Vacaciones forzadas

Nunca pensé estar tanto tiempo confinado en casa

Más de 80 días sin poder ingresar un dólar al presupuesto del hogar fue un verdadero reto para mí y para mi familia; un reto que solo fue posible sortear gracias a la ayuda de amistades.

Trabajar como odontólogo para el sector privado me puso en la lista de profesiones de alto riesgo de contagio a la COVID-19, y toda actividad odontológica fue suspendida. Mis ahorros solo alcanzaron inicialmente para la alimentación, y me vi en la obligación de “congelar” pagos de utilidades y otros, porque la prioridad era comer y llegar con vida al final de esta pandemia.

Ecuador, país donde resido desde hace casi siete años, ha sentido los estragos del nuevo coronavirus, en especial en la ciudad de Guayaquil, donde se vivieron momentos desesperantes. Sin embargo, la preocupación no era por lo que me pudiera pasar a mí en Quito, sino más bien por lo que la COVID-19 pudiera provocar en Cuba, donde tengo a toda mi familia. 

Mi gran temor era, y sigue siendo, que las carencias de medios de aseos y de alimentos, sin contar las precarias condiciones estructurales y de sanidad en las diferentes instalaciones de salud, pudieran acentuar las consecuencias de esta pandemia.

En medio de todo el estrés, de la preocupación constante hacia mis seres queridos, de tener que calmar a mi familia y amistades de Cuba —que no paraban de darme orientaciones de cuidados para evitar contagiarme—, y de todo el desastre ocasionado a nivel mundial, este tiempo ha sido de mucho trabajo como activista

El trabajo en las redes sociales para crear conciencia sobre la explotación laboral en Cuba y fuera de la isla, a manos del Estado cubano, se intensificó durante este tiempo de “vacaciones forzadas”.

He continuado denunciando el castigo ilegal del gobierno cubano a los profesionales cubanos, condenados a ocho años de separación familiar; así como el trabajo esclavista en las misiones médicas. Además, he asumido nuestra cuenta en Twitter como parte de un proceso de reestructuración interna en NoSomosDesertores encaminado a una mejor distribución de contenidos online.

También he contribuido a establecer conexión con medios de prensa que nos han contactado desde países como Suiza (Tribune de Genéve y 24heures, en Edipresse Group) y Colombia (BluRadio Colombia). He seguido con interés todo lo que concierne a nuestra lucha en la opinión pública, que ha logrado replicar nuestros reclamos desde diferentes perspectivas. Y en este sentido, debo destacar las medidas que está tomando la administración Trump para erradicar la esclavitud moderna a la que el gobierno cubano somete a sus sanitarios.

Al mismo tiempo, y en lo que concierne a mi profesión, me di a la tarea de actualizarme en cuanto a nuevas técnicas y participar en conferencias de expertos vía Zoom. 

En resumen: esta cuarentena ha traído nuevas formas de intercambio tanto con mis colegas de otras latitudes como dentro del activismo por los derechos humanos en Cuba.




Oídos que no juzgan - Kirenia Yalit Núñez Pérez

Oídos que no juzgan

Kirenia Yalit Núñez Pérez

No ha existido un día desde que comenzó la cuarentena en que no se hayan denunciado actos de hostigamiento. Es cuando se empieza a ver la efectividad de habernos reinventado: las redes sociales se han convertido en el campo de batalla más inmediato.