Luis Manuel Otero Alcántara: un reporte personal

¿Quién es Luis Manuel Otero Alcántara? ¿Artistadisidente, payaso, genio rebelde, provocador, seductor, arriesgado, desequilibrado? ¿Sus acciones son consideradas “arte”?

Yo digo que es un ser humano consecuente con su realidad, y que desde el arte intenta transformarla. Una especie de catalizador en una sociedad zombi que habita en una ficción construida por el autoritarismo.

Pienso en Luisma y me pregunto una y otra vez: ¿Hasta cuándo permitiremos que se manipule la vida de otro ser humano? ¿Hasta cuándo viviremos acostumbrados a voltear la cara ante el maltrato y la injusticia?

Yo me acerqué a Luisma seducida por su espíritu rebelde, por esa visión del futuro que muchos somos incapaces de entender, pero sobre todo por su arte: las esculturas, dibujos y performances que construye de la nada. 

Su obra no puede responder a otra cosa que a su realidad: el polvo de San Isidro, el sudor de la gente que habita las calles habaneras mezclado con una pizca del mejor vino francés y la lluvia de Londres. 

“Inaugura la XIII Bienal de La Habana y Luis Manuel Otero Alcántara continúa detenido… ¿Dónde está el respeto a los artistas independientes y a la libertad de expresión? ¡Arte libre ya! y seguridad para todos. Este fue el primer post que compartí en Facebook después de su arresto en 2019.

Una publicación cargada de adrenalina e impotencia, motivada por una desesperación desconocida hasta el momento para mí. 

Mi relación personal con Luis Manuel Otero comenzaba a despertar la atención de las personas que me conocían, para las cuales su trabajo como artista resultaba tabú. El hecho de que yo (en aquel entonces especialista principal de Factoría Habana) asumiera de manera pública una postura crítica, constituía para muchos un asunto delicado. 

En ese momento comenzaron a sucederse una serie de inquietudes y cuestionamientos por parte de la Seguridad del Estado, y por supuesto de mis jefes. Así me iniciaba, pensando en Khalil Gibrán, en “el camino hacia el océano…”.

Hoy miro hacia atrás y pienso que aquel post era insignificante. ¿Para qué tanto alboroto por una simple frase?

Releo mis publicaciones. Percibo la sutileza con que ha aumentando mi intensidad crítica y reconozco la evolución del compromiso. Un compromiso que ha traspasado los límites de lo personal y que, como me ha dicho Luisma en varias ocasiones, ayuda sobre todo a encontrarme conmigo misma. 

Y he aquí un punto crucial a la hora de entender ese primer momento de implicación: la necesidad de construirnos como seres individuales, con valores propios, creadores de cierta independencia respecto a lo que creemos que somos y lo que otros quieren que seamos.

Otro aspecto importante ha sido la pérdida del miedo a decir lo que pienso, esa necesidad que no se puede contener una vez que cruzas la línea roja. Y es que la libertad es un proceso que se construye en el día a día

El artista y la obra

Ya no hay que demostrar que Luis Manuel Otero Alcántara es uno de los artistas más significativos del arte cubano en la última década. Sus obras no solo desplazan los límites de un sistema social y político exánime, sino que generan estructuras de pensamiento que nos hacen evolucionar, repensarnos como individuos y tener esperanza en el cambio.

Cuando comenzó la serie Se USA, en abril de 2019, el gobierno inició una oleada de represión contra él y los miembros del Movimiento San Isidro. Se USA consistió en una serie de acciones artísticas —Carrera Daniel LLorente, ¿Qué la patria os contempla orgullosa?Réquiem por la patria y Le drapeau— que cuestionaban las definiciones políticas de nación e identidad a través de los símbolos patrios y pusieron al descubierto las coacciones sobre el uso democrático del espacio público, las grietas del nacionalismo y el ansia de anexionismo que en ocasiones este conlleva.

