Escenarios posteriores a las elecciones: certezas y cautela

Ante las elecciones de Estados Unidos, y sus consecuencias para Cuba, me impone cautela la incertidumbre acerca de cuál sería el resultado de la política de uno u otro ganador.

Sé (tanto como se puede saber algo del porvenir) que si gana Donald Trump, el régimen de sanciones contra el castrismo se mantendrá. Es necesario que tales sanciones se evalúen también por sus consecuencias en la población.

Mi aprecio por las sanciones no es la consecuencia natural de un posicionamiento ideológico, sino que viene de la constatación del cauce (contrario al interés nacional) que pretendió darle el gobierno cubano a la mano tendida por Barack Obama.

Las relaciones diplomáticas promovidas por Obama le tendían una alfombra a la continuación de las tímidas reformas raulistas. Fue un paso plausible y lleno de buena fe, al menos como enunciado. Lo sorprendente es que el 17 de diciembre de 2014 se puede señalar como la fecha del restablecimiento de las relaciones diplomáticas y, al mismo tiempo, de la cancelación de todo ímpetu renovador.

Tanto para los que preveían la vigorización del trabajo privado, como para los que aspirábamos a una reforma política audaz, los años siguientes solo supusieron frenos y aprobación de libretos sin consecuencias prácticas.

Para la oposición y los defensores de derechos humanos, el aumento de los presos políticos ha sido la expresión más bárbara del agravamiento represivo, el cual se ha manifestado también en el acoso a activistas y a sus familiares, el aumento de las prohibiciones de salida del país, y la imposición de multas insalvables para ingresos miserables.

Todo esto se ha intensificado en una escala inédita durante los últimos años de la hegemonía raulista, que en mi opinión no ha terminado.

Frente a semejante escenario, el paso atrás dado por Donald Trump parece más la consecuencia de una pésima gestión del acercamiento entre ambos países por parte del castrismo, que el resultado de dos posiciones encontradas, partidistas, en Estados Unidos.

La elección de Joe Biden supondría un enfoque distinto: la relajación de las sanciones. El peligro no lo veo en la determinación de Biden, sino en la prominencia que puedan ganar los grupos de influencia, deseosos de obtener réditos comerciales de una población exhausta por la miseria y la falta de derechos.

En cuanto haya falta de determinación respecto del modo de tratar a la dictadura, veremos una pérdida del alcance que ha conseguido la oposición cubana, con el apoyo de los Estados Unidos, en la denuncia de la explotación de los médicos, la represión comunista y la intervención en regímenes afines, principalmente el de Venezuela.

No veo ninguna razón para que se restablezca el acercamiento entre ambos gobiernos. La aproximación de Barack Obama tuvo como antecedente la reforma más importante acometida por el castrismo en varias décadas. Pero la falta de determinación actual para emprender alguna reforma, frente al hambre y la crisis de medicamentos, exhibe una escandalosa semejanza con las gestiones irresponsables que de crisis anteriores hizo el comunismo.




Trump: una propuesta ideológica menos peligrosa - Alina B. López Hernández

Trump: una propuesta ideológica menos peligrosa

Alina B. López Hernández

Trump, ideológicamente, es una propuesta menos dañinaCubadebate publicó hace poco un artículo que clasifica dos vías de subversión: “la estrategia Trump” y “la estrategia Obama”; la segunda es considerada la más peligrosa. En algo lleva razón: cuando las faltas ajenas son menores, las nuestras resaltan.