Todas las tortugas se llaman Casiopea

Mi amor, la tortuga va a crecer. Es una especie africana. Tiene una piel rugosa, escamosa y porosa, con escamas en las patas de alante que sobresalen como espinitas, pero no molestan, solo hacen cosquillas si pones a la tortuga en un pedazo de piel sensible. La especie se llama así: tortuga de espolones africana o Centrochelys sulcata, que es el nombre científico. Es la mayor tortuga nativa del continente africano.

África hubiera sido un bonito nombre para ella, pero fue imposible no ponerle Casiopea. Después de Michael Ende, todas las tortugas se llaman Casiopea. El apellido sulcata deriva del latino sulcus, que significa surco o arruga, lo que tiene gran sentido, porque describe el laberinto de escamas que se le veen el caparazón.

Yo fui a esa tienda buscando una pequeña, nada que ver con este óvalo tragaldabas que mastica día y noche. Una tortuga verde botella, de tres centímetros de diámetro, como la otra que se nos perdió y apareció muerta detrás del mueble, aplastada entre el mueble y la pared como un tostón, tiempo antes de salir huyendo de aquella casa. En el lugar donde la compré, la vendedora no estaba, había un hombre en el mostrador que me dijo que no sabía, que esa tortuga solo necesitaba lechuga, que era de tierra.

Después de Michael Ende, todas las tortugas se llaman Casiopea.

Su naturaleza es de desierto. Así mismo es mi dolor, de desierto. Yo no quiero compartir este dolor contigo, porque su naturaleza es privada y desértica, como la tortuga que me mira ahora, sin saber nada de lo que estoy escribiendo. Tal vez sea lo único mío que nadie puede quitarme, el dolor. Si pudiera dejarlo en una esquina, en un semáforo, segura de que no regresaría a mí, lo dejaba. Pero es un dolor orgánico, está en las células y en el pensamiento, está vivo.

La especie sulcata habitaba buena parte del territorio del Sahara, pero actualmente sobrevive dentro de parques o reservas de fauna. Está amenazada debido al proceso de urbanización de su hábitat, la agricultura y el uso de su carne en la alimentación. Incluso la usan en medicina tradicional. Por su tamaño, es la tercera mayor tortuga terrestre del mundo y la mayor de las continentales, no originarias de archipiélago.

En Camagüey tuve un novio que me llevó a comer arroz con jicotea a casa de su papá. Lo exclusivo del menú radicó en el ritual de descuartizar el óvalo, mientras hijo y padre se reconciliaban, poco a poco, a paso de tortuga. Hay verdades que no lo son, que llegan a serlo por repetición o miedo. El miedo tóxico a responder y pensar, el miedo tóxico a decir lo que piensas. 

A fuerza de poner los pies en la tierra y de tratar de hacer las cosas como deben hacerse de este lado del mundo extraño en el que no nacimos, la noción de tierra ha perdido significado. Al menos a mí me pasa, en ti lo veo menos. Eres joven y tienes tiempo. Siempre que digo eso no me refiero a tu edad, sino a toda la belleza que vas a descubrir, la belleza que yo quiero que descubras y toques.

Miedo tóxico a responder y pensar; miedo tóxico a decir lo que piensas.

Fue Thiago, el hijo de Marcela, quien me dijo que era hembra, que a él le parecía hembra pero que la llevara a un PetSmart para que me dijeran el género con precisión. Cuando yo la miro y le hablo y la cargo y la mimo, algo me dice que es hembra, definitivamente. No quiero que nadie me quite esa idea. La tortuga es hembra y se llama Casiopea, como todas las tortugas después de Michael Ende, como la tortuga que podía adelantarse al futuro media hora exacta, ni más ni menos. Si a algo le tengo pánico es al futuro. Ya no me dan miedo los lagartos. Solo me da miedo el futuro.

Fueron Thiago y Marcela quienes me indicaron el enlace de Amazon donde comprarle la lámpara a Casiopea, para que tenga una temperatura constante todo el tiempo y no se enferme. Es como si viviera en una incubadora, dijo mi papá, así cualquiera crece. Cuando crezca, tendrá un caparazón de 85 centímetros y pesará cerca de 100 kg. Tendrá un pico robusto frontal con el que será capaz de derribar obstáculos, incluso de un cierto tamaño y las placas marrones del espaldar se le irán oscureciendo. 

La diferencia entre machos y hembras se efectúa por la vía de los caracteres sexuales secundarios. Los machos son más grandes que las hembras, tienen el plastrón más cóncavo y la cola más grande, larga, robusta y gruesa en su base. Además, en los machos, las placas anales del plastrón forman un ángulo más amplio. El plastrón de las hembras y de las tortugas jóvenes es plano. ¿Significa, entonces, que los caracteres primarios no los diferencian? Me he quedado muda.

La belleza que yo quiero que descubras y toques.

Casiopea sulcata llegará a la madurez sexual cuando su caparazón mida aproximadamente 40 centímetros. Algún tiempo después del apareamiento, la hembra se vuelve cada vez más inquieta hasta otoño, cuando comienza a cavar un hoyo en un terreno suave de unos 60 centímetros de diámetro y 15 centímetros de profundidad para depositar sus huevos, que tardan alrededor de 80 a 180 días eneclosionar. Esta actividad puede durar hasta 5 horas. Para garantizar la humedad adecuada de los huevos, antes de iniciar la deposición, orina en el nido.

Ella también se orina con su líquido espeso y arenoso sobre cualquiera que la levante del suelo y la mantenga en el aire sin apoyar las patas en ninguna superficie. Enseguida se orina como defendiéndose del enemigo en que, por unos instantes, nos hemos convertido mi hijo o yo. Nos da risa porque también se ha orinado en la cama. Se ha orinado y cagado en mi mano como una bebé protestona.

