Ellos están aquí


Podformance: Ellos están aquí 
Sinopsis: Ellos terminan volviéndote loco…

Escribe: Ray Veiro
Voces: Tania Bruguera, Daniel Triana, Juliana Rabelo, Noel Alonso Ginoris, Jonathan Formell, Ray Veiro.
Diseño de sonido y mezcla: Jonathan Formell
Guion: Noel Alonso Ginoris
Dirección y producción: Juliana Rabelo

Música: 

  1. Seis bagatelas para cuarteto de cuerdas op.9 de Anton von Webern.
  2. Cuatro piezas para violín y piano op.7 de Anton von Webern.
  3. La alondra totovía para piano de Olivier Messiaen. 
  4. Cuarteto de cuerdas No.4 Sz.91 de Béla Bartók.
  5. Epitafio para flauta, clarinete y arpa de Igor Stravinsky.
  6. Eclipse para shakuhachi y biwa W43 de Toru Takemitsu.
  7. Summertime, aria de Porgy and Bess de George Gershwin.
  8. Revolution 9, White Album de Lennon-McCartney.

Puedes leer la transcripción aquí: 

Tania Bruguera: “Imagina que vas caminando por la calle con una amiga y de pronto un carro particular se detiene, salen cuatro personas vestidas de civil y te entran a la fuerza, sin explicación alguna. Ahí entiendes que se trata de la Seguridad del Estado. Llegas a una estación de policía donde te desnudan y te interrogan sin antes leerte los derechos, no te permiten hacer una llamada y nadie sabe de tu paradero. Imagínate que eres uno de los 170 presos políticos que existen en Cuba hoy.

Imagina que estás sentado almorzando y la policía irrumpe en tu casa y te lleva detenido sin que te dé tiempo siquiera a ponerte los zapatos, y de pronto estás con presos comunes esperando un juicio por cargos completamente fabricados. Imagina cómo te sentirías si supieras que no tienes protección legal porque los abogados trabajan bajo las órdenes del gobierno, y responden no a sus defendidos sino a los intereses del Estado.”


1

Él. Quieren volverme loco: volverme una amenaza contra mí mismo. A esas alturas todos mis amigos están locos o muertos. Prefiero estar muerto, prefiero que me manden al paredón, que me fusilen como hicieron con tantos. Seis mil hombres fusilados, se dice fácil. Seis mil hombres fusilados. 

Ella. Yo conocí algunos de esos hombres. Me fueron arrebatados, así, sin más, de un día a otro no volví a saber de ellos: adiós a los tíos, los abuelos, los padrinos, el padre. Pero nadie habla de las mujeres. Pueden haber sido cerca de dos mil. Se dice fácil: dos mil mujeres. Llevaban las manos con jabas para sus maridos presos y vestían de blanco por sus hijos muertos. Adiós a las madres, las hermanas, las abuelas. Yo conocí a algunos de esos hombres y no estaban locos. 

Él. Quieren volverme loco: volverme una amenaza contra mí mismo. Quieren matarme de hambre. Quieren que grite en medio de la calle. Quieren que me tire al mar nadando, que escape del país, sin regreso, sin mirar atrás, y que con suerte muera en el intento para no poder contar nada del otro lado. Y aunque pudiera contarlo. Ellos terminan volviéndote loco. 

Ella. Ellos terminan volviéndote loco.

Él. Ellos terminan volviéndote loco.

Ella. Tengo una flor blanca en la mano. Voy a salir a la calle. Voy a dejar la puerta abierta para que el perro pueda salir, me oyen, voy a dejar la puerta abierta. 

Él. Ellos están ahí. 

Tania Bruguera: “Imagínense un lugar donde la excepción es que la policía te permita salir de tu casa. Imaginen que ese estado de sitio se extiende siete meses y que, sin haber cometido delito alguno, estás impedido de ir a comprar el pan o a botar la basura. Imaginen que en la puerta de tu casa hay una patrulla de policía y agentes de la seguridad del estado están en guardia día y noche para que ni siquiera se te ocurra pensar que puedes salir de tu casa. Imagínate siendo detenida por pedirles una explicación.

Imagínense que estando bajo privación ilegal de la libertad además te corten la conexión telefónica y los datos móviles por meses, mientras tus amigos también están siendo acosados o detenidos. Imaginen que cada vez que uno compra una línea de servicio telefónico te la intersectan, que cada vez que vas a hablarle al mundo de lo que sucede en Cuba la única empresa telefónica que hay, que es del gobierno, te quita las comunicaciones. Imagina que las personas tienen miedo a darte una cuenta de teléfono asociada a su nombre porque saben que la vigilancia electrónica es hoy una de las prioridades del gobierno cubano.”


2

Él. La flor se quedó en el piso. La aplastaron. Le pasaron cien botas por arriba. A Ella se la llevaron presa. Solo tenía una flor blanca en la mano. Iba a preguntar por los seis mil fusilados. Antes de montarla en la patrulla una muchedumbre la golpeaba y la sacudía, de un lado a otro, de un lado a otro. Le arrancaron mechones de pelo y la nariz le sangraba. Después la gente se iba para su casa como si nada. ¡Qué impotencia! Solo tenía una flor blanca en la mano. 

