A Bruce LaBruce lo descubrí cuando un amigo me pasó Gerontophilia en una memoria USB. Esa película me atrapó de una manera extraña. Era obvio que estaba ante un maestro: su arte al mostrar —con calma y sin regodeos, pero al mismo tiempo tan revolucionario, distinto— una relación de amor.
El nombre del director me sonaba de las clases de cine en la Escuela. Un amigo había trabajado con él en Barcelona, en un porno o en un corto, no recuerdo.
Nada, que al tipo lo sentía cerca, de alguna manera.
En 2017 viajé con Eduardo Martínez (el protagonista masculino de mi segundo largo, Santa y Andrés) al festival de Guadalajara. Los dos estábamos enfermos y nerviosos por la cuestión de la censura y las visitas de la Seguridad del Estado. Parte de la delegación cubana presente en aquel festival nos miraba con mala cara. Allí nos enteramos de que la película estaba siendo censurada también en Nueva York. Fue muy loco todo.
Una noche, en un café, había un tipo llamativo: era él, Mr. LaBruce. Me le acerqué y le hablé, y le robé una foto. Para sorpresa mía, el tipo había visto mi película y le encantaba (yo no lo sabía, pero era miembro de uno de los jurados).
La cosa es que LaBruce fue una de las personas más amables conmigo en ese viaje. Es curioso: un extranjero, un extraño, me tendía la mano en un momento tan duro.
Me tiró un par de fotos, yo me robé otra con él y nos fuimos todos de fiesta a un lugar superchévere.
Enfermo de los nervios, en el ojo del huracán, debo irme de México antes de que den los premios: la misma noche de la premiación yo viajaba a Ámsterdam. En el aeropuerto holandés, me enteré de que Santa y Andrés había arrasado en Guadalajara. Una alegría en medio de tantos problemas.
Bruce LaBruce había defendido mi peli.
Con el tiempo, me etiquetó en las fotos. Se acordaba de mí. Decidí escribirle. La idea era traerlo a los jóvenes de la Isla vía Hypermedia Magazine.
Le escribí en mi raro inglés y él me respondió, regalándonos su corazón y su tiempo. Acá les va, en español, en una traducción totalmente fiel.
¿Quién es Bruce LaBruce?
Empezó como una especie de ficción. Es una persona presentada como un espectáculo (en el sentido situacionista de la palabra). Una especie de mito del queer punk pornográfico, que vive a todo meter y singa duro con cojones.
Creé a esa persona a mitad de los años 80, mucho antes de la era de Internet y las redes sociales, haciendo mi queercorefanzine J.D.s, y actuando en mis propias películas experimentales de 8mm, en las que incluía escenas de sexo mucho antes de que fuera un lugar común.
Cuando hice mi primer largo, en super-8, No Skin Off My Ass, vestí a mi novio de aquel entonces como un skinhead y tuvimos sexo en la pantalla. Estábamos nosotros solos en el cuarto, teníamos mucha pena y éramos muy conscientes de lo que hacíamos.
Esto fue mucho antes de Chaturbate y OnlyFans, antes de las interacciones sexuales por Internet y los móviles. Ahora todo el mundo se expresa y se muestra sexualmente en público sin ningún problema, de manera social.
Mis películas empezaron a pasarse en los festivales internacionales de cine (gays y no gays) y se convirtieron rápidamente en filmes de culto. Por lo que puedo decir que Bruce LaBruce es un director de cine de culto, punk, queer y pornográfico.
¿Cómo era Bruce LaBruce en sus inicios?
Empecé como un punk nocturno, vistiéndome de negro todo el tiempo, botas de motociclista, mohawk o cabeza afeitada, pero con un toque femenino, usando tights negros y maquillaje.
Abandoné la escena gay porque era muy mainstream, racista, clasista, sexista. Y me volví punk porque pensaba que era políticamente más radical. Pero luego descubrí una fuerte veta de sexismo y homofobia en la escena punk; es por eso que empiezo a hacer zines y películas undergrounds con sexo homosexual muy explícito. Para enseñarles a esos punks que ellos no eran tan radicales y subversivos como creían.
Lo mío era un elemento demasiado radical para el mundo gay de aquella época. La revista que podías encontrar gratis en los bares gays de Toronto se llamaba Body Politic… ¡y era una publicación marxista hardcore!
Skinheads, punks… ¿Por qué?
