Ricardo Figueredo: “Fui educado para decir la verdad y ser consecuente”

Ricardo Figueredo es el amigo que, cuando lo conoces, te das cuenta del tiempo que perdiste en la vida intentando encontrar personas como él. Si todo lo sufrido se empozara en el alma, como escribió Vallejo, lo por vivir empieza cuando ves alguno de sus documentales; porque Ricardo, igual que el músico Juan Formell o el dramaturgo Alberto Pedro, tiene el don de dar en el clavo en cada plano, seleccionando la frase o el instante en que la historia revela la periferia lúdica de la realidad encubierta.

Yo conozco poquísimos documentalistas cubanos que retraten tan fácilmente nuestra realidad a través de personajes que nunca vemos, aunque transiten junto a nosotros en la cotidianidad de las calles. Educado, conocedor de las artes del cine y de sus encantos, con su crédito de productor asociado a muchísimos de los mejores trabajos del cine de su generación, y con su naturalidad para encontrar la fórmula que integra lo mismo a un equipo en crisis que a un equipo centrado, Ricardo Figueredo es uno de los nombres imprescindibles dentro del panorama cinematográfico cubano.


Ricardo Figueredo y Juan Pin Vilar.

Ricardo Figueredo y Juan Pin Vilar.


¿Qué recuerdas del día en que murió tu mamá? ¿Dónde colocaste el dolor?

Los vecinos parados en las puertas, asomados en las ventanas, consternados por la muerte de aquella vecina treintañera… Todos los demás recuerdos son difusos, atropellados, mezclados con el sueño y la imaginación de aquel niño de nueve años recién cumplidos que perdía a su madre.

Algun vez deseé despertar y que fuese una pesadilla.

Años después, regresando de la calle, encontraste muerto a tu papá. ¿Alguna vez te has cuestionado la vida?

Me cuestioné la vida, la muerte, la existencia. Papá había sido madre, consejero, educador, defensor. Me apoyó cuando ser friki en este país era una mala palabra. Me enseñó la magia de la música y de la fotografía. Su muerte fue una ruptura en muchos sentidos.

Soñar con él no es una pesadilla, porque en cada sueño hay siempre un mensaje, una corazonada, un impulso místico que no me abandona, que todavía tengo presente con mis cuarenta y tantos años.

¿Qué sentimientos de tu infancia permanecen en ti? ¿Soledad, miedo, inseguridad, amor, solidaridad, enojo, ira, confianza?

Todos. Experimenté todos esos sentimientos, pero crecí, me superé, me tracé una meta y el amor prevaleció.

¿Qué música se escuchaba en tu casa?

Mamá escuchaba mucha radio, pero papá era un apasionado de toda la música; coleccionaba discos y le fascinaba la ópera. Gracias a él conocí a Caruso, Plácido Domingo, José Carreras y Pavarotti. A María Callas y Monserrat Caballé. También a Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Los Beatles, La Aragón, Ramón Calzadilla, Benny Moré, Lucho Gatica… Eso me hizo la vida diferente.

Eres una persona sociable y amorosa. ¿Legado de tus padres o batalla contigo mismo?

No siempre he sido sociable, soy una persona complicada. La vida me jugó muchas malas pasadas y pasé mucho tiempo solo. Como te dije antes, sentí miedo, inseguridad, ira y enojo, hasta que conocí el amor y eso me dio confianza, esperanza.


Ricardo Figueredo

Ricardo Figueredo.


Cuéntame de El Chaqueta. Sus aspiraciones. Sus amigos. El mundo a su alrededor.

El Chaqueta es parte de mi leyenda personal. Soy apasionado y cuando me gusta algo, quiero que me guste más que a nadie.

Tenía una chaqueta de mezclilla muy vistosa que mi padre me regaló, llena de sellos y letreros de Metallica; le descosí las mangas y la usaba mucho. Entonces mis amigos del parque Córdoba, en La Víbora, me bautizaron El Chaqueta. Ahí aprendí a ser friki: me dejé crecer mi pelo y me puse una cruz invertida; quería ser rebelde, ser malo. Pero cualquier gordita rubia que se cruzaba en mi camino mitigaba mis instintos.

¿Qué te impulsó hacia el cine?

Comencé coleccionando pedazos de fotogramas y fotos que se almacenaban en los cuartuchos del cine San Francisco, un bello edificio art decó al que iba diariamente. Solo el hecho de disfrutar el aire acondicionado era una bendición. Una noche, fascinado por el lenguaje cautivador del cine, me descubrí viendo películas para adultos. Además, cuando estudiaba quinto grado, me escapé de la escuela para colarme en el rodaje de Los pájaros tirándole a la escopeta, que se filmaba en el barrio. Desde entonces quise hacer cine.

¿Pensaste que podrías dirigir, o fue algo que se dio en el camino?