Carrera Daniel Llorente rendía homenaje a quien fuera reprimido y arrestado por salir con una bandera estadounidense y un pulóver con la bandera cubana al comenzar el acto oficial por el Primero de Mayo, en 2017. La obra de Luis Manuel tuvo lugar en el Barrio de San Isidro el 11 de abril de 2019, en vísperas de la XIII Bienal de La Habana, y consistió en una competencia donde los participantes corrían la misma distancia que pudo correr Daniel Llorente: 66 metros, usando cada uno un pulóver similar, con la bandera cubana impresa, y ondeando la bandera estadounidense.

¿Qué la patria os contempla orgullosa? proponía el sacrificio de sostener la bandera cubana en un ángulo de 90 grados durante un período de 24 horas. La acción se realizó con la colaboración de voluntarios, que se iban relevando según la resistencia física de cada uno. La obra cuestionaba la funcionalidad de cargar, de sostener, como sociedad, el peso de los símbolos en momentos de crisis.

Porque Luis Manuel Otero vuelve la mirada hacia nosotros como nación, hacia nuestra búsqueda del significado del sacrificio como constante imaginaria. ¿Hasta qué punto hemos perdido la conciencia respecto a nuestros propios símbolos? ¿Por qué preguntarnos qué es la patria? ¿Por qué pensar en la inmovilidad y el distanciamiento de la sociedad cubana?

Requiém por la patria consistió en rogar por el “alma” de la patria a partir de las tradiciones religiosas afrocubanas. La ceremonia se centró en rememorar el sentimiento patriótico ausente en nuestra sociedad, deteriorado a causa del extremismo nacionalista. 

Una ceremonia para recordar que la patria está en decadencia, para alejar la exigencia constante del sacrificio vano y los distanciamientos sociales que provoca. Una especie de “limpieza” del camino para lo que vendrá, donde se bendice a los vivos y a los muertos, a los de adentro y a los de afuera. 

Le drapeau, un performance en el que el artista cubría sus hombros con la bandera cubana por el período de un mes, cerró la serie de acciones Se USA. Una vez más, Luis Manuel Otero llamaba la atención sobre la utilización y representación social de los símbolos patrios, intentando exorcizar la inercia de la gente desde lo individual, potenciando el autorreconocimiento ante lo político.

A través del challenge #LaBanderaEsDeTodos, Le drapeau se extiendió más allá de las fronteras convirtiéndose en un reto viral. La acción artística devino campaña de protesta ante las detenciones arbitrarias a las que era sometido el artista.

Mediante el gesto de tomarse una fotografía con la bandera cubana y subirla a las redes, esta podía ser de todos y de nadie a la vez. #LaBanderaEsDeTodos se asumía como una postura respecto al valor del símbolo nacional, generando a través del arte una plataforma de incidencia social con una estructura de pensamiento específica. 

#LaBanderaEsDeTodos se convertía así en un reclamo unificador para todos los cubanos: los de adentro y los de afuera de la isla. Más allá de los cuestionamientos al autoritarismo, #LaBanderaEsDeTodos evidenció el honor, el respeto y la admiración de los cubanos por su patria y por el símbolo.

Por otro lado, dichas acciones artísticas cuestionaban abiertamente la nueva Ley de Símbolos Patrios, que limita el uso de los mismos por parte los ciudadanos, estableciendo tipos de control y de respeto políticos —más que cívicos— hacia ellos. 

Pese a los intentos de descrédito, estas acciones de Luis Manuel Otero no violaron los artículos de esta ley. Y la sanción para este tipo de transgresiones es —siempre después de una advertencia— una multa de no más de 200 pesos. Sin embargo, las autoridades le han abierto un expediente al artista, le impusieron una medida cautelar y lo mantienen en la incertidumbre de un posible juicio.

Se USA demostró que los cubanos aman a su patria; incluso esa patria de la que muchos han escapado, pero que aún defienden en la distancia. El nacionalismo cubano impuesto por el socialismo, ha dejado una grieta en esa patria; una grieta que, a pesar de las diferencias de criterios, es inevitable que nos conecte a todos. Sea cual sea su forma de pensar, a los cubanos los une el orgullo y el sentido de pertenencia por una tierra que es de todos y que antecede el proceso revolucionario de 1959.

