Alejandro Brugués: Nuestro hombre en Los Ángeles

Alejandro Brugués es de los tipos más graciosos del mundo.  La mayoría de la gente lo conoce por su segunda película, Juan de los Muertos; pero la realidad es que Alejandro tiene una carrera de envidia, es de las personas que más ha hecho por el cine cubano. Tengo la suerte de conocerlo desde hace más de diez años, aunque siento que ha estado ahí desde siempre. Para mí, que salí de la escuela en 2008, hacerme cineasta en Producciones de la 5ta Avenida fue un sueño. Ale, Inti y Claudia me abrieron las puertas, y cada uno, con su respectiva personalidad, me ayudó a ser lo que soy hoy.  

Con Brugués he pensado y escrito un guion de terror bien loco, y pensado un millón de posibles películas. Me inspiré en su manera de sentir el cine para escribir una película de vampiros que todavía no se ha hecho. Con Alejandro hice mi primer pitch en Los Ángeles, me compré mi primera máquina de peos y aprendí el arte de las 3 E (un chiste interno bien grosero).

Cuando hablan de los corredores, muchos se refieren a la suerte de correr con Bolt; los nadadores piensan en Phelps; para cualquier cineasta latino de los 2000, era un lujo, una suerte y una gozada compartir espacio y tiempo con el loco este. Inspira, apoya y divierte. Todo lo que quieres de un buen socio. Como artista, Juan… es de las películas cubanas de culto y no conozco a nadie que entienda del negocio como él.




En la Isla mucha gente lo miraba con cierta burlita por su amor al cine de Hollywood. Hoy está en Hollywood, con un chama, con su jeva que es una estelar y con un millón de planos más tirados. Gracias, Ale, por ser como eres…

Te dejamos haciendo el crossover con una película exitosísima bajo el brazo (Juan de los Muertos), un millón de buenas ideas y una capacidad tremenda para pichear una película. De 2011 a 2021 han pasado diez años, ¿cuáles crees que han sido tus momentos más importantes como cineasta en Los Ángeles?

“Importantes”. Define “importantes”, porque lo que es importante para mí puede no serlo para otros. 

Sí, que te hayan marcado en tu carrera…

Supongo que cuando vendí mi primera serie (que no llegó a hacerse), o cuando me contrataron por primera vez. Curiosamente, ahora mirando atrás, le tengo mucho cariño a los primeros momentos cuando se me cayeron proyectos. Uno piensa que Los Ángeles es un lugar donde se hacen películas, pero con cada una que se hace se caen cien. La primera vez que se me cayó una fue dos días antes de viajar a empezar pre. Me acuerdo que estaba trabajando en otro guion, recibí la llamada y, cuando colgué, me acosté en el piso ahí mismo, sin saber qué hacer. Al rato me paré y seguí escribiendo. Fue la primera lección: aquí todo se cae y tienes que seguir trabajando. 

Hoy en día me pasa y ni siquiera me detengo. Y, por cierto, lo contrario también se aplica: hay veces que recibo una llamada de que un proyecto va a seguir adelante. Antes me alegraba mucho, ahora lo agradezco y sigo escribiendo lo que esté escribiendo en ese momento…, porque sé que ese proyecto también se va a caer. Nunca celebres hasta que no estés en el set

Esos han sido momentos importantes. Aprender a escribir en inglés de manera que no se distinga de mi escritura en español. Que no sepas que no es mi primer idioma. Me tomó un año dedicándome a eso. Un día una amiga que se leyó un guion mío me dijo que, de leerlo, uno no se imaginaría que tengo el acento que tengo, y me lo tomé como un cumplido. 

Ha habido momentos lindos, de que alguien que no te esperas te diga que conoce tu trabajo (casi siempre Juan…). 

Igual me está tocando que me preguntes en un momento donde ya llevo suficientes años aquí como para darme cuenta del cinismo de esta ciudad y aprender a moverte con él. De que un productor te diga “vamos a filmar en tres meses” y tú sepas que esa película no se va a hacer nunca porque has estado ahí suficientes veces. Pero el productor de esta película que estoy haciendo ahora, que es un tipo duro con mucha experiencia, me dijo un día que esta es una profesión de altibajos y la única forma de sobrevivir es ser una línea recta. No dejar que el éxito o el fracaso se te suban a la cabeza o te destruyan, sino siempre enfocarte en lo único que importa: la próxima película. 

