#estudiodesinergia 3/4 en jóvenes artistas que manejan expresiones literarias: identificación de interfaces en sus discursos. Esta vez he seleccionado a Salomé García Bacallao.
Una vez superada la etiqueta: “artista visual que escribe” o “escritora formada en artes visuales”, ¿cómo se disponen esos dos lenguajes en tu espacio autoral?
Son vehículos expresivos, lenguajes que utilizo de maneras totalmente diferentes. Me identifico más con la primera etiqueta, aunque mi producción reciente es muy escasa. También soy conservadora de arte y patrimonio cultural; este campo me obliga a utilizar con frecuencia un lenguaje académico y científico, y más transdisciplinar.
Mis padres son arquitectos y me siento muy bien trabajando en el espacio. La escritura, como la manejo, no me permite esa expansión multidimensional, ni tampoco explorar las texturas visuales o táctiles, las propiedades físicas de los materiales, masa, color, dureza, etc.; el movimiento, el tiempo, la gravedad. Esto es algo que admiro en escritores como Virgilio Piñera y Haruki Murakami.
Salomé García Bacallao, Canción del aire en la altura, 2010.
En la escritura me resulta mucho más fácil vehiculizar mis inquietudes políticas. En mi producción como artista visual, a diferencia de mis textos, no hablo de feminismo o violencia machista, por ejemplo. Sin embargo, esto no entra en contradicción con mi identidad antipatriarcal, porque reclamo los espacios, los lenguajes, los temas, los formatos, en igualdad de condiciones. Soy mujer escultora, mujer grabadora, mujer artista de la instalación o el videoarte, sin entrar en la categoría forzada de lo “femenino”. En este sentido mi escritura es más personal que mi producción “visual”, y permeo mis reflexiones políticas de experiencias íntimas.
Cosas en común: la cita, el objeto encontrado, el texto encontrado. Quizá también la pasión, la persistencia y la laboriosidad.
Por otro lado, mi producción como artista visual, por su escala y envergadura, a menudo requiere de un trabajo colectivo, en ocasiones multidisciplinar, y en Cuba, debido a la escasez y la precariedad, esto también depende de contar con redes de apoyo sólidas.
Creo que la diferencia fundamental es que en la escritura nunca me atreveré a salir de la no ficción, o explorar la poesía, mientras que como artista visual disfruto construir objetos o espacios que cuestionan o contraponen los límites entre lo real y lo ilusorio, el adentro y el afuera, lo natural y lo sintético, y otras construcciones binarias.
Salomé García Bacallao (La Habana, 1991).
¿Pudieras compartir alguno de tus textos?
Te comparto un fragmento de “La guerra de todo el pueblo” (2021), de mi columna “Iconoclasias”, en contraposición con mi obra instalativa Canción del aire en la altura (2010), durante la exposición Hyperballad (2012), realizada en el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales con el apoyo de la Beca de Creación Estudio 21.
“Para desmovilizar a los instrumentos de la violencia, es urgente abolir la estructura antagonista Amigo-Enemigo. Lxs artistas, intelectuales y periodistas que hoy enfrentan al poder en Cuba, desafían esa lógica porque manejan las herramientas semióticas para desarmarla, pero también porque cuentan con amplias redes de afecto.
Si esta identidad del “enemigo” y la amenaza de la invasión externa se han mantenido más allá del fin de la Guerra Fría, es porque no han existido intentos de reparación por parte de la cúpula militar que sostiene el poder en Cuba, lo cual refuerza los odios a ambos lados de las fronteras físicas del país. Si bien sabemos que el Gobierno no tiene interés en pedir disculpas por las violencias ejercidas, nosotrxs, en un ejercicio civil, sí podemos pedir disculpas por nuestra participación en el ejercicio de la violencia, que incluye la violencia epistémica de ignorar los testimonios. Y este ejercicio de desobediencia, de capitular ante el odio, debe realizarse desde ambos lados.
Al decir de Arendt:
“Donde las órdenes no son ya obedecidas, los medios de violencia ya no tienen ninguna utilidad; y la cuestión de esta obediencia no es decidida por la relación mando-obediencia sino por la opinión y, desde luego, por el número de quienes la comparten”.
El sostenimiento de la guerra depende no solo de la obediencia, sino de la participación de todo el pueblo. Solo los actos constantes, articulados, no violentos, de desobediencia, pueden desarmar al poder”.
#estudiodesinergia en José Manuel Mesías
“Me interesa la idea de que un título complique (en el mejor sentido) una obra”.