Porque yo fui uno de ellos, jaja.
Tuve un novio pinguero, en los 80, que se convirtió en un skinhead neonazi después que rompí con él. Me acerque a él un año después, necesitaba un lugar para quedarse, lo dejé quedarse conmigo y traté de molestarlo, de bromear con sus estúpidas creencias neonazis, le hice ver lo ridículo que era… Hasta que un día me entró a golpes durísimo, porque lo jodía mucho. Tuve que sacarlo de mi vida, aunque seguía enamorado de él.
Eso explica más o menos toda mi carrera.
Vayamos al inicio: Toronto, Ontario, Canadá… Parecen lugares aburridos para crecer.
Crecí y vivo ahora en Toronto, pero nací y me criaron en una granja a unos trescientos kilómetros al noroeste (un rancho de doscientos acres, pequeño paro los estándares canadienses).
Fui criado por debajo de la línea de pobreza, pero mi infancia fue idílica. Toda nuestra comida era cosechada de manera casera y saludable. Estaba muy en contacto con la naturaleza.
Pero yo era un niño queer, afeminado, enfermizo, solitario, pelirrojo y lleno de pecas. Por lo que también fue un poco traumático.
Presencié gran cantidad de matanzas y castraciones de animales. Yo le llamaba la granja cruel. Además, mi padre además era un cazador, y ponía trampas. Siempre había animales muertos y pieles por todos lados. Gatos ahogados, cerdos castrados, ese tipo de cosas.
Todo el mundo sabía que yo era un niño gay, pero no se podía hablar de eso. No estaba permitido. Con mi hermoso pelo largo, anaranjado y con rizos, a veces pensaban que yo era una chica. Y me hacían bullying, por supuesto.
Pero en el momento en que tú te dices: OK, soy gay, soy diferente, quiero hacer esto a mi manera y no de la manera en que otros esperan, ya eres un rebelde aunque no lo sepas.
Tuve que mantenerme en el clóset hasta la universidad (si no, me hubieran matado), pero ya en la escuela secundaria empecé a expresar mi diferencia, vistiéndome de forma poco ortodoxa, con pantalones graciosos, sobreviviendo a mi manera. Mis mejores amigas eran las chicas con la peor reputación sexual. Las llamadas puticas. Me protegían.
Llegué a la universidad cuando el movimiento de liberación gay estaba en su apogeo, cuando ser gay significaba ser militante, sexualmente extremista y políticamente subversivo.
Mi mayor mentor fue un profesor de cine llamado Robin Wood. Gay y marxista feminista, escribía para Cahiers du Cinema y era uno de los críticos preferidos de los directores de la nueva ola, como Truffaut y Chabrol.
Empecé a salir y a frecuentar la escena punk de mediados de los 80, viviendo al límite y molestando a la gente con mis posiciones (políticas y estilísticas) extremas.
¿Tus padres? Háblame un poco de tu relación con ellos.
Yo adoro a mi mamá y mi papá. Acaban de celebrar el 67 aniversario de boda. Trabajaron duro en la finca toda su vida. Mi mamá hacía trabajo en el hogar y ayudaba en los campos. Ellos inculcaron en mí el amor por las películas. En mí y en mis tres hermanos.
¿Cómo llegas a la idea de Hustler White?
Mi mejor amigo de entonces, Rick Castro, un fotógrafo del bondage y estilista de modas, me llevaba a cazar hombres por Santa Mónica Boulevard cuando visitaba Los Ángeles. Era una vitrina para ver pingueros.
Debido al acoso de la policía, la legendaria calle de la prostitución masculina estaba empezando a desaparecer; los viejos se estaban mudando a la zona y el sexo se estaba mudando a Internet. Estábamos viviendo esa transición y decidimos documentar, desde la ficción, los últimos momentos de esa escena callejera, antes que desapareciera del todo.
Entrevistamos a un puñado de pingueros, clientes y estrellas del porno para que nos contaran sus experiencias reales en la prostitución y luego incorporarlas en nuestro guion y componer así las historias.
La mayoría de los prostitutos se vestían de blanco para llamar la atención de los potenciales clientes. Por eso la llamamos Hustler White. Por el color.
¿Cómo fue la recepción en Sundance?
La premier de Hustler White en Sundance, en 1996, fue una proyección de medianoche. Fue muy controversial. Durante la escena dura de sexo, creo que una cuarta parte del público salió del cine. Causó una pequeña sensación.