Así que el momento más importante será siempre cuando grite acción en el primer día de rodaje de la próxima película que haré.




En Juan de los Muertos, el querido Juan se quedaba al final para luchar contra los zombis. Ahora, en 2021, viendo lo que se ha visto, ¿cambiarías ese final?

Para nada. Siento que Juan… es cada día más actual. Parece que la hubiera hecho ayer. Y creo que Juan estaba muy acertado en quedarse y tratar de cambiar las cosas. De hecho, siento que en ese momento yo era Juan, quería quedarme y hacer películas que ayudaran a cambiar las cosas. En todo caso, siento que yo traicioné a Juan al irme. Y no es que me fuera para no regresar ni nada, nunca ha sido el plan, pero siempre sentí que yéndome lo traicioné. No cambiaría lo que hice. Me gusta donde me han traído estos años. Pero siempre he sentido que tengo que regresar y ser más consecuente con quien era en ese momento. 

¿Por qué no trataste de hacer cine en España? Muchos teníamos la idea de que después de Juan… ibas a tratar de hacer un largo como El orfanato, antes de cruzar a Hollywood.

Sí traté. Quizás no demasiado. Pero el momento en que ganamos el Goya con Juan… fue justo cuando España estaba entrando en una crisis y la producción audiovisual se redujo enormemente. Un par de años atrás hubiera salido de la ceremonia de los Goya con el contrato de la próxima película. Pero en ese momento se le complicó todo a todo el mundo y ni ellos mismos podían levantar sus proyectos. ¿Qué pintaba yo ahí? Por otro lado, tenía agente en Hollywood y una productora que quería hacer mi próximo guion, que era mucho más grande y ambicioso que Juan… Y, sobre todo, aún no sabía la lección más importante: aquí se caen todos los proyectos. Así que nada, vine aquí directamente. Y no me arrepiento. 




Siento que te fuiste de la Isla con la posibilidad de hacer Juan de los Muertos 2 y recuerdo que decías que no querías repetirte, pero me parece que te quedaste en el cine de género. ¿Eso es repetirse? Ojo, que yo siento que me repito en cada película, que siempre hago lo mismo y no tiene nada que ver con el género. 

Cine de género no es repetirme. Tú has hecho tres películas en pueblos de Cuba. Yo puedo pasarme la vida haciendo películas de terror y no tienen que ser una como la otra. No he vuelto a hacer zombis. He hecho vampiros en From Dusk Till Dawn y no siento el impulso de hacerlos de nuevo. Siento que voy a estar en el cine de género un buen rato, pero siempre tratando de buscar la forma fresca de entrarle. Es lo bueno que tiene el género, que es enorme, y todo puede ser distinto. Tú y yo hemos ido a los mismos festivales de género. Es verdad que uno recuerda las de género duro, pero en esos lugares también se premian a Larraín y Amat Escalante y han lanzado a gente como Julia Ducournau o Ana Lily Amirpour. 

Hace poco escuché a uno de mis directores preferidos de terror, Mike Flanagan, decir algo muy lindo: “En el género ejercitamos todos los músculos, podemos hacer a la gente reír, llorar, emocionarse, tener miedo, y durante un pequeño instante, ser más valientes”. 

En todo caso, siento que he hecho demasiada comedia de terror. Pero es que es mi tono. Cada vez que trato de alejarme tengo una idea para otra comedia de terror. Y tú has escrito conmigo. Me es difícil tomarme las cosas en serio. 

A veces recuerdo que hablábamos de películas, de presupuestos, y de Shawshank Redemption. ¿Te sientes realizado? ¿Ya hiciste tu Shawshank Redemption? ¿Cómo sería?

Mis presupuestos han ido subiendo. Todavía no estoy en los números que me gustaría para poder hacer cómodo las cosas que tengo en la cabeza, pero he aprendido que nunca estás en esos números. 

