Ahora resulta que Hypermedia Magazine se convierte, además, en una sala de cine —pero una sala antigua, de las que ya no hay: todas han sido destruidas— con el estreno, en su canal Hypermedia TV, de Fundamento Caín (2019); debut cinematográfico de un escritor extraño y extraordinario: el poeta Carlos Augusto Alfonso.
(Re)escritura fílmica. Videoarte. Poesía audiovisual. Artefacto poético y povera. Videopoética documental. Poema-performance, poemario multimedia… De tantas conjugaciones con la palabra “poesía” ya no estoy diciendo absolutamente nada. ¿Qué es Fundamento Caín? No lo sabemos. Primero hay que verlo. Estrenar primero, preguntar después. De ahí la presente entrevista.
Lo que sí está claro es que esta “película de autor” es como la escritura de su autor: un texto áspero, intraducible, collages y grafitis proyectados en el interior de una caverna, rebotando en grietas y pliegues; una caverna que es un cráneo que es la cabeza dura de Carlos Augusto Alfonso hablando “en lenguas” —la glosolalia psiquiátrica, no pentecostal— consigo misma.
Y con Guillermo Cabrera Infante.
El hombre que fue G. Caín, el cinéfilo. Carlos Augusto, el escritor de Cerval —tal vez su mejor libro; tal vez uno de los mejores libros, de cualquier género, de su generación—, el autor del poema “El cine al que no iba Lezama” (“El nailon que colgué se me tiró en el suelo. / No lo voy a asfixiar, Cabrera no. / Dentro de la oscuridad de Pernambuco, / se molestan hablantes, porque a otros, / abanican libretas que se desencuadernan”), se mete en la sala oscura, nunca mejor dicho, y se encuentra allí con Caín. Como dos fantasmas. Sus respectivas libretas descuadernadas se dan la mano.
Esa oscuridad es, sigue siendo, La Habana de Caín, a pocos meses del 90 aniversario del nacimiento del escritor que ya imaginaba la muerte cuando filmó, página tras página, en lo que antaño llamaban “máquina de escribir”, La Habana para un infante difunto.
En lo personal, consignar aquí una grata sorpresa: Guillermo Cabrera Infante tiende redes insólitas, guiones que son una suerte de mapa cifrado. No esperaba verlo aparecer en esta película, en el presente, un espía caminando por La Habana de las ruinas. Y menos esperaba que fuese el propio Carlos Augusto Alfonso el actor que lo interpretara.
Pero, ¿se trata de una actuación? Con ese personaje fantasmagórico que es también una momia, un hombre invisible, una especie de Ulises zombi o de San Lázaro retornado, reconvertido… ¿Carlos Augusto Alfonso, realizador amateur, no se está interpretando a sí mismo?
De nuevo: hay que verlo.
Hay que estar muerto, de algún modo, para hablar en serio con los muertos. La subcultura cubana tiene esas cosas. A lo mejor es por eso que está viva.
Carlos Augusto Alfonso, en cualquier caso, reconoce su deuda con Caín, casi en plan padre-hijo generacional. Se reconoce en él. Lo homenajea con sus precarios (pero muy perturbadores) recursos, y, por supuesto, lo chamusca, lo despedaza.
Háblame un poco de Fundamento Caín. ¿En qué consiste el proyecto? ¿Cómo y cuándo surgió?
En primera instancia, Fundamento Caín es sencillamente el performance del regreso de Ulises.
Comenzó esta Ítaca en 2017 como un juego mental, mientras corría por Malecón. Se convirtió en obsesión y luego en artefacto poético, algo que me superaba como artista, dada su envergadura.
Lo asumí como equivalente de lo que he intentado con mi escritura: sumergirme en la realidad, tratar de extraerle épica a cada instante milimétrico, a cada instante reflejado, como un buscador de oro.
El proyecto se “fundamenta” en el regreso del fantasma de Guillermo Cabrera Infante a La Habana, 50 años después, en la piel quemada y vendada de Kowalski (mítico corredor de autos perseguido en la película de culto Vanishing Point, de cuyo guion es el autor).
Su fantasma vuelve también como Invisible Man. Como mago superhéroe. Vuelve y vuelve en eterno retorno a Zulueta 408, El Falansterio, el solar donde pasó los diez años de su adolescencia.
Vuelve a su Habana como fantasma insepulto, a barrio-otear sus parroquias estelares.
Vuelve a lo más recóndito: ruinas maravillosas de habitáculos, cines, recovecos, lupanares…
No olviden que Guillermo no solo es un escritor, aparte de Caín, también es un personaje literario.
Con varios libros de poemas a tus espaldas, te has hecho de una sólida reputación en el panorama literario cubano. ¿Supone este proyecto un cambio de rumbo en tus intereses creativos, o es una continuación de tu poética por otros medios (audiovisuales)?
