Si hay novela cubana, me pego al televisor

Con motivo del año que llevamos de Covid-19, Hypermedia Magazine ha despachado las siguientes preguntas a un amplio grupo de escritores cubanos:

1) ¿La pandemia ha modificado sus hábitos y/o métodos de escritura? ¿De qué modo?

2) ¿Han variado este año sus hábitos de lectura? ¿Ha leído más? ¿Ha leído menos?

3) ¿Cuáles han sido las lecturas (títulos, autores, plataformas) más reveladoras durante esta pandemia?

4) ¿La nueva situación global le ha inspirado algún proyecto literario?

5) Cuéntenos cómo es actualmente un día en su vida de escritor(a).

Compartimos con nuestros lectores los mensajes que retornan a nuestro buzón.




1. 

Sin dudas. La realidad toda ha sufrido un enorme desajuste y yo no he sido la excepción de tal corrimiento.

Puedo advertir una gran diferencia en mis hábitos y métodos de escrituras, desde el exacto momento en que la pandemia invade esta Isla y comienzan a perfilarse las políticas de aislamiento social. Lo tuve claro desde el inicio: sería un paro general. Ya no habría exposiciones, ni cualquier otro evento relacionado con el arte. Debía aplazar proyectos profesionales y dedicarme a repensar el modus operandi para no quedar al campo, inactivo, y en cambio, generar nuevas interacciones con/desde el arte.

Todo eso daba vueltas en mi cabeza, pero muy poco acabó sucediendo. Me costó trabajo adaptarme al encierro. Y es que soy en extremo urbano, mis rutinas vitales están ancladas a la calle, al movimiento. Y la calle comenzaba a desdibujarse. 

¿Sobre qué escribo ahora?, me preguntaba.

Los temas son inagotables, pero hay una motivación que emana de las exposiciones de arte, sobre la cual he ordenado buena parte de mis indagaciones estéticas.

Fui cayendo entonces en un stand by, el cual aproveché para acabar algunas lecturas pendientes.

El stand by duró más de lo que pensaba. Me sentía desaminado. No lograba articular nada decente. Decidí vacacionar.

Tengo un par de proyectos investigativos que no reviso desde hace no sé qué tiempo. Simplemente, no deseo hacerlo.

Este tiempo ha matado neuronas en mí. Me ha hecho vago. ¿O siempre lo fui?


2.

He leído bastante menos de lo normal. Por esto debe entenderse que la pantalla (Vice, Hypermedia Magazine y Rialta, sobre todo) le ha pateado el culo al librero. 

No paso de cinco libros en esta pandemia. He releído a medias alguno, pero eso no cuenta. 

Ahora que lo pienso: he leído nada. 


3.

Lo mejor, entre lo poco que he leído, es Sapiens de Yuval Noah Harari. ¿Se puede escribir mejor? Luego estaría Teoría de la retaguardia, de Iván de la Nuez.

Ambos, desde sus respectivos estilos, me confirman lo mal que escribo y lo mal que pienso. 

En cuanto a los medios más frecuentados serían Vice, Hypermedia Magazine, Rialta Magazine, El País, PlayGround y CNN. Me he vuelto adicto a la información. 


4. 

No. 

Las pocas ideas que he pensado en función de la literatura ya alguien las puso en práctica mucho mejor de lo que yo podría hacerlo. 

Quisiera, por ejemplo, haber sido el compilador y editor de Sopa de Wuhan. Imaginé ese libro bastante parecido a lo que es. 



Jorge Peré.


5.

Acto I.

Despierto poco después de las 7 de la mañana. Saco el auto de mi pareja del parqueo. Desayuno revisando la jornada nocturna de la NBA. Reviso luego el parte oficial de contagios en Cuba.

Acto II.

Edito los artículos del día para la revista donde trabajo. Salgo a hacer algunas compras. En ese recorrido me sorprende el mediodía. Ciertos días de la semana, imparto repasos de historia.


Acto III.

Me escribo por WhatsApp con los amigos, reviso sus estados, debatimos el tema de turno. 


Acto IV.

Me alegro la tarde jugando con la princesa de la casa. Aquí aprendo los mecanismos del lenguaje, cómo funcionan las palabras. Es como una clase informal de escritura.


Acto V.

Cenamos en familia. Si hay novela cubana, me pego al televisor. 


Acto VI.

Me quedo solo frente a la pantalla y el teclado. Comienzo a trabajar hasta que me dan las fuerzas o los deseos. Me voy a la cama y pongo alguna serie (ahora mismo revisito Esposas desesperadas) hasta que, sin darme cuenta, termino rendido.

No sé si sea esta la rutina que se espera de un escritor. Pero al menos es la mía.




Legna Rodríguez Iglesias

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Legna Rodríguez Iglesias

Durante el año 2020, el año de la pandemiay de la huelga de hambre, mis hábitos de escritura no se modificaron. Mi modo de escribir es siempre el mismo: aislarme, arrinconarme, contradecirme, escribir. La lógica de la escritura es ilógica e incumbe nada más que al escritor, es decir, a mí.