La cita estaba reducida a códigos alfanuméricos y un link: “Reach-me-on-the-deepweb-06-02-14hrs” (en español: “Encuéntrame-en-la-deepweb-02-06-14horas”).
Cero cordialidades y porqués. Solo aquel tono imperativo. El emisor había firmado con la letra P. No había cómo ofrecer acuse de recibo.
Verificamos, en aquella enigmática invitación, un intento por activar mecanismos de comunicación pretéritos. Algo así como el gesto localizador del beeper, una tecnología ya obsoleta.
Presumimos que se trataba de un evento de nuestro fórum en la deepweb. Habíamos sido convocados por algún amante del movimiento retro-recycling. Probablemente un pez gordo de la pasada centuria, algún magnate de Silicon Valley o —para no tener las expectativas muy altas— algún timador o ciberclaria de Internet.
Como sea, concurrimos tal cual estaba pactado: el día 2 de junio a las 14 horas. El link nos remitió a un sitio del cual emergió una ventana de texto que nos indicaba hacer acto de presencia a través de un avatar. Convenía hacer entrada con un “traje de gala” pertinente: personalizamos los avatares en concordancia con nuestros motes en la deepweb. Yo, ataviada con mi uniforme de tiburón; Paolo, con el distinguido atuendo de aguacate.
Una vez allí, compareció ante nuestros avatares el tal Sr(a) P. Identificado con una versión runa de Star citizen, aquel cyber-character era nada más y nada menos que el insospechable Lil Puñeta, tal cual indicaba su avatar. El protagonista de la exposición El octavo círculo, el lord Voldemort de la nómina de Magela Garcés. El infamous Dalai Lama del deepfake cubano, esta vez asomándose a la deepweb.
Había generado un metaverso galerístico denominado “Casa Puñeta”, muy al estilo Snow Crash de Neal Stephenson. Nos había invitado a su estudio y pretendía ofrecernos un tour virtual, auspiciado —supuestamente— por la red Anonymous, el hacktivismo y la entronizada noche de Guy Fawkes.
Paolo y yo coincidimos en que, tratándose de Lil Puñeta, la lógica de este tour evitaría el sinsabor de las inauguraciones online.
No se trataba de otro disfuncional show virtual en tiempos de COVID-19, ni una estrategia expositiva de resistencia al confinamiento. Confiábamos en el portento del hasta la fecha desaparecido Lil Puñeta. Así que esperábamos, cuanto menos, una constancia en su trabajo y, cuanto más, alguna información sustanciosa que explicara el motivo del citatorio.
Sondeando la P de Lil Puñeta
¿Por qué nos ha citado en “Casa Puñeta”?
Simple. Ustedes saben cómo entrar a la deepweb, cómo interactuar en un espacio de Realidad Virtual. Además tienen el inbox de mi cuenta en Instagram repleto de mensajes. Algún día debía responder. He decidido que esta es la mejor forma. Alguna vez les dejé un mensaje en su columnita de Hypermedia Magazine, pero pasaron de mí. Asumí que ustedes no revisan esos mensajes, o no les interesan.
He colaborado con Hypermedia a través de Magela Garcés, en la tirada de “El Factor Yuma & las Mafias del Arte” (en una entrevista deliciosamente conflictiva y reveladora), pero quisiera inmiscuirme con el Megalodón de ustedes.
Hypermedia tiene buena talla, apoya a los chamacos frescos…
Pero en tu cuenta de Instagram no hay nada de nada. Eso debe ser un falso perfil o… ¿tienes un administrador de redes?
Es un perfil que a veces utilizo para comunicarme. Lo creé el día que Magela Garcés me invitó a participar en El octavo círculo. Ella quería que publicase al menos uno de mis hackeos ahí. Publiqué solo durante 2 minutos: el 26 de enero de 2020, de las 19:34 a las 19:36 horas. A las publicaciones solo reaccionaron tres personas, tres mujeres para serte preciso(a). Hasta la fecha no ha sucedido nada más, pero no deberían perder la cuenta de vista.
¿Quién eres, Lil Puñeta? ¿Un mamífero, una ciberclaria, un trapero hacktivista, un humo de artista, una cortina de curador?
Soy exactamente todo eso que mencionas, pero no tengo órganos genitales.
Imaginen que soy un split de una tonelada, y yo les responderé como tal. Soy “eso”, “aquello”, “esto” y lo “otro”. De lo contrario, tendría que reformular cada una de mis respuestas respetando género y número.
También doy clases en un aula, edito una revista, dirijo una galería y estoy siendo procesado por varias irregularidades.
¿Por qué has demorado tanto en reaparecer?
Estoy “apareciendo” hoy. Ando estresado con algunas muestras de arte online y las entrevistas a artistas en directas. A veces me parecen muy sosas. El panorama sigue siendo un tedio. Pensé que después de la exposición de Magela el gremio se replantearía par de cosas. Pero ya ven, todo sigue igual.
Pensamos que, como se especula sobre la red Anonymous, tú también eres otro títere disfrazado que sirve a intereses del gobierno, una ciberclaria a cuya cuenta entran diversos militantes.