No, no me siento realizado. Ni de cerca. Siento que estoy en un buen momento, estoy terminando una película para Netflix, con un presupuesto cuatro veces más grande que lo que he tenido nunca; tengo la próxima ya escrita, aunque no ha sido anunciada, pero es más grande todavía; y hay otro montón de proyectos dando vueltas. Pero no estoy realizado para nada. 

Ahora, tampoco me puedo quejar. Soy un director trabajando. ¿Sabes lo difícil que es eso? Y he logrado llegar a un punto donde la gente quiere trabajar conmigo y los productores y los ejecutivos están felices con mi trabajo. 

Así que no, no estoy realizado. Pero todos los días cuando voy al set se me salen las lágrimas de emoción de que me paguen por hacer esto, que es básicamente un juego de niños. A veces las cosas se ponen duras, como ha sucedido a menudo últimamente, pero siempre cuando vengo manejando a la oficina paso un cartel que dice “Welcome to Hollywood” y me recuerdo que soy muy afortunado por poder hacer esto. Es lo que siempre quise, ¿no? 

Sobre cuál es mi Shawshank…, tengo una idea. Pero me falta crecer un poco más para atraer al cast que justificaría hacer una película como esta. 




No hay manera de que esto suene mal o sea mal interpretado, te tengo un cariño tremendo y, dejando las palmaditas en la espalda, la realidad es una: Nunca en la vida he visto a un guionista escribir con la facilidad que escribes tú. Me acuerdo cuando empezamos a escribir un proyecto que nunca se hizo. Nos sentamos en la barra de aquel apartamento frente al Focsa y en par de sesiones sacamos una primera versión bastante decente. ¿Cuál es tu consejo para los que empiezan a escribir guiones? ¿Ha cambiado tu manera de escribir (más allá del idioma) de antes con la de ahora? ¿Cómo es tu proceso? Háblame un poco de la pizarra, las notas que tomas. ¿Cómo va la cosa desde la idea hasta el first draft

Gracias. Viniendo de ti me lo voy a tomar como un cumplido, hasta que me dé cuenta que me estás jodiendo. 

Yo escribo rápido, pero tengo que tener las ideas claras. Trabajar a cuatro manos muchas veces ayuda, y tú y yo nos entendimos bien. He trabajado con gente con quien el proceso es más arduo, aunque el resultado igual sea bueno. 

No hay secretos. Mi único consejo es que se busquen una silla cómoda. Cuando tenía 20 años veía a escritores mayores hablando de sus sillas como si estuvieran describiendo el santo grial y no lo entendía. Para mí estaban botando dinero. Ahora tengo la espalda toda jodida por hacerme el gracioso de escribir en cualquier lado. 

La manera de escribir nunca fue una. Para mí, cada guion es un animal distinto. Parte del encanto es descubrir cómo cada historia quiere ser contada. A veces me he sentado y las he escrito de un tirón, sin mirar atrás, y va saliendo y todo tiene sentido; no entiendo de dónde sale, pero me dejo llevar. Otras veces ha sido un proceso más artesanal, hacer montones de diagramas, personajes, etc. Igual, todas son formas de familiarizarme con una historia, encontrar un tono, escuchar unos personajes para al final soltarlo. 

Curiosamente, hoy estaba hablando de escribir en inglés vs. escribir en español. Yo no escribo en español y traduzco las cosas. Tienen que estar concebidas en un idioma. El inglés es mejor para descripciones. Verbos de acción. Brevedad. Peroel español es muy rico para los diálogos, con sus oraciones compuestas, ideas que se van plegando una dentro de otra y la riqueza que tenemos al hablar. Por eso cuando concibes algo, es mejor mantenerse en el idioma que lo pensaste. 

Y la manera de escribir ha cambiado un poco. Inevitablemente con los años uno va ganando experiencia. Vas aprendiendo cosas nuevas. Vas aprendiendo de tus errores. Las técnicas de guion cambian. Por ejemplo, cuando empecé, uno solo escribía lo que ibas a filmar. Diálogos y acciones concretas a las que podías apuntarle una cámara. Pero con el tiempo uno se va encontrando más con ejemplos donde incluyes poco a poco lo que van pensando los personajes o lo que quieres transmitir. Casi como si estuvieras dirigiendo actores desde la página. Y uno se va adaptando a eso. Me podría poner mucho más técnico, hablarte de viaje de personaje, de objetivos y necesidades, pero va a ser muy aburrido. 

