Mi mejor año profesional en el cine fue, de manera inusitada, 2016. Estuve trabajando en tres filmes a la vez. No solo rodábamos Corazón azul; también terminamos Nadie y fui elegida por Rudy Riverón Sánchez para ¿Eres tú, papá?
La experiencia en ¿Eres tú, papá? fue difícil porque la película narra una historia muy dura. La de una familia disfuncional que vive alejada, en medio del campo. La protagonista es una adolescente de 13 años a quien da vida Gabriela Ramos. Yo interpreté a Alina, la madre sufrida y abusada por un esposo autoritario (Osvaldo Doimeadiós). No me gustaba el hecho de ser “la buena de la película”. Aquí los personajes se manipulan entre sí. Se mienten y sobreviven en la deslealtad y la traición. Esas energías gravitaban en el set, sumadas a las condiciones precarias de los rodajes en Cuba con una alimentación deficiente. Para rematar, muchas de mis escenas se rodaron de madrugada o al amanecer. Durante ese tiempo dormía poco.
La noche del 25 de noviembre de 2016 no solo murió Fidel Castro y yo descansaba de Alina, sino que rodamos una de las dos escenas nocturnas de Corazón azul.
Nos enteramos unos minutos antes de que dieran la noticia por televisión. Recuerdo que al principio estábamos incrédulos. Habían matado tantas veces a Fidel, que no nos lo creíamos. Total, como si fuera eterno, ¿o es qué en verdad es eterno?
La banda de los anarquistas irrumpe en la casa de Korlan Pérez (Eric Morales, actor y director de teatro), primer secretario de la Liga Juvenil Comunista (LJC), que sería en esa realidad la alternativa de la Unión de Jóvenes Comunistas.
Los jóvenes en las calles gritaban:
—¡Se murió Fidel!
Es una escena que contiene sexo y violencia, tanto física como psicológica. Curiosamente, ambas escenas nocturnas en Corazón azul contienen sexo. Pero en este caso, queda en la promesa y el erotismo porque lo importante eran las ideas. El superhombre nietzscheniano.
Durante el proceso de selección para ese personaje se probaron a varios actores. Algunos de ellos con mucha más experiencia en cine. Pero los rasgos fuertes en el rostro de Eric lo acercaban a lo que quería Miguel de ese personaje. Un rostro capaz de mostrar los instintos primarios.
Eric Morales, fotograma de la escena.
Habíamos filmado otra escena con la actriz Mariana Alom cuando aún estudiaba en el ISA. Miguel pensó que podría seguir desarrollando su personaje, a quien nombraría Diana en la película. Durante la prueba de vestuario con ella, no hallábamos acotejo para su cabello. Estaba demasiado corto. Mariana, con la ropa de la película, tenía una apariencia más cercana a una pandillera punk. Casualmente vi el remake hollywoodense de Ghost in the Shell, que protagoniza Scarlet Johanson.
Al día siguiente la peiné inspirada en el personaje de Motoko Kusanagi. El cambio fue mágico. Funcionó de manera sorprendente.
Para el papel de la hermana de Korlan, Miguel había elegido dos o tres años antes a la actriz Miriel Cejas. Miriel estaba de paso por La Habana y escribió deseosa de hacer su papel en la película.
Miguel se sintió comprometido y, aunque faltaba mucho para que hiciéramos esa escena, rompió el orden cronológico que llevábamos durante el rodaje.
Miriel acudió a la cita para iniciar la preproducción de la escena. Le mostramos los primeros cinco minutos de metraje. Dijo que le había gustado mucho, aunque preguntó un tanto desconcertada si la voz del comienzo era la de Fidel Castro.
También comentamos los cambios en su escena. El sexo había cobrado mayor intensidad. Diana, por órdenes del Caso número 1, debía acariciar los pechos a su personaje.
Todo parecía estar bien. Al día siguiente, Miriel nos llamó con un poco de misterio demandando una reunión con nosotros. Su madre la acompañó y, por alguna razón, no quiso entrar, se quedó afuera en el pasillo de nuestro edificio. De vez en cuando notábamos su cabeza a la altura del balcón.
Miriel vivía a unas pocas cuadras de nosotros, casualmente en el mismo edificio de Héctor Noas. Ella manifestó su decisión de no hacer la escena. Como excusas, planteó la carga sexual añadida a su personaje y la presencia de Fidel en el filme. Confesó la preocupación de su mamá a que se involucrara en una película de contenido políticamente incómodo que pudiera ocasionarle problemas futuros para trabajar en el ICAIC.
