Las elecciones presidenciales de noviembre 2020 presentan alternativas extremadamente diferentes para Cuba. Trump y Biden no pueden ser dos candidatos más opuestos, no solo en personalidad sino también en cuanto a sus inclinaciones políticas y sus aliados y consejeros.
Si Trump fuera reelecto su política en relación con Cuba sería aún más radicalmente agresiva de lo que ha sido durante su primer término. Su administración se llevaría de manera más extrema por las opiniones de Marco Rubio y Ted Cruz, ya que Trump mismo, como es obvio, no tiene un principio claro de la situación cubana debido a su falta de conocimiento de política internacional e historia regional y menos mundial.
Creo que, si en algún momento, Trump considerara conveniente para sus intereses personales hacer incursiones militares contra el régimen cubano, lo haría sin muchas consideraciones de las posibles consecuencias secundarias, pero me inclino a pensar que el énfasis de su política hacia Cuba iría encaminado a estrangular al extremo la economía de Cuba, el turismo, las relaciones económicas y políticas de la Isla con otros países, etc. En este caso importaría la posición de Rusia en su relación con Cuba, Venezuela y Nicaragua, ya que debido a la gran influencia que Putin ejerce sobre Trump, la política rusa supondría algún freno a cualquier atentado demasiado extremo por parte de los Estados Unidos contra Cuba, Venezuela y/o Nicaragua.
Si saliera elegido Biden y Trump se viera forzado a salir del poder (lo primero no implica necesariamente lo segundo), la política de Estados Unidos hacia Cuba sería básicamente una continuación de la de Obama (predigo que Susan Rice sería la secretaria de Estado de Biden). Se restablecerían las relaciones diplomáticas entre los dos países, y según se desarrollara la situación bilateral y mundial, las relaciones económicas podrían progresar paulatinamente.
Esto no quiere decir que la política estadounidense hacia Cuba se transformaría en algo totalmente positivo, ya que la política interna de los Estados Unidos no permitiría ir muy rápido en ese sentido. Sería un proceso despacioso y no carente de obstáculos predecibles e impredecibles.
La estabilidad del sistema gubernamental en Cuba tampoco es predecible. Su situación presente y en un futuro cercano es realmente precaria aun si Biden/Harris ocuparan el gobierno de los Estados Unidos a partir del 20 de enero del 2021.
Considero, sin embargo, que existe una tercera posibilidad además de la de Trump y Biden. Me parece muy posible que Trump se niegue a salir de la presidencia aun si Biden fuera elegido legalmente. De ser así, las consecuencias podrían ser inmensas, realmente atroces, no solamente en relación con Cuba sino también con el mundo.
Trump ya está dando un coup dʼétat en cámara lenta. ¿Qué poder institucional podría forzarlo a dejar el poder en caso de que perdiera las elecciones? No estoy seguro de la respuesta a tal pregunta.
Escenarios posteriores a las elecciones: certezas y cautela
Si gana Donald Trump, el régimen de sanciones contra el castrismo se mantendrá. Mi aprecio por las sanciones no es la consecuencia de un posicionamiento ideológico, sino que viene de la constatación del cauce (contrario al interés nacional) que pretendió darle el gobierno cubano a la mano tendida por Barack Obama.