Su poderosa voz, su particular entendimiento y comprensión de la salsa, su contagiosa alegría, su increíble versatilidad y su ritmo singular, le han granjeado un sitio indiscutible en el panorama internacional de la música y en el contexto de los medios de comunicación en España. Lucrecia, sin discusión alguna, es una de las voces femeninas más importantes de Latinoamérica y Europa. No por gusto fue escogida por el gran mánager y productor musical Omer Pardillo-Cid para protagonizar el espectáculo Celia Cruz: El musical, estrenado en Miami y consolidado en una imponente gira mundial por alguno de los escenarios más emblemáticos del mundo.
Recientemente, sin ir más lejos, fue seleccionada junto a los rostros internacionales de Diego Simeone, Ara Malikian, Rebeca Grynspann, Peter Sisseck, Wayne Griffiths y Caterina Biscari, como una de las representantes de la campaña “Spain for Sure / España, por supuesto”, que lanza El Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, como parte de su estrategia de impulso a la reputación del país, haciendo énfasis en el carácter inclusivo y multicultural de la cultura española.
Nacida en La Habana, Lucrecia Pérez Sáez, conocida artísticamente como Lucrecia, desde muy niña tuvo claro que su vida no sería otra cosa que música, canto y alegría. Estudió piano y canto en el Instituto Superior de Arte, y su definitiva inserción en la música popular cubana se produjo cuando ingresó a la famosa orquesta femenina Anacaona, donde se encargó de las voces, de los teclados y de algunas orquestaciones. Por esos mismos años obtuvo numerosos premios como vocalista en diferentes concursos nacionales. En 1993, sus canciones se situaron en el hit parade de radio y televisión, confirmado su consolidación como una artista de éxito dentro de la Isla.
Su versatilidad, su audacia y su declarada ambición profesional la han llevado por el camino de grandes colaboraciones con cineastas, editores, productores e intelectuales de la cultura. Su espectacular banda sonora para el documental Balseros, dirigido por Carles Bosch y Josep Maria Domènech, obtuvo una nominación en la edición de 2003 de los Premios Oscar. A petición del director de cine Gerardo Vera, reinterpretó la canción “Youkali”, de Kurtz Weil, y fue seleccionada como tema principal de la película Segunda piel (1996), cuyo reparto estuvo encabezado por Javier Bardem, Jordi Mollà y Ariadna Gil. Este mismo tema forma parte del hermoso disco Cubáname, en cuya grabación contó con la colaboración de grandes profesionales como Chavela Vargas o Paquito D’Rivera.
Lucrecia ha brindado su voz a varios personajes del universo del dibujo animado. En P3K Pinocho 3000, película de ciencia ficción y fantasía animada por ordenador, dobló al hada Cyberina; en la segunda parte de El Ratón Pérez (2009), de Filmax, prestó su voz a la ratoncita Lola.
En su profusa carrera figuran más de diez discos, la mayoría exitosos. Entre ellos destacan de manera especial Me debes un beso, Mis boleros, Prohibido, Pronósticos, Cubáname, Agua, Mira las luces, Álbum de Cuba y Grandes de Cuba. Su sencillo “La vida es un carnaval” gozó de un gran éxito.
Pero no solo la música, el cine y la televisión se han rendido a los encantos y a la sabrosura de Lucrecia; también lo ha hecho la literatura, para la que ha dejado varios libros de cuentos infantiles: Besitos de chocolate, El valle de la ternura y Todos los colores del mundo, son tres de esos libros que han tenido una gran acogida entre el público infantil.
En esta misma línea, y volcada en su trabajo por cuidar y proteger la infancia, editó el disco y el video La casita de Lucrecia. En 2015 salió a la venta su libro-disco infantil Besitos de chocolate, para toda la familia, que incluye doce canciones compuestas y producidas por la artista.
Con sobrada habilidad y gracia personal, Lucrecia ha sido capaz de compaginar su faceta musical con la televisión. Ha intervenido en programas de gran éxito en España y ha sido la presentadora estrella del programa infantil de Televisión Española Los Lunnis, entre 2003 y 2008 y desde 2016.
