Grita Edmundo García en un video que se ha hecho viral. Descompuesto, escupiendo, balbuciendo rencor y dolor. En la pregunta evidencia el despecho que sienten los que se niegan a enterrar al dictador. Sus ojos vidriosos destilan odio y estupor. Se siente abandonado, en la más absoluta soledad.
Nadie le responde. Ni Alarcón, ni Castro el menor, ni los viejitos de la Alianza Martiana, ni Díaz-Canel. Edmundo les habla a los viejos rebeldes moribundos, a los dinosaurios revolucionarios, y nadie responde, nadie le dice dónde está Fidel.
Yo sí, Edmundo, yo sé dónde está Fidel.
Fidel está en el fracaso de un modelo que oprimió al cubano desde una ideología ajena a la cultura nacional.
Fidel está en las campañas pospuestas y nunca alcanzadas, desde el Cordón de La Habana a la Zafra de los Diez Millones, pasando por la Ofensiva Revolucionaria, la creación de las ORI y las vacas holstein-cebú.
Fidel está en los litros de leche que dio Ubre Blanca, apretando sus pezones con avaricia.
Fidel está en Alamar y su arquitectura de palomar humano. También en cada uno de los baches de calles y carreteras.
Fidel está en todos los apagones, en los salideros, en las cloacas apestosas, en el pastoso petróleo que cubre la Bahía de La Habana.
Fidel se burla del cubano desde cada escuela en el campo reducida a escombros, desde los mercados vacíos, desde las tiendas húmedas, meadas y llenas de ratas.
Fidel está en los hospitales sucios, en las farmacias vacías.
Fidel está en las recetas inútiles que reciben los cubanos, en cada muerte, en cada ataúd.
Fidel está en la necesidad de huir del talento cubano. Deportistas, médicos, intelectuales, escapan y se van.
Fidel está empujándolos al futuro, el único posible, lo más lejos posible de Cuba.
Edmundo, Fidel está en el fracaso como nación, en la muerte de los valores cívicos, en el totalitarismo que invade no solo al poder, también al ciudadano.
Fidel está en la ausencia del patriotismo como expresión de pertenencia.
Fidel está en los casi dos millones de emigrados que decidimos vivir fuera de la Isla.
Fidel está en la mentira, en la doble moral, en la corrupción.
Fidel está en los niños que ven pornografía en las escuelas, en los machos que asesinan a mujeres, en la depauperación galopante de una sociedad que desde su comandancia y jefatura se dedicó a destruir y empobrecer.
Fidel está en el dolor de todos los cubanos.
Fidel está en el racismo, en la homofobia, en las discriminaciones que sufren los cubanos por no ser blancos revolucionarios.
Fidel está en cada barrio insalubre y marginal, en los adolescentes que prefieren emigrar a estudiar.
Fidel está en la falta de futuro de los jóvenes cubanos.
Fidel está en la familia dividida, en quienes se han visto obligados a ser o de aquí o de allá.
Fidel está en el descreimiento, en la inopia.
Fidel está en la ausencia democrática, en el descrédito institucional, en el mural que languidece en cada cuadra, donde antes hubo un Comité.
Fidel está en las decenas de miles de cubanos que dejaron de respirar en las aguas del estrecho de la Florida escapando de la isla-cárcel.
Fidel está en los que dejaron su vida en Angola, en Etiopía, en Nicaragua, en las guerras inútiles e impropias a las que nos obligó.
Fidel está en cada casa, porque alguna vez todas las casas fueron de Fidel.
Fidel está en el cuarto del fondo, el del bañito sucio, donde un viejo con escaras desahoga su diarrea.
Fidel está en el abandono y la indolencia, en la mueca de mi abuela, en la pelota de trapo.
Fidel está en los campos resecos y en el marabú, clavado a sus espinas.
Fidel está en los bateyes cañeros abandonados y en cada azucarera vacía de nuestra patria.
Fidel está en el agro maloliente, en el ajo a cien pesos, en el café mezclado.
Fidel está en la libreta de abastecimiento, en las cinco libras de arroz, una de frijoles y diez huevos por persona.
Fidel está en cada cubo de agua que se carga cinco pisos, en el jarrito, en el solar.
Fidel está en el picadillo de soya, en el cerelac, en el fricandel, en el pollo por pesca’o.
Fidel está en la dependencia absoluta de la economía doméstica de la colaboración extranjera. Logró que Cuba fuera incapaz de producir nada y convirtió a todos los cubanos en esclavos estatales.
Fidel creo el único país del mundo en el cual el Estado es quien produce croquetas y lava las toallas y sábanas de turistas italianos.
Escucha Edmundo, escucha:
Fidel está en cada niña jinetera y en cada pinguero, en las maestras que venden aprobados y en la obesidad de los ministros.
Fidel está en cada tonfa, en cada bofetón, en cada uno de los tablazos del 11 de julio.
Fidel está en las heridas de los manifestantes, en las vejaciones que sufren los cubanos.
Fidel está en la celda que encierra a Hamlet Lavastida y a Luis Manuel Otero Alcántara.
Fidel está en las cárceles donde acabaron los plantados de Obispo, Maykel Osorbo y también en los agentes que impiden a Katherine Bisquet, Camila Lobón y Carolina Barrero salir de sus casas.
Fidel está en la bala que mató a Diubis Laurencio Tejeda, y en los policías que torturaron y abusaron de Gabriela Zequeira.
Fidel está ausente en la Cuba que soñamos, lejos del futuro de la nueva República, la que tendrá que surgir cuando de una vez por todas enterremos al tirano y su fantasma.
En esa Cuba, Fidel no está, no existe.
Ah, Edmundo, creo que aún no lo sabes: Fidel está muerto, ¿escuchaste?, muerto.
© Imagen de portada: Edmundo García / YouTube (fotograma).
Morir por la patria es morir
Los cubanos mueren, o dicho con propiedad: a Cuba la están matando.