Recientemente, mientras investigaba la historia de la migración cubana a Estados Unidos, di con una antología de poemas publicada en Puerto Rico en 1900, en la que aparece incluido un poema desconocido firmado por José Martí.
El libro se titula Los mártires de la libertad y tiene como subtítulo: “bellísima colección de poesías patrióticas, de distinguidos autores cubanos, puertorriqueños y filipinos”. Tales composiciones fueron coleccionadas “con especial esmero”, nos dice el editor del libro, el puertorriqueño Rafael Muñoz García, para darlas a conocer en su patria. De lo cual debemos concluir que en algún momento estos poemas aparecieron en revistas o libros en otros países o fueron entregados al editor, que por amor a Puerto Rico los volvió a imprimir.
En efecto, un vistazo a estas composiciones nos dice que varias de ellas habían aparecido antes o eran conocidas, comenzando por el poema que abre la antología: “A mis hermanos” muertos el 27 de noviembre, que Martí escribió en Madrid en 1872, a raíz del fusilamiento de los estudiantes de Medicina y que Rafael Muñoz García sacó seguramente del libro de Fermín Valdés Domínguez, Los voluntarios de La Habana en el acontecimiento de los estudiantes de medicina (1873).
La fecha de este poema en Los mártires de la libertad coincide con la fecha de publicación del libro de Valdés Domínguez, a quien sigue incluso en la distinción que hace este entre el título del poema “A mis hermanos” y el subtítulo: muertos el 27 de noviembre, cosa que no hacen los editores de la Poesía completa publicada por el Centro de Estudios Martianos, que ponen todo el título en mayúsculas del mismo tamaño cuando Fermín Domínguez hizo una distinción entre los dos. En cambio, en la versión de Muñoz García faltan 4 versos del poema original, en el cual se unen dos estrofas. Me refiero a los versos que siguen a la estrofa diez (1900:11).
Señalo este poema de Martí en dicho libro por varias razones. Primero, porque Martí es la figura que domina en esta colección de poemas. Segundo, porque en la fecha en que Muñoz García lo publica, 1900, muy pocos conocían la obra general del cubano. Gonzalo de Quesada comenzaba a publicar las obras completas del autor de Ismaelillo y aparecen en la prensa de Cuba poemas y documentos relacionados con su vida que tenían guardados sus amigos.
Además de este texto de Martí, aparecen en este libro otros poemas de cubanos cuyos versos se publicaron originalmente en el extranjero. Entre ellos, el famoso “Himno del desterrado” de José María Heredia y poesías de Rafael María de Mendive, Bonifacio Byrne, Francisco Gonzalo Marín, Diego Vicente Tejera y del filipino José Rizal.
De Byrne se publica “Los emigrados”, un soneto que no aparece en ninguna de sus antologías. Ni siquiera en el excelente libro de Francisco Morán que recoge los poemas y la prosa del poeta de “Mi bandera”. Es posible que Muñoz García lo haya encontrado en alguna revista del exilio y, como dice, lo “coleccionara” junto con los otros para darlo a conocer en Puerto Rico. Todo lo cual nos lleva al segundo poema que aparece con la firma de Martí en esta antología, el titulado “Mi bandera cubana”, que —como dije— no se conocía ni se había publicado. En lo que sigue, por tanto, me interesa dar a conocer este texto y dar algunas pistas para que en algún momento podamos responder a la pregunta si es en efecto de la autoría del cubano.
“Mi bandera cubana”. Fuente: Los mártires de la libertad… (1900:30-31).
Como puede verse, este es un poema patriótico, en el que se alaba con fervor la enseña libertadora. ¿Pero es realmente un poema de Martí? ¿Cómo llegó a las manos del editor en 1900? Muñoz García no responde ninguna de estas preguntas en su libro y, para decir verdad, es casi imposible dar una respuesta definitiva y satisfactoria a ellas más de un siglo después de publicado.
Desde el punto de vista de la métrica, podemos decir, es un poema de 40 versos de ocho sílabas poéticas cada uno, agrupados en una sola estrofa. Tiene rima alterna o abrazada, algo que recuerda los versos del último poemario de Martí: Versos sencillos (1891). También recuerda los poemas rimados que el cubano les mandó a sus amigos Néstor Ponce de León, Juan Bonilla y Serafín Bello, que los editores de su Poesía completa catalogan como “cartas rimadas” en las que se mezclan los tópicos de la amistad, la patria y la guerra. Estas cartas están escritas en estrofas de cuatro versos y ocho sílabas poéticas, que es el verso más popular en español y por esta razón fue el que utilizó para acercarse a sus amigos.