Actualmente, entre las tantísimas cosas que ocupan el grosor de su agitada agenda, están sus queridos Premios Alegría de Vivir, sobre los que cuenta un poco en esta entrevista, y el lanzamiento de Lucrecia es música: de mil maneras, tour 2021-2022.
Lucrecia, embajadora de España.
¿Cómo conociste a Celia Cruz?
Conocí a Celia, nuestra Reina de la Salsa, en su concierto junto a El Canario, en el Festival Grec de Barcelona. Me recorrió tremenda emoción, porque estaba en presencia de una auténtica diosa. En un momento de la noche le comenté que había soñado con ella y que, en el sueño, ella no me miró cuando le pedí su autógrafo. Entonces me miró y me dijo: “Oye, juega el siete”. Y de repente, las dos nos ahogamos de la risa. Ahí comenzó todo: fue el inicio de una hermosa amistad. Me sentí afortunada y bendecida.
¿Qué significado tiene para Lucrecia el nombre de Celia Cruz?
Celia es la artista cubana más grande; con su estilo, internacionalizó la cultura cubana llevándola a todos los rincones del mundo. Ella es, sin discusión, un referente de nuestra cultura, de su tradiciones e idiosincrasia. Celia Cruz es un icono, es alegría de vivir.
En una entrevista para el programa Luz de gas, afirmas haber conocido la música de Celia Cruz en un viaje a México. ¿Cómo fue ese momento? ¿Qué repercusiones tuvo para ti ese descubrimiento?
Fue mágico, fue una experiencia determinante. Cuando la escuché, me quedé absolutamente abstraída por el poderío de su voz, su pronunciación, y especialmente por su sabrosura. El disco de Celia con Johnny Pacheco, Tremendo caché, es un excelente regalo de vida. Quién me iba a decir entonces que la conocería, que ella sería parte de mi propia familia y que más tarde terminaría interpretándola en los principales escenarios del mundo. Aún me sonrojo por ello.
Tu relación con Celia Cruz no se redujo al plano profesional: hasta donde tengo entendido, compartieron una linda amistad.
En efecto, Andrés.
¿Bajo qué signos se construyó esa amistad? ¿Cómo era Celia como amiga?
Todo fluyó con naturalidad. Los escenarios y la música nos unieron. Hablábamos con tranquilidad y sencillez de cómo iba a criar a mi hijo, y de lo que solía hacer cuando regresaba de sus largas giras por el mundo. Junto a mis padres celebramos encuentros también.
Ella esperaba con mucha ilusión el nacimiento de mi hijo. Quiso ser su madrina. Nada más llegar a Barcelona, por un viaje de trabajo, me llamó porque quería conocerlo. Él tenía apenas diez meses de nacido. Cuando lo vio, le dijo: “Ven con abuelita Celia”. Y allá fue mi Jan, caminando feliz. Ella lo tomó en sus brazos, lo sentó en sus piernas, y se miraron durante rato. Luego Pedro lo cargó, y Jan le tocaba la cabecita de algodón, como decía Celia. Mi padre tiene el cabello igual.
Fue un momento hermoso, de muchísima ternura. Un momento que guardo entre mis más preciados recuerdos, porque estuvo marcado por el amor y la gratitud.
Lucrecia.
¿Qué importancia crees que reviste el nombre de Celia Cruz para la historia de la música cubana y para el patrimonio musical internacional?
Es un icono de Cuba en el mundo. Celia Cruz debería formar parte de los planes de estudio escolares en Cuba, algo que no ocurre en la actualidad. Ella debe perdurar en la memoria de nuestra Latinoamérica, de Cuba y del Caribe.
Has dicho alguna vez que “Celia no sabe todas las pasiones que despierta”. ¿Qué pasiones despierta Celia en Lucrecia?
Todas las pasiones, absolutamente todas, porque cada cual la adora a su manera y la quiere solo para sí. Lo bello es que todos la respetan y la admiran. Ese es el verdadero legado de una gran diva: ganar el corazón, situarse para siempre en un lugar afectivo, por encima de políticas, ideologías y territorios.
