Riera Studio es un espacio artístico en La Habana dirigido por Samuel Riera y Derbis Campos. Como artista, profesor de arte y desarrollador de proyectos el primero; como fotógrafo y científico el segundo, logran una perspectiva transdisciplinar que confluye alrededor de un mismo vínculo entre arte y sociedad.
Juntos, han intervenido espacios privados y públicos: casas, bodegas, escuelas, vecindarios. También han incorporado en sus iniciativas a niños, vecinos, amigos y colegas, por lo que puede decirse que su trabajo se decanta por un impacto social en el terreno más inmediato del individuo.
La labor de Riera Studio es continua, comprometida, en conjunción con la realidad circundante, lo que le imprime vigencia, constancia y un sentido importante de resiliencia. Por ejemplo, durante las condiciones de confinamiento por la COVID-19 en 2020, el espacio desarrolló el proyecto Evolving Natura, que invitaba a repensar el autoabastecimiento con la nutrición minimalista de las semillas y los brotes de legumbres y verduras.
Las temáticas como la agricultura ecológica, las implicaciones sociales del cambio climático y las estrategias colectivas como respuesta fueron entonces ejercicios centrales en la visión artística del espacio, que abrió sus puertas a los integrantes de la comunidad, en el que se realizaban visitas guiadas a estudiantes de la zona.
El programa de mayor enfoque en Riera Studio es también un proyecto inédito en la Isla, orientado al art brut y al outsider. En él se promueven la creación, la reflexión y el diálogo cultural de creadores sin instrucción artística previa, así como de artistas con discapacidad, en su mayoría pertenecientes a grupos sociales en condiciones de vulnerabilidad.
Aunque estos artistas tenían una motivación intrínseca, que reflejan de las formas más inverosímiles y extravagantes en sus trabajos, no habían sido integrados hasta entonces como sujetos social y profesionalmente activos, mucho menos considerados como artistas por las instituciones culturales oficiales cubanas.
Con su trabajo, Samuel y Derbis han estimulado la creación de estos artistas, que han aprendido a canalizar sus fascinaciones y a ser valorados tanto por la sociedad como por sus familias. Sin embargo, para que se logre un balance provechoso, la comunicación, el cuidado y la gestión del trabajo con el artista outsider brut son fundamentales. Por ello, hablamos con Samuel y Derbis sobre las condiciones de cuidado de estos artistas en situaciones de vulnerabilidad.
La labor de Riera Studio es única en la Isla. Creo que esto sucede porque, además de la marginación que predomina en un mundo artístico normativo, favorecedor de lo académico formal, no existe una mirada de integración en la sociedad cubana que permita articular de forma efectiva a personas con discapacidad. ¿Qué suspicacias han enfrentado tanto de la sociedad como de las instituciones al respecto? Y con las familias de los artistas, ¿cómo ha sido la relación?
El entorno de las personas con discapacidad en Cuba continúa siendo un terreno áspero y dejado muchas veces a la voluntad, constancia, empeño y pericia de los propios individuos y sus familiares; sin existir un esfuerzo verdaderamente coordinado desde las instituciones gubernamentales hacia su integración en la sociedad.
Las pocas organizaciones existentes dedicadas a la atención —por lo demás, segmentada según el tipo de discapacidad— solo son capaces de apenas ofrecer una orientación básica; mientras que los proyectos que se desarrollan con el apoyo de organizaciones no gubernamentales internacionales tampoco satisfacen la expectativa de estos subgrupos poblacionales, pues su misión y alcance siempre resultan muy sesgados.
Dadas las características de los creadores que apoyamos en nuestro proyecto Art Brut Project Cuba, nos tocan muy de cerca constantemente todas las carencias, subvaloraciones y estigmas que recaen sobre los individuos con discapacidad; en nuestro caso, fundamentalmente, de tipo cognitivo y/o intelectual.
Hoy en día, incluso utilizar el término “discapacidad” se torna despreciativo y estigmatizador a la luz de nuevos enfoques del pensamiento y de los derechos humanos. Hablamos en este sentido, por ejemplo, de la teoría Creed, la cual plantea que no existe un cuerpo normal o “anormal”, sino variaciones dentro de un espectro que conforma el cuerpo-mente humano.