Jamás pensé dirigir o hacer cine en grande. En la Escuela de Cine hice mi tesis de ficción graduándome de Productor con staff de cine de industria, y me sentí aturdidamente feliz.

¿Qué te aportó la Escuela de Cine?

Fue un santuario para aprender cine y un santuario para mi vida. Conocí gente maravillosa; sin viajar, aprendí sobre muchas culturas. Pude conocer y solidarizarme con el cine latinoamericano. Por primera vez sentí que tenía futuro en mi vida, y creo que ese sentimiento me curó la idea que tenía de emigrar.

Me propuse hacer cine desde Cuba y sobre Cuba basado en el pensamiento de Julio García Espinosa cuando expresaba que “un país sin cinematografía es un país sin historia”. Y yo tengo deseos de contar historias.

¿Para qué te sirve hacer cine?

Para reflexionar sobre la sociedad que me preocupa, y para reflejarla. El cine es un arte de reflexión; su alto vuelo artístico lo hace diferente del lenguaje televisivo, por muy duro y desgarrador que sea lo que narres o denuncies. También busco que no resulte un material mediocre, ofensivo política y socialmente.


Ricardo Figueredo

Ricardo Figueredo.


Si tuvieras la posibilidad de hacer una película de ficción, ¿cuál sería el tema?

Tengo varias películas que quisiera dirigir. A pesar de los documentales que he hecho, me gustaría filmar películas de género, películas de amor, o películas que sencillamente entretengan. Pero si revisas las estadísticas oficiales de directores que han hecho sus películas con el ICAIC, verás que muy pocos jóvenes han sido glorificados con filmar dentro de la industria, por eso tratan de hacer su obra de forma independiente. ¡Gracias a Dios existen esas posibilidades! Negadas, criticadas, mal vistas, pero es eso o lárgate de aquí. Sin embargo, tengo esperanzas.

Cuando veo tus documentales, me doy cuenta de que están condenados al silencio oficial y, por tanto, a la no exhibición en grandes circuitos. A diferencia de la mayoría de los cineastas que conozco, no protestas ni alteras las redes sociales. ¿Por qué?

Porque cuando veo, leo o analizo tanta perreta innecesaria, por asuntos tan secundarios, decido callar. A veces es bueno escuchar lo que los demás tienen que decir.

Sin embargo, en este minuto no estoy tan callado. Estoy molesto, triste, contrariado, porque un grupo de jóvenes estuvo en huelga de hambre y no fueron escuchados. Jóvenes que no tienen armas ni hacen terrorismo, sino poesía, performances. Estoy molesto y preocupado.

No soy un activista. Nunca me he sentido cómodo con los políticos y los politólogos. No sé si tenga la adrenalina necesaria para un enfrentamiento directo, no lo sé, quién sabe, pero ahora mismo no quiero estar callado.


Ricardo Figueredo

Ricardo Figueredo.


Pienso que en esta guerra de “inteligencia” entre las instituciones de Estados Unidos y Cuba, seguramente se han inventado cineastas, directores de televisión, productores, periodistas oficiales e independientes, blogs, revistas digitales, en fin, toda la variedad de posibilidades con que la información desinforma. Tú trabajas por igual con la institución y con la disidencia. ¿Qué estás dispuesto a conceder y qué no?

Siempre que tenga la oportunidad de realizar o producir un audiovisual, estaré dispuesto a hacerlo. Me importa un pito de dónde venga el dinero, mi única condición es hacer el documental que yo quiero hacer. No entra en mi cabeza estar al servicio de un arte utilizado para la manipulación.

Mis documentales los he hecho con total libertad, y en eso no interviene el dinero. Recientemente, por ejemplo, Odalys García y Paola Larramendi, productoras de Vedado Films, me convocaron a realizar un documental sobre la COVID-19. Incluso teniendo como coproductora a Adriana Moya, de RTV Comercial, acepté. Todas estuvieron de acuerdo con el guion que escribí. Me concentré en hacer un material polémico, sincero, expositivo, sobre mi realidad.

Te juro que no filmaría un documental en contra del gobierno, ni contra las medidas sanitarias, porque creo que, incluso en medio del desastre que vivimos, la situación de la COVID-19 se manejó eficientemente. Por supuesto, no es lo único que me interesaba tocar en mi película; también me interesaba cómo esta situación cambió nuestra vida. Hablar de las colas, de las maneras de solucionar la vida que encontraron los ciudadanos, de los médicos que también fueron víctimas de la enfermedad, de la gente con dificultades en el suministro del agua, e incluso del bloqueo que el gobierno de Trump recrudeció.