¿Cómo fue ese momento en el que te proponen protagonizar Celia Cruz: El musical?
Muy emotivo, tranquilo e íntimo. Omer Pardillo-Cid, importante mánager y productor musical, albacea del patrimonio de Celia y buen amigo, me llamó por la noche para comentarme de su decisión. Fue muy emocionante. Fue un momento muy simpático porque no podía gritar de alegría: era de madrugada en España. Le dije: “Omi, no puedo gritar de felicidad, por la hora, pero estoy muy feliz, muy feliz. Gracias, gracias, gracias…”.
¿Qué sintió Lucrecia al subirse en los tacones de Celia Cruz?
Respeto absoluto por la Reina de la Salsa, por su vida, por su música y por la leyenda que es. Y, sobre todo, porque es y seguirá siendo mi amiga.
Ser la protagonista del musical, colocarte en su lugar, interpretarla, ¿cambió en algo tu relación con el recuerdo de Celia?
Reafirmó mi admiración hacia ella, la amplificó, me hizo comprender (más si cabe) su enorme dimensión como artista y ser humano excepcional. He crecido muchísimo a nivel profesional. Y personalmente, ha reforzado aún más mi amor y unidad con mi familia.
Andrés, solo puedo decirte que me siento muy agradecida.
Lucrecia y Celia Cruz.
Sospecho que los meses previos al estreno debieron ser tremendamente intensos. Cuéntame cómo fue ese proceso.
Muy intensos y emotivos. Tuve que razonar, pensar, interiorizar y memorizar el libreto. De alguna manera, consciente o no, fue duro recordar nuestros momentos, nuestras conversaciones, nuestra complicidad como amigas. Ver sus videos, visualizar todo el material del que disponía, me removió muchas emociones. Fueron ensayos de cinco horas, una vez por semana, vía Skype, con el director artístico. Fueron, al término, clases magistrales con Gonzalo Rodríguez.
Mi esposo Albert se lo sabía de memoria. Yo lo repasaba en todos los lugares. El repertorio, todos sus himnos, sus gestos, sus maneras, sus guiños. Escuchaba e interiorizaba su potente voz, su andar, sus ademanes. Me llené de Celia. Celia era mi día a día en ese momento.
Cada espectáculo es una vivencia diferente, específica, singular. Y al terminar cada función vuelvo a mi vida con tranquilidad. Celia brilla en el firmamento y yo continúo con mi vida familiar y la satisfacción de mi trabajo bien hecho.
Gracias a Dios, siempre que termina un espectáculo, al volver a España, tengo grabaciones en CLANRTVE por mi programa Lunnis de Leyenda, mis conciertos, mis Premios Alegría de Vivir.
¿Conocías todo el repertorio de Celia o tuviste que estudiar en profundidad sus canciones?
Lo conocía, pero no me lo sabía en su totalidad. Se decía que a Celia no le gustaba que cantaran sus canciones, entonces siempre manifesté un respeto casi reverencial por eso. Yo bailaba muchísimo su música, pero jamás me la aprendí. En parte, creo, por ese gran respeto y consideración. Cuando llegó el momento, la vida se ocupó de que así fuera, lo aprendí tal como lo cantaba ella, pues era y es su gran tributo: es un homenaje.
¿Qué retos supuso para ti la caracterización de la Reina de la Salsa?
Primero que todo su voz, que es muy particular. Luego, sentir e interpretarla, emular sus ademanes, su andar, entrar en su piel y ponerme sus grandes zapatos. Andrés, todo ello supuso un acto de respeto, de mucho respeto hacia Celia, hacia su público y hacia los medios de comunicación. Fue un gesto de gratitud, también de humildad.
¿En algún momento sentiste temor, pudor o imposición?
La interpreto con todo el amor del mundo.
Lucrecia y Celia Cruz.
¿Cómo fue esa noche de estreno?
