Pío Serrano: la conexión coreana

Pío Serrano nació en Cuba en 1941 y desde 1974 reside en España. Poeta, ensayista, editor, fue fundador de la editorial Verbum y coautor de la revista Encuentro de la cultura cubana.

El profesor Serrano es gran impulsor de la literatura coreana en España y en otros países del mundo hispánico. La presente entrevista se centra en este tema, pero también aborda otros asuntos relacionados con la historia e incluye un paralelismo entre Cuba y Corea.

¿Cuándo se despertó su interés en la literatura coreana?

Entré por primera vez en contacto con la literatura coreana en 1997, cuando recibí la visita de J.W. Bahk, profesor de una universidad norteamericana, interesado en que Verbum publicara su ensayo Surrealismo y budismo zen: convergencias y divergencias. Estudios de literatura comparada y antología de poesía zen de China, Corea y Japón. La lectura de ese texto y las conversaciones con el Dr. Bahk atrajeron rápidamente mi curioso entusiasmo por la literatura coreana, hasta entonces totalmente desconocida para mí.

¿Algún escritor en particular lo motivó en sus investigaciones sobre esta literatura?

En primer lugar, el contacto con el Dr. Bahk. Posteriormente, en 1998, pude conocer en Madrid al joven doctorando Kim Chang-min, con quien sostuve una prolongada amistad. Al regresar a Corea, él me propuso la traducción de un libro de Chunsu Kim, un poeta que me sorprendió por la claridad de su escritura y la rica humanidad de sus textos.

También en Madrid, el trato con la Dra. Kwon Eun-hee (Duksung Women’s University) me reveló un nuevo aspecto de la poesía coreana en la obra de Yun Tong-ju, de intenso lirismo, que refleja la resistencia cívica a la dominación japonesa.

Para el lector no familiarizado con la literatura coreana, ¿podría decirnos cuáles son sus rasgos más sobresalientes, que la distinguen de otras literaturas?

Observo dos rasgos paradójicos: por un lado, su flexibilidad para asimilar, en un primer momento, los modelos clásicos chinos, y ya en la modernidad, los modelos de la vanguardia europea; y por otra parte, un raigal propósito de defensa de la identidad coreana en sus contenidos. A ese respecto, la implantación de una escritura propia, el hangul, abrió la expresión poética a amplias zonas populares, al tiempo que reforzaba la identidad nacional.

¿Cuáles son los principales desafíos que enfrentan los poetas y escritores de ficción al traducir su obra al español?

La mayor dificultad reside en la ausencia de coreanistas en España, y también en la deficiencia de las traducciones realizadas por los hispanistas coreanos, aunque hay notables excepciones (Kim Hyu-chang, Kim Chang-min, Kwon Eun-hee, Kim Un Kyung, Lee Hyekyung, Ko Hyesun, entre otros). Esta dificultad provoca a veces una cierta ambigüedad en la interpretación de los textos, y requiere una laboriosa corrección por parte de nuestros colaboradores hispanos.

Alguna poesía coreana tiene un tono reflexivo, meditabundo. ¿Es difícil transmitir este sentimiento en la traducción?

Efectivamente, cuando el poema es más lírico, filosófico e intimista, no siempre es fácil transcribir al español la especificidad de ese sentimiento que, a veces, está vinculado con experiencias singularmente coreanas. En algunos casos, nuestros revisores, en realidad cotraductores, deben acudir al método perifrástico que aconsejaba Octavio Paz en sus traducciones del japonés.

Como afirmaba Benedetto Croce: “una buena traducción consiste en una aproximación a los valores originales de la obra recreándola de manera que tenga existencia propia”.

¿Por qué la literatura coreana no es tan popular, a pesar de los enormes esfuerzos editoriales de Verbum por darla a conocer en el mundo hispánico?

Las razones son varias. Entre ellas, el retraso con que la literatura coreana llegó a España, en comparación con la china y la japonesa. Únase a ello que el conocimiento de Corea, hasta décadas recientes, ha sido prácticamente nulo. La creciente popularidad del cine coreano es lo que ha despertado la curiosidad hacia ese país.

No menos importante ha sido que las marcas industriales coreanas (automovilísticas, electrónicas, de aparatos electrodomésticos), a pesar de su amplia presencia en el mercado español, se han despreocupado por identificar sus marcas como “coreanas”.

Por suerte, desde la década del ochenta, se han fundado varios Centros Culturales Coreanos muy activos, sobre todo en Madrid. También es destacable, en la actualidad, la existencia de cursos de lengua coreana en varias universidades; gracias, entre otros, a los profesores Antonio J. Doménech (Universidad de Málaga), Kim Hye Jeong (Universidad de Salamanca) y la entusiasta Yang Eun-sook (Universidad Autónoma de Madrid). A este respecto, es encomiable la labor que ha venido realizando el Dr. Ko Youn-il desde el Literature Translation Institute of Korea.

Leí que en los años sesenta había estudiantes coreanos haciendo sus estudios de posgrado en España. ¿Conoció usted a algunos de ellos?

Sí, como he mencionado antes, conocí al Dr. Kim Chang-min, y posteriormente a la Dra. Lee Hyeyung: una valiosa colaboradora desde sus años de residencia en Madrid.