Para mi generación, la nacida en los años 90 y crecida entre la necesidad, el hambre, la frustración, y el deseo de migrarLe drapeau compone el sentimiento de un orgullo. Una vez más, se hizo evidente el alcance y la fuerza del arte para generar conexiones sociales que pueden llegar a ser indisolubles

La serie Se USA confirmó la intolerancia de las autoridades cubanas para con el arte. Más allá del valor artístico de sus acciones, resulta humillante la manera arbitaria y carente de sustento legal con la que el artista fue detenido por la policía política. No bastó el acoso y la vigilancia —llamadas, advertencias, citaciones, seguimiento, intervención de teléfonos—: también se hizo necesario privarlo de su libertad. 

Luis Manuel Otero utiliza el arte como herramienta de cambio: por eso sus obras resultan provocaciones, porque donde se ponen las dudas, se revelan las verdades. Yo lo vi caminar por las calles de La Habana con la bandera sobre los hombros mientras la gente le gritaba; yo lo seguía con orgullo. Inevitablemente recordé su performance Miss Bienal, y recordé ¿Dónde está Mella?

Luisma coquetea, se impone y, sobre todo, marca el camino.

El ser humano

Las constantes detenciones policiales parecen formar parte de los gestos artísticos. Ya lo decía Luis Manuel en una entrevista: “juegan con la libertad del individuo”. Sin embargo, no debe tomarse a la ligera el hecho de dormir en un calabozo, la vergüenza ante los seres queridos, la tensión…

En estas acciones no se percibe agresión alguna, tampoco lo que podría calificarse de “falta de respeto”; se trata simplemente del compromiso de un artista con su realidad, un artista comprometido, como pocos, con su patria. Estar tras las rejas no es una forma de alcanzar reconocimiento: es dolor, preocupación, impotencia, sentimiento de injusticia.

Deberíamos plantearnos ya la necesidad de exigir que cesen las detenciones arbitrarias, de Luisma o de cualquier individuo. Todo el tiempo me pregunto por qué suceden este tipo de cosas, y hasta cuándo van a suceder. Aunque continúo sin entender, he aprendido a reaccionar, a romper la inercia que caracteriza a la sociedad cubana. 

El arte independiente en Cuba se está haciendo notar. ¿Por qué tantas detenciones y tanta represión sobre el arte independiente? ¿Por qué esta estrategia gubernamental de banalizar las detenciones arbitrarias convirtiéndolas en una práctica común? 

Alguien comentaba en uno mis posts a raíz de una de las detenciones de Luis Manuel: “Siempre los mismos”. Y es que realmente siempre son los mismos: artistas, periodistas, escritores, personas que piensan y tienen el valor de expresar abiertamente sus criterios políticos.

Es lamentable la falta de sensibilidad con que se asumen estos hechos. Se sabe que la precariedad trae consigo la pérdida de valores. En la Cuba actual, donde esta pérdida de valores es cada vez más intensa, se pierde también el más básico instinto de solidaridad ante el dolor del otro. Se escuchan incluso sentencias como “Él se lo buscó”, acompañadas de burla y hasta de regocijo.

En una ocasión el poeta Amaury Pachecho fue golpeado. ¿Acaso es motivo de burla que sus cuatro hijos hayan visto las secuelas de las lesiones? ¿Es motivo de regocijo que la familia de Luis Manuel Otero tenga que acostumbrarse a que lo golpeen, lo encarcelen y lo hagan pasar hambre? ¿Por qué la madre de Michel Matos tiene que resignarse a que su hijo sea sometido a dormir en un calabozo? 

El chiste de estas realidades se me escapa. Puede que tenga mal sentido del humor. No puedo reírme porque admiro la labor de estos amigos, intelectuales con los que aprendo a diario y no solo de arte, política u otros temas, sino también de calidad humana, algo que, repito, se extingue definitivamente en nuestra sociedad.