Muchísima concentración y seguridad por todo lo que ensayamos. Aparecí en escena pisando conscientemente el escenario, asistida por la guía indispensable de Gonzalo Rodríguez, director artístico. A ello debes sumar que tuve al excelente director musical Braily Ramos, marcando todo al frente de la gran orquesta, los actores y bailarines. Todo en una misma sintonía. Si tuviera que resumirte esa noche, te diría que fue una ocasión especial de muchísima alegría.
Durante la caracterización por parte del maquillador y peluquero Marcos Meré, que duraba dos horas y media, repasaba todo, los monólogos y las canciones, todo.
Omer Pardillo, que ya le conoces, habla poco, pero con contundencia. Me dice siempre: “Todo saldrá bien, Lucre”.
Segundos antes de comenzar, me dije: “Lucrecia, domina esta situación, porque te lo sabes todo perfectamente, deja que la magia de Celia te envuelva”. Miré hacia arriba y dije: “Celia, ampáranos. Este show es por ti y para ti”.
Cuando empezó el espectáculo, fue un trance de amor colectivo, una sensación de bienestar absoluto, una suerte de plegaria.
El musical se estrena en Miami, y pasa por España, Venezuela y México antes de llegar a la Gran Manzana. ¿Cómo fue esa gira? ¿Qué signos rigieron esa itinerancia?
El tour lo marcó Celia, su espíritu, su aura. En todas las ciudades encontramos los teatros llenos y la bandera de Cuba siempre hondeando. La coronación, sin duda, fue en Nueva York. Antes de llegar a la Gran Manzana, su Gran Manzana, ya se habían vendido todos los tickets. Hicimos brillar su nombre en el firmamento. No podía ser de otra manera.
¿Muchas emociones?
Todas.
Lucrecia y Celia Cruz.
¿Conexión espiritual con Celia?
Sí la hay. También mucho rigor, seriedad y profesionalismo.
¿Satisfecha con el resultado?
Súper, y con ganas de celebrar muchísimos más conciertos. Ella merece todo y más.
¿Qué cambiarías?
Nada. Es perfecto.
Hay que reconocer que siempre has sido mimada por la prensa. En este caso, ¿cómo ha sido esa relación?
Sienten mi respeto y admiración por su trabajo. Y yo contagio con mi dulzura y alegría a todos, gracias a Dios. Soy yo misma.
En el insondable espacio de la red han circulado todo tipo de opiniones sobre este espectáculo y sobre tu actuación. Algunas no han sido del todo amables. ¿Qué les dirías a esos detractores?
Por eso digo que Celia despierta pasiones.
¿Alguna anécdota que quieras destacar de esos días?
El año pasado, en el 19 aniversario de mi hijo, y coincidiendo con la gira, le conté todo lo que me decía Celia en mi embarazo: quería que él fuese músico, y ser su madrina. Te comentaba antes que cuando ella lo conoció, él tenía solo 10 meses. Al finalizar mi relato, me dice mi hijo: “Mami, qué fuerte, tú hablas de Celia como parte de nuestra familia y yo tengo colegas de mi edad que la escuchan y alucinan. Y les digo: ‘tío, mi madre la conoció, fue amiga de ella’”. Eso, al margen de la vanidad, me llena de orgullo. Durante los meses de ensayo mi hijo llegaba del colegio, me escuchaba y me decía: “Buenas tardes, Celia”. Yo me reía.
Lucrecia y Celia Cruz.
¿Cómo describirías tu relación con Omer Pardillo-Cid?
Hermosa desde el primer instante. Nos une mucho amor, respeto y admiración.
¿Cómo es Omer como director de espectáculo?
Riguroso y emotivo.
¿Por qué no estuviste en ese gran homenaje que Telemundo le dedicó en 2003?
Dios me preservaba y me preparaba para vivir otros grandes momentos con La Reina. Junto a Andy García, estrella cubana de Hollywood, con mi disco Álbum de Cuba, nominado a los Latin Grammys, tributo a las leyendas de la música junto a Andy García y su Orquesta CineSon all Stars, organizado por la Academia y su gran musical Celia: su música, su vida, su leyenda.