Creo que lo más importante es mantener la humildad para saber que nunca vas a saber lo suficiente y que aprendes con cada guion y con cada rodaje, como guionista y como director. Y no lo digo por modestia. Esta película que estoy terminando es la lección más grande de guion y cine que he tenido hasta ahora. 




Ahora mismo, diez directores y diez películas que te parecen indispensables. 

Spielberg, los Coen, Tarantino, Dennis Villeneuve, Rian Johnson, Taika Waititi, Edgar Wright, James Gunn, Bong Joon-ho, Guillermo del Toro, Alfonso Cuarón. (Te puse once porque me dio la gana).

Pelis: JawsRaiders of the Lost ArkPulp FictionThe Good, the Bad and the UglyEnter the DragonShawshank RedemptionCiudad de DiosEl secreto de sus ojosFight ClubMad Max: Fury Road.

¿Por qué estas y no otras? 

Muchas se repiten de toda la vida. Creo que Fury Road es la única nueva. De los directores, decidí quedarme con gente viva y activa porque los clásicos todos sabemos dónde están, pero hay un montón de directores muy interesantes en una nueva generación que están haciendo blockbusters de autor y admiro muchísimo que logren mantener su voz en una maquinaria de estudio diseñada justamente para quitarte todo lo original. 

¿Ha cambiado tu gusto cinematográfico? 

¡Qué va! Tú me conoces bien. Mira esa lista de películas y dime si es distinto de lo que siempre he visto. De hecho, se me quedaron fuera la mayoría de las de terror. Evil DeadThe Thing, ese tipo de cosas. Recuerda que cuando yo fui a la EICTV, mientras todos los de mi generación veían Bergman en orden cronológico, yo lo que hice fue ver todas las películas que había visto cuando niño y habían hecho que sintiera amor por el cine. Si podía encontrar eso que me hizo sentir y aferrarme a ello, podía hacer de esta mi profesión. Y fue lo que pasó. Así que nunca me he traicionado. Es el tipo de cine que disfruto. No es que no entienda lo demás. Es un tema de preferencias. 




¿Crees que la dinámica del día a día cerca de Hollywood te ha hecho una persona más superficial? 

De nuevo, vamos con definiciones. ¿Qué es superficial para ti? Aquí hay todo tipo de gente. Tengo amigos que son editores de películas de terror y te pueden dar clases sobre Tarkovski. ¿Hacer terror los hace superficiales? Tengo amigos que escriben películas de acción y ven 400 películas al año, desde lo más comercial hasta lo más profundo. Tú y yo conocemos algunos aquí que distribuyen lo mismo una película oscura de terror de Nigeria que Memoria o Titane. En todo caso, creo que aceptar la diversidad en el cine te enriquece como cineasta. 

¿O dices más superficial como persona? Lo dudo. Sigo teniendo el mismo nivel de superficialidad que siempre. Igual que en las películas, estar aquí te hace apreciar todos los colores del espectro. Te encuentras gente extremadamente superficial y te encuentras gente brillante. Y eso no quiere decir que ninguno se cruce un poco al otro lado de vez en cuando. La gente piensa que Hollywood es un lugar superficial, pero también es donde he conocido la gente que más amor auténtico tiene por el cine. Por eso me siento en casa. Estoy en mi tribu. 

A cada rato vuelves a decirme que quieres hacer una película en Cuba. ¿Por qué? ¿Qué te falta por contar acá? ¿Crees que estando tanto tiempo afuera afecte en algo a tu proyecto cubano?

