A Otaola se le podría acusar de llevar el anticomunismo hasta la histeria propia del mismo sistema que ataca, y sería verdad. También podría decirse que enarbolar estrategias excluyentes anima a la dictadura a reproducir el mismo patrón, y sería verdad. Pero Otaola es mucho más que una verdad y muchas mentiras.
La poderosa
La Habana estaba llena de hombres vestidos de mujer, pero Manolito Mayland fue la única.