange. Como fundadora de las Hermanas Oblatas de la Providencia, la primera orden religiosa católica conformada por mujeres afrodescendientes, sor Mary Lange se convirtió en un faro de esperanza, valentía y fe para los marginados.
Orígenes y determinación
Elizabeth Lange nació a finales del siglo XVIII en Cuba y emigró a Estados Unidos a principios del siglo XIX. En 1813, se estableció en Baltimore, ciudad que se convertiría en su hogar de por vida. A medida que su historia se desarrollaba, se hizo evidente que no era una mujer común. Descrita en la página web de las Hermanas Oblatas de la Providencia como “una mujer valiente, cariñosa y profundamente espiritual”, sor Mary Lange era una persona culta e independiente. Consciente de la acuciante necesidad de educación que enfrentaban los hijos de los inmigrantes, especialmente aquellos de ascendencia africana, se comprometió a remediar esta carencia social.
Impulsada por su determinación, Lange y su amiga íntima, Maria Balas, crearon una escuela en su propia casa en el barrio de Fells Point en Baltimore. Durante casi una década, dirigieron la escuela juntas, dedicadas con pasión a la causa de la educación. Su labor fue reconocida por la comunidad, atrayendo la atención del padre James Hector Joubert, un sacerdote sulpiciano. Joubert quedó impresionado por el trabajo de Lange y Balas, y propuso la fundación de una hermandad religiosa dedicada a la educación y el cuidado de los niños afrodescendientes.
La creación de las Hermanas Oblatas de la Providencia
Motivadas por la propuesta de Joubert, Lange y Balas aceptaron con entusiasmo la idea y comenzaron su camino religioso. Junto con Rosine Boegue y Theresa Duchemin, otras dos mujeres comprometidas, emprendieron la formación para convertirse en religiosas. Estudiaron y se prepararon para establecer una escuela católica para niñas en su convento ubicado en 5 St. Mary’s Ct. en Baltimore. Así nació oficialmente la orden de las Hermanas Oblatas de la Providencia, cuya misión principal era brindar educación y cuidado a los niños afrodescendientes, en un contexto en el que la educación pública gratuita no estaba disponible para ellos.
Reconocimiento y relevancia universal
El reciente reconocimiento de las “virtudes heroicas” de sor Mary Lange por parte del Vaticano ha vuelto a poner de relieve la importancia de las Hermanas Oblatas de la Providencia. Además, otra destacada miembro de esta orden religiosa pionera, sor Wilhelmina Lancaster, ha sido noticia recientemente debido al descubrimiento de que sus restos se mantienen incorruptos cuatro años después de su fallecimiento. Inicialmente parte de las Hermanas Oblatas de la Providencia, Lancaster fundó más tarde las Benedictinas de María, Reina de los Apóstoles.
Un legado perdurable
La historia de la Venerable María Lange es un conmovedor recordatorio del poder de la determinación, la visión y la fe. Como mujer inmigrante de color en el siglo XIX, sor Mary Lange abrió caminos en una sociedad marcada por la exclusión y la discriminación, mientras se dedicaba incansablemente a la educación y el bienestar de los niños marginados. Su inminente santidad no solo reafirma su profundo impacto, sino también la relevancia universal de su misión y su legado perdurable, que continúa inspirando a generaciones de fieles hasta el día de hoy.
Declaración de cineastas cubanos
Comunicado de la Asamblea de Cineastas Cubanos a propósito de una reunión con representantes gubernamentales cubanos.