El panorama de las ideas sobre una nueva república es escaso y particular. El anhelo antitotalitario se ve afectado por académicos de corte neomarxista, fanáticos de las hegemonías de izquierda que diseñan una nación a la medida del régimen. Al mismo tiempo, centros y plataformas de estudio, con la colaboración de ciertos medios que se denominan independientes, dibujan una Cuba que solo es posible desde la continuidad reformada del sistema.
La refundación política no suele estar presente y es aquí donde emerge, con originalidad y precisión, el pensamiento de Orlando Luis Pardo Lazo.
La nueva república, para Orlando, reside en la independencia política y en la agencia ciudadana. La Cuba postotalitaria solo puede existir en un espacio político autónomo construido desde el ciudadano. Es en el sujeto, como único protagonista fundacional de la nación, en quien reside la responsabilidad de superar el totalitarismo y anular cualquier forma de continuismo colaboracionista o disimulo reformista.
Pensar a Cuba, desde la autoreferencia intelectual, lastra a think tanks y a otros grupos de pensamiento, y los incapacita para elaborar propuestas funcionales para una Cuba futura. Partir de las estructuras totalitarias, modificarlas y adaptarlas a un Estado de derecho es la utopía que favorece al régimen, legitimando sus permanentes rectificaciones y ordenamientos.
Si Cabrera Infante escribió en “los distintos dialectos del español que se hablan en Cuba”, Orlando Luis Pardo Lazo introduce en el cubano las palabras de un himno tocado en reversa.
Néstor Díaz de Villegas
Para estas entidades, grupos, plataformas y centros de estudios, Cuba es, a la vez, problema y solución. Esta dicotomía de corte marxista —y hasta estructuralista— es salvada de forma singular por Orlando Luis Pardo Lazo al ubicarla, como nación y concepto, fuera de su conflicto.
Para él, reside el problema en el totalitarismo y la solución en la gestión política del ciudadano. Con esta propuesta logra despojar a la nueva república de historicismos, continuismos, intereses y personalismos. Si analizamos detenidamente esta idea, no es difícil descubrir, después de casi seis siglos de existencia de lo “cubano”, que la independencia real, de forma práctica y no conceptual, nos viene del pensamiento de Orlando Luis Pardo Lazo.
La singularidad totalitaria cubana reside en el desamparo institucional y en la privación del ciudadano de su rol de gestor político de la nación. Orlando Luis Pardo Lazo propone, en esencia, que el ciudadano asuma su papel social como responsable único de los destinos de su nación.
Un error común en el colaboracionismo indirecto es asumir que Cuba, aún en su precariedad política, es un espacio de normalidad ciudadana. Al obviar la singularidad totalitaria, las propuestas suelen contribuir a la permanencia del régimen, pues invocan restituciones historicistas o fórmulas de transición que no atienden a la geopolítica específica de la Isla.
Estaré muy al tanto del escándalo Orlando, dada mi profunda fe en las virtudes de este autosuficiente. No es cosa de juego. Este libro noqueará a unas cuantas gentes. Léelo y pásalo, por favor. ¡Gracias!
Donald J. Trump, @realDonaldTrump
Ni la transición española ni el cambio democrático pactado en Chile son aplicables en el caso cubano porque el régimen ha anulado la efectividad política del ciudadano. Del mismo modo, la propuesta historicista es inefectiva, pues enmascara el reformismo colaboracionista por una parte y la nostalgia pre-1959 por otra.
El error consiste en que este espacio intelectual no logra despojarse de los mismos vicios que dieron lugar al totalitarismo, su estrategia se enfoca en lo social y Orlando Luis lo hace en lo político. La solución está en generar un espacio de autonomía política desde el ciudadano y no desde la sociedad que lo contiene.
Para él, la historia es un obstáculo, ya que tiende a legitimar discursos sociales construidos sin tomar en cuenta la realidad ciudadana. Orlando renuncia a la tentación historicista y se asume en el postotalitarismo para, desde allí, proponer la construcción de un espacio en el cual la institucionalidad solo obedezca a la perspectiva del sujeto.
Mientras muchos nos venden pasado, Orlando Luis Pardo Lazo nos regala futuro.
Orlando Luis Pardo Lazo ha escrito el libro más políticamente incorrecto de la literatura cubana y tal vez de la norteamericana. No conozco a ningún escritor que tenga los cojones (o los ovarios) de escribir con la libertad que lo hace OLPL.
Juan Manuel Cao
Se define como el mejor escritor cubano vivo y quizás sea cierto. Hay demasiado cadáver intelectual pensando una Cuba imposible. En lugar de escucharse tanto a sí mismos, deberían detenerse a pensar en el otro.
Al menos alguien nos piensa con independencia y singularidad. Al menos alguien se preocupa desde el ciudadano y no desde pedestales de gloria. Al menos alguien propone, en lugar de reciclar congelados intelectuales low cost.
Al menos, alguien piensa.
P.D.: Todos aquellos que califican a Orlando Luis Pardo Lazo de provocador, repiensen un poco y pregúntense si no será la ausencia de ideas y la precariedad de pensamiento propio lo que realmente los asusta. No hay provocación, solo provocados.
Globos, emigración sinflictiva y tiradera
La intelectualidad colaboracionista —inútil como motor de cambio, y a la Historia los remito—, se acoge a la fórmula de la crítica postiza: lo que se dice no incide, lo que se dice divide, lo que se dice no sirve.