Enfrentar de modo directo las diferentes problemáticas que desde la sociedad cubana prevalecen hacia estas personas —sumado a las que nos afectan a todos por demás— y brindarle una solución definitiva es una tarea que desafortunadamente se escapa a la magnitud y alcance de nuestro proyecto; pero sí tratamos de incidir de manera puntual en los microambientes de cada uno de los artistas brut u outsiders con los que trabajamos en torno a una mayor aceptación y valoración de ellos.
El arte es apenas un aspecto más que se torna inalcanzable para este segmento estigmatizado de nuestra población dado el elitismo académico y rígida centralización. Todo un sistema de “instrucción” cultural creado desde instituciones de base como las Casas de Cultura hasta las instituciones de alcance provincial y nacional no han hecho más que estandarizar un mismo hacer dentro del arte, utilizando metodologías de formación académica rígidas e incluso arcaicas a la luz de los tiempos actuales.
Esto hace que frecuentemente se pierdan potenciales innatos —ingenuos, pero verdaderamente genuinos— al no existir una adecuada apreciación y entendimiento de fenómenos subculturales. Es así cómo no solo las instituciones carecen de esta visión hacia otras formas de expresión artísticas y estéticas que no sean las que defienden sus academias y sus promociones rimbombantes.
Además, muchos artistas formados en estas instituciones dejan en el camino no solo la capacidad de asimilación sino también la sensibilidad para notarlas, apreciarlas o tratar con sus creadores en pos de una carrera desmedida por sus egos personales.
Esa fue una de las primeras cosas que asumimos cuando comenzamos este proyecto, dejar un tanto nuestro ego como artistas para enfocarnos en el otro —y ahora este otro además poseía características que lo hacían aún más acreedor de nuestra sensibilidad.
Muchos de estos creadores venían desarrollando sus obras en la total ausencia de reconocimiento. Incluso es muy frecuente que por desconocimiento o valoración hacia otras estéticas del arte o por subvalorar la capacidad creativa de una persona con discapacidad, muchos de sus familiares consideren que estas creaciones no tienen valor alguno, incluso pueden llegar a botarlas.
Más serio todavía es ver estas mismas actitudes desde personas ligadas al arte: profesores, especialistas, curadores, artistas. Pero también ocurre desde especialidades clínicas como psiquiatras y psicólogos, los cuales son incapaces de reconocer en estas expresiones artísticas singulares un potencial creador genuino —o peor, pueden recomendarles a estos pacientes que abandonen estas actividades creativas por considerarlas acciones obsesivas y perturbadoras.
Nuestro enfoque es trabajar con cada artista de manera individualizada. Cada uno de ellos es único en su proceso creativo por lo que no se puede aplicar la misma metodología para cada uno. En ese sentido, fortalecemos el estímulo creativo innato. Esto ayuda al individuo a establecer metas, propósitos, seguridad y confianza.
En todo momento, y si las condiciones de vida de cada uno de ellos lo permiten, tratamos de vincularnos a sus familias. Hacerlas conscientes de la importancia y valor del trabajo y progreso de los artistas es vital para que mantengan esta confianza. Uno de nuestros principales objetivos es que estos creadores sean reconocidos como personas activas y genuinos artistas, cambiando la perspectiva subvalorativa que sobre ellos muchas veces recae y, por supuesto, extender este reconocimiento al nivel del arte en general en nuestro país e internacionalmente.
En la práctica, casi siempre estos artistas alcanzan un reconocimiento internacional cuando aún acá en nuestro país no son valorados, a pesar de continuamente realizar acciones de promoción de sus obras por diferentes canales. A esto contribuye el estatismo y falta de interés institucional hacia proyectos independientes como el nuestro, que se enfoca en mostrar otra realidad del arte cubano, a la vez que resalta el interés sobre un sector desfavorecido de la población. Siempre confiamos en que, con el tiempo, cada vez sean más las personas que contribuyan a cambiar este panorama.
El proceso de trabajo en el art brut es complejo, uno debe acompañar al artista sin influir en él, ofrecerle recursos creativos sin ignorar su voluntad; además de gestionar toda la etapa de producción que lleva una exposición y que, al final, todos los involucrados queden satisfechos. ¿Cómo logran navegar este proceso tan arduo y delicado congeniando tantas psicopatologías y personalidades diversas?
