‘Veritas’: en pos de los trazos en la arena

Total disclosure: Eliecer Jiménez Almeida ha filmado y editado la entrevista y las preguntas fueron enviadas al entrevistado un día antes del encuentro. 

Pero la entrevistadora, que ha leído otras entrevistas que le han hecho con motivo de la presentación especial de Veritas (2021), espera que Eliecer le entregue algo suyo. Algo como un trauma, una enfermedad de la niñez, una cura espiritual, un sueño recurrente, una penuria psíquica. Quiere perla.

La entrevistadora quiere saber por qué Eliecer tiene el estómago débil o por qué tuvo una úlcera y cómo se la curó. El relato de la vida de Eliecer es la materia prima de su trabajo fílmico, la fuerza motora, lo que subyace, lo que reina. 

Lo cierto es que Eliecer ya me ha dado cosas. Hay una imagen cruda, desolada: una mujer que vive en la mayor pobreza, defeca en un tibor agachada sobre el piso de tierra, frente a la cámara, en Persona (2014). Me ha dado unos inodoros tupidos desbordados de excrementos en Entropía (2013-2015).

Supe que la úlcera en el estómago le salió a raíz de que en el año 2008, estudiando en la Universidad de Camagüey, le iniciaron un proceso de verificación política que duró hasta el 2010 cuando lo expulsaron. Supe que por cuatros años, de noche, no podía dormir a causa del dolor. Supe que fue asmático crónico de niño y que su padre le curó el asma llevándolo a caballo hasta un curandero en la finca El Paraíso, en Vertientes. El curandero puso al niño ahogado en medio del monte donde había un almácigo muy viejo y, colocándole un cuchillo en la cabeza, le arrancó un mechón de pelo y lo enterró en el tronco árbol. La ceremonia se repitió tres viernes consecutivos; ya más nunca ha tenido asma.

Supe que lo suyo contra el castrismo es personal. 

Que su hermano es un balsero desaparecido. Había cumplido 8 años de cárcel de una sentencia de 14 por vender carne de vaca; salió con un pase un día y se echó al mar. 

Supe que su padre murió de un infarto por el disgusto que le causó una multa de 2000 pesos y la ofensa verbal de las autoridades, cuando las vacas de un amigo cruzaron hacia un cañaveral gubernamental. Que era un hombre digno y no se merecía eso. 


In vino Veritas

Ya no un vino, aunque sí una cerveza IPA helada con 7% de alcohol, bebí mientras conversábamos.

Para Sócrates la verdad es una búsqueda continua, inacabada. Advierte que hemos de ser fieles a la búsqueda de la verdad —de lo que se desprende una ética. 

La historia la escriben los vencedores, que no siempre son los justos. 

Veritas va en pos de los trazos en la arena, la memoria de los hechos acaecidos antes, durante y después del 17 de abril de 1961.


Esta historia es importante porque ha sido escamoteada y, hasta hoy, es la única empresa bélica de envergadura contra el régimen —aunque desproporcionadamente asimétrica. 

Duele escribirlo. La Brigada 2506 contaba con una élite de las fuerzas aéreas cubanas (compuesta por expilotos de la Marina de Guerra, Fuerza Aérea y Ejército, y también jóvenes pilotos cubanos asimilados por la Fuerza Aérea norteamericana). Entonces por qué en esta operación pilotaron aviones casi obsoletos, B-26, C-56 y C-54 dados de baja tras la Segunda Guerra Mundial. En Veritas aprendo que a los B-26 le habían quitado las ametralladoras de la cola, para ponerles carga de gasolina, de manera que pudieran cumplir con el ir y venir de seis horas y media de vuelo entre Nicaragua y Cuba. El consenso es que la gran potencia los utilizó como chivos expiatorios de la Guerra Fría. Y a los cubanos la pasión los cegaba. Ya en el aire, se ordenó que pasaran de 16 a 8 los aviones participantes; EU se retractaba. 

En el filme sale a relucir este orden de cosas: les prometieron lo que luego no cumplieron. Los abandonaron allí. 72 horas de invasión. Más de un centenar de muertos, 1189 prisioneros. EE.UU. se lavaba las manos. Tuvieron que rendirse. Y ahí no acaba la historia. Primero los juicios, después los fusilamientos, luego el canje. 


Hablemos del documental y no de los hechos

Apunto cuatro méritos de Veritas

1. Primera vez que un cineasta con concepto (esto es cine de autor), retoma el tema escabroso de la invasión. 

2. Es el primer ensayo biográfico de los protagonistas de los hechos; Eliercer vuelve sobre el individuo. Quiero decir que el filme es también un ensayo biográfico sobre la importancia del exilio. Aunque los entrevistados quisieron volver a Cuba a liberarla, estos jóvenes ya vivían en libertad, y luego rehicieron sus vidas. El filme muestra eso: los logros, el éxito del exilio proscrito, la realización personal de estos hombres que sobrevivieron la contienda.

3. Veritas tiene un formato tradicional, pero exhibe una deliberada sobriedad narrativa, una frialdad de bisturí quirúrgico. Eliecer se ha tomado todo el tiempo del mundo para escudriñar y escuchar estos relatos de guerra. Creo que es lo que me subyuga del trabajo: el relato de los hechos en tono comedido —siendo como somos, tan dados a la mayor expresividad, digamos. El examen anatómico de un cadáver histórico, excluyendo el exabrupto emotivo, lo predecible, la vanidad o la rabia, la frustración y el rencor. Las emociones de este tipo, bastardas o legítimas, quedaron fuera de Veritas.

4. Veritas trae material inédito. Eliecer fue al lugar de los hechos, a Playa Larga, Playa Girón y al Camino de San Blas, camuflado entre los turistas pudo filmar. Este viaje a Cuba en el año 2019, no solamente filmó sin permiso y con malas intenciones, también trajo material fílmico vedado, extraído de los archivos del ICAIC por manos amigas anónimas. Vale la pena repasar una y otra vez los tres minutos de pietaje de los juicios a los brigadistas “mercenarios”, a ver qué más pare la imagen: el circo del poder a todo dar. Juicios montados en la Ciudad deportiva durante dos semanas a partir del 29 de marzo de 1962. La secuencia de los juicios sumarios es una puesta en escena impecable; parece sacada de El triunfo de la voluntad de Leni Riefenstahl —es el coup de grace de este filme para mentes frías y corazones ardientes.


Entrevista



Galería



Veritas, un documental de Eliecer Jiménez Almeida – Galería.




José Raúl Gallego

José Raúl Gallego: “No hay vuelta atrás con el periodismo independiente”

Ted A. Henken

“Muchos de nosotros hacemos periodismo y a la par hacemos activismo. Uno lo que tiene es que diferenciar los roles, y sobre todo ser consecuente con la ética de la profesión. Yo no voy a mentir. Sea cual sea la causa que defienda, mi compromiso es con la verdad, no con un partido político, no con una causa”.