Al despedirse, con un tono de lamento dijo: “Ahora seguro no me vas a llamar para otros proyectos”. Miguel sonrió y se encogió de hombros.
No volvimos a saber de ella.
Ya la preproducción había arrancado y teníamos la locación asegurada. Eric estaría saliendo en las próximas semanas rumbo a Madrid. Tuvimos que correr y revisar nuevamente una copia del castin de la EICTV que Estela Martínez nos había dejado antes de viajar.
Para ese papel probamos también a varias actrices. Incluso, recuerdo que una de ellas vino desde Matanzas. Hicieron muy buen trabajo.
La actriz Camila Carballo, casualmente antigua compañera de clases de Miriel, no solo tenía un físico más cercano al de Eric, sino que su energía y el tono durante su castin condujeron a la decisión final de Miguel de incluirla enseguida en la película.
Eric estuvo arrodillado en el suelo, con las manos atadas en una situación de alta temperatura sexual frente a dos mujeres, durante dos noches que parecieron interminables.
De izquierda a derecha Eric Morales, Jorge Proenza y Miguel Coyula en foto de producción.
Miguel repite una y otra vez la misma escena, como he explicado antes. Eric se negó rotundamente a usar protección en las rodillas porque quería hacer más creíble su papel. Él es lo que Meisner cataloga como un actor salvaje. Quería sentirse torturado. Hasta hoy arrastra con los dolores que le provocó permanecer en la misma posición durante el tiempo que tardó el rodaje de esa escena.
Uno de los métodos de dirección de Miguel consiste en cansar a los actores. Busca los momentos mágicos en el cine. Esos instantes en que el intérprete se ha olvidado de la cámara, del personaje y, sin saberlo, termina asumiendo la ficción como una experiencia personal. Es algo que he podido experimentar de manera consciente en el teatro.
Yo además estaba sirviendo de coach; era como una especie de conciencia, al mismo tiempo que insultaba a Eric. Comencé a decirle groserías y se enojó. Pero como yo estaba autorizada por el director, Eric se controlaba, y ese era justamente el estado de su personaje. Al encontrarse atado de pies y manos, bajo amenaza, aunque molesto, tenía que aparentar docilidad.
Durante esa escena nos asistieron varios amigos. El fotógrafo Jorge Proenza quedó rendido ante la belleza de las actrices y confesó que tuvo que ser fuerte…
Juan Manuel, primo de Miguel y dueño de la casa-locación en Nuevo Vedado, también nos recomendó a un amigo: Mizrain López se ocupó de nuestra comida. Como la esposa de Mizrain es muy celosa, Juan Manuel le dijo que lo estábamos usando para interpretar una escena pornográfica en la película.
Mariana Alom, Camila Carballo y Miguel Coyula en foto de producción.
Es cierto que filmamos su silueta para que pareciera parte de la banda; aunque al final no se utilizó el plano. También se acerca a la verdad el hecho de que él estaba junto a dos actrices que protagonizaban un momento homoerótico. La esposa de Mizrain llegó al set y no se marchó hasta que Juan Manuel empezó a reír y confesó que había sido una broma.
En algunos momentos también soy la silueta y las piernas del Caso número 1. En otros, Miguel se añadió a sí mismo en posproducción.
En busca del lado más primitivo de Eric, Mariana sobaba una y otra vez a Camila. Debió ser angustioso para ellas. Cada vez que cortábamos, Miguel hacía un encuadre diferente como parte de su estilo narrativo. De modo que se vieran las manos de Mariana y los pechos de Camila, lo mismo de perfil, en plano medio, contrapicado, que general o de detalle.
Mariana Alom y Camila Carballo en fotograma de Corazón azul.
El cuero del sofá blanco donde se desarrollaba parte de la escena se rajó. La cubierta de la lámpara de noche se hizo pedazos. Hubo corazones rotos. Las velas ardieron hasta el amanecer y la esperma se desbordó. Con los primeros rayos de luz, Miguel y yo regresamos con una espátula para despegar la costra.
Morbo y fantasías en un planeta muerto
Sexo y política se entremezclaron en mi vida, que iba por un camino y terminó desviándose hasta que una noche Miguel y yo recibimos la primera invitación a un ‘mènage à trois’.