Antes de filmar, el único inconveniente fue que no querían a Luis Alberto García como narrador. No dije nada; pensé que podría ser algo solucionable con el tiempo, y salimos a filmar (a ministros incluso) en medio de la pandemia más dura. Seis meses después, todavía sin ver el primer corte, me dijeron que en RTV Comercial no estaban de acuerdo con mi visión. Recogí y me fui. No hay nada más que hablar.

No permití negociación, porque no iba a propiciar un soborno ni un diálogo donde trataran de convencerme de hacer un documental que se pareciera al Noticiero Nacional Televisión. Corté inmediatamente con todos y le envié una carta a Gabriel Beristaín, CEO de Vedado films, promotor y alentador de mi presencia en el proyecto. Le expuse mis razones. Hasta este minuto, nadie se ha pronunciado.

Yo no haré un documental, ni con RTV ni con la Warner, si no se respeta mi visión como creador y mi libertad de narrar. Tanto en mi casa como en la escuela, fui educado para decir la verdad y ser consecuente. A estas alturas de mi vida no será diferente.

Háblame de La teoría cubana de la sociedad perfecta.

La teoría cubana de la sociedad perfecta fue una película que juntó varios documentales que alguna vez quise hacer. Todos con la misma temática de la prohibición y sus consecuencias sociales. Siempre me ha llamado la atención la paradoja entre las prohibiciones y la manera en que el pueblo cubano las burla.

Fue un proceso largo, porque una cosa es tener una idea y otra cosa es hacerla real. En el año 2015 me dieron la oportunidad de hacer un documental en la beca de New York Film Academy, y no dudé en echarle mano a mis notas sobre los juegos ilícitos, los artistas censurados, los “parametrados”, etc. Fui armando una historia en la medida que filmaba y conseguía buenos testimonios. Creo que traté de ser muy abarcador, pero aun así dejé mucho material fuera, y siento que pude haber hecho mucho más… Pero bueno, las películas son como son.

En cualquier caso, estoy feliz con ese documental. Estoy feliz de haber reunido a todos esos personajes que de una manera u otra son, o han sido, parte de mi vida. Algunos ya habían sido entrevistados por mí.

El reto siempre fue hacer respetuosamente “potable” un producto que, de entrada, sabía que sería polémico e incomprendido. Y ahí está: es una teoría sobre una parte de los problemas que me preocupan del país en que vivo.


Con Marcos Louit y Andy Ruiz, editores de La teoría cubana de la sociedad perfecta

Ricardo Figueredo con Marcos Louit y Andy Ruiz, editores de La teoría cubana de la sociedad perfecta.


¿Cuánto daña a la cultura cubana esta confusión de roles donde la gente cree lo que se publica y descree de los valores humanos?

Ese es un tema, Juan Pin: la cultura actual está dañada desde la raíz. Mientras exista alguien que, según su credo, decida quién es artista y quién no; mientras el Ministro de Cultura defienda la política y no la cultura, estará todo mal. Y será todo mediocre, porque, aun desde su burbuja-coraza, no tienen la capacidad de producir los proyectos que apoyan, buenos o no. Los montos dedicados al desarrollo cultural son escasos, y pasan por manos que no saben cómo usarlos.

Por eso visitas los estudios de Cubanacán y te encuentras un cementerio de autos viejos desbaratados, los almacenes de luces llenos de agua filtrada por las lluvias, descontrol, falta de interés… Mientras los medios de difusión oficiales muestran la cultura más alta y blablablá.

No puedes lavar la verdad con mentiras y callar y desterrar a artistas que aportan o aportaron (pienso en Juan Carlos Cremata), mientras otros se van del país obligados por las circunstancias, porque cuando caes en desgracia con el gobierno o con el propio Ministerio de Cultura, nadie te defiende. Ni siquiera los que te apoyan.

¿Te consideras productor o director?

Siempre pienso como productor. Incluso cuando escribo pienso en lo complicada que puede ser tal o más cual escena, cuán costosa sería y cuánto aporta realmente al discurso narrativo. Ser productor es una bendición que me permite visualizar el proyecto desde un punto de vista concreto.

¿Es ciega la crítica oficial, o cada vez se hace más mediocre?

Es mediocre porque está sujeta a una mentira mil veces repetida.

En casa, mientras cocino, tengo la costumbre de ver el Noticiero de las ocho. Y la realidad que refleja es tan distante de todo lo que se vive… En las noticias hay comida y felicidad en todo el país; nuestros dirigentes, pulcros y limpios, son sabios e inteligentes; los delincuentes son coleros o emprendedores que se benefician malsanamente; en las esferas más altas de poder nadie es corrupto, y el bloqueo es el principal problema: una vez solucionado, seremos el mejor país del mundo.

No saben el daño que se hacen mintiendo.


Ricardo Figueredo

Ricardo Figueredo.


Siendo un hombre del siglo XX, ¿cómo manejas las redes sociales? ¿Les temes o las dominas? ¿Son (como las llaman) la droga de esta generación?

