Los escritores y la Revolución en América Latina

Los libros de Rafael Rojas son acontecimientos justo en el sentido que propone Alain Badiou en La Filosofía y el acontecimiento. No como meros sucesos importantes o significativos en un ámbito de la vida, sino como quiebres o rajaduras en un campo del saber que modifican preceptos habituales y anuncian posibilidades no estimadas. Pueden considerarse una ruptura pues, además de basarse en profundas y novedosas investigaciones, son un acto de compromiso, un intento de nombrar las cosas para el futuro y, porque para la mayoría de sus jóvenes seguidores, leer a Rojas es un gesto de rebeldía, de liberación, y esto no es algo de lo que pueda presumir cualquier autor.

Para un joven o una joven en la Cuba actual, que es de la que puedo hablar desde mi experiencia, ante un libro de Rafael Rojas hay todo un ritual: luchar incansablemente hasta conseguirlo; resguardarlo de ciertas miradas; si puedes, escanearlo para quedarte con una huella del acontecimiento; pensar en quién va a ser la próxima persona a la que se lo vas a prestar; en fin, su lectura no es un simple acto de comprensión o significación, sino una aventura de emociones y herejías. Para un lector ajeno a la realidad cubana o latinoamericana simboliza enfrentarse a la deconstrucción de ciertos mitos y comprender justamente cómo se edificaron.

El que hoy nos convida, La polis literaria. El boom, la Revolución y otras polémicas de la Guerra Fría (Taurus, 2018) es, de muchas formas, una continuación de obras anteriores: Tumbas sin sosiego: revolución, disidencia y exilio del intelectual cubano; La vanguardia peregrina. El escritor cubano, la tradición y el exilio; La máquina del olvido. Mito, historia y poder en Cuba y Traductores de la utopía. La Revolución cubana y la nueva izquierda de Nueva York, las cuales se insertan en una larga tradición latinoamericana de historia intelectual y de los intelectuales. En este caso, el presente título nos ayuda a entender mejor el funcionamiento del campo intelectual latinoamericano de los sesenta y setenta, sus frustraciones, sus traumas, sus deseos y sus escisiones, las diferentes posturas en cuanto a la literatura que se debatieron en aquel entonces, las polémicas del boom y su nómina, cómo se fue conformando el posicionamiento de estos intelectuales en un contexto de Guerra Fría. La polis literaria, heredera en título e intención de La ciudad letrada, de Ángel Rama, propone importantes cuestionamientos sobre estos temas.

La relación entre los escritores del boom y la Revolución Cubana fue tanto armónica en algunos momentos como conflictiva en otros. El objetivo de este libro, que parte de la idea anterior, es “someter a crítica el lugar común de que la Revolución y el boom son fenómenos estética e ideológicamente conectados o asimilables” y matizar las posturas sobre el surgimiento del boom “por medio de un recorrido por las poéticas de la historia y las políticas intelectuales de los narradores centrales del boom”, dígase Octavio Paz, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, José Lezama Lima, José Donoso y Severo Sarduy, “en el contexto de la Guerra Fría y el ascenso de la Nueva Izquierda en los 60 latinoamericanos”.

La polis literaria indaga en los tránsitos de esas relaciones y en sus momentos de quiebre. La mayoría de los escritores del boom pasaron de apoyar incondicionalmente la Revolución Cubana, participar en las publicaciones más destacadas de la isla como Casa de las Américas o defender el gobierno cubano en discursos internacionales (por ejemplo, Mario Vargas Llosa cuando recogió su Premio Rómulo Gallegos en Caracas en 1967), a un intento de diálogo que muchas veces no fructificó, lo que llevó a una etapa final de ruptura crítica con varias de las políticas del gobierno cubano. Al ahondar en estas bifurcaciones y polémicas que rodearon a gran parte de la literatura latinoamericana de los 60 y 70 (Mundo Nuevo versus Casa de las Américas; el debate entre Vargas Llosa y José María Arguedas, o el debate entre Cortázar y Vargas Llosa con Óscar Collazos; las polémicas que rodearon el Caso Padilla; las relacionadas con las influencias teóricas en la crítica literaria, dígase marxismo o postestructuralismo, y muchas más), el libro recopila y analiza toda una serie de sucesos que se pierden, aún en la actualidad, de la memoria histórica del continente. 

