La obra de Carlos García de la Nuez defiende la abstracción natural de la pintura, esto es: la pintura en sí, la que desde las cuevas de Altamira hasta la obra de Picasso, pasando por Velázquez, siempre ha sido abstracción, o más bien concreción de sensaciones específicas. Para él, hacer una obra de arte es volver a los orígenes.
Raúl Cordero o la sacralidad de la imagen
El proyecto artístico de Raúl Cordero se articula alrededor de la cuestión insoslayable de la representación y del sentido de la imagen hoy día. O en cómo la profusión de imágenes artísticas que produjo el siglo XX y que el siglo actual sigue produciendo, ha terminado por embotar el estatuto histórico de la imagen, su aura, según el concepto de Walter Benjamin.
Ana Albertina Delgado: restaurar el aura perdida de la imagen
Figura mayor de la mítica generación de artistas cubanos de los años ochenta, Ana Albertina Delgado siempre ha conciliado la herencia de antiguos y modernos, resistido a las polémicas y a los efectos de la moda para llevar a cabo, con toda independencia, su obra pictórica.
Odalys Orozco: el lenguaje de las flores o de las cosas mudas
La obra de Odalys Orozco revela su interés por las categorías y las formas que estructuran nuestra percepción del mundo. Termina constituyendo un cosmos imaginario que tiene la expansión de las cosas infinitas.
Andrés Montalván, herrero del espacio
En el campo de la escultura y del dibujo, Andrés Montalván es el representante más importante de una generación cubana —la de los años 90— dominada por pintores, fotógrafos, videastas, instalacionistas y performers.
Carlos Rodríguez Cárdenas y el arte redentor
El cuestionamiento de la práctica pictórica, la crítica de la sociedad y del régimen, particularmente a través de sus monumentales murales callejeros, fueron los ingredientes fundamentales que hicieron de Carlos Rodríguez Cárdenas uno de los artistas líderes de la generación de los 80.
Ernesto Leal, o la disidencia creadora
El arte de Ernesto Leal actúa como un poder dentro del poder. Para alcanzar la capacidad de actuar o denunciar no conviene incurrir en un expresionismo patético o en un arte político ilustrativo, sino tomar el riesgo de infiltrar los dispositivos de la representación para desenmascararlos y ponerlos a prueba.