Es evidente, por tanto, que a pesar de que Muñoz García agrupa estos 40 versos en una misma estrofa, el poema original debió estar dividido en estrofas más pequeñas. Es decir, debió tener 10 estrofas.
Desde el punto de vista del contenido poético, además, aquí el hablante lírico explica la simbología de la bandera cubanay se dirige a un grupo de personas reunidas cuando dice al final: “Y que nos oigan de Cuba // La gente que nos espera” (1900:31). Estos rasgos, subrayo, son típicos de la poética martiana, de sus discursos y versos libres, que muchas veces están pensados como una arenga, dirigidos a los partidarios de la independencia que vivían en Estados Unidos, el lugar del exilio cubano antes de la segunda guerra libertadora.
Finalmente, podemos deducir también que por lo que dice el poema este fue escrito poco antes de 1895, ya que sus versos hacen mención del papel que desempeñó la bandera cubana en la guerra pasada (1868) y que desempeñará en la próxima.
Al estruendo del cañón
Espléndida se alzará,
Y Heraldo fijo será
De la justa redención (íd.).
Todo esto coincide con el tiempo y la forma de pensar de Martí, lo que no quiere decir que, en efecto, haya sido escrito por él. Se puede y debió leerse como de su autoría porque el editor de la obra, Rafael Muñoz García, escribió su nombre al pie del poema, porque su estilo es similar a los que escribió al final de su vida y, además, refleja su ideario patriótico.
Si aceptamos, al menos como hipótesis, que este fue el caso, deberíamos preguntarnos entonces cómo llegó a las manos del editor y qué relación tenía Rafael Muñoz García con los cubanos del exilio que pudieron haberle facilitado ya sea una copia de la publicación o el manuscrito de este poema. Sabemos poco de la vida de Rafael Muñoz García, pero si juzgamos por los autores que reproduce en su libro, es fácil ver que su conexión con Martí viene a través del independentismo y de poetas como Francisco Gonzalo Marín, más conocido por el apodo de Pachín Marín, del que aparecen varias composiciones en esta antología, una de los cuales está dedicada al héroe cubano.
Para quienes no sepan quién fue Pachín Marín, debo decir que fue un poeta puertorriqueño afrodescendiente que colaboró con Martí en New York y murió combatiendo en Cuba en 1897. Carlos M. Trelles incluye a Gonzalo Marín en su lista de escritores cubanos afrodescendientes por haber vivido un tiempo en Cuba; pero es más exacto decir que era puertorriqueño y en las crónicas de Martí aparece como tal. En 1892, era el secretario del Club revolucionario Borinquen, asociado al Partido Revolucionario Cubano.
Martí, en uno de sus artículos de Patria, relata cómo en una de las veladas del Club, y mientras “el silencio era religioso”, Pachín Marín leyó una carta de Ramón E. Betances, quien aceptaba el nombramiento de presidente honorario del Club Borinquen. En otras narraciones de actos patrióticos, Martí alaba su “plática airosa y bravía” (1975a:327); su “elocuencia elegante y ardorosa” (ibíd.:471). Incluso, hablando en tercera persona, como solía hacer cuando describía los actos en los que participaba el Delegado —que era él mismo—, afirma que Marín, en “bravo y artístico arranque, dijo, en nombre de aquellas almas apretadas, lo que, por la cercanía de estas columnas al Delegado, no puede decir Patria” (1975b:176).
¿Pudo Pachín Marín tener algo que ver con la publicación de este poema? No lo sabemos. A él se le atribuye el haber diseñado la bandera puertorriqueña basándose en la cubana y uno de sus poemas en este libro está dedicado a ella: “El trapo” es un soneto endecasílabo que, al igual que el poema atribuido a Martí, aparece como una sola estrofa, sin respetar las divisiones entre cuartetos y tercetos.
El hecho es, sin embargo, que para la fecha en que se publica esta antología ambos hombres habían muerto. Ambas islas estaban ocupadas por el ejército estadounidense y, tanto los cubanos como los puertorriqueños que habían puesto su esperanza en la guerra de Cuba, veían con frustración su permanencia en sus países. Por esto, “Mi bandera cubana” y los otros poemas patrióticos que reproduce Muñoz García en este libro hablan del deseo de independencia y la necesidad que tenía una comunidad de verse reflejada en los actos heroicos, en el sacrificio de sus héroes y en el símbolo patrio. ¿No parecería natural que Martí escribiera un poema a la bandera cubana cuando este era el símbolo más importante de los independentistas?
