La música no puede expresarlo todo sin la armadura de una presencia irritable y consentidamente teatral.
Manon, del álbum Jane Birkin et Serge Gainsbourg (1969) es acaso la canción más minimalista de Serge Gainsburg, por su exceso deliberado y fatal.
La soberbia orquestación de camerata de Michel Colombier nos recuerda un Mahler lejano: segundos en blanco y negro de Eric Demarsan o el Nino Rota decadente de los años 60 con amargo dejo de cabaret.
Que la música de Gainsburg supere la ficción del filme de Jean Aurel, no es culpa de este último (rara vez una gran partitura incidental es superada por el filme que musicaliza).
¿Puede el amor odiar? Tragedia ridícula, kitsch irrevocable, destino de la pasión huérfana y moderna.
En la oscuridad, el poeta saciado de dolor murmura para sí, recostado a la pared: «Manon, perversa, pérfida. No sabes hasta qué punto, en el fondo, desprecio lo que eres. Pero he perdido la razón. Te amo, Manon”.
(De las 6 selecciones en la lista de Spotify oprime la tercera subtitulada “Integrále”, que es la mejor).
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