Luego la película fue un éxito en el circuito de festivales internacionales. Incluso tuvo una proyección especial en Cannes, y se presentó en el mismo cine de París durante todo un año. Se convirtió en una cinta de culto y en una referencia dentro del mundo de la moda.
Otto; or Up with Dead People. ¿Te gusta mezclar y jugar con los géneros?
Yo siempre amé las películas de horror, especialmente las películas sangrientas de serie B. Decidí que quería hacer una película porno de zombis queer.
Intenté que Otto; or Up with Dead People fuera más pornográfica, pero en la práctica, cuando el presupuesto se hizo mayor, me di cuenta de que no tenía mucho sentido hacer un porno. Pero me quedé con las ganas, por lo que seguí con L.A. Zombie, que sí completamente trash, porno, gay y gore.
Esos dos filmes tienen básicamente el mismo argumento (un vagabundo esquizofrénico que, o bien piensa que es un zombi, o puede ser un zombi real) y me permitieron llegar a un nuevo tipo de audiencia, porque todo el mundo ama las pelis splatter.
Yo adoro Gerontophilia. En Cuba mucha gente la ha visto gracias a la piratería, por disco duro y memorias USB. ¿Fue fácil de escribirla?
El guion de Gerontophilia está basado en mi idea original. Fue una especie de Harold and Maude queer, aunque también se le ha visto como el reverso de Lolita. Un amigo novelista canadiense, Daniel Allan Cox, me ayudó a escribirla.
En un inicio el guion era muy elaborado, complejo; al final nos quedamos solo con lo esencial de la historia, quitando flashbacks, home movies y otros elementos, haciéndola más convencional y calmada narrativamente.
Fue mi primera película con un presupuesto de un millón de dólares, y mi primera película en modo unión o sindicato, por lo que fue un paso de aprendizaje ascendente en mi carrera.
Mi idea era hacer una película más comercial, casi una romantic comedy, pero sin perder el deseo y el contenido subversivo de mis otras pelis.
Háblame del casting.
Usamos agencias profesionales de casting, y actores profesionales, lo cual era algo nuevo para mí.
Le hice el casting a Pier-Gabriel LaJoie, que tenía 18 años en aquel momento, porque yo quería que la diferencia de edad entre el joven y el viejo fuera la más extrema posible.
El casting de Walter Borden, que es negro, fue como un casting daltónico. El personaje no estaba descrito como un negro. Esto le dio otra dimensión a todo. Walter es un legendario actor y activista gay canadiense. Era el único Black Panther de Canadá en los sesenta. Cuando rodamos, tenía 81 años de edad y un novio de 27 en la vida real. Casi se estaba interpretando a sí mismo.
Es muy fuerte y al mismo tiempo muy natural.
Gracias.
¿Te consideras un activista?
Realmente no. Me veo a mí mismo como un removedor de mierda, un provocador, un pragmático radical y un motherfucker.
¿Sigues viviendo en Toronto?
Sí, si a esto se le puede llamar vivir. Está bien. No pasan muchas cosas por acá, por lo que es un buen lugar para trabajar.
¿Signo?
Capricornio.
Háblame de tus redes sociales. Yo amo tu Facebook y tu Instagram.
Llevo yo mismo mis redes sociales, que solo son una extensión de lo que hago con mis zines. Y como hago películas y viajo mucho, tengo amigos por todas partes del mundo con los que me mantengo en contacto vía redes sociales. Pero también las uso para hacer casting, para conocer colaboradores creativos, para promover fotógrafos y filmes, proyecciones y exhibiciones de galerías. Y encuentro socios para singar también. Es entretenido.
Bruce, yo a todo el mundo le pregunto más o menos lo mismo: tu top de películas…
- The Ladies Man (Jerry Lewis, 1961)
- Interiors (Woody Allen, 1978)
- Whity (Rainer Werner Fassbinder, 1971)
- 3 Women (Robert Altman, 1977)
- Deliverance (John Boorman, 1972)
- Cruising (William Friedkin, 1980)
- Looking for Mr. Goodbar (Richard Brooks, 1977)
- Last Summer (Frank Perry, 1969)
- Scorpio Rising (Kenneth Anger, 1963)
- Over the Edge (Jonathan Kaplan, 1979)
- Out of the Blue (Dennis Hopper, 1980)
- Teorema (Pier Paolo Pasolini, 1968)
- Memorias del subdesarrollo (Tomás Gutiérrez Alea, 1968)
10 directores.