Con motivo de las celebraciones por los 500 años de La Habana y la presencia de las personalidades que por aquellos días visitaban Cuba, Luis Manuel fue conducido a la estación de policía de 7ma. y 62, en el Municipio Playa, y acusado de “desorden público”. El supuesto delito era una construcción que respondía a la necesidad de tenerlo controlado. A propósito de esto escribí en mi muro de Facebook:

“La Habana celebra sus 500 años. Imagino las calles abarrotadas de gente y miles de cubanos viendo desde lejos un espectáculo vacío. Siento ese aire frío que llevo esperando tanto tiempo, y la lluvia… Se congelan mis manos y pienso en Luisma, en el frío y la humedad de ese calabozo. Dios quiera que estos atropellos no dañen el cuerpo de este ser humano. Rezo porque en algún momento podamos salir a la calle sin el estrés diario, sin el temor a desaparecer. Recuerdo su intervención en el encuentro sobre arte independiente que tuvo lugar en Artista x Artista, su preocupación por nuestra responsabilidad para con el arte, su sonrisa y energía a pesar de los días que vivió en ese infierno, su apoyo, pues justo me acompañaba al hospital antes de que sucediera todo esto. Pido a Dios le dé muchas fuerzas para seguir, porque estoy segura de que seguirá adelante, y que más allá del cansancio continuará creando, moviendo los límites de nuestra realidad. A esos que intentan cansarlo les digo: es en vano. Cada arresto lo hace más fuerte, a él y a todos los que sienten la ira y la impotencia ante tales injusticias”.

Recuerdo también cuando nos expulsaron del lugar donde vivíamos. Luis Manuel me acompañaba para que yo no dejara sola a mi abuela de 80 años; vivíamos juntas en un alquiler porque no tenemos casa, pero la dueña no quería verlo ni un segundo más bajo su techo por temor a buscarse un problema debido a los constantes arrestos. 

La institución cultural y las fuerzas represivas se están encargando de desacreditarlo como persona y como artista, en todas las circunstancias. Lo mismo le ha sucedido varias veces a la poeta Katherine Bisquet

¿A qué le teme la gente en Cuba? ¿Al hambre, a la necesidad? No, la gente teme perder una forma de vida sumergida en la precariedad del oportunismo. 

Disentir, exigir libertad, abogar por una Cuba más digna para todos, no es un delito. Ser disidente no te convierte en un delincuente. El sentido peyorativo sobre la palabra disidente es una construcción que intenta deshacer el alcance de la expresión intelectual.

¿Hasta cuándo las detenciones durante 72 horas sin dar explicaciones y sin consecuencias? ¿Hay una intención preconcebida de normalizar este tipo de situaciones? 

Pienso que sí: el objetivo del régimen es “acostumbrarnos” hasta hacernos ver a la víctima como un objeto de bajo costo. La estrategia de desgaste que el poder aplica sobre Luis Manuel y otros, intenta convertir la represión en una rutina cuya repetición los quiebre a ellos y quiebre a los allegados, a los familiares. Es una estrategia de manipulación.

Vivimos en una ficción donde nos construyen cada segundo de vida, somos parte de El Show de Truman. Tal como explica Luis Manuel con relación a sus últimas obras: somos víctimas dentro de la ficción que crea el totalitarismo, todo es una construcción porque el poder no radica en nosotros mismos. El objetivo del Estado es doblegar, cansar, eliminar el espíritu creativo, la convicción, condicionar el arte.

Detrás de estas represiones está el intento de desviar la atención hacia otro lado, para que no se expanda la capacidad que tienen los procesos creativos de generar y activar estructuras de pensamiento capaces de remover la apatía y el miedo a lo diferente. 

Soy testigo, sin embargo, de que ante cada detención arbitraria Luis Manuel Otero genera ideas más frescas. El arte trasciende las censuras, los encarcelamientos, las condenas falsas o cualquier otra restricción o castigo. 

La libertad la definimos nosotros mismos, desde nuestra individualidad. Nada ni nadie nos debe imponer lo que somos, lo que debemos pensar o creer.




Luis Manuel Otero Alcántara

En Cuba las artes visuales tienen una confabulación morbosa con el Gobierno

Ladislao Aguado

Luis Manuel Otero Alcántara: “El arte existe más allá del Estado. Es por eso que el gobierno le teme tanto y quiere controlarlo”.