¿Cuántos temas de Celia has versionado? ¿Cómo ha sido la recepción popular y de los medios?
Solo he versionado “La vida es un carnaval”, y a dúo con ella he cantado “Yo viviré”.
Los medios siempre felices; a nivel popular, encantados. Grabé el videoclip en mi pueblo, Sitges, tierra de los carnavales más famosos de España y del mundo, con todas las comparsas. El Ayuntamiento abrió Sitges para mí. Imaginarás qué honor, total.
¿Qué me puedes contar de la canción “Agua con azúcar y ron”? ¿Cómo surge esa letra?
Fui imagen de Bacardí España, y se realizó un concierto homenaje a nuestra Reina de la Salsa y a Israel López, “Cachao”.Yo cerraba con mi orquesta. Esto ocurrió en la ciudad de Marbella.
En la rueda de prensa estuve al lado de Celia. La esperé en la puerta de la sala de concierto para regalarle mi disco Prohibido, mientras reflexionaba sobre la unión de esos elementos: azúcar, ron y agua. Nada más terminar el concierto subí a mi habitación y compuse la canción.
Me encanta esa canción, la verdad. Bacardí editó un remix con el coro, que es muy contagioso.
¿Cómo te enteras de su muerte?
Ese día estaba durmiendo a mí hijo Jan. Él siempre tarareaba todas las nanas que le cantaba, menos la nana de Jan. Ese día lo hizo por primera vez. Muy feliz, fui a la sala de la casa y me encuentro una llamada perdida de mi hermana, Ile Mateu. Le llamo y le digo lo feliz que estoy, y ella me dio la tristísima noticia.
¿Qué sentiste en ese momento?
Sentimientos encontrados, frustración, dolor, pesar. Pensaba que Celia había visto lo que hizo Jan, y se había alegrado. La tristeza fue tremenda.
Tenía un concierto en Gran Canaria al día siguiente, y el público sacó carteles que decían “Celia, te queremos”, “Celia, no te olvidaremos”, “Celia y Lucrecia”. No pude contener la emoción.
Luego viajé a Nueva York para despedirme de ella.
El gobierno, los artistas, el pueblo y el mundo entero le rindieron todos los honores.
Supe que visitaste el Museo Americano de la Diáspora Cubana, en Miami, la noche de la inauguración de la muestra Forever Celia, que curó Omer Pardillo-Cid. Supongo que fue una noche muy emotiva, marcada por el respeto y la admiración de todos sus amigos. Cuéntame sobre ese momento.
Omer Pardillo es Celia en la tierra; se ocupa de perpetuar su presencia y su legado. Mima cada detalle y cuida con amor todo lo concerniente a Celia Cruz. Me sentí emocionada y bendecida por su excepcional invitación para asistir a la inauguración de la exhibición más importante hasta entonces.
Cantante, actriz, escritora, compositora, pianista, presentadora de televisión y embajadora de la marca España Global y de Alegría. ¿Cómo logra Lucrecia compaginar tantos ámbitos de actuación en una sola vida? ¿Cuál es el secreto?
Jajaja… Gracias a Dios, mis padres me han criado con todo el amor del mundo y con una educación estricta. Aún continúan dándome ejemplo de orden mental. Tengo mucha creatividad y la canalizo con orden y con rigor.
El secreto de todo: mi alegría y mi perseverancia.
¿Cómo es un día normal en la vida de Lucrecia?
Despertar y agradecer es lo primero. Siempre doy gracias a la vida por concederme la suerte de un nuevo día de salud y de amor. Fundamental para mí y para mi tranquilidad es saber que mi familia está bien. Ella es el centro de mi vida. Ese contacto es de rigor cada día. Miro el mar de Sitges desde mi terraza y me doy cuenta de lo afortunada que soy. Practico yoga, desayuno, me acicalo y me dispongo a trabajar, ya sea en mi música, en la televisión o en el proyecto que en ese momento demanda mi atención y mis energías. Y pienso, siempre estoy pensando…
Lucrecia.