Una no, una docena. Siento que me faltaron muchas cosas por decir en Cuba. Siento que como persona me falta una elocuencia para hablar de todo lo que está sucediendo, pero como artista tengo a mano mejores herramientas para reflejarlo. Cada vez que me leo un post de Facebook sobre todo lo que está pasando ahora pienso que ojalá yo tuviera la facilidad para decir así las cosas. Me pasa todo el tiempo cuando te leo. Tienes una lucidez y una madurez para escribir que te envidio. Me he sentado a escribir veinte veces lo que pienso sobre Cuba ahora y lo termino borrando porque creo que es una mierda. Pero como guionista o director es distinto. Me es mucho más fácil identificar una historia que diga lo que siento que debo decir. 

Eso de estar fuera de Cuba y cómo afecte mis proyectos cubanos es una visión muy cubana de todo. Una de las razones por las que no me vas a ver hablar mucho de Cuba en los social media. Yo me fui con 36 años; pero en el momento que pones un pie fuera, para los que están adentro, es como si todo hubiera cambiado. Ya no estás ahí, en la lucha. Ya no eres uno de ellos. De pronto dices algo y te responden: “Claro, como tú no vives aquí…”, y uno quiere gritar: “Repinga, viví ahí más años de los que tú tienes y sé que todavía existe el mismo bache en la misma calle de cuando era chiquito, las cosas no cambian tanto”. Pero tampoco quieres ofender. Porque es cierto, no estás ahí, en la lucha. Pero no por eso dejas de entenderla menos. 

Cuba nunca deja de asombrarte y mucho menos de dolerte. Yo ahora mismo tengo dos guiones ya escritos, que me gustaría filmar allá, y otros tres por escribir. Mi idea cuando vine era hacer “una para ellos y una para mí”, pero la vida se te va enredando y encontrar financiamiento para una película en Cuba es más difícil desde aquí posiblemente. ¡Y no creas que no trato! Me sé todos los caminos y hacia dónde conducen, pero no he logrado hacerlo funcionar. 

Igual soy realista. Sé que no voy a tener tiempo de contar todas las historias que quiero. En algún momento empezaré a buscar cineastas allá que las quieran contar y tendré que quedarme como productor.

El problema de Cuba es que existe en un mundo paralelo. Si quieres hablamos más profundo de esto. Pero ahora mismo en el mundo los streamers están financiando la mayor parte del cine. Todo el mundo trata de vender a Netflix o Amazon. Y Cuba no tiene suscriptores para ellos. Cuba no es un mercado. Como me dijo una productora una vez: Cuba no existe. 

¿Y sabes lo más jodido? Nosotros, los cineastas, no estamos haciendo lo suficiente para cambiar eso. No me engaño, sé que una película no va a tumbar un gobierno. Una filmografía entera no va a cambiar las cosas. Pero me gustaría que todos los que estamos adentro y afuera nos comprometiéramos más con estos tiempos y contáramos más esas historias. Que hiciéramos de Cuba un mercado viable. Creo que es lo que tenemos que hacer, y cada vez más necesario. Creo que van a hacer falta generaciones para contar todo lo que ha sucedido y lo que está sucediendo, para sacar a la luz las historias que se han olvidado y, sobre todo, para asegurarnos de que todo esto no vuelva a suceder jamás. 




¿Qué es lo que más extrañas de hacer cine independiente acá? ¿Qué es lo que más te gusta de hacer cine allá?

Lo que más extraño de hacer cine allá es la hermandad que existe en un set. Si ves a alguien cargando luces y quieres ayudar, lo puedes hacer. Aquí hay tantas reglas, tantos sindicatos, que por ley no puedo tocar una lámpara. Llegas a ser una familia, por supuesto. Pero no es el mismo nivel de confianza que hay en Cuba. 

Lo que más me gusta de hacer cine acá es la riqueza que tienes con los colaboradores. Llegas a trabajar con gente espectacular, que ha hecho muchas de las películas con las que creciste, y cada uno de ellos, no importa en qué departamento estén, son una escuela. El otro día estábamos almorzando en post de esta peli y mi editor de música estaba haciendo historias de trabajar con Michael Mann, con Iñarritu, con Wes Anderson. Mi productor hizo My Cousin Vinny. La primera película como asistente de mi editor fue All the President Men. Las historias que escuchas son increíbles y te llenan de energía y de inspiración. Y, a la vez, aprendes mucho de qué no debe hacer un director. 

