Descubrí que estaba entre cuatro paredes, que no había nadie más que yo. Entonces supe qué era el confinamiento.
Al principio fue difícil aceptar la realidad del encierro, sobre todo porque en este país todo se comporta como si fuera una gran ficción; pero con el paso de los días comenzó mi proceso de aceptación y aprendizaje.
El confinamiento ha significado un adiestramiento para una nueva realidad, nos ha cambiado muchas maneras de percibir y valorar, aunque temo que no todos sean lo suficiente capaces de percatarse de ello. Existen efectos secundarios como el cambio de horario, una especie de jet lag: las horas de sueño, los momentos de ocio, la mente que no para de pensar, o más tiempo en la red.
Muchas veces solo vemos el encierro, pero debemos valorar el tiempo con aquellos que habíamos perdido de vista o con los que no estábamos lo suficiente; el tiempo que podemos ofrecer para conocernos más, para mirarnos más hacia dentro y enfocarnos en metas.
Mi trabajo tiene una fuerte influencia del contexto, de mi realidad inmediata; sobre todo desarrollo gestos en los que utilizo mi cuerpo como principal componente. Para mí, el confinamiento ha venido a cambiar las plataformas, ha creado un nuevo espacio de presentación.
Es como percatarse de una realidad que siempre ha estado inmóvil y llena de propuestas; ahora mi cuarto y cada rincón se transforman en mi escenario, en mi taller y mi aula. La experiencia es mi único tutor.
Valoro mucho el papel de las redes sociales, donde encuentro nuevas vivencias y mayor alcance a un público menos elitista y atento al quehacer artístico. Una vez más, la producción de arte en Cuba demuestra la creatividad que impera ante la necesidad y la escasez; además, ahora tenemos más tiempo para investigar, una carencia de hace algún tiempo.
Fuera del entorno social he encontrado más preguntas y motivaciones precisas a metas y proyectos. Creo que es el momento idóneo para alimentar el espíritu y crear, intentar ver más allá del encierro un nuevo espacio, quizás más íntimo y cercano a quien realmente somos.
El futuro me parece bastante incierto; sin embargo no dejo de imaginar el restablecimiento de eso que llamamos cotidianidad: el mundo de las artes, las visitas a galerías y museos. Quiero pensar en un futuro en el que escuchemos el reclamo de la naturaleza, en el que seamos más conscientes del daño que hacemos como especie.
Vale la pena que nos veamos cada vez menos diferentes, y que movamos más cosas dentro de cada uno de nosotros.
Galería
Cuando estás inmóvil – Shaquille Renom.
Screenshots
Monté mi estudio improvisado en la mesa del comedor y he estado trabajando en una serie de acuarelas basadas en mi investigación sobre cultura material.