Balseros, el documental dirigido por Carles Bosch y Josep Maria Domènech y nominado a los Oscar en 2003, removió heridas y actualizó el drama del exilio cubano por entonces. ¿Qué supuso para ti trabajar en la banda sonora de este gran documento?
Balseros, sin dudas, es mi gran banda sonora. Comenzó con la propuesta de Carles Bosch, para el documental del programa 30 minuts de TV3. ¿Sabes dónde fue? En Sala Teatro Luz de Gas, sede oficial de los Premios Alegría de Vivir, mis premios.
Supuso adentrarme en cada protagonista, vivir en sus pieles, adaptarme a la técnica de composición para cine. Tuve que pensar, soñar y vivir con Balseros durante mi hermoso embarazo, años después, cuando se filmó la película. Fue un trabajo hermoso y duro al mismo tiempo. Nadie podría reportarse ajeno a la realidad de esos cubanos, al drama de esa travesía, al desarraigo, al adiós, a las rupturas familiares y a la búsqueda de otra opción de vida. Es un episodio muy triste y controversial. Creo que Balseros consigue hacer una excelente radiografía de esa realidad.
La banda sonora está concebida como un elemento indispensable. Los diferentes temas que se incluyen en la película ayudan, a través de la música y las letras, a perfilar los personajes. Toda la música fue compuesta exclusivamente para la película y tiene un peso fundamental, toda vez que incide de manera directa en la dramaturgia.
Estoy muy satisfecha con ese trabajo. Aprendí mucho y generé nuevos horizontes de empatía.
¿Algún recuerdo especial, algo que desees subrayar de aquellos tiempos de Anacaona?
Sí, muchos. Soy Licenciada en Música Clásica, en la especialidad de Piano, y fue gracias a Isolina Carrillo, presidenta del jurado, que dijo entonces, te cito textualmente: “Si no dejan que esta mujer cante, Cuba perderá una gran voz”. Gracias a Iso y sus sabios consejos, continué cantando con Anacaona y cultivé nuestra música tradicional cubana. Fueron momentos gloriosos en los que se imponía la energía de la juventud y las ganas de comerme el mundo. Y sigo así, literalmente…
¿Cómo y por qué surgen los Premios Alegría de Vivir?
La alegría es parte importante de la vida. Es inherente a nuestra naturaleza. Se conecta con profundos sentimientos del ser humano como el gozo, la satisfacción, la comunicación, el amor y la esperanza. La admiración y el respeto se cultivan con la educación y nos reconforta a nivel emocional.
Por eso surgieron los Premios Alegría de Vivir. En 2013, en plena crisis económica mundial, surgen estos premios para recordarle a todos lo que significa la alegría, lo importante de practicar la felicidad y la gratitud día a día. Desde el 2020, y sin perder un ápice de ilusión, nos pasamos al formato digital. Estas son las exigencias de un nuevo guion impuesto por el estado de emergencia sanitaria mundial.
Me cuentan que los últimos meses has trabajado mucho y muy duro en función de Lucrecia es música: de mil maneras tour, 2021-2022. Cuéntame un poco sobre ello.
En efecto, Andrés. Ha sido un año de mucho trabajo, pero siempre feliz de poder hacer aquello que más amo.
En estas circunstancias históricas tan difíciles para todos, en las que ha habido tanto dolor y tantas pérdidas, me refugié en la música y en el amor de mi familia y amigos. Me reencontré con el piano y la composición. Este recuentro me llevó a grabar mi nuevo álbum Lucrecia de mil maneras.
Es un disco que está lleno de poesía, de emoción, de canciones reconfortantes y con mucho acento latino. Algunas las estrené en momentos importantes a lo largo de este año, como “Canta, Celia, canta”, tributo a nuestra Reina de la Salsa. Se estrenó, precisamente, a propósito de su natalicio. También “Familia” y “De mil maneras”. Compuestas y estrenadas en plena crisis de la pandemia para irradiar alegría a la humanidad, para enviar un mensaje esperanzador.
