Futureland: lanzarse al vacío

Creadoras latinoamericanas en Berlín se compone de entrevistas y reseñas en torno a las prácticas artísticas de mujeres artistas nacidas en América Latina y actualmente residentes en Berlín. Coordinado por tres licenciadas en Artes con mención en Teoría e Historia del Arte por la Universidad de Chile —Dalila Muñoz, Melisa Matzner y Valeska Navea, también residentes en Alemania—, este dosier surge de una gestión editorial autónoma cuya perspectiva crítica persigue mostrar los procesos creativos de dichas artistas, cruzando la categoría de migranta con las perspectivas de género y visibilizado sus tránsitos y desplazamientos tanto migratorios como culturales.


Futureland (2019), obra teatral dirigida por la argentina Lola Arias (Buenos Aires, 1976).

Con una animación digital que muestra, cual videojuego de superviviencia, a ocho jóvenes lanzándose desde un avión al vacío, abre Futureland (2019), obra teatral dirigida por la argentina Lola Arias (Buenos Aires, 1976).

La apertura funciona como alegoría de la travesía a la que se arrojan personas de distintos orígenes en la búsqueda de esa tierra que promete futuro y porvenir. Un lanzarse al vacío que no corresponde a una acción suicida sino, quizás, a la única opción que ofrece algo de esperanza cuando el Heimat se ha transformado en un lugar otro. 

Cuando las coordenadas políticas, religiosas y socioeconómicas han cambiado, convirtiendo la tierra natal en un espacio desconocido y peligroso, cuando la vida cotidiana se ha convertido en un peligro permanente, Futureland no es sino ese supuesto país que ofrece refugio, que permite una vida digna, que se instala en los imaginarios como el lugar seguro donde ir y por el cual vale la pena el riesgo.

Desde distintos rincones hemos escuchado de la guerra en Siria y del desplazamiento forzado de sus habitantes. Como el supuesto destino principal de estos desplazamientos son los países de Europa occidental, los hechos han tenido otro eco mediático, resonando con fuerza incluso en América Latina. 

La discusión se ha centrado —no sin razón, pensando en el ascenso de la xenofobia, el racismo y la islamofobia— en sensibilizar sobre el impacto de la guerra en la vida de los ciudadanxs y la alternativa de la migración forzada como única salida posible. Pues aunque fotografías como la de Alan Kurdi han movilizado a políticxs, han causado malestar en la opinión pública y nos han sensibilizado e indignado, pasado el revuelo mediático volvemos a olvidarnos de la crisis, y con ella apuntamos a la crisis en la administración del refugio, como ha quedado demostrado en Moria y otros campos. O a propósito de la actual pandemia: una vez que otro tema se instala en la agenda noticiosa, la realidad de lxs otrxs desaparece.


Futureland (2019), obra teatral dirigida por la argentina Lola Arias (Buenos Aires, 1976).

Futureland instala otra discusión. Se centra en las que podrían ser las experiencias “exitosas” de aquellas personas que lograron sortear los peligrosos espacios fronterizos, los inciertos cruces en barco, las extenuantes caminatas, las estafas y violencias, las policías y ejércitos, para llegar a ese país que promete porvenir. 

Sin embargo, Lola Arias no es complaciente con ese final de la historia, muestra escepticismo frente a la idea de que el relato digno de ser narrado termine con la llegada a Futureland. No: ese arribo es justamente lo que da inicio a la historia que ella pone en escena, tal como hizo antes con What They Want to Hear (2018). Historias cuyo eje no se centra en el drama de la guerra o el conflicto que desata el exilio —aunque este sea mencionado—, sino en el drama de la absurda, extenuante y desmovilizadora burocracia alemana. Para ello, como en sus últimas obras, Lola Arias escoge el teatro documental.

Hasta ahora el desplazamiento forzado y el desarraigo han sido traducidos a través de números y estadísticas que podemos decodificar, pero que también se nos hacen cada vez más abstractas. Futureland se centra no en el gran relato, sino en las microhistorias; no en las historias en plural —aunque tengan por denominador común el desarraigo—, sino en la singularidad de los relatos de Mamadou, Faiya, Bashar, Sarah, Sagal, Ahmad, Mohamed y May. Ocho menores de edad no acompañados, es decir, menores que llegaron solxs a Futureland. 


Futureland (2019), obra teatral dirigida por la argentina Lola Arias (Buenos Aires, 1976).

Niñxs y adolescentes que provienen de Guinea, Bangladesh, Siria, Afganistán y Somalia, y que desde su procedencia develan una de las primeras críticas: la mirada hacia lxs solicitantes de refugio como un grupo homogéneo, pese a que provienen de países diversos en lengua, cultura, contextos, y que son empujados a migrar por distintas causas. Diferencia que a veces emergen para jerarquizar —dependiendo del país de procedencia— quién tiene más derecho a refugio, pero que en otras circunstancias se hace invisible.

