No más caca de unicornio

¿Acaso se podrá escuchar la canción Patria y Vida en algún espacio de la Bienal

¿Se hablará de los 90 días en los que el artista Hamlet Lavastida amaneció en Villa Marista sin ser dueño de su destino? ¿Se cuestionará su destierro o “exportación estatal” a Polonia? Él y la poeta Katherine Bisquet fueron expulsados  como si fuesen un medio básico en desuso. 

¿Y qué hay de los cientos de presos tras las protestas del 11 de julio, del 27N y de los miembros de su colectivo asediadospor más de medio año en prisión domiciliaria? 

¿El magma de lo que fue el movimiento cultural y activista San Isidro estará presente de alguna forma durante la Bienal? 

¿Qué hay del encarcelamiento de Maykel Osorbo, del acoso constante de la policía política a Tania Bruguera? 

¿Qué bienal de arte del mundo le daría la espalda a Luis Manuel Otero Alcántara ahora cuando más necesita de su apoyo? 

Este será uno de esos eventos donde se hablará bajito, entrecortado, en el telegrafeo constante entre gente que no dice lo que piensa por miedo a las represalias. Estamos ante una Bienal secuestrada por el gobierno cubano. Un evento internacional que será legitimado por artistas y obras que, a cambio de estar a la vista del mundo, ofrecerán una cuota de libertad a cambio de silencio.

Soy del criterio que los artistas deben ser libres, es por ello que creo que hacemos arte, porque es en ese terreno fértil y libre donde se pueden derribar los mitos y reconstruir los países. Solo cuando se crea en libertad, uno siente que lo está haciendo al bate, sin strikes y con las bases llenas, que se es artista a lo Yulieski Gourriel. 

En esta Bienal de La Habana los artistas no tienen cómo anotar las carreras porque no hay home, esa es la obra del Gobierno, secuestrarle el home al arte. Mientras la política sea primitiva contra el que piensa diferente, no habrá carreras limpias para el arte. Las carreras todas se las anotará el Gobierno. Llevamos muchas décadas con el home secuestrado. 

La libertad de expresión, los derechos del arte, son materiales o pigmentos en desuso para el gobierno cubano. Decir no a la Bienal de La Habana es negarse a hacer, producir y mostrar arte empercudido; es decir, no a que utilicen tanto al arte como a los artistas como elenco de una experiencia dramatizada para confundidos nostálgicos del mito de la Revolución cubana. En Cuba, desde hace muchos años, el unicornio azul anda suelto defecando sobre las vidas de las cubanas, los cubanos y hasta la fauna marina. Si sumergimos el arte bajo el agua se hundirá el espíritu. 

No más caca de unicornio.



Sin título. Acrílico sobre lienzo.
Carlos Quintela, 2021.




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Algo vivo dentro de algo muerto

Nelson Jalil

La Bienal es un pequeño parche, un circo de gradas vacías donde pretenden que abunden los payasos dóciles y los malabaristas astutos.