Uno de los elementos que siempre tenemos presentes desde que comenzamos a trabajar con un artista brut es el respeto y la aceptación de su propia cosmología. Creemos que sus mundos interiores, modulados de cierta forma por las características psicopatológicas propias de cada uno, así como por el cúmulo de sus experiencias personales, constituye una maravillosa fuente de creatividad singular.
El posibilitarles compartir, en la medida que así lo deseen, ese mundo interno con el exterior, a través de sus expresiones artísticas, representa una excelente herramienta de comunicación y liberación personal para cada uno de ellos. Para algunos de estos artistas, la expresión por medio del arte constituye su única forma de comunicación con los demás, por lo que merece respeto y comprensión.
En todo este camino hemos contado con el asesoramiento de profesionales clínicos, que de manera voluntaria nos han brindado algunas herramientas para comprender mejor el espectro de cada individuo en relación con sus características especiales.
De igual forma, conocer de cerca los diferentes ambientes familiares y sus características resulta muy importante para comprender las dinámicas de trabajo y vida de cada uno de los artistas y las interrelaciones con sus procesos creativos. En ese sentido, tratamos de aportar a los familiares las herramientas que les permitan mantener un estímulo constante a los creadores en sus procesos de trabajo.
Muchos de los creadores brut no son capaces de reconocer que lo que hacen es arte. Ahí es mucho más importante nuestro trabajo, incluso cuidando la manera en la que se exhibe, cómo se habla de estas obras y de los artistas que la realizan, sin caer en la sobredimensión patológica de sus biografías, pero considerando que sus historias de vida tienen un peso fundamental en sus obras y constituyen un todo obra-vida.
En la medida que sus características lo permitan, también es nuestra intención hacerlos parte de los diferentes procesos relacionados con sus obras, como exhibiciones, publicaciones. No tememos llamarlos artistas, pues consideramos que es un elemento ético aportarles este tipo de información referente a su obra.
En la actualidad, la mayoría de los artistas de Art Brut Project Cuba crean solo desde sus hogares y ambientes. Importante mencionar que nuestro estudio apoya a artistas de todo el país, no solo de La Habana, en donde residimos. Con todos ellos mantenemos una estrecha comunicación, los visitamos y damos seguimiento y apoyo a sus procesos creativos.
Esto nos permite establecer contactos de apreciación y valoración dentro de las obras durante el proceso a lo largo del tiempo, así como propiciar a los familiares y/o convivientes de herramientas comprensivas y de aceptación que permitan cambiar la perspectiva y valoración que con frecuencia persisten respecto a creadores con estas características.
Cada artista trabaja en solitario dentro de su propia cúpula y es completamente responsable de todo el proceso, desde la motivación inicial a su desarrollo y forma de hacerlo. Parte de nuestro apoyo también consiste en ofrecerles los materiales que necesiten para realizar sus obras, cuidando que el material aportado no modifique sus procesos de trabajo, ni cree una dependencia a la existencia o no de estos. El trabajo con cada uno de ellos responde a las características propias de cada creador, tanto a nivel de su proceso creativo como de sus características psicopatológicas.
Art Brut Project Cuba ha sido particularmente exitoso en este acompañamiento, aportándoles a los artistas espacios de creación adecuados, en los propios recintos de Riera Studio, ¿pueden contarnos las particularidades de este proceso de cuidado?
Al principio nos cuestionábamos mucho el término de taller para referirnos a este espacio que ofrecemos en nuestro estudio para aquellos artistas que, por condiciones especiales lo necesiten, pues existe el criterio de que cuando dices taller o atelier estás hablando de un espacio para construir, que lleva instrucción y metodología. Por eso siempre advertimos que nuestro trabajo no es educar para obtener un resultado estético específico.
Todos los artistas del proyecto ya tenían un proceso creativo propio y venían desarrollando sus obras con anterioridad. Una de nuestras principales premisas es mantener esos procesos creativos que los artistas descubrieron por sí mismos ofreciéndoles la confianza y apoyo para que puedan continuar y potencializarse.
Los artistas que asisten al estudio, a pesar de compartir el mismo espacio de trabajo, mantienen la individualidad de sus procesos creativos. Evitamos crear un sentido de institucionalización y que su creatividad no se vea condicionada al asistir al estudio.
