Sobre el cuerpo de las mujeres y niñas violadas y asesinadas, vamos a dibujar una bandera. Quizás así consigamos una reacción radical. Permanecer en silencio ante el proceso desatado contra Luis Manuel Otero Alcántara es ser cómplice de la exclusión y elusión de sus derechos fundamentales.
Harakiri rosa
Me fui a Sakura, la exposición de Rocío García, porque necesitaba un lugar sin hedor. Que mis dadaístas ejercicios me salven este mes de marzo en el que todo huele y se siente tan mal: la censura, la homofobia, el espectáculo, la cárcel.
Háblame, Rogelio Orizondo: ¿estás ahí?
Rogelio Orizondo es un fenómeno de masas. Un escritor al que abominan o aman. Mi amiga Celia me dijo un día: “Eres Rogelio con saya”. Mi novia Joanna me dijo un día: “Cuando aparece Rogelio te vuelves loca”. Carlos Díaz me dijo un día: “A Rogelio es al único que amas”.
¿Piensas ya en el amor?
Quiero ejercitar mi memoria con estas fotos. La sensualidad deforme de mis tetas, mis nalgas, la boca entreabierta, hongos, familia de opiáceos… La dilatación del tiempo en el fotograma.
Desnudarme entre los olivos
Escribo esta columna mientras envío un audio repitiendo la frase: “te extraño”. Y quiero ir al cuarto a masturbarme con una aceituna que vaya de mi clítoris a la boca.
Esfínter interior. Un no-performance con Javier Marimón
Allí donde lo pulcro sistémico sucede, no permitiremos que entre un culo. Esto diría un inspector del Decreto Ley 349. La distracción que genera un culo sabroso, un culo desnudo, un culo altoparlante, vociferante, celulitoso, sería demasiado libertaria (todo lo libertario debe ser censurado). Quizás el no-performance debería suceder en mi esfínter.
Quemar el muñeco
La gran mentira de esta fecha la potencian los horóscopos, la letra del año y toda clase de taxonomía del porvenir. A esa gran mentira contraponemos, como convicción, nuestra inmovilidad. No niego la fe: hablo de la escena de inmovilidad irrefutable en la que los días de una isla hacen culto al estatismo.
Chalunga y purpurina
Si nos sentáramos en La Chalunga, yo le contaría el millón de discriminaciones que sufro todos los días por ser gordita, mujer y tortillera; le hablaría de la perdedera gubernamental y le enseñaría una libreta en la que voy anotando las similitudes entre la violencia de género en Cuba y el marabú.
París no me importa ni pinga
Al llegar a París sentí que el metro me acogía, que los rostros ajenos me miraban de soslayo y que todos los inmigrantes, los refugiados e indocumentados pisoteados por la Unión Europea y maldecidos por el mar y las fronteras, entendían que mi amor por la humanidad estaba embarrado por el repudio y la tristeza.
Mi abuelo combatiente y bocarriba
¿Cómo se las arregla la gente en Cuba para dignificar un cuerpo que va depauperándose? ¿Cómo disponemos cómodamente el mundo para la enfermedad, el envejecimiento y la extinción? ¿Hubiera sido capaz de filmar a mi abuelo mientras se deterioraba?