A través de sus relatos, somos testigxs y espectadorxs de los procedimientos a los que deben someterse para adquirir la categoría de refugiadx. Desde trabas burocráticas hasta la puesta en duda de las biografías, el lugar de procedencia, el motivo que originó la salida del país y, uno de los puntos cruciales en el relato: la edad. 

El periodo de gracia que les permite permanecer en Futureland se termina cuando cumplen 18 años. Por ello, no basta enunciar la edad: hay que probarla. Sin embargo, dado el contexto de sus huidas, ellos no cuentan con documentos que la acrediten. Una de las primeras experiencias en Futureland, junto a la bienvenida, es el sometimiento a pruebas: mediciónde huesos, examen de la dentadura, inspecciones hechas por humanos y máquinas que tienen por objeto asignarles una edad. Porque al final esa es la que cuenta: la edad otorgada por el saber médico y no la de conocimiento propio.

Futureland es la tierra del futuro solo hasta que cumples 18 años. Hito conmemorativo en el cual la fiesta se puede transformar en tragedia, no solo por la incertidumbre respecto al propio futuro, sino también porque, llegada esa fecha,expira la posibilidad de apelar a la visa de reunificación familiar. Por ello, reflexiona uno de los chicos, “cómo pensar en el futuro si tengo miedo del mañana”. Un miedo que se instala desde el momento de la llegada, cuando son advertidxs por la oficina de migración:  

Alles, was du machst, wird ständig ausgewertet. Auch, wenn du alles richtig machst, kann es sein, dass du nicht bleiben darfst” (Todo lo que haces será permanentemente evaluado. También si haces todo bien, puede ser que no se te permita quedarte). 

El miedo al error involuntario, por no entender los códigos de la nueva cultura o por la comprensión parcial de la lengua; pero, peor aún: el miedo a que, pese a hacer todo bien, hacer todo lo que se espera que hagan —y que no hagan—, de todas formas sean expulsados.


Futureland (2019), obra teatral dirigida por la argentina Lola Arias (Buenos Aires, 1976).

Llama la atención la elección que hace la dramaturga para representar a la totalidad de lxs funcionarixs responsables del proceso de integración: administrativxs de la oficina de migración, tutorxs y profesionales de la educación son avatares que aparecen y desaparecen conforme el relato lo exige, tal como la imagen de videojuego con la que abría la obra. Su representación, sin embargo, no es a escala humana: a través de su gran tamaño constituyen una representación del poder; el poder que decide quién se queda y quién se va.

Pero también a través de sus voces, tal como en un videojuego, es la máquina la que se hace presente: en este caso la máquina burocrática. Son voces apáticas, frías, robóticas, que reaccionan con el mismo tono para reprender, para informar o para entusiasmar a lxs menores respecto a su futuro y sus posibilidades de estudio. Aquí emerge también la crítica a la temprana categorización que hace el sistema de educación alemana sobre quién debe continuar estudios universitarios y quién no, modelo que en este caso se replica en los menores que solicitan refugio. 


Futureland (2019), obra teatral dirigida por la argentina Lola Arias (Buenos Aires, 1976).

Futureland podría ser cualquier ciudad, pero su estética moderna con edificios funcionales de reminiscencia socialista, en conjunto a la torre que emerge de su centro, evoca inevitablemente a Berlín. En Futureland, además, se habla alemán: eje de la obra, porque pareciera que todo gira en torno al aprendizaje del idioma en el proceso de integración. 

Una integración que a veces pareciera confundirse con la asimilación. Una integración que a ratos tiene tintes coloniales,al mostrar cómo debe vivirse la cultura y la religión, al enseñar sobre empoderamiento femenino, pero desde una óptica eurocentrista. Una integración en la que emerge además otra lectura: no son solamente intenciones solidarias lo que hay tras la acogida de refugiadxs, también hay una mirada utilitaria. Tras el término del colegio en Futureland, la integración promueve una formación técnica que coincide, en algunos casos, con aquellas áreas donde hace falta personal calificado en la paralela Alemania.


Futureland (2019), obra teatral dirigida por la argentina Lola Arias (Buenos Aires, 1976).

Fotos: © Ute-Langkafel-MAIFOTO.




Dania González Sanabria

#reinicioenfrío con Dania González Sanabria

Evelynn Alvarez

“El arte, en la actualidad, no funciona como un proceso hermético, ensimismado, encriptado o grandilocuente. Tanto para los espectadores como para la propia obrade arte, es mejor que esta discurse abiertamente, que sea de interés humano, accesible en cuanto a contenido, emotiva y energética, reflexiva”.