Eso parecería, pero hasta la fecha no se conoce de ningún poema de Martí dedicado a la enseña. Sí aparecen alusiones a la bandera en su poesía, como en Versos sencillos, donde dice que al morir quiere tener “en su tumba un ramo // de flores y una bandera”. Su amor por el símbolo patrio aparece también reflejado en sus discursos y artículos políticos. En uno de ellos, taquigrafiado por un espectador y conocido popularmente por la frase “con todos y para el bien de todos”, también elogia la enseña de los patriotas. El discurso fue pronunciado por Martí el 26 de noviembre de 1891, en que critica a los políticos manipuladores y a quienes tomaban el patriotismo como “instrumento del interés”. Para terminar diciendo: “Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: ‘Con todos, y para el bien de todos’” (1975c: 179).
¿Hay ideas en este poema que Martí compartía? Por supuesto, todas las que tenían que ver con la patria, la bandera y la guerra, ideas que se repiten en sus discursos políticos. Al inicio del poema la voz lírica afirma, por ejemplo, que la bandera está “plegada”, pero que pronto lucirá en combate. En un discurso de 1887, en Estados Unidos, Martí dice que mientras la bandera “no pueda conducirnos a la victoria, mejor está plegada!” (1975c:223).
¿Es suficiente esta coincidencia para autorizar su paternidad? No. En realidad, el poema no muestra nada específicamente “martiano”. No es un canto a la bandera con la frase que él hubiera querido que tuviera. Es un canto a la bandera de Narciso López. Es un canto a la misma bandera, que, dicho sea de paso, alabó innumerables veces en sus discursos y artículos, y que engalanaba los actos políticos de la inmigración. Por lo cual, los tópicos que desarrolla aquí pueden ser comunes a muchos cubanos que amaban la libertad y añoraban tener una patria libre.
Por otro lado, el poema tampoco tiene una puntuación al estilo martiano en la que se mezclan muchas veces puntos y plecas, en lugar de comas, o se utiliza solamente el signo ortográfico al final del verso para cerrar una pregunta o una exclamación. Asimismo, las imágenes poéticas no son de la misma calidad de las de sus Versos sencillos, aunqueparecería injusto tal vez exigirle a un poema de ocasión que sea un gran poema.
Dicho todo esto —repito—, el hecho incontestable es que apareció con la firma de Martí o fue atribuido a él por su contemporáneo Muñoz García, y el solo hecho de tener su firma nos obliga a considerarlo como de su pluma a menos que se demuestre lo contrario. Mientras los críticos martianos no busquen pruebas para negar su paternidad, tendremos que ponerlo junto con otros textos atribuidos al Apóstol en su extensa bibliografía, que, aun apareciendo con su firma, resultan dudosos —o tal vez fueron escritos por amigos o admiradores del poeta mártir.
Referencias bibliográficas
Muñoz García, Rafael (ed.) (1900): Los mártires de la libertad. Bellísima colección de poesías patrióticas, de distinguidos autores cubanos, puertorriqueños y filipinos, Ponce: Tip. del “Listín Comercial”.
Martí, José (1975a): Obras completas, La Habana, t. I.
(1975b): Obras completas, La Habana, t. II.
(1975c): Obras completas, La Habana, t. IV.
___ (1985): “A mis hermanos muertos el 27 de noviembre”, en Poesía completa, La Habana.
___ (1900): “Mi bandera cubana”, en Muñoz García, Rafael (ed.): Los mártires de la libertad. Bellísima colección de poesías patrióticas, de distinguidos autores cubanos, puertorriqueños y filipinos, Ponce: Tip. del “Listín Comercial”.
Trelles, Carlos M. (1927): “Bibliografía de autores de la raza de color, de Cuba”, en Cuba contemporánea, no. 43, enero-abril.Valdés Domínguez, Fermín (1873): Los voluntarios de La Habana en el acontecimiento de los estudiantes de medicina por uno de ellos condenado a seis años de presidio, Imprenta de Segundo Martínez, Madrid.
ZorphDark más allá del ciberespacio
Haikus de 140 caracteres, pero con más profundidad que un Twitter. Un libro con sentencias tecnológicas que bien pueden ser producto de la realidad cubana de cierto tiempo pero que también pueden ser resultado de una distopía ‘cyberpunk’ futurista.