Les temo y las domino a mi manera. Soy cauteloso y me preocupa lo vulnerable que puedes llegar a ser cuando se utilizan para desacreditar tu intimidad y cuando quieren desmoralizarte, pero renegar de ellas es cerrarte a la vida de estos tiempos.

Las redes sociales son también la droga que utiliza el poder para chantajearte, si publicas algo que no le conviene.

Recientemente surgió un debate en las redes sobre el cine independiente. ¿Estuviste al tanto? ¿Cuál es tu posición?

Soy un cineasta que trabaja con la industria y también de manera independiente. He producido cine sin dinero, sin permisos, como la mayor parte de la saga de Nicanor, dirigida por Eduardo del Llano. Puedo decir con orgullo que soy un cineasta que ha hecho cine independiente de verdad.

Personalmente, no creo que deba existir un debate para ver quién es independiente y quién no, u otro tipo de estupideces que desatan las redes para alimentar la vanidad y la división.

¿El 27N?

Yo siempre abogaré por dialogar, aunque no siempre suceda el diálogo. El gobierno, o los representantes del gobierno, prefieren dialogar con las personas que los alaban, regodearse con los aduladores y satanizar a los que critican: los tildan de enemigos, de mercenarios, ponen vigilancia en sus casas, les impiden salir, revuelven su vida privada para ridiculizarlos públicamente… Cosas horribles con las que jamás estaré de acuerdo.

En fin, tratar de dialogar tiene un precio en Cuba. No creo en ese diálogo, nunca te pondrán de igual a igual… Pero aun así siento la necesidad de seguir pidiendo el diálogo. Son demasiadas las generaciones que se han largado de aquí por no tener la posibilidad de ser escuchados.

No me gusta la posición política del líder, nunca quise ser líder de nada, por eso jamás he sido miembro de ninguna organización que condicione mi parecer a cambio de alguna acción contra quien piense diferente. Admiro y respeto a las personas que difieren completamente de la idea que tengo yo sobre la libertad, y me hace feliz saber que puedo dialogar y admirar su arte o su profesión.

Han sido muchas las personalidades de izquierda que han marcado mi vida: Silvio Rodríguez, Gabriel García Márquez… Una larga lista. Y son muchas las contradicciones que veo entre la izquierda de la poesía y las canciones y la izquierda que he vivido, hasta tal punto que pongo en duda la enseñanza de ese pensamiento aplicado a este país tropical que apuesta por el comunismo.

Si tuviera que volver a sentarme frente al Ministerio de Cultura para que seamos escuchados, lo volvería a hacer. Creo sinceramente que aún no nos han escuchado.


Ricardo Figueredo con Juan Pin Vilar y Jorge Fernández Era, el 27N.

Ricardo Figueredo con Juan Pin Vilar y Jorge Fernández Era, el 27N.


¿Cómo es vivir con dos hijas pequeñas?

Maravilloso. Me encantan mis hijas, me hacen olvidar lo mal que está todo. Son mi oasis, mi pasión, mi amor desbocado. Vivo para ellas y no hay nada en la vida que sustituya su espera y sus demandas.

¿Cómo es vivir con una mujer que de algún modo se relaciona con tu trabajo?

Una mujer como Diana es lo que cada hombre necesita para ser pleno. Ella es mi primera crítica, la que me obliga a revisar con detenimiento cada paso que doy. Gracias a ella he logrado todo lo que he querido en cada uno de mis proyectos personales.

Diana es aplicada y directa, hablar con ella me ofrece claridad. Contar con su inteligencia y complicidad ha sido muy importante para mí.

Después de casi 10 años de matrimonio: ¿amas el pájaro libre o le condicionas el vuelo?

Me gusta su libertad. Me gusta que sea libre y responsable de sus acciones. Si he de elegir, prefiero al pájaro libre; pero si en algún momento condiciono su vuelo, será por el bien de nuestro vuelo conjunto.

¿Eres feliz?

Sí. Cuando siento que comienzo a ser infeliz, hago una mutación y recomienzo de nuevo.

¿Qué le falta al cine cubano para abandonar completamente el siglo XX?

Coherencia, confianza, libertad y presupuestos.

¿Qué le falta a la sociedad cubana para abandonar completamente el siglo XX? Unidad y diálogo.




Fabián Suárez

Fabián Suárez, esta ciudad no es París

Katherine Perzant

No he tenido una relación en un plano artístico con la institución. (…) Mis películas solo se han exhibido en la Muestra Joven; incluso Caballos, (…) tuvo un inicio tormentoso (…): Yo trabajaba con una persona que tenía vínculos con el ICAIC y llamaron a esa persona y le dijeron: “Bueno, o esta película o el ICAIC”.