La representación intelectual de la experiencia revolucionaria cubana entre los escritores del boom es una de las líneas centrales que guía las páginas del libro. “La idea de lo revolucionario en estos escritores fue la primera construcción ideológica que reflejó las tensiones entre las diversas maneras de entender el socialismo o la democracia, la izquierda o el nacionalismo, durante los años 60”. La Revolución se asumió como evento fundacional, acontecimiento romántico, motor de la historia, suceso mítico, que abría infinitos horizontes de realización para la literatura latinoamericana. Una idea esencial que sostiene Rojas es que el apoyo de los intelectuales a lo que representaba para América Latina la Revolución Cubana, no significó un apoyo incondicional a sus formas políticas. Todos defendieron las posibilidades de impacto en la cultura política latinoamericana más que una adhesión a sus variantes institucionales.

No obstante, la devoción al proceso cubano fue sin duda muy marcada, por lo menos en su primera década, y tal vez llevó a obviar el desarrollo de una conciencia crítica, esencia del intelectual moderno. Aunque se dieron rupturas y expresiones de disenso, no asistimos a una intención de entender la Revolución Cubana en toda su complejidad, tanto en su exportación para América Latina como al interior de la propia isla. Si nos acogiéramos a los preceptos de Julien Benda (La traición de los intelectuales) y Raymond Aron (El opio de los intelectuales) sobre el papel del intelectual, estos escritores cometieron la clásica traición y cedieron ante el opio de las pasiones políticas. Al respecto, la metáfora que menciona Rojas de Octavio Paz sobre “máscara y rostro” para pensar la cultura mexicana, se puede aplicar al intelectual o escritor latinoamericano de esa época. Hubo un constante ir y venir entre “máscara y rostro” y una intensa búsqueda del verdadero yo del intelectual comprometido o del escritor revolucionario.

Una de las virtudes del autor de La polis literaria es que escribe sobre algo de lo que forma parte, es continuador de una tradición literaria-intelectual latinoamericana, de alto vuelo ensayístico, que se ha autoanalizado constantemente. Como parte de esa tradición, no es un texto que recurra al cliché más convencional de la historia de los intelectuales: narrar la biografía de los personajes seleccionados. Rafael Rojas se aleja de esto y busca problematizar las posiciones de los escritores seleccionados. Busca también hacer una historia que no solo abogue por narrar lo público, sino también lo privado mediante una profunda indagación en fuentes menos visitadas como el epistolario o las entrevistas.

El boom de la literatura latinoamericana fue un fenómeno variado, diverso y que, con múltiples tendencias ideológicas o teóricas, se ancló en distintas zonas geográficas. A pesar de tener cierto patrón temático o estético, apostó en general por la libertad creadora. Características que llevaron a desencuentros, no solo con la burocracia política cubana, sino también entre sus mismos integrantes. La inclusión de Guillermo Cabrera Infante y Severo Sarduy, dos escritores que escriben desde la lógica del paréntesis (véase Rafael Rojas: El arte de la espera. Notas al margen de la política cubana, Colibrí, 1998), no es para nada casual. Ambos fueron de las representaciones más interesantes del boom y a la vez se ubicaron en los márgenes. 

Una de las ideas que rescata La polis…, y que es fundamental tener clara, pues suele pasarse por alto, es que la Guerra Fría no solo fue un ataque del oeste al este; no solo el capitalismo utilizó sus armas culturales para mediar, el socialismo también lo hizo. Fue además una contienda cultural que impactó en las producciones y círculos intelectuales y culturales del continente. El boom y la literatura latinoamericana en general estuvieron insertos en la Guerra Fría y también fueron un terreno de fuerza donde ambos centros de poder intentaron lograr su hegemonía.

Este es un libro que, además de radiografiar las implicaciones culturales de un mundo polarizado para el continente, habla de mutaciones, de ambivalencias, de contradicciones y tensiones entre la literatura y la política. Mediante un certero recorrido por diferentes poéticas, el autor reflexiona sobre “hombres de lo cultural puestos en situación de hombres de lo político”, como diría François Dosse en La marcha de las ideas. Historia de los intelectuales, historia intelectual; escritores que intentaron construir una polis que expandiera la civilización revolucionaria. 

Una vez más, Rafael Rojas se acerca a temas escabrosos y necesarios sobre el pasado que obligan a pensar el convulso presente que vivimos.

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