Manuela García: Enunciar desde el sur

Manuela García Aldana (Bogotá, 1990) es una artista visual colombiana, maestra en Arte de la Universidad de los Andes, seleccionada para participar en el programa “¡n[s]urgênc!as 2018”, una plataforma con sede en Berlín para prácticas artísticas con conciencia social y posiciones activistas del sur. Actualmente ejerce una maestría en estrategias espaciales (Raumstrategien) en la Universidad de Arte de Berlín Kunsthochschule Weissensee.

En su trabajo, basado en procesos, la escucha es el principio que surge de la necesidad de interactuar con su contexto y hacerlo visible a modo de arte de acción, arte participativo, formatos de arte efímero que a menudo tienen lugar en el espacio público. Desde su vida como migrante en Berlín, Manuela también ha explorado aspectos más íntimos de sus procesos personales a través del dibujo. El tema y la pregunta por el hogar se han convertido en un punto central de su trabajo.

Actualmente, su investigación y su obra se enfocan en la escucha, el sonido, la música, la diáspora, la identidad y el baile.


Manuela García Aldana.

Manuela García Aldana (Bogotá, 1990).


Háblanos de tu experiencia migratoria entre Colombia y Alemania en relación a tu obra.

Mi decisión de migrar fue inocente y basada en una intuición. Nunca había estado en Europa, y tampoco sabía qué era vivir en un país distinto a Colombia. Mi pareja de aquel momento era alemana y pensé: “¿Por qué no?”. No sabía alemán y mi inglés era muy básico, pero en ese entonces no veía eso como una limitación. No pensaba en lo que significaría ese cambio en mi vida y simplemente me lancé al vacío sin saber qué me esperaba al otro lado del Atlántico.

Definitivamente, un cambio tan grande permeó mi obra y me llevó a cuestionarme todo en mi vida.

En Colombia mi trabajo siempre estuvo relacionado con el ambiente social y político del país; al crecer en un contexto tan complejo como el colombiano, se me hacía imposible mirar hacia adentro e indagar en mis propios problemas, ya que lo ocurrido cada día en las calles tenía mucha más relevancia y, desde mi inocente mirada, veía mucho por hacer sin mirar paralelamente hacia mi interior. Al llegar a Berlín todas mis bases se descolocaron: el lugar desde el cual le hablaba al mundo y me entendía a mí misma ya no estaba.

Me era muy difícil hablar de un contexto que no conocía en absoluto y que no entendía. Tampoco existían las comodidades que tenía en Bogotá como artista. No tenía un taller; mi lugar de trabajo eran las mesas de cafés y restaurantes, los parques y un escritorio compartido en el cuarto en que vivía con mi esposo. Todo eso y la necesidad de digerir tantos cambios, me llevó a dibujar.

Por otro lado, con el tiempo comencé a ver la situación política y social de una manera más global. En Colombia es tanto y tan fuerte lo que ocurre que es muy difícil adentrarse en las problemáticas de otros países, pero al estar acá y conocer a personas de diferentes lugares del mundo, comencé a conocer más de cerca otros conflictos y problemáticas.

También, ser migrante es algo que trae muchas melancolías y preguntas; el hecho de estar siempre dividido tiene sus ventajas y desventajas, y hay mucho que indagar y entender en estos sentimientos. Por eso puedo decir que sí: definitivamente mi experiencia migratoria ha permeado completamente mi trabajo. Sin embargo, con el tiempo he identificado ciertas cosas y gestos que persisten a pesar de los cambios, y que me permiten vislumbrar un poco mi forma de ser y acercarme al mundo. 


Manuela García. Where time-stops.

Manuela García. Where time-stops.


¿Cómo representa tu trabajo la idea de enunciar desde el sur?

Qué buena pregunta. Yo creo que eso viene dentro: es una forma de ver el mundo y hablar desde ese lugar. Aunque ahora mismo no esté parada en el sur del mundo, creo que es una forma de enunciar, enmarcar, preguntar y cuestionar ciertos órdenes que muchas veces se dan por sentados.

Mi trabajo se caracteriza por preguntar y cuestionar ciertas situaciones de forma sutil, desde lo cotidiano y desde las voces de personas comunes. También creo que enunciar desde el sur es una potencia que se tiene, una fuerza, un fuego que existe en el interior. Al crecer en contextos con situaciones e historias tan fuertes, hay una necesidad por cambiar el mundo y hacerlo mejor. La incomodidad hace que uno se mueva y quiera transformar la realidad.  



Manuela García. La enamorada.


¿Cómo ves el lugar que se les da a las artistas inmigrantes y a las disidencias en Berlín?

Creo que Berlín está lleno de artistas inmigrantes y disidencias, pero eso no hace que la situación sea más fácil para nosotras. Es una lucha y una persistencia constante. Aparte de ser mujer, el idioma y las lógicas siempre serán extrañas para mí, y eso es algo que he tenido que aprender a entender, para poder hacer lo que hago cada vez mejor y de una manera más oficial, en el sentido de la burocracia alemana.

Creo que una vez que uno decide aprender estos lenguajes sutiles de la burocracia y el papeleo, hay varios espacios a los cuales uno puede acceder, pero llegar hasta ahí no es fácil.

Pienso que todos tenemos limitaciones personales que hay que trabajar para poder esquivar y traspasar las limitaciones del sistema en que vivimos. Desde mi historia personal, Berlín ha sido difícil, pero también muy generosa: me ha permitido ser yo misma, explorar y encontrarme en diferentes espacios.


Manuela García. Muda, triste y pensativa.

Manuela García. Muda, triste y pensativa.


¿Cómo ha influido la migración en tu obra?

¡Ha influido mucho! Mi trabajo sería otro si no hubiera emigrado a Alemania. Aunque uno no quiera, la obra siempre está muy ligada a la experiencia e historia personal; se refleja allí de una u otra forma. Creo que en lo que más ha influido es en permitirme mirar hacia adentro y hablar desde mí y de mí; eso es algo que comenzó al vivir en Berlín.

También, y de forma paralela, han continuado las acciones y performances que hago en el espacio público, pero las preguntas o situaciones que ahora señalo son otras, relacionadas con mi forma de habitar y entender la ciudad. Desde que tuve que reconstruirme en este nuevo contexto, la pregunta por el hogar vino de forma clara. 


Manuela García. El AyAyAy.

Manuela García. El AyAyAy.


En tu trabajo The Inner Space hay una idea de honestidad con una voz interior que vive diferentes procesos de encuentro, sobre todo con las propuestas del feminismo.

El dibujo es para mí un espacio de auto escucha, y en ese sentido refleja muchos procesos que he vivido como mujer y como migrante. El feminismo ha rondado siempre mi vida, pero las decisiones que he tomado, más que en una respuesta al feminismo, han estado basadas en una búsqueda por ser coherente conmigo misma.

Una cosa que me ha permitido el dibujo es ver claramente cómo he dado por sentadas ciertas situaciones y deberes por el hecho de ser mujer. Estructuras que estaban muy profundas, aunque yo haya crecido en ambientes feministas. Creo que es importante estar siempre alerta, porque el machismo es algo que, tristemente, todos y todas llevamos dentro. En ese sentido, el dibujo es un gran aliado.




Nicol Rivera

Nicol Rivera: El cuerpo es la primera interfaz

Valeska Navea Castro

“El hecho de ser artista chilena, mujer, antifascista y transfeminista, que vive el proceso social y el cambio chileno desde el extranjero, en un contexto totalmente dispar al de su país de origen, donde sí existen derechos para los trabajadores y una seguridad social para los habitantes, me pone en crisis constantemente”.