- Pasolini
- Fassbinder
- Cassavetes
- Frank Perry
- Robert Altman
- William Friedkin
- Richard Brooks
- Dusan Makajeyev
- Godard
- Agnès Varda
10 actrices.
- Karen Black
- Sandy Dennis
- Natalie Wood
- Merle Oberon
- Jane Fonda
- Judy Garland/Liza Minnelli
- Bette Davis
- Joan Crawford
- Shelley Duvall
- Gena Rowlands
10 actores.
- Melvyn Douglas
- Dirk Bogarde
- Laurence Harvey
- Gene Hackman
- Al Pacino
- James Dean
- Montgomery Clift
- Steve McQueen
- Paul Newman
- Sidney Poitier
¿Cómo es tu proceso creativo? ¿Escribes todos los días, o prefieres filmar y no preparar tanto?
Soy un terrible procrastinator, y me distraigo con facilidad. Pero cuando me meto de verdad en un proyecto, ya sea en la escritura del guion, en la preproducción o en el rodaje de una peli, me convierto en un obsesivo y me absorbe completamente el proceso. Aunque adoro no hacer nada y ver películas y leer. Tiempo realmente bien perdido.
Escritor, pornógrafo, fotógrafo, guionista, actor, director… ¿Cómo es un día en tu vida? ¿Trabajas en las pelis y en el porno al mismo tiempo?
Para mí es el mismo proceso. No hago una distinción entre arte y porno. Las películas porno que yo hago son pelis de arte también, con historias, personajes, escenarios y contenido político. Lo mismo con las fotos.
Trabajo en lo que sea que quiera mi cabeza. Normalmente trato de hacer cortos porno en medio de mis películas largas: como el proceso en ellas se demora tanto, es una manera de seguir filmando y manteniéndome en práctica.
¿Siempre trabajas con el mismo equipo?
Trato de trabajar con la misma gente siempre que es posible.
Conocí a James Carman cuando se sumó para Hustler White, y él ha sido mi director de fotografía en los cinco largometrajes que he hecho desde entonces.
Recientemente he hecho dos películas en Québec, la provincia francesa de Canadá, y trabajé con fotógrafos quebequenses. También, cuando hago porno, trabajo con diferentes fotógrafos en las ciudades donde ruedo: Berlín, Barcelona, Madrid…
Siempre trabajo con los mismos editores en una serie de pelis. Me gusta tener esos grandes colaboradores, pero también trabajar con gente nueva porque te enseñan algo diferente, y así puedo ver las cosas desde nuevas perspectivas.
En tu porno, tratas de cambiar la estética machista del porno convencional…
Yo trato de hacer un porno no convencional, o que reta las convenciones del porno gay mainstream.
Por ejemplo, hace poco hice un porno llamado Fleapit para la compañía Cockyboys. Era un compendio de cuatro cortos, y en uno de ellos yo insistí en poner a una actriz. Los suscriptores gays misóginos de Cockyboys se molestaron; su identidad sexual era tan frágil que no podían lidiar con una mujer desnuda.
También he hecho cortos para Erika Lust y su compañía de porno feminista que radica en Barcelona. En dos de esos filmes, Scotch Egg y Valentin, Pierre & Catalina, puse a actores que se identifican como gays en escenas de sexo con mujeres. Fue un gran reto para ellos, pero también un experimento bien interesante. Eso es un filme verdaderamente experimental.
¿Qué estás preparando ahora?
Estoy en la última etapa de la posproducción de mi última peli, filmada en Québec: Saint-Narcisse. Es la historia de dos gemelos idénticos separados al nacer, en 1950, que se reúnen cuando están en sus veintipocos años, y se empatan. El título de trabajo fue… ¡Twincest!
También estoy escribiendo el guion de un largometraje titulado Santo Cabrón, que va a ser filmado en México. Tiene un productor mexicano, y estoy trabajando con un coguionista mexicano. Además, escribo junto a un guionista canadiense una película sobre un serial killer, por supuesto maricón, y tengo otra película en desarrollo, Santo the Obscene, con un productor chileno…
¡Todos mis últimos filmes son sobre santos!
¿Y cuál será tu próximo corto?
Probablemente sea otro porno para la compañía de Erika Lust.
¿Has estado en La Habana?
