Nicol Rivera Aro (Osorno, 1990) es una performer, actriz e investigadora chilena radicada en Berlín. Actualmente, candidata a Doctora en Filología en el Centro de Investigación Iberoamericana de Leipzig, dentro del Instituto de Romanística en la Universidad Leipzig. Su trabajo como artista independiente e investigadora se enfoca en la relación entre cuerpo e interfaces tecnológicas, profundizando en el discurso de género y el posporno con electrónica DIY. Ha realizado performances colectivas en Chile, Berlín y Polonia. Es dramaturga de la compañía Tinta Negra (Valparaíso, Chile).
Nicol Rivera: Naive Porn.
¿Cómo se expone la relación entre ser investigadora y artista chilena en la academia alemana? ¿Influye en la obra?
La investigación, en su sentido más estricto, es un camino que he descubierto de manera paralela a mi estadía en Alemania. Si bien en el pasado desarrollé un proceso de investigación para obtener el grado de Licenciada en Actuación, continué por un camino de escritura dramatúrgica y libre, el cual se vio afectado por un lenguaje académico. Sin embargo, realicé un par de ponencias en congresos y escribí un par de artículos que nunca se publicaron. Creo que esta relación se expresa en la concreción de una carrera académica, mediante mi doctorado en la Universidad de Leipzig.
Creo firmemente que cualquier proceso que realice un artista, de la índole que sea, influye en su obra. Sin embargo, mi proceso académico es un condicionante sumamente modificador, puesto que mi investigación tiene un carácter teórico-práctico donde el corpus está compuesto por obras ya hechas y por futuras colaboraciones con amigues artistas con intereses políticos afines. Y en este sentido, el hecho de ser artista chilena, mujer, antifascista y transfeminista, que vive el proceso social y el cambio chileno desde el extranjero, en un contexto totalmente dispar al de su país de origen, donde sí existen derechos para los trabajadores y una seguridad social para los habitantes, me pone en crisis constantemente.
Esta crisis, potenciada por mi historia, por la realidad del país de donde vengo en contraste con la del país en donde estoy viviendo, los privilegios a los que tengo acceso, el poder realizar un doctorado con un arancel bajísimo, trabajar poco y poder vivir bien, son características que modifican constantemente mi pensamiento como persona, artista y académica.
Nicol Rivera: Noise from The Matrix.
¿Cómo fue tu encuentro con la metaformance, el techno y el posporno?
Conocí la metaformance en el año 2015, mientras realizaba mi tesis de pregrado titulada “Hacia una escena cyborg-punk. La reconfiguración del cuerpo y rol del actor a través de las tecnologías DIY”, la cual buscaba observar la relación entre los actores y los aparatos electrónicos dentro de la puesta en escena. Como el eje central era el cuerpo y las interfaces tecnológicas, hubo que investigar las nuevas manifestaciones que trabajaban con nuevos medios y tecnología.
Aquí apareció la investigación de Claudia Giannetti, quien en 1998 publicó un artículo donde hablaba sobre lo que podría ser una metaformance, vinculada a esta relación con la virtualidad donde los factores que componen una performance se ven modificados por la tecnología. Posteriormente complementé este concepto con la visión de Jaime del Val, quien toma el concepto de Giannetti pero trabaja la metaformance como una forma de recuperar aquello que se pierde en la performance; por ejemplo, esos movimientos que escapan a la vista, lo cual ejemplifica con su metaformance Microdanzas.
En este mismo proceso de tesis, como era una investigación teórico-práctica, el objeto de estudio era una performance donde mis colegas y yo probamos posibilidades de interacción con los aparatos que habíamos creado: un drawdio, un oscilador de pulso y múltiples micrófonos de contacto. Este fue el primer encuentro de manera práctica con el mundo de la tecnología, específicamente de la electrónica. Con el paso del tiempo, me he dado cuenta de que, si bien me gusta, no soy muy prolija creando; pero me he encontrado con artistas que sí lo son, como es el caso de Corazón de Robota, que ha sido muy abierta a la hora de compartir su conocimiento.
Después de terminar mi proceso de tesis comencé a experimentar de manera individual en la performance con sonido, haciendo videos experimentales en mi casa o sesiones íntimas con mi conviviente en aquel entonces, Sebastián Tapia, quien fue también la primera persona que me mostró el mundo del noise. Toda esta nueva experiencia individual fue impulsada por las herramientas que ya tenía desde antes, y fui profundizando cada vez más en una acción que consistía en masturbarse con un micrófono de contacto. Cada vez que hacía una presentación en público, en Valparaíso o Concepción, en algún momento me masturbaba con el micrófono y me detenía en el sonido.
Este fue mi primer cruce, muy ingenuo e inocente, con el mundo del posporno. Yo solo realizaba la acción, sin saber que estaba accionando de manera pospornográfica. Recuerdo que, tras una performance para una fiesta de música electrónica en Valparaíso, una colega del performance porteño me preguntó: “¿Y tú desde cuándo haces posporno?” Esa fue la primera vez que pensé que mi experiencia podía irse a otro lado, a un lugar desde donde podía trabajar mi manera de entender el género, la sexualidad y el placer.
Nicol Rivera: Naive Porn.
Tu obra explora, entre otras cosas, la (de)construcción de los cuerpos desde una nueva definición de sexualidad y género. ¿Cómo ves la transformación de los cuerpos en un contexto de migración y disidencia sexual?