No es un cambio de rumbo, ni un cambio de rumba, ni un cambio de guardia.
A un cambio de herrumbre: un cambio de erosión, u otra forma de erosión.
Es, sí, como se dice de la guerra, y como bien dices, la continuación de la política (en este caso la poética) por otros medios.
Es la mirada del sujeto lírico a su entorno y a su interior, pero en otro soporte.
No intento hacer cine. Quienes conocen mi obra y han visto Fundamento Caín me lo dicen, comprenden al vuelo que es una continuación: algo fáctico, pragmático.
De hecho, resultó incentivo: ahora escribo intensamente un nuevo libro. Por tanto, hice una pausa después de terminar estas tres primeras partes de Fundamente Caín: “El Fantasma”, “El Salto” y “El Ciudadano”. No puedo, lamentablemente, aunque toco la batería, concentrarme en dos cosas al mismo tiempo.
Al inicio pensé lo contrario: que el aprendiz de “documentalista” mataría al aprendiz de poeta. Estaba cansado de lo azaroso, rígido y estéril de los procesos poéticos convencionales, de estar escribiendo prácticamente para mí y dos o tres amigos o “aceptadores”. Opté entonces por arropar una iluminación, me di un segundo aire, salí “a buscar amor” de otra manera.
Descubrí, a estas alturas de mi vida, con esta exploración, en esta aventura de filmar, poner audio, performatizar exponiéndome en la calle, que también se puede hacer poesía, o intentar llegar a ella, con una modesta cámara y un sencillo programa de edición.
Veo Fundamento Caín no solo como documental, sino también como plataforma y portavión de paz, donde montar máquinas “caínicas”: entiéndase reportajes de lo mágico-cotidiano, nostalgia, hiperrealidad, observancia gourmet, etcétera, pasados por mi tamiz poético personal.
Hablas de “las tres primeras partes”. ¿Tiene continuación esta aventura multimedia tuya alrededor de G. Caín? ¿Hay otros materiales filmados como parte del proyecto?
Si se quiere, esto puede ser apenas el despegue de Fundamento Caín.
“El Fantasma”, “El Salto” y “El Ciudadano” abrieron el fuego. Tengo otros dos “capítulos” breves terminados, algunas entrevistas, y material para componer una parte importante que no quiero adelantar, porque necesito hacer algunos ajustes en el proyecto, para dinamizarlo.
El cine, el audiovisual, como se llame, es industria, lo quieras o no. Si pudiera contar con una productora, con un equipo de trabajo…
Yo estoy en solitario en esta fabriquita de mermelada casera, con mi sombrero alone. Ser artista independiente tiene ventajas y desventajas.
¿Por qué Caín? Háblanos un poco sobre tu diálogo con Guillermo Cabrera Infante, su figura y su obra literarias…
Un modesto y sincero homenaje: el 22 de abril de 2019 se cumplieron 90 años de su nacimiento en Gibara, Holguín.
Guillermo Cabrera Infante es un monstruo indiscutible y paradigmático de la literatura cubana.
Lingüista sin igual, nuestro Quevedo contemporáneo lo dio todo a la literatura y al cine; su sagacidad poética, profética, su humor cáustico, su malabarismo escritural, sus cantinfladas proverbiales, su tristeza, su erotismo, su dolor expuesto y recogido, alcanzan verdaderas cumbres en muchos de sus cuentos, testimonios, ensayos, crónicas y novelas.
Fue de los mayores apologistas-descubridores y disfrutadores-hedonistas de la cultura popular, y un cultísimo individuo de la generación del 50, la generación de mis padres.
Fue un maestro del estilo para mí, en cuanto al arduo trabajo de escribir en cubano y elevar ese dialecto, sin concesiones a las academias.
Dentro de la Isla su obra es prácticamente desconocida; ha sido silenciado y excluido, por iconoclasta y por su posición adversa, frontal y agresiva en contra del proceso revolucionario. Yo quiero tender un puente, hacer una tregua, firmar (filmar) un armisticio, celebrar sin odios, sin rencores, su regreso.
Pero, ¿odios y rencores de quién?
A partir de sus declaraciones en 1967, dos años después de la salida de Guillermo Cabrera Infante al exilio, se desató de ambas partes una guerra de descalificativos y oprobios que aún continúa.
Fundamento Caín es mi canto al cronista de Carteles, al creador de Lunes de Revolución, al narrador de Así en la paz como en la guerra, Un oficio del siglo XX, Tres tristes tigres, La Habana para un infante difunto… Al guionista de Vanishing Point. Al hijo de Zoila…
Quien quiera entender, que entienda. No digo más.
Fundamento Caín
“Yo opté por la protesta silenciosa”
Una conversación con el artista Umberto Peña.