A partir del siglo XV, los coreanos dejan de utilizar la lengua del Estado dominante, el idioma chino, y empiezan a utilizar su propio alfabeto, el hangul, como vehículo de expresión. ¿Qué significó esto para la sociedad coreana en general, y especialmente para la literatura?

El aporte del hangul ha sido decisivo, por una parte, para reforzar el sentimiento de la identidad nacional y, por otra, al facilitar el empleo de un alfabeto propio e inteligible, ajeno al uso restrictivo del chino o del hyangchal. El hangul posibilitó y amplió la expresión poética en distintos sectores de la sociedad coreana, entre ellos el de las mujeres.

¿Y Japón? ¿Qué efecto tuvo que Japón se retirara de Corea después de la Segunda Guerra Mundial? ¿Hay textos que abordan este tema?

Desconozco si existen estudios acerca de ese tema. Pero sí puedo señalar la importancia de que los jóvenes estudiantes coreanos, durante la colonia, hayan absorbido en las universidades japonesas las corrientes vanguardistas europeas, introducidas por profesores que habían viajado a Europa.

Usted ha estado varias veces en Corea del Sur. De hecho, en 2019, el Ministerio de Cultura de Corea del Sur le otorgó un premio a la editorial Verbum por su reconocida labor. ¿Cómo ha contribuido este premio a una mayor difusión de la cultura y la literatura coreanas en español?

Bueno, yo diría que los premios de la Fundación Lotte y del Ministerio de Cultura de Corea del Sur, el honor que me concedieron en 2019, me fueron otorgados por difundir la cultura y la literatura coreanas en español. Ahora bien, debo reconocer humildemente que estos reconocimientos no han hecho más que reforzar mi actividad dirigida a ese mismo propósito.

En sus treinta años dedicado a difundir la literatura coreana en el mundo hispánico, ¿qué es lo que le ha dado mayor satisfacción?

En primer lugar, el feliz descubrimiento de una nación, de un pueblo, de una historia, de una cultura y de una literatura que me resultaban enteramente desconocidas. Esto me ha enriquecido enormemente. Algo así como, para un cosmógrafo, haber descubierto un nuevo planeta. Y, por supuesto, el placer de compartir este descubrimiento desde mi actividad editorial.

¿Podría describir un poco los cursos de literatura coreana que ha impartido en la universidad o en otras instituciones del país?

Estos cursos consistían en una breve introducción a la literatura coreana, contextualizada con sus periodos históricos y culturales. Y ponía en manos de los estudiantes una breve antología de los textos estudiados.

En tiempos de pandemia, se me hace imprescindible preguntarle si esta crisis de salud pública ha sido un tema reflejado en algún texto publicado recientemente, o que esté en proceso.

Lamentablemente, no. Pero confío en que pronto comenzarán a llegar.

Usted, además de ser la persona que más ha difundido la literatura coreana en traducción, también es poeta, ensayista y crítico literario. Hace poco leí un poema suyo, “Plaza Mayor”, dedicado al poeta cubano Gastón Baquero, en el que se desliza cierta preocupación social. ¿Es la preocupación social una constante de su poesía?

No, la preocupación por los temas sociales no es una constante. Pero sí son frecuente los poemas con esta temática, además de otros de carácter más íntimo, reflexivo y contemplativo.

¿Ve alguna relación entre el pueblo cubano y el pueblo surcoreano que trascienda a la poesía de ambos países?

Desde que pude conocer aspectos de la historia reciente de Corea, la guerra de 1950-1953 y la posterior división política y humana del territorio, pensé que, de alguna manera, el pueblo cubano sufre actualmente una experiencia similar. Quiero decir, si la población coreana padece el alejamiento entre los de “arriba/Norte” y los de “abajo/Sur”, los cubanos estamos dispersos entre los de “dentro” y los de “fuera”. Ambas circunstancias igualmente dolorosas.

Incidentalmente, menciono que en 1921 llegó a Cuba un reducido número de inmigrantes coreanos procedentes de México, cuyos descendientes se han integrado a la nacionalidad y la cultura cubanas.

Para concluir, me gustaría saber en qué proyectos está trabajando actualmente, relacionados con la literatura coreana o con su obra poética.

Actualmente trabajo con tres proyectos coreanos próximos a publicarse y muy disímiles entre sí: la novela Hermosos lazos, de Chang Choong-sik, sobre una singular relación amorosa entre un joven coreano y una viuda japonesa durante el fin de la guerra, traducida acertadamente por Mah Sang Young; la Antología del canto coreano sijo, compilada por Kim Cheon-taek en el siglo XVIII, y traducida excelentemente por Ko Hyesun y Francisco J. Carranza; y dos volúmenes de Cuentos coreanos contemporáneos (Volumen I: autores nacidos entre 1913-1966; Volumen II: autores nacidos entre 1968-1980), traducidos por el experto dominio del español de Kim Un Kyung.

Sobre mis poemas tengo poco que comentar, salvo que gotean en una gaveta.




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Ana Olema: “Exiliarte significa inventarte un país”

Antonio Correa Iglesias

“Yo tengo muy claro cuándo estoy haciendo arte y cuándo estoy haciendo activismo. No todo activismo puede desembocar en una construcción simbólica para ser llamado arte. Para el activismo, la prioridad es la denuncia. Ambas esferas pueden generar una realidad, y esta es la razón por la cual yo me hice artista”.