¿Cómo es tu día a día? Los Ángeles es un lugar tan loco; eso me parece del par de veces que he estado, que es poco tiempo como para llevarse un juicio. Veo mucha competencia, todo el mundo quiere hacer lo mismo; pero al mismo tiempo siento que hay más buena onda entre los realizadores. ¿Qué me puedes decir de esto?

Mis días son una locura. Lo que más me gusta es la cantidad de historias con las que estoy en contacto, porque al final es lo mío. Pero te cuento un día a día en estos momentos. Me despierto 6:30 a.m., que es cuando se despierta mi chama. A las 8:00 a.m. estoy haciendo ejercicios porque envejecer no es fácil. A las 9:00 a.m. estoy en el carro camino a la oficina y seguro pongo en un app un guion que me tengo que leer, para que me lo vaya leyendo mientras voy manejando. Llego a edición temprano y me da tiempo de responder algún email sobre notas del guion de algún otro proyecto. Luego trabajo en la post de la película, revisando música y efectos.




Después, alguna llamada con sugerencias de castin para otro proyecto que sé que no va a salir porque cuando buscan castin así nunca salen las cosas; pero uno le entra con las mismas ganas. Seguro trabajar en el lookbook de algún otro proyecto que tengo que presentar. Alguna llamada con algún productor sobre otro que tengo que escribir. Hablar con algún actor que los productores de otro proyecto quieren atraer. Hablar con mis agentes sobre el guion que entregué la semana pasada a ver si han escuchado notas del estudio. Apagar más fuegos de posproducción que aparecen todo el tiempo. Regresar a casa, escuchando seguramente la novela de un amigo que me mandó para que me la lea. Luego ver alguna película o una serie, leer un poco de cómics o alguna novela y a la cama. 

Yo he hecho esta cuenta de verdad y al final del día he estado en contacto con 10 historias. Eso me llena, pero agota. Acabo de regresar de unas vacaciones y, por primera vez en meses, logré dormir 8 horas seguidas. 

No, aquí no he visto envidia entre los directores. Al contrario, somos un grupo muy amistoso. Hay veces que yo he tratado de conseguir una película y se la termina llevando un amigo; te alegras y quieres ver su versión. De hecho, antes de la pandemia, nos reuníamos cada mes montones de directores de mi generación y era una conversación muy chévere, porque es una ciudad grande pero una industria pequeña. Cuando hay un buen guion, todos nos lo hemos leído. Todos trabajamos con la misma gente. 

Piensa así: hace diez años, cuando salíamos en Cuba Pavel, tú y yo, no había envidia. 




No, te preguntaba pensando en que siento que hay más onda de comunidad allá. Acá es bien difícil que otro director vaya a ver tu película o promocione tu obra. Quizá es que las dificultades nos hacen más cerrados. 

Cada uno estaba en lo suyo. Tú no querías hacer Juan… ni yo quería hacer Melaza, pero queríamos que el otro la hiciera, ¿no? Pues lo mismo, pero en lugar de tres pelagatos son un montón de gente. Y yo me alegro mucho cada vez que uno de mis amigos parte el bate, aquí o en Cuba. 

Has tenido encuentros con estos cineastas a los que admiro. Cuéntame, cómo fue conocer a…

Y luego tú me dices a mí superficial.

Guillermo del Toro…

A Guillermo lo conocí en el primer screening que se hizo de Hateful Eight, hace como seis años, creo. Fue en el cine de la Unión de Directores. Me senté a conversar con él, de pronto se apagaron las luces y vi la película a su lado. 

Hace una semana me llamó de la nada. La historia es mejor, mi niño (de dos años y medio) estaba jugando con mi teléfono, entró una llamada, la colgó y siguió jugando. Cuando reviso, tenía un mensaje de voz: “Alejandro, es Guillermo del Toro, te llamé…”.

Guillermo es el tipo más lindo que existe en esta profesión. ¿Sabes por qué me llamaba? Porque escuchó que estaba pasando un rato difícil en post. Y me estuvo levantando el ánimo y dando consejos media hora. Brother, y yo no lo veía hacía seis años. Tú y yo tenemos una pila de años juntos y nunca me has llamado a ver cómo estoy ni un cojón. 