Dos veces. Pero quiero volver de nuevo y filmar allí.
Tienes una historia con Cuba… ¿Un novio?
Es una larga historia. Estuve casado diez años con un cubano maravilloso. Su nombre es Tony Bauta. Él era bailarín en el Copacabana, en La Habana, pero en el Período Especial se fue para Canadá. Cuando empezamos a salir, su situación migratoria era muy mala, todo el tiempo estaban tratando de deportarlo. No había visto a su madre en doce años y estaba realmente deprimido.
Había aplicado para el Canadian Permanent Status bajo el acápite de discriminación por ser gay, pero luego de que Mariela Castro empezara a defender los derechos de los gays y los trans en Cuba, esa aplicación se jodió. Tuvo que cambiar para humanitarian compassion, que no resultó ser muy compasiva.
Entonces su consultante de inmigración le dijo que todo sería más fácil si nos casábamos. Nosotros ya éramos una pareja seria, por lo que (a pesar de que yo no estaba interesado en la institución del matrimonio per se) acepté.
Tuvimos que probar que éramos una pareja real haciendo un álbum de nuestra vida. Fotos, emails, testimonios de amigos, etcétera… Incluso tuvimos que redactar ensayos sobre cómo era pasar juntos un día típico. No fue difícil, porque llevábamos juntos doce años.
Nos separamos amigablemente. Estamos divorciados desde hace tres años. Pero yo todavía lo amo. Es una persona maravillosa y aprendí mucho con él. Me enseño santería, porque es un babalao.
Cuando nos conocimos yo estaba haciendo The Raspberry Reich, una película sobre la revolución. Como él había vivido en una revolución verdadera, con lo bueno y con lo malo, acostumbraba a bromear y a burlarse de mí. Me jodía por ser un blanquito canadiense radical, con privilegios, postureando.
Me llamaba “Brucito Subversivo”.
Háblame de la película que quisieras hacer en La Habana.
Bueno, Alejandro Brugués hizo una de zombis cubana, por lo que ya no puedo hacerla yo. Entonces haré, por supuesto, una película sobre los pingueros cubanos.
Como te decía, he visitado Cuba dos veces (una vez el Festival puso Gerontophilia), y tuve la oportunidad de salir con muchos pingueros. Entonces, esta es mi peli: un turista gay llega a La Habana y contrata a un pinguero, que se lo lleva a una locación lejana y le roba todo el dinero y la ropa, dejándolo completamente desnudo. Tiene que tratar de regresar a su hotel desnudo y sin dinero.
Sería un remake maricón cubano de After Hours de Scorsese.
En Cuba, por cierto, la comunidad LGTBIQ está luchando por que se legalice el matrimonio homosexual.
Yo nunca he sido un gran fan del matrimonio en general. Como Joni Mitchell dijo una vez: “Nosotros no necesitamos un pedazo de papel del City Hall / Keeping us tried and true”.
Siempre he apoyado la igualdad de derechos y los derechos civiles para las personas LGTBIQ, pero también me cuestiono la idea de una asimilación total, en función de encajar en el orden dominante. Los gays han estado anhelando convertirse, cada vez más, en algo inocuo y conservador, sumándose a modelos que en algún momento fueron antiéticos para ellos: la monogamia, los valores cristianos, la integración en las instituciones más conservadoras, como el matrimonio o el ejército.
Pero me doy cuenta de que los parámetros de discusión son totalmente diferentes en un país como Cuba, donde el tema del matrimonio gay está conectado solamente a la noción de igualdad de derechos bajo la ley.
Todo lo que puedo decir es que los queers no deben ser conformistas, y deben continuar cuestionando la autoridad y retando a las convenciones de la sociedad. Ser queer, para mí, va de celebrar la diferencia: tu libertad sexual y tu autonomía. Nunca me ha interesado ser un buen gay, domesticado y de buena conducta. La monogamia es la monotonía.
Por cierto, los maricones solo han sido asimilados en los países capitalistas de Occidente. En los últimos años he sido invitado a un montón de festivales queer en América Latina: Colombia, Perú y Chile, donde los movimientos gays yqueers están todavía emergiendo y son muy políticos y activistas. Esos son a los que prefiero ir.
Bueno, hermano, gracias. Espero verte pronto por acá, rodando.
Un abrazo, Carlos. Gracias a ti.
(Todas las imágenes fueron cedidas por Bruce LaBruce para esta entrevista).