Entre los splits de una y dos toneladas —entre los cuales destaco yo, los trabajadores de Génesis, el FCBC y la bola de estudiantes egresados del Preuniversitario del MININT, graduados de Historia del Arte y expandidos entre Miami, Madrid y La Habana— ya no sabemos diferenciar para quién trabajamos, ni por qué. Pero está claro que ser un split sigue siendo un lujo en este país.
Entonces, ¿tú vives en Cuba? ¿Cómo es posible que un hacktivista opere en un lugar donde hasta la conexión a Internet está coaccionada? ¿A ti no te afecta ETECSA?
¿Quién dice que vivo en Cuba? No he dicho que sea solo hacktivista, y para hackear no hace falta mucho. En la UCI hay un muchachón que hace maravillas…
Pero tú podrías ser el Anonymous de Cuba, hackearle el sistema a ETECSA, al Fondo Cubano de Bienes Culturales, a las TRD, a los hoteles Meliá o… ¿acaso ya existe una red de Anonymous en la Isla?
Sí, claro que existe. Lo que sucede aquí es que, aunque revienten los sistemas de todas las empresas e instituciones, no habrán cambios determinantes. Al menos no como en otros contextos.
Uno de los Anonymous Cuba más famositos tiene página en Facebook y en Twitter. Sus hackers parecen improvisados. Lo más trascendental que han hecho ha sido hackear la página de la Facultad de Física de la Universidad de La Habana con el mensaje “Libertad para Cuba. Abajo Raúl Castro y Díaz-Canel”. Se hacen pasar por cerebritos universitarios, como si fueran la Generación del Centenario.
Anonymous es una reacción en cadena que “traumatiza” a las masas y estas, por consiguiente, al gobierno. Lo poco que ha sucedido y se ha “adjudicado” al auténtico movimiento de Anonymous, se queda en una zona de confort. No vale la pena mencionar más ejemplos. Cualquiera que sepa tumbar un sitio web y aprovechar después los tags para generar tráfico en Facebook puede ser Anonymous, la verdad. Todo vale.
La acción más orgánica del movimiento tuvo lugar hace apenas un año, y se convirtió en un simple error que los usuarios han desestimado por razones obvias. Pregunten a sus conocidos si en algún momento recibieron “por error” 1 GB de datos extra. Nadie lo publicó en sus redes, pero fueron más de 400 000 los usuarios que recibieron ese plus. Lógico: nadie se pronunció al respecto. No hubo réplicas, por miedo a tener que reembolsar.
Esa es la razón por la cual ETECSA últimamente está generando “malestar” con el dichoso 1 GB que no es 1 GB: tratan de recuperar algo.
¿Lil Puñeta ha realizado alguna acción para la auténtica red de Anonymous?
Recibo propuestas de acciones, y tengo el derecho a proponer. La verdad, no sé si estoy relacionado realmente con Anonymus, pero hasta el momento todo es muy democrático y si te viene bien lo haces, y si no, no se hace y punto.
A lo mejor estoy trabajando para alguien con un objetivo totalmente diferente. Como les dije: no sabemos para quién trabajamos.
Por ejemplo, ustedes mismos han entrado a este juego en mi metaverso. No veo que se lo cuestionen mucho. En este minuto puedo estar robándome toda vuestra información mientras me hago pasar, con esta muela cansina, por el tal Lil Puñeta.
Entonces, ¿qué quiere Lil Puñeta con este Megalodón?
Se me antojan par de cosas.
Como buen split de una tonelada que soy, voy a chupar un poco de corriente de esta columna. Como casi nadie ha podido leer la entrevista del “Factor Yuma” en Hypermedia Review, voy a difundir mi pincha en otro de sus canales.
También quiero que hagamos mi primera exposición personal.
¡Quién no cura, no mama!
¿Se apuntan?
El Puñetazo
Salimos de “Casa Puñeta” casi sin datos móviles. Aquella cita duró poco más de 20 minutos. Paolo estuvo documentando con la pantalla de su celular nuestra movida por el metaverso de Lil, que aún nos resulta poco ortodoxo. Pensamos que la situeichon de nuestro encuentro tenía demasiado merengue, tanto que empalagaba. Sin embargo, secundamos su proposición.
Lo hemos visitado ya cinco veces. A juzgar por sus propuestas de obras, no parece un impostor.
Y aunque lo fuera, decidimos comprometernos con su jelengue expositivo e inaugurar, antes de que finalice el confinamiento y caiga en crisis la estrategia de show online, un eventico artístico en modo Megatiburón vs. PulpoGigante feat. Lil Puñeta.
Esperen pronto en Hypermedia Magazine la exposición personal online de Lil Puñeta, curada por Lesstúpida cubana y Paolo De Aguacate en Megatiburón vs. PulpoGigante.
Paolo De visita en Casa Puñeta, video documental del primer encuentro, en Hypermedia YouTube.
Beef astrológico feat. La Mamarracha
Lesstúpida Cubana & Paolo De Aguacate
La mamarracha es, primero que todo, una nativa digital; luego, una pitonisa millennial que rehúye dogmas de astrología determinista. Aquellos que simpatizan con su horóscopo mamarracho reconocen un abordaje estético particular, basado en el tono frívolo, el sentido del humor y la ironía frente a la proverbial trascendencia de la adivinación.