Para los que deciden venir acá, el estudio se convierte en un espacio propicio de sociabilización y de intercambio de experiencias y apoyo entre los familiares que los acompañan. Resulta muy gratificante ver cómo se van estableciendo vínculos de amistad entre ellos. De igual forma, pueden compartir con los visitantes que llegan al estudio, todo lo cual contribuye a su desarrollo social y comunicativo.
El trabajo en el estudio debe, sobre todo, mantener la originalidad y naturalidad con la que el artista desarrolla su obra en su propio medio. En ese sentido es muy importante observar sus procesos creativos a cada paso y evitar la introducción de un material o de un proceso de trabajo que irrumpa abruptamente con estos elementos. Esta debe ser una decisión espontánea del propio artista y nunca una imposición desde nuestra parte.
Uno de los efectos inmediatos en las vidas de los artistas es el cambio de estatus, de persona “dependiente” a persona autosuficiente, o incluso exitosa. Esta diferencia es particularmente distintiva en las condiciones económicas de Cuba. ¿Pueden comentarnos un poco cómo es este acompañamiento relacionado con las finanzas personales de los artistas? ¿Cómo consideran que han cambiado las vidas y condiciones de los artistas y sus familias? ¿Qué ventajas y obstáculos han enfrentado al respecto?
Lograr que cada uno de estos artistas pueda obtener ese estatus de persona autosuficiente realmente comprendería cambiar diferentes condiciones socioeconómicas y de concepción sobre el propio término de “discapacidad” en nuestra sociedad y en el sistema de atención social, lo que escapa al alcance de nuestro proyecto.
En lo que compete al arte, sí nos enfocaremos siempre en cambiar el estatus de artistas subvalorados y marginados para otorgarles el reconocimiento que merecen como parte de la heterogeneidad artística de nuestro país y salvaguardar sus producciones como parte del patrimonio cultural cubano; aun cuando la propia institucionalidad cultural cubana no lo considere importante.
En el desarrollo de sus procesos creativos, cada uno de ellos es por sí mismo autosuficiente; pues, para un artista brut, crear es una necesidad, en muchos casos imperante y hasta obsesiva, que incluso va más allá de cualquier reconocimiento sobre ellos mismos o sobre sus obras. Es un modo de comunicación y expresión personal única. Lograr que esos procesos creativos puedan continuar es un apoyo esencial que asumimos.
La carencia de reales y dignas oportunidades laborales para personas con discapacidad de neurodesarrollo y/o intelectual constituye una de las principales razones por las cuales los núcleos familiares y la sociedad colocan el estigma sobre estas personas como inactivas o incapaces de contribuir a la economía familiar. Por supuesto, en la medida de nuestro alcance, trabajamos en el ámbito familiar y social para quitar este estigma.
Entendemos que la venta de una obra de arte constituye un elemento más dentro del proceso creativo de estos artistas. Otorgarles el derecho a recibir una remuneración económica producto de su trabajo, más aún cuando es lo que más ellos disfrutan hacer, es sobre todo una cuestión ética.
En ese sentido, el proyecto favorece la búsqueda de diferentes posibilidades de comercialización de las obras de los artistas, enfocados principalmente en el destino de las mismas de acuerdo con sus características.
El éxito de cada artista en este aspecto depende de muchos factores más allá de la obra en sí misma, influye el gusto y apreciación estética de los decisores en estos procesos de adquisición de las obras a nivel internacional. Es por eso que continuamente generamos opciones a diferentes niveles que de alguna manera nos ayuden a solventar estas dificultades.
Ante las carencias en el marco jurídico, en relación con el otorgamiento de mayor autonomía a las personas con discapacidad mental y/o intelectual, queda a consideración de los familiares y/o tutores el manejo de las finanzas producto de la comercialización de las obras de los artistas con estas características. Sin embargo, siempre que nos sea posible y dependiendo de las características de cada artista, le otorgamos estos fondos personalmente a cada uno de ellos en presencia de sus familiares.
De esta forma, procuramos darles el mayor protagonismo y respeto como autores indiscutibles de las obras que han generado estos fondos. Ese respeto y valoración es muy importante y constituye la base para fomentar un cambio de consideración y de conciencia en el entorno familiar. Hay artistas que son más conscientes de la significación de una ganancia monetaria y pueden hacer uso de estos fondos directamente, por lo general contribuyendo a la economía familiar.
