No considero tan negativo el aislamiento social, porque para mí el acto de crear es en buena medida un proceso de inmersión, de búsqueda en nuestro interior. Me refiero al tiempo que requerimos para la observación, para discernir sentimientos y pensamientos, y valorar nuestras intuiciones. Es un proceso que sucede de formas inimaginables, pero lo común a todos los artistas es que, al final, esa reflexión, y la obra que surge de ella, es un proceso solitario.
En mi caso, me encanta disfrutar la vida, mi familia, mis amigos; pero si me encuentro en pleno proceso de “concebir la obra”, incluso cuando estoy en eventos públicos, a pesar de mi presencia física, mi mente continúa trabajando en la idea: lo que equivale, literalmente, al aislamiento que vivimos por estos días.
Hay momentos en la vida que comparo con el instante en que logras subir una montaña. Así se comportan los acontecimientos, y dentro de ellos las relaciones personales y profesionales. Las circunstancias suelen tener sus altas y sus bajas, pero entre elevaciones y pendientes aparecen mesetas para descansar y reflexionar.
En la cima de esa montaña (como ante todo reto superado) experimentas una sensación inexplicable, sublime y a la vez neutral, porque venciste el obstáculo; también te percatas de que el verdadero goce está en el camino. Tal es la naturaleza del ser humano, que en el caso de los artistas conduce a cierta visión transgresora que nos permite domesticar la furia de la realidad.
Por eso, una y otra vez, volvemos siempre al sendero en busca de un nuevo reto, al espacio privado, a la soledad. Momentos como los actuales son, precisamente, los que me hacen pensar en esa montaña.
En este tiempo de sacudida mundial, Internet se reafirma como plataforma global de comunicación para exponer nuestros proyectos y obras, establecer intercambios y adquirir conocimientos. La necesaria adaptación nos lleva al aprovechamiento oportuno e inteligente de estos recursos de nuestro tiempo. Como todo, tiene ventajas y desventajas: a la difusión masiva se contrapone precisamente su carácter virtual, lo cual impide el contacto directo con las obras, así como la interrelación con sus creadores y el público.
En el caso de mis obras, hay algunas que realizo completamente en solitario, pero otras, como las instalaciones o las esculturas públicas, requieren un equipo de trabajo.
En estas producciones estoy en contacto con muchas personas. Son obras que requieren de un gran esfuerzo físico y mental, durante el cual tienes que trabajar incansablemente para sensibilizar a un grupo de personas a seguir tu idea. El proceso es complejo, pues implica lograr el liderazgo sobre una base abierta y respetuosa, en armonía tal que al final todos sientan la obra como suya. Esto trae a mi vida una dosis de adrenalina, un soplo de aire fresco cargado de energía: ver materializada la idea, que alguna vez fue un dibujo, en una realización conseguida desde la cooperación deferente. La obra ya hecha traslada el tiempo de reflexión en soledad al espacio público, donde finalmente enfrentará miles de miradas e interpretaciones diferentes.
En mi proceso de creación siempre han ocupado espacio obras de diversos formatos y soportes. Me gusta proyectar mi trabajo partiendo de una base conceptual a través de diversos medios, dimensiones y materiales que alimentan mi espíritu para explorar otros caminos.
Me encanta la variedad; no me gusta el encasillamiento de la creación artística ni que se repitan las mismas fórmulas. Creo más bien en los distintos períodos de la creación, influidos por el contexto, las circunstancias y los distintos estados de ánimo que experimentamos.
A pesar de la circunstancia que estamos viviendo, me siento motivada y convencida de que los proyectos en los que actualmente trabajo pronto verán la luz. Creo que todo en la vida puede dejarnos una enseñanza, y la situación actual no será la excepción.
Esta crisis pasará, habrá dejado miles de historias y grandes cambios para la humanidad —también en la forma en que concebimos y producimos el arte— pero es solo una pausa para el impulso; el descanso productivo y la reflexión antes de volver a empezar.
Galería
Espíritu – Lianet Martínez Pino.
Confinamiento 20.20
¿Volverá algún día todo a la normalidad? ¿Volveremos a socializar? Los hijos preguntan consternados. ¿Qué les depara el destino? ¿Tendrán que vivir enmascarados?¿Cómo se enamorarán? ¿Cómo conquistar la vida si todo es a distancia?