Creo que esa es una de las grandes responsabilidades de los artistas: aportar luz y alegría, hacer que la vida de los otros sea mejor. Yo intento hacerlo con mi música. Mi música es mi responsabilidad como profesional, pero es también mi gran oportunidad para poder cambiar, ayudar e influir positivamente en los otros.
El 30 de abril estreno nuevo single: “Latinoamericando voy”. Un trabajo riguroso junto al compositor Alberto Palacios. Es un himno, una suerte de homenaje a la latinidad, a la esencia misma de lo que somos. Parte de ese concepto (tan utilizado en todo el mundo) que se refiere a la música, la cultura, la gastronomía y el carácter latinoamericano. La canción manifiesta orgullo y amor por una tierra amada, idealizada y desafortunadamente abusada históricamente. Es, ante todo, un mensaje lleno de cariño para todos los latinos repartidos por el mundo. Es también un adelanto de Lucrecia de mil maneras.
Las canciones fueron compuestas y producidas entre Barcelona, Madrid y Miami. Todo el trabajo ha estado sujeto a la paciencia y a los tiempos marcados por el rigor de la emergencia sanitaria. El producto total es fruto de una colaboración entre músicos de lujo: Braily Ramos, renombrado productor musical y director del tour mundial Tributo a Celia Cruz, y de la Orquesta Celia Cruz All Stars; Bayron Ramos, que además de ser un célebre productor musical es trombonista de Marc Anthony, Celia Cruz All Stars y Franco De Vita; Ariel de Cuba, “El Rey del Party” Myhitplace; Pedrito Camacho, cantante, compositor y pianista de Celia Cruz All Stars; Robin Reyes, bajista y productor musical de Latin Song Productions, que colaboró además en la producción de diferentes shows de televisión como Operación Triunfo, Tu cara me suena. Y los excelentísimos músicos residentes en Miami, Barcelona y Madrid.
Se suma a todo esto la gran pasión y la habilidad de Omer Pardillo-Cid, quien ha tenido la maravillosa idea de organizar una gira.
Lucrecia es música lo presentamos a los Grammys 2021. Que Dios nos proteja e ilumine. Hemos entregado nuestra alma, ilusión y profesionalidad a lo que sabemos hacer: la música.
¿Qué se siente al ser parte de proyectos musicales ganadores de un Grammy?
Cachao. The Last Mambo, nos trajo a todos esa bendición. La producción es de nuestro querido Omer Pardillo-Cid. Fue él quien concibió el concierto y congregó a todas las personalidades que intervienen, arropando a nuestro genio de la música Israel López, Cachao, en el mítico concierto celebrado en el Opera House del Adrienne Arsht Center Miami Florida. Ganó los dos Grammys: Latin y americano.
Yo interpreté “Dos gardenias”, de la grandísima Isolina Carrillo, mi maestra de repertorio y mentora. Es una bendición de la vida, y solo te puedo decir que me siento afortunada.
Eres parte de la campaña que el Ministerio de Asuntos Exteriores lanza al mundo para reforzar la imagen de España como un país multicultural con una importante estadística de población migrante. Cuéntame sobre ese proceso: cómo te seleccionan, cómo asumes la noticia, qué significado tiene para ti este nivel de representatividad.
Recibo la noticia por una llamada del Ministerio de Asuntos Exteriores Unión Europea y Cooperación. Luego recibí el mail con toda la información, y la verdad es que me quedé absolutamente impresionada. Es un reconocimiento a mi trayectoria en España. Me siento orgullosa por mi familia, por todos los cubanos del mundo, y por todos latinoamericanos.
Agua y chocolate son dos de tus términos más recurrentes. ¿Qué me dices de esa combinación?
Agua es vida y chocolate es alegría.
Omer Pardillo-Cid: Celia Cruz es Cuba
Conocido por haber sido el representante de Celia Cruz, Omer Pardillo-Cid es un exitoso mánager y productor musical que cuenta con numerosos premios Grammy, Latin Grammy y Emmy. En esta conversación hablamos de Celia, de la Cuba de ayer, del exilio cubano, del MSI, de ‘Patria y Vida’ y de sus actuales proyectos.