Los cuerpos siempre responden a un contexto inmediato. El cuerpo es la primera interfaz con la que nos enfrentamos al mundo, desde donde entregamos y recibimos información para modificar nuestros núcleos más cercanos. Sin embargo, creo necesario en este punto identificar el contexto de migración como una categoría macro, y lo que se refiere a la disidencia sexual como micro. Esto, porque la disidencia responde a una subjetividad, a una concepción íntima desde donde abordamos la problemática del género, la cual parte en nuestros cuerpos y en nuestro pensamiento, y que nos hace identificarnos de manera diferente a las ideas binarias de género, raza y sexo.
Lo interesante está en cómo yo, mujer cis con una orientación sexual variada y migrante, me relaciono y me muevo en este nuevo entorno. Si bien Berlín es una ciudad cosmopolita donde conviven diferentes culturas y en las calles y espacios públicos escuchas todos los idiomas, no deja de ser una ciudad constituida por una visión normativa occidental patriarcal. Sin embargo, es un espacio muy libre y abierto, donde aquellos que nos sentimos diferentes podemos serlo. Puedo moverme sola de un lugar a otro sin miedo. Puedo irme de fiesta un fin de semana entero sin sentirme juzgada. Todos estos factores socio-geográficos modifican y condicionan a todos los cuerpos que conviven en esta ciudad.
Mi cuerpo se siente libre y eso se refleja en lo que creo. No digo que no era libre cuando vivía en Valparaíso, por el contrario: me movía como dueña del puerto, pero siempre tenía que estar alerta. Algo que, en una ciudad como Berlín, generalmente no es necesario. Creo que todavía no he dejado del todo de lado esa sensación, pero he ido aprendiendo a relajarme.
Creo también que el factor lingüístico modifica la corporalidad: el cuerpo cambia según la lengua que habla, en la medida en que se sienta más o menos libre en lo que se dice y se piensa. Comienzas a hablar alemán y lo hablas mal, ya que es un idioma complicado. Llevo dos años acá, entiendo y me comunico pero desde un lugar vulnerable, puesto que mi alemán es débil. Este problema con el lenguaje también modifica la corporalidad individual y colectiva, puesto que el idioma es el punto de entrada a la sociedad, y si no lo hablas o no lo intentas hablar, te comienzas a autosegregar.
Me parece urgente combatir esto. Para todo aquel que quiere mostrar su trabajo, llegar con su discurso y con su diferencia a esta sociedad tan diferente a la de nosotres, quiltres latinomericanes, es necesario camuflarse mediante el lenguaje y por consiguiente mediante el cuerpo en esta selva de gente blanca civilizada.
Nicol Rivera: Naive Porn.
¿Ha habido alguna diferencia en la recepción de estos temas entre Alemania y Chile? ¿Por qué?
Es difícil saberlo, porque aún no me enfrento al público alemán en general. Las personas que hasta el momento se han acercado a mi trabajo en Alemania son mis colegas del doctorado, mis amigues chilenos que viven acá y mis amigues alemanes. Me gustaría mostrar pronto una experiencia ante el público real: el público de sangre, huesos y carne que vibra.
Me parece que el público que convive en Berlín está siempre abierto a otras experiencias y gusta mucho de lo ajeno, lo desconocido, y especialmente de lo latinoamericano. El público en Chile, por lo menos en el que me movía y donde tejía mis relaciones, teníamos todes puntos de vista similares, disidentes y activistas; entre todes nos apoyábamos, compartíamos, veíamos y disfrutábamos de nuestros trabajos. El problema era, y es, que somos personas que vienen del mundo del arte: siempre era la comunidad de artistas la que se observaba a sí misma. En cambio en Alemania existe un interés del ciudadano común en ver arte. Existe una audiencia muy diversa que está formada por “gente normal”, y ese es, a mi parecer, el público ideal.
El arte tiene que ser visto por todos, no solo por el gremio. Esa es quizás una diferencia crucial.
¿Cuál es tu trabajo actual?
Actualmente trabajo en mi tesis de doctorado, la cual, al igual que la primera, es teórico-práctica; por lo tanto, estoy constantemente investigando y creando pequeñas obras individuales y colaborativas que abordan el posporno y el noise, juntos o separados. Estas obras forman parte del corpus de mi investigación.
Había planeado dos aristas para estas obras: una digital y otra presencial. Fue interesante que la primera, que se relaciona con las metaformances ya creadas, la estaba planeando antes de la pandemia, por lo cual no fue raro para mí realizar estas experiencias en cuarentena. Muy por el contrario: la pandemia otorgó un valor especial a estas, y una reconfiguración en mi mirada. Y hoy en día estoy tratando de profundizar más en lo sonoro, buscando diferentes formas mediante interfaces con las que perfeccionar y profesionalizar el devenir de lo sonoro en mi obra.
Nicol Rivera: Privater Salat.
¿La pandemia reinventó o afectó tu trabajo?
Totalmente. Como respondí anteriormente, justo estaba preparando una metaformance colaborativa para el festival Cyborgrrrrls, organizado por Corazón de Robota y sus secuaces en Ciudad de México. El festival tuvo que suspender sus actividades con público, pero la obra aún espera su realización. No obstante, como todos paralizaron sus actividades físico-presenciales, comenzaron a depositar su energía en los dispositivos tecnológicos, habitando por obligación el devenir cyborg que ya experimentaban en silencio, algunos de ellos sin saberlo. Esto facilitó las cosas para encontrar colegas que quisieran colaborar, lo cual se manifestó en la creación de Sexcena, Apfeldessert y Privater Salat, tres obras en torno al placer culinario en cuarentena. Así también, la creación del colectivo Niebla, gracias a la organización y gestión de Plataforma Bogotá, mediante el programa de Hacktividad.
La pandemia afectó mi trabajo para bien, puesto que me encontré en mi zona de confort. Para mí no representó un problema exponer mi vida y mis obras en la virtualidad, más bien ayudó a profundizarlas.
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