El coronavirus será recordado como una de las pandemias más mortales que haya azotado al mundo en la era moderna, y por tanto las prioridades se han volcado a la salvación de vidas, mediante los respectivos paquetes de medidas preventivas y terapéuticas.
Las consecuencias económicas y sociales han sido devastadoras en un planeta globalizado y convulso debido a las guerras, la sequía y a los desastres naturales, entre otros fenómenos que mantienen en la pobreza a millones de personas.
Cuba es uno de esos escenarios donde el virus ha provocado estragos, no solo en el ámbito de la salud, sino también en la economía, afectada de antemano por la mala planificación, las corruptelas, la permanencia de los procesos inflacionarios, la paulatina reducción de puestos de trabajos y el prolongado periodo de confinamiento.
Vale destacar la labor de los trabajadores de la salud y de otros sectores que prestan sus servicios en aras de salvar vidas y para cubrir, en lo posible, el suministro de productos esenciales para el pueblo. Sin embargo, todo no es color de rosa.
Al menos 500 trabajadores de la red hospitalaria quedaron expuestos al virus, especialmente los trabajadores de cinco centros médicos no preparados para atender a personas con COVID-19, y donde hubo cadenas de contagios que afectaron a pacientes y familiares. Por otro lado, varias decenas de personas, empleadas en centros comerciales, en La Habana, también fueron contagiados por la falta de medios de protección.
Asimismo, no se garantizó la ayuda económica a los trabajadores por cuenta propia, quienes pagan elevadas tasas impositivas.
Somos testigos de la situación desesperada que enfrentan muchos de quienes se desempeñan en esta área, debido al abandono gubernamental y a no poder, en esta primera fase, reinstalar sus negocios.
El régimen debe concederles una protección económica urgente. Una vez más, denunciamos el rechazo de la élite de poder a cooperar con los sindicatos independientes, la falta de transparencia de los informes oficiales sobre la pandemia y los sistemáticos abusos en materia sindical y laboral.
Es muy lamentable que las autoridades se vanaglorien de encarcelar durante este período a centenares de sus conciudadanos, especialmente a cuentapropistas, a quienes les han allanado sus negocios e incautado sus propiedades, bajo supuestas figuras delictivas.
Con la llegada de la pandemia a la Isla se han acrecentado las desigualdades sociales, generando irritación y falta de confianza en el gobierno.
A partir de este clima de tensiones, los riesgos de que ocurran disturbios crecen inexorablemente.
Además del aumento del racismo.
De acuerdo con informes independientes, más del 70 % de los detenidos son afrocubanos, y un joven de la raza negra fue asesinado de un tiro por la espalda, a manos de un policía blanco, el pasado 24 de junio.
El régimen no podrá salir de esta crisis a menos que estimule la reapertura de los negocios particulares, descentralice los medios de producción, reduzca los impuestos y retome el sendero de la democracia mediante la legitimación constitucional de un Estado de Derecho.
Iván Hernández Carrillo es Secretario General de la Asociación Sindical Independiente de Cuba (ASIC).
Cuban Dissident Factory
Cuba solo tiene un ramo económico productivo: fabricar disidentes. Más de sesenta años etiquetando personas desafectas a cualquier cosa. Entiéndase que “cosa” tiene un valor que tiende a infinito.