Existe una antigua técnica japonesa, llamada Kintsugi, que consiste en reparar con oro las fisuras y quebrantos en las piezas de cerámica.
En vez de restaurar un objeto, disimulando o camuflando sus imperfecciones, esta práctica resalta las cicatrices y fracturas provocadas por el tiempo o las circunstancias, convirtiéndolo así en una obra de arte de mayor valor.
Leyendo Fraude de Ana María Ramos –próxima a salir por la editorial mexicana Aquitania siglo XXI– una y otra vez recordé a los pacientes y perseverantes artesanos asiáticos que crean el milagro del Kintsugi: “queda claro, me hicieron de retazos”.
Mezcla de autobiografía, ficción y testimonio, la novela nos conduce a un viaje introspectivo a través de las grietas internas de Ana/Alejandro, un personaje que se debate en la disonancia entre su cuerpo y su esencia. Atrapado en una morfología que le es ajena, danza entre la agridulce melodía de su identidad fraccionada y el anhelo de un lugar propio en el mundo.
Las turbulentas aguas de sus relaciones familiares, plagadas de contradicciones, de esperanza y desesperación, confluyen con el eco distorsionado de su búsqueda del amor en las arenas movedizas del fatum.
En ese viaje de autodescubrimiento que desafía toda lógica, Ana/Alejandro se enfrenta a las fauces del prejuicio y la incomprensión, intentando atrapar el reflejo de su ser auténtico en el espejo empañado por las convenciones obsoletas: “Salir de mi cuerpo a desvivirle la metáfora, a resignificarlo desde los huesos, a resemantizar sus formas. Demostrarme que no soy, me niego, sólo un ente biológico”.
Ana María teje la historia con una voz igual de calidoscópica que su narrador –a veces poética y desbordante; otras, seca, casi telegráfica– hilando un tapiz de fragilidad existencial. Uno tras otro va arrancando valientemente los escudos, las máscaras, los disfraces, las falsedades, las imposturas y los fraudes, en un acto de sinceridad extrema, desgarradora, purificadora –“desbaratarme el miedo, implosionar, dinamitar los ojos podridos debajo del frontal”–, hasta lograr una desnudez esencial, una transparencia absoluta.
Transparencia y valentía que se asemejan a los del performance Teatro de Pedry Roxy presentado hace unos años en El Menjunje: al son de la voz de Nacha Guevara, él/ella se arrancó las pestañas postizas, la peluca, los vestidos, los rellenos, para finalmente quedar desnudo bajo el haz de luz: no hombre, ni mujer, ni ángel. Sólo una persona, sólo un ser, pequeño e inmenso.
Evocando la melancólica belleza de Middlesex de Jeffrey Eugenides y la lacerante exploración interna en Orlando de Virginia Woolf, Fraude nos invita a sumergirnos en un torrente de emociones viscerales.
La novela dinamita las normas y cuestiona la percepción de la identidad de género, nos conduce por los paisajes íntimos de aquel que se niega a ser encasillado en moldes restrictivos. Fraude es un himno a la resiliencia, a la libertad de ser uno mismo, sin ataduras ni concesiones.
Más que una simple lectura, la ópera prima narrativa de Ana María Ramos es una experiencia inmersiva, una invitación a perdernos y encontrarnos en la dicotomía entre lo que somos y lo que el mundo nos impone.
El libro conmueve profundamente, inspira a romper nuestras cadenas internas, nos ilumina el camino hacia la autenticidad. Es un regalo para quienes buscamos comprender la complejidad de la esencia humana y un ejemplo sutil para aprender a sanar las heridas y cicatrices, a semejanza de los sabios artesanos del Kintsugi: “Me hice de pedazos salvados en sucesiones infinitas de naufragios”.
VI Premio de Periodismo “Editorial Hypermedia”
Por Hypermedia
Convocamos el VI Premio de Periodismo “Editorial Hypermedia” en las siguientes categorías y formatos:
Categorías: Reportaje, Análisis, Investigación y Entrevista.
Formatos: Texto escrito, Vídeo y Audio.
Plazo: Desde el 1 de febrero de 2024 y hasta el 30 de abril de 2024.