Protestas de clientes por un restaurante cubano falso

Enclavado en el corazón del barrio de Quintana, Cuba 1918 se erige un lugar donde disfrutar de la auténtica cocina y cultura cubanas en el suroeste de San Antonio. Sin embargo, tras su acogedora fachada se esconde una historia más oscura. Sus propietarios, Erica y Ray Rodríguez, han sacado a la luz una preocupante serie de incidentes de acoso racial, muchos de ellos dirigidos a su diverso equipo de empleados.

Tras abrir sus puertas a una comunidad predominantemente latina el pasado octubre, los Rodríguez, ambos de ascendencia cubana, puertorriqueña y mexicana, nunca previeron que una parte significativa del acoso racial procedería de su propia comunidad latina. Pero eso es exactamente lo que ha ocurrido en los últimos meses.

En su empeño por honrar la cultura y la herencia cubanas a través de sus manjares y de la música en directo, los propietarios compartieron relatos de clientes que increpaban abiertamente a los músicos por no ser de ascendencia cubana, se marchaban al descubrir el origen étnico de los cocineros y se negaban en redondo a ser atendidos por miembros del personal no latinos. 

Erica Rodríguez, con una emoción palpable, relató los malos tratos sufridos por su camarero anglosajón. “Había veces que entraba gente y ella iba a servir, y [los clientes] se negaban incluso a hablar con ella, porque no era latina”, dijo.

Para subrayar aún más la gravedad del problema, relató incidentes en los que los clientes, tras descubrir que uno de los cocineros era mexicano y no cubano, no sólo se marchaban, sino que acosaban verbalmente al cocinero en cuestión. 

Los músicos del restaurante, procedentes de varios países latinoamericanos y que representan con orgullo el tapiz de la cultura latina, se han enfrentado a burlas por tocar música cubana sin ser cubanos.

En respuesta a las crecientes tensiones, los Rodríguez dieron un paso valiente. El martes, expresaron sus preocupaciones y frustraciones en Instagram, compartiendo una descripción detallada de los antecedentes de su personal y condenando apasionadamente el acoso racial. “Somos un tapiz de colores y orígenes. Y es hermoso que todos trabajemos juntos”, afirmaban con rotundidad.




En el post también se destacaba el hecho de que los propietarios están profundamente arraigados en la narrativa estadounidense, ya que uno de ellos es un veterano estadounidense discapacitado y la otra es nieta de inmigrantes, lo que subraya su compromiso con la diversidad y la inclusión.

La gravedad de la situación queda aún más patente en un cartel colocado en el bar, en el que se subraya el derecho de los propietarios a negarse a servir. “Nunca pensé que íbamos a tener que poner un cartel que dijera ‘Nos negamos a servir a alguien’”, comenta Erica Rodríguez, un testimonio de los inesperados retos a los que se han enfrentado.

La difícil situación de Cuba 1918 ofrece una introspección más profunda sobre los retos del racismo y los prejuicios, no sólo en el contexto más amplio de la sociedad, sino dentro de las propias comunidades específicas. Aunque el restaurante se creó como una alegre celebración de la comida, la cultura y la música cubanas, sin darse cuenta ha iniciado un diálogo crítico sobre la discriminación.

A medida que la historia se desarrolla y cobra fuerza, la responsabilidad recae en la comunidad de Quintana y en San Antonio en general. ¿Se levantarán para apoyar la visión integradora de Cuba 1918, o continuará la inquietante tendencia de acoso racial? Sólo el tiempo lo dirá.





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