Hemos sido testigos de cómo las condiciones de vida de algunos de estos artistas han cambiado positivamente y se han convertido en miembros familiares con un significativo aporte económico. Lograr eso para todos los artistas que apoyamos sería una de nuestras principales metas; lograr que el arte se convierta no solo en sus fuentes de expresión personal y comunicativa, sino también en sus fuentes de ingresos, y que contribuya a otorgarles esa autosuficiencia.
En los dos últimos años las condiciones económicas en la Isla se han precarizado, las personas en condiciones de vulnerabilidad, ya sea por temas de movilidad, cognitivos, nerviosos, o sencillamente por algún tipo de abandono, son uno de los grupos más frágiles en este sentido. Ustedes han sido de alguna forma cuidadores y formadores de estos artistas durante este período tan crítico. En vuestra consideración, ¿qué alcance ha tenido la crisis sobre el desempeño artístico y personal de los artistas?
Si bien la situación económica en la Isla ya venía agravándose antes de 2019, la llegada de la pandemia y los subsecuentes cambios económicos que se produjeron en el país durante estos dos últimos años han tornado en extremo compleja las condiciones de vida para toda la sociedad cubana. Por lo que es de esperar que los grupos más vulnerables y desprotegidos —como lo son los artistas brut y sus núcleos familiares— vean agudizada su situación de sobrevivencia ante las cada vez más frecuentes carencias de la vida diaria.
Como proyecto independiente, tenemos dentro de las vías de financiamiento principales, los generados a partir de la venta de obras —las nuestras propias y las realizadas por los artistas— a visitantes de nuestro estudio.
Las restricciones impuestas por la pandemia y el colapso del turismo influyeron de manera muy significativa en el proyecto, limitando al mínimo los gastos y deteniendo futuras acciones de desarrollo. Nos vimos limitados para realizar visitas a los artistas de otras provincias y nuevos proyectos de exhibición. También, durante los períodos más críticos de aislamiento social, tuvimos que detener la asistencia de los artistas al Estudio.
Sin embargo, en ningún momento perdimos el contacto y seguimiento de los procesos creativos de cada uno de ellos y destinamos los limitados recursos con que contábamos a mantener el suministro de materiales de arte que precisasen para seguir creando.
Aun cuando muchos de los artistas pueden percibir el impacto de la crisis a partir de un empeoramiento de las condiciones de vida de sus núcleos familiares, sus procesos creativos se mantienen al margen de estos elementos. Por supuesto, como individuos únicos y de acuerdo a sus características especiales, y teniendo en cuenta también la funcionalidad o no de su núcleo familiar, pueden sentir en mayor o menor medida esta influencia.
Por ejemplo, la mayoría de los artistas que asistían al estudio, una vez que no pudieron hacerlo por las condiciones de aislamiento, continuaron sus procesos de creación en sus hogares y pudimos ver cómo a lo largo del tiempo se mantuvieron en desarrollo. Esto nos alegró mucho, pues pudimos constatar la no institucionalización de estos al estudio.
En algún que otro caso, hemos constatado fluctuaciones en los procesos de trabajo en artistas que han tenido que asumir obligaciones laborales o de mayores responsabilidades en sus hogares ante el agravamiento de la situación económica en sus núcleos familiares, pero su creación no se ha detenido.
¿Qué experiencia han tenido en Art Brut Project Cuba con otros profesionales del campo de la salud y la psicología a cargo de los artistas? ¿Qué otros grupos de la sociedad civil han sido de apoyo para ustedes?
Desde que comenzamos este proyecto siempre hemos tenido claro que la mejor manera de abordar la investigación e identificar nuevos potenciales referidos al art brut y al arte outsider es mediante un trabajo multidisciplinario. La creación de vínculos de trabajo con especialistas de la salud mental como psiquiatras y psicólogos es muy importante, pues muchas veces son ellos los primeros que tienen acceso a personas con estas características.
En ese sentido, hemos realizado acciones de capacitación para que estos especialistas tengan una visión estética y artística amplia y puedan reconocer el valor de este tipo de obras; de forma que no lo vean como un simple “garabato” hecho por un paciente sino como una genuina expresión de arte.