El otro día vino Jorge de Armas a grabar un programa de 3 preguntas para Hypermedia. Yo quise hacerlo con Casiopea en las manos, como si la tortuga fuera una niña. Mientras hablaba, con el microfonito prendido al escote, sentí en la palma de mi mano algo húmedo y sólido, que no era la tortuga. Casiopea se había cagado en mi mano y yo grité: ¡ay, se acaba de cagar! Jorge de Armas rió: en octosílabo y todo.

Por más que le ponemos coliflores, frondas de brócoli y pétalos de marpacífico, ella sigue empecinada en la lechuga y en algunos cilindros de zanahoria cortada.

Sé, por algunas terminaciones filosas en su espaldar, que Casiopea necesita calcio, pero por más que le ponemos coliflores, frondas de brócoli y pétalos de marpacífico, ella sigue empecinada en la lechuga y en algunos cilindros de zanahoria cortada, solo a veces. Se trata de una especie exclusivamente herbívora que se adapta bien en ambientes áridos. Necesita una dieta con un elevado contenido en fibra y con altos niveles de calcio a base de hierbas del campo, como diente de león, llantén, tréboles y alfalfa, pero sobre todo plantas espinosas de hierbas secas. 

Su dieta es principalmente heno, unas pocas verduras frescas, hierbas, ensalada mixta de campo, achicoria, la endibia, alfalfa, flores de hibisco, repollo, brócoli remolacha, canónigos, berros y tubérculos en general. Las palas de chumbera y los higos chumbos son ideales porque contienen fibra y calcio. La proteína animal es nociva. La fruta no debe darse por contener demasiado azúcar y poco calcio. Le podría producir trastornos digestivos graves, diarrea y multiplicación de parásitos internos.

Casiopea es poética y yo me río en silencio al pensar que se parece a Soleida Ríos. Después de que me quitaron al niño la mitad del tiempo, me he distanciado de la gente. Hay gente que le parece bien que a una mamá le quiten a su hijo. Gente que no tiene hijos o gente que no tuvo a su hijo de la forma en que lo tuve yo.

En La Habana, siempre andaba buscando verduras para Soleida Ríos. Lechuga, acelga, berro, remolacha, lo que hubiera. Había una tienda donde vendían productos macrobióticos que quedaba en la casa del carajo. Allá me iba yo a buscar arroz integral, aceite de sésamo y cualquier otra cosa macrobiótica, para mí y Soleida Ríos. Me acuerdo de que el huerto de aquel lugar en el fin del mundo, después de La Lisa y San Agustín, estaba lleno de una planta que yo nunca había probado: achicoria.

Hay gente que le parece bien que a una mamá le quiten a su hijo.

Qué tristeza interrumpida por la voracidad del trabajo provoca la noción de estar solo y sobrio, disponible para la mayoría de las ideas tristes que le vienen a la mente a uno en ese estado solitario de serenidad. Uno recuerda películas y libros que casi siempre son los mismos. He recordado el final del capítulo donde Casiopea se le aparece a Momo por primera vez:

—Hola, ¿quién eres tú? —preguntó en voz baja—. Es muy amable que tú, por lo menos, vengas a visitarme, tortuga, ¿qué quieres?

Momo no sabía si es que al principio no se había dado cuenta, o si no empezaba a hacerse visible hasta ese momento, pero el caso es que, de pronto, empezaron a relucir en la tortuga unas letras que parecían salir del dibujo del caparazón.

—Ven —deletreó Momo con dificultad.

Sorprendida, se irguió.

—¿Te refieres a mí?

Pero la tortuga ya había empezado a moverse. Al cabo de unos pocos pasos se detuvo y se volvió a mirar a la niña.

—Sí que se refiere a mí —se dijo Momo. Se levantó y comenzó a caminar tras el animal.

—Ve —dijo en voz baja—, yo te sigo.

Pasito a pasito fue siguiendo a la tortuga, que la sacó lentamente, muy lentamente, del ruedo de piedra y tomó la dirección de la ciudad.

Qué tristeza interrumpida por la voracidad del trabajo provoca la noción de estar solo y sobrio.

Cuando vamos al Petsmart de Coral Way y la 33, vemos las especies de lagartos que venden en las vitrinas. Al niño le gustan los lagartos, los dragones barbudos y los dinosaurios. Se da cuenta, al verlos, que se parecen, que son familia lejana, como mínimo. Son reptiles, le digo, a mamá no le gustan los reptiles. Les encuentro parecido con lo malo. 

Las personas malas y las que hacen daño, así gratuitamente, se parecen a reptiles más tarde o más temprano. La Casiopea de Momo y la Casiopea de Miami son reptiles también, pero el caparazón las diferencia del resto de todos esos animales que se arrastran, saltan o envenenan.

Si la tortuga simboliza el futuro, porque va a vivir cien años y camina lento sobre la alfombra de fondo marino que le compré al niño por Navidad, entonces deberíamos mudarnos a una casa con patio lo antes posible. Además de Cemí, nosotras y los cuatro gatos, hay un futuro rodante dando vueltas en círculo entre cuatro paredes de cristal, que debería poder tomar el sol en la mañana y esconderse del sereno de la luna al caer la noche. Cuidemos el futuro tanto como podamos.


© Imagen de portada: Evelyn Sosa.




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Saqué un pasaje en espíritu y fui a ver a mi mujer

Legna Rodríguez Iglesias

Iré en Espíritu a ver a mi mujer y como un espíritu sólido me meteré dentro de ella. Cabeza de tortuga, lengua omnipresente.






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