Tarantino…

La primera vez que lo vi fue en esa presentación de Hateful Eight con Guillermo. De pronto vino alguien y se sentó en la silla atrás de mí. Vi que Guillermo se viraba a saludarlo. Empezó la película. ¡Y cómo se reía de sus propios chistes! Quentin es su fan número uno. En el intermedio lo saludé y cuando se acabó la peli lo felicité. 

Luego lo vi hace un par de años. Mick Garris organiza unas cenas que llama Masters of Horror (Guillermo le puso el nombre), donde van montón de directores de terror, desde gente de mi generación hasta duros que ya no están pero llegué a conocer ahí; como Tobe Hooper y Wes Craven. Y Quentin se apareció en la última. Estaba montando Once Upon a Time in Hollywood. Don Coscarelli nos presentó, le dijo que yo era el director de Juan de los Muertos y él me dijo que era buena peli. No sé si la vio o no. Pero hay una cosa que uno no sabe sobre él hasta que lo ves de verdad: nadie sabe más de cine que Quentin Tarantino. Lo ha visto todo. En serio, de pronto estaba hablando de la carrera de un actor secundario de series de los 60. Para mí era como hablar en chino, porque no conocía ni al actor ni las series. Pero Quentin vive eso. Es su mundo. Como si fuera de verdad. Al final yo no entendía nada y, mientras él hablaba con John Landis sobre un corte alternativo de Animal House, yo me quedé en mi mesa con James Gunn, Leigh Whannell, Axelle Carolyn y Mike Mendez hablando de chismes de socios. En algún momento les dije que me parecía que esa noche nos habíamos quedamos del lado malo de la historia. 

Sam Raimi…

Sam es el más grande. He tenido la suerte de colaborar con algunos de mis héroes, y Sam es uno de ellos. La primera vez que nos vimos fue porque yo iba a hacer un pitch para vender a un estudio una serie que había creado con Eduardo Sánchez y Gregg Hale (de Blair Witch Project). Eduardo es cubano, se fue siendo un niño, y armamos una idea que nos gustaba bastante, de terror, sobre emigración y maldiciones, y Sam producía. Y fue a hacer pitch conmigo. Yo me puse muy nervioso, aunque estaba de mi lado, los dos queríamos vender. Es un tipo fascinante. Cuando habla contigo es como si no existiera nadie más en el mundo. Cuando escucha una idea que le gusta, puedes ver las piezas moviéndose en su cabeza. Después, me llamaron cuando estaba produciendo su serie 50 States of Fright para Quibi, me dijeron que Sam preguntaba si quería dirigir un episodio, así que por supuesto que dije que sí. Ahí trabajamos de nuevo con Eduardo y Gregg, hicimos algo que sucedía en Miami, con Danay García, que hacía rato queríamos trabajar juntos. Y Sam me dio mucha confianza. No fue ni al set porque sabía que iba a hacer un buen trabajo. Todavía tenemos dos o tres proyectos juntos que espero que salgan, porque es un jefe adorable. 




Steven Spielberg…

Esto es un poco de trampa. A Spielberg lo conocí en Cuba cuando fue en 2002. Solo lo vi un momento, en una cena donde había algunos directores como Humberto Solás y Humberto Padrón. Él había escuchado de un guion que estaba escribiendo para Humberto Padrón en ese momento. Me dijo: “Siempre escribe desde el corazón”. Y he tratado de hacerlo. 

P.D. La película de Humberto nunca se hizo. Pero es uno de los guiones de Cuba que siempre he querido retomar. 

¿Qué es lo que más te costó aprender para trabajar en un set de Hollywood?

No sé, la verdad. Por un lado, le entré bastante preparado, pero con mucho miedo, y el primer día me sentí perfectamente en casa. Cuando las cosas están yendo bien, al final del rodaje ya todo el mundo entiende mi acento. Trabajar aquí en un set no es difícil. La maquinaria está perfectamente engrasada. Tienes todo. Creo que algunas cosas que hay que aprender son la paciencia, de vez en cuando, por todas las reuniones de seguridad. Pero me parece que es algo que tendríamos que aprender en Cuba también. El respeto. Yo no tengo gente trabajando para mí. Tengo colaboradores. Tienes que hacer que todo el mundo se sienta parte de tu película. Pero eso es lo mismo en todos lados. 