También hemos creado acciones puntuales más relacionadas con el arte-terapia en instituciones de salud mental y en escuelas de educación especial. Sin embargo, hasta el momento, las relaciones de trabajo que hemos podido establecer con especialistas de la salud han sido siempre bajo la base de un interés personal de estos especialistas por acercarse a este tipo de expresión artística y su interrelación con la salud mental. Por lo tanto, la permanencia o consistencia de las acciones que hemos desarrollado de conjunto tienen un carácter transitorio.
No hemos podido establecer relaciones de proyectos en conjunto a nivel institucional que garanticen una cobertura y permanencia más amplia. No porque no hayamos tenido la intención, sino porque las instituciones se han cerrado a establecer colaboraciones de trabajo con nosotros, al ser un Estudio independiente.
Y más aún, directivos de esas instituciones incluso han dado criterios y opiniones mal intencionadas y han detenido nuestras acciones al poco tiempo de comenzarlas sin explicaciones lógicas concretas. No obstante, nos mantenemos abiertos y con la mayor disposición de volver a establecer este acercamiento, siempre y cuando predomine el respeto y exista un sincero interés de colaboración.
Nuestro trabajo siempre busca la colaboración de toda persona o grupos de la sociedad civil que estén dispuestos a aceptar y respetar el hacer de estos artistas y nuestra experiencia de trabajo. Esa es la premisa fundamental.
De forma general, ¿cómo ven la salud de los derechos fundamentales para la población en situaciones de vulnerabilidad en Cuba?
Hablar de los derechos fundamentales para poblaciones de vulnerabilidad en nuestro país resulta complejo, cuando persisten carencias en derechos fundamentales de la población de manera general. Por supuesto, resultan estas personas las que con mayor impacto sufren estas carencias. Las políticas y programas implementados no han logrado eliminar la situación de vulnerabilidad de estos grupos poblacionales, sino que se ha incrementado por las actuales y endémicas crisis económicas.
Tampoco ha resultado eficiente la capacitación de la sociedad en temas de aceptación de las vulnerabilidades y de la diversidad, por lo que persiste la estigmatización y subvaloración de estos grupos como, por ejemplo, las personas adultas mayores y con discapacidad.
Somos testigos de serias deficiencias en el acceso a reales oportunidades de empleo y de superación para personas con discapacidad, mucho más deprimidas para aquellas con discapacidad de neurodesarrollo, intelectual y/o psíquica.
También persisten deficiencias en los programas de educación especial, los cuales presentan numerosos puntos ciegos que dejan huérfanos de educación especializada a personas con psicopatologías complejas o de difícil manejo. Incluso, en los últimos años se ha vuelto complejo el seguimiento farmacológico de individuos con diferentes psicopatologías, ante la carencia sistemática de medicamentos específicos para afecciones del sistema nervioso central.
Esto obliga a cambiar frecuentemente de tratamientos que ya eran efectivos para cada paciente por otros alternativos, ante la carencia de un fármaco o el desarrollo de efectos indeseados por la ausencia de combinaciones adecuadas de estos medicamentos.
Recientemente, fue aprobado y puesto en ejecución un nuevo Código de las Familias, que establece un conjunto amplio de normas que regulan la familia como elemento básico de la sociedad. Resulta muy positivo que en este grupo de normas se incluyera de manera explícita la no discriminación y el otorgamiento de derechos hacia personas con discapacidad en toda la extensión del Código y de manera más puntual en su Título IX, Capítulo II.
Ejemplo de esto es el derecho a la vida familiar con dignidad, el ejercicio de los derechos en igualdad de condiciones, el derecho a la habilitación y rehabilitación, el pleno desarrollo de los derechos sexuales y reproductivos; así como los deberes de la familia y del Estado para con ellos. Sin embargo, el reto para ambos es llevar al plano real cada uno de estos elementos escritos en el Código y no dejarlos como letra muerta.
Catherine Zuaznábar: “Yo quería volver a bailar en Cuba” (I)
“A veces los bailarines se exigen demostrar que son buenos. Esa etapa para mí ya pasó. He estado en grandes compañías. He bailado obras de grandes coreógrafos”.