Microsoft propone utilizar DALL-E para operaciones militares 

Microsoft ha propuesto el uso de DALL-E de OpenAI, una herramienta de generación de imágenes de vanguardia, como un activo para los sistemas de gestión de batallas del ejército de Estados Unidos, revelando una nueva frontera en la que la inteligencia artificial se cruza con las estrategias de defensa. Esta propuesta, incluida en una presentación titulada “Generative AI with DoD Data”, esboza una visión en la que las proezas de la IA se extienden a las operaciones militares, con el objetivo de mejorar las capacidades de software del Pentágono para ejecutar operaciones de combate complejas.

Los debates en torno a la integración de DALL-E en los mecanismos de defensa surgieron después de que OpenAI, una figura destacada en la innovación de la IA respaldada por una inversión de 10.000 millones de dólares de Microsoft, cambiara su postura sobre los compromisos militares. Este giro se ve subrayado por la aplicación prevista por Microsoft de DALL-E para mejorar el conocimiento del campo de batalla y la identificación de objetivos a través del “Entrenamiento avanzado de visión por ordenador”, un salto hacia la integración de la IA en el núcleo del software de mando y control militar.

Encontrada en un alijo de documentos de un seminario sobre IA del Departamento de Defensa, esta propuesta arroja luz sobre las posibles aplicaciones militares de las herramientas de IA. Sin embargo, a pesar de la promesa tecnológica, la propuesta ha suscitado un debate sobre las implicaciones éticas de tales aplicaciones. Microsoft aclara que se trata de “casos de uso potencial”, pero la designación de estas aplicaciones como “comunes” plantea interrogantes sobre la preparación y las consideraciones éticas del empleo de la IA en la guerra.

OpenAI, distanciándose de este discurso militar, reitera su compromiso con el uso ético de la IA, subrayando las políticas que prohíben la utilización de sus herramientas para el armamento o el daño. Esta postura es fundamental, ya que pone de relieve la delgada línea que las empresas de IA deben navegar entre el avance tecnológico y la responsabilidad ética.

La idea de emplear la IA en contextos militares no es nueva, pero la aplicación de herramientas como DALL-E para el entrenamiento en gestión de batallas introduce complejas consideraciones éticas. Los críticos argumentan que, independientemente de la intención detrás del uso militar de la IA, no se puede pasar por alto el potencial de daño civil y la escalada de las capacidades bélicas. El debate se centra no sólo en la capacidad de la IA para transformar las operaciones militares, sino en las implicaciones más amplias de su uso en escenarios de combate, haciéndose eco de las preocupaciones sobre la responsabilidad moral de los desarrolladores y usuarios de IA.

Expertos como Brianna Rosen y Heidy Khlaaf ofrecen una visión de la naturaleza de doble uso de las tecnologías de IA, destacando los riesgos inherentes y el reto de garantizar que las aplicaciones de IA en defensa no conduzcan inadvertidamente a resultados adversos. El escepticismo se extiende a la eficacia de los datos generados por la IA para simular con precisión escenarios del mundo real, con interrogantes sobre la fiabilidad de dichos datos para el entrenamiento militar crítico.

A medida que el Departamento de Defensa explora la integración de la IA a través de proyectos como el Sistema Avanzado de Gestión de Batallas, el discurso en torno al papel de la IA en la defensa se amplía, tocando tanto sus beneficios potenciales como sus límites éticos. El compromiso del Pentágono con la IA refleja una ambición más amplia de aprovechar la tecnología para mejorar las capacidades operativas, pero también subraya la necesidad de un enfoque equilibrado que tenga en cuenta las dimensiones éticas, operativas y estratégicas.

El desarrollo de esta narrativa en torno a las aplicaciones militares de la IA suscita una reflexión más amplia sobre el papel de la tecnología en la guerra y las responsabilidades de quienes desarrollan y despliegan estas herramientas. Mientras nos encontramos en el precipicio de una nueva era de tecnología militar, resuenan las palabras de Lucy Suchman, que nos recuerdan las profundas implicaciones de entrelazar la IA con los instrumentos de guerra: “Es posible que se esté tratando de distinguir entre el uso de [la IA generativa] para crear datos de entrenamiento sintéticos y su uso en la lucha real. Pero, en mi opinión, sería una distinción espuria, porque de lo que se trata es de contribuir a la preparación para la lucha bélica”.





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