Creo que hacer cine es igual donde quiera que estés y con cualquier presupuesto. Siempre estás corriendo. Siempre estás sin tiempo. Siempre haces en la última hora tantos planos como en el resto del día. Es lo mismo. La diferencia son los juguetes. Pero, a la vez, la tecnología ha llegado a un punto donde incluso con poco presupuesto puedes tener dos cámaras y buenos aparatos. Y, por otro lado, como en mi película, puedes tener un presupuesto bueno y terminar haciendo un par de planos con iPhone.

Supongo que una diferencia es tener comodidad. Tener un tráiler, asistente, esas cosas. Pero es mejor no acomodarse. Yo solo entro a mi tráiler para hacerme fotos y mandártelas para joder. 

Me parece que uno como director no tiene el mismo control en una serie que en una película. ¿Crees que está sobrevalorado ese control y que uno gana algo más? (No hablo de plata).

Es distinto. No puedes tocar el guion. Por lo menos sin consultarlo con el showrunner. Pero fuera de eso tienes libertad de filmar lo que te dé la gana. Ahora, tienes que ir a un ritmo de 6-8 páginas diarias. O sea, no puedes ir a improvisar, tienes que tener claras las cosas, no puedes repetir 20 tomas, nada eso. Es bastante artesanal. Yo suelo prepararme mucho cuando hago televisión. Pero a veces también te toca algo imprevisto y las páginas de ese día no son las que son; te entregan otras 7 páginas y te dicen: “Esto es lo que filmas hoy”. Tienes que estar preparado para hacerlo. Y se hace. La televisión tiene muchos más recursos que el cine. Un episodio de televisión tiene más presupuesto que una película independiente; por lo general, de 3-10 millones. Pero vas a un ritmo vertiginoso. Y eso me encanta. Hacer 60-70 emplazamientos en un día, no tener tiempo de descansar. Es muy intenso. Aprendes mucho. Velocidad y precisión, y que no te falte nada para edición. 

Tienes que entrar en el estilo de la serie. Te van a decir un tono, cosas así. Quizás no te dejen hacer planos secuencias porque prefieren tener para cubrirse en edición. Pero no es nada que no vayas a hacer en una película siendo razonable. Yo he aprendido a cubrir siempre mis planos secuencias porque si no te puedes embarcar. 

No creo que el control de un director en una película esté sobrevalorado. Pero tienes que entender que un episodio son músculos distintos. Pero es divertidísimo, ¿sabes por qué? Cuando estás haciendo una película y no haces algo, te desvelas pensando en cómo arreglarlo. En una serie, si el showrunner está de acuerdo con un cambio, duermes como un bebé, porque al fin y al cabo no es tu serie, es la de él, y solo te está dejando jugar con sus juguetes. 

¿Qué estás preparando ahora?

Estoy terminando Abernathy, mi primera película de Netflix, que ha sido toda una experiencia. Atrás viene otra que no te puedo decir porque no se ha anunciado, pero entregué el guion hace un par de semanas. Estoy muy emocionado, esa va a ser una grande. Y tengo, literalmente, otros diez proyectos en diferentes etapas; en algunos, solo como director; en otros, como director y guionista. Pero vamos a ver, seguro se caen y aparecen otros diez. Es lo que siempre pasa. 

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¿Dónde te ves de aquí a diez años?

Espero llegar a un punto en mi carrera donde, como dice Guillermo del Toro, pueda permitirme fallar por mis propios medios. Que si algo queda mal la cagada sea mía y no un antojo de un ejecutivo que no sabe nada de cine y no disfruta el género. La verdad que poder hacer eso no estaría nada mal.  

Pero de aquí a diez, a veinte, a treinta, me veo haciendo películas. ¿Qué más hay para hacer?




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Los Yunior Iré, los Maykel Osorbo

Carlos Lechuga

Los negros son los que quedaron en las cárceles y todos los blancos salieron huyendo.