Ella. La flor blanca se quedó en el piso. A él lo tenían ya en una patrulla. Seguramente no escuchaba mis gritos. Cuando me estaban arrancando el pelo no sentí dolor. En el momento no sentí dolor. Lo peor vino después. 

Ahí nos separaron. No sé a dónde se lo llevaron. A mí me trasladaron a Villa Marista. Fui torturada psicológicamente. Pasó un mes, dos, tres… hasta que perdí la cuenta. Solo me sacaban de la celda para interrogarme. Todos los días me hacían las mismas preguntas. Y yo que solo tenía una flor blanca en a mano.  

Él. Habíamos protestado pacíficamente el día anterior por los presos políticos y objetores de consciencia. En menos de dos horas ya estaba siendo interrogado como el peor de los criminales. Gusano, mercenario, traidor: fueron palabras que me repitieron todos los días. 

Ayer éramos libres y seis horas después ya estaba en un juzgado improvisado: sin testigos, sin familia, sin nada. Un año a la cárcel, se dice fácil. En un año se me murió el perro de hambre. Yo olvidé abrir la puerta para que saliera: nadie fue a visitarlo, nadie fue a visitarme. En un año perdí cuarenta libras. Me llevaron a Villa Marista, ahí no vi más la luz del sol.

Tania Bruguera: “Imagínense encender la televisión y ver en el Noticiero Nacional expuesto tu número de teléfono privado con tu nombre al lado y tu dirección particular con datos personales, mientras un presentador enfatiza que, en efecto, ese es tu número y en ese lugar te pueden encontrar. Y unas horas después tienes tu teléfono lleno de mensajes de odio por personas que no conoces. Imagínate saber que la gran mayoría de esos mensajes son generados por agentes del gobierno haciéndose pasar por personas del pueblo para justificar después cualquier acto violento que pueda perjudicar tu integridad física. Imagínate que una persona desconocida, de pronto, en la calle, venga corriendo hacia ti para herirte con un arma blanca como consecuencia de los mensajes de odio generados por el gobierno.

Imagina ver en el noticiero tu correspondencia privada descontextualizada, editada, manipulada, interpretada de manera tal que sirva a una narrativa que no tiene nada que ver ni con tus intenciones ni con tus acciones ni con tu forma de pensar. Imagínense siendo el foco de odio de un gobierno que ha perdido su legitimidad e intenta sostenerse creando una falsa sensación de peligro ante personas que en realidad sólo reclaman sus derechos más elementales.

Imagina que no tienes derecho a réplica.”


Ella. No era la primera vez que me atacaban en un acto de repudio. Tiempo atrás había ido a trabajar como otro día cualquiera. El jefe de recursos humanos me llamó a su oficina. Uno de Ellos estaba también ahí. Fue el que le dio un documento al jefe para que yo firmara. Firma, me ordena. El jefe que es también tu amigo de toda la vida te está botando a la calle: él sabe, mejor que nadie, que tengo dos niñas pequeñas. No firmé nada. Decir lo que pienso no puede ser un delito. Cuando salgo de la oficina mis compañeros de trabajo comenzaron a abuchearme, golpearme, escupirme. Todo estaba preparado. Gente con la que trabajé tanto años, y ahora… Ahora ya nada tiene sentido. Yo nunca he golpeado a nadie. Jamás.  

Él. Este es el quinto interrogatorio en el día. No me han dejado ni comer, ni bañarme, ni dormir. A toda hora van a buscarme a la celda. Siempre las mismas preguntas. Los interrogatorios de afuera no eran iguales que lo de adentro. Aquí ya no tienes nada que perder. No te amenazan con meterte preso, te amenazan con desaparecerte o desaparecer a quien más quieres. Ellos dicen: ayer me encontré por casualidad con tu madre, casi la atropella un carro, debe tener más cuidado en la calle. Y uno solo puede quedarse inmóvil. Es inevitable no tener miedo. Cada vez que me llevan al cuarto de interrogatorios está prendida esa luz. El cuarto parece una incubadora, pero en vez de ser cálido hace demasiado frío.  ¡Apaguen la luz! ¡Apaguen esa luz, pinga! ¡Sáquenme de aquí! ¡Asesinos! ¡Yo soy inocente, cojone! No he hecho nada. Por más que uno grite nunca viene. Te miran del otro lado del cristal, como te desesperas y empiezas a gritar. Ellos disfrutan esa tortura. En los interrogatorios de afuera intentan convencerte de que estás equivocado, pero aquí adentro solo quieren verte morir lentamente. 

Tania Bruguera: “Imagina que pones una querella ante la justicia por difamación hacia tu persona por parte del gobierno y que es rechazada usando el argumento del derecho que tiene el gobierno a la libertad de prensa -pasando por encima la violación a tu privacidad, el asesinato a la reputación y los daños morales-, en un país que persigue a los periodistas independientes, donde los medios de prensa independiente son bloqueados para que no tengan visibilidad en el territorio cubano, y donde el periodismo ciudadano es penalizado a tal punto que si pones un post en Facebook incómodo para el gobierno te multan con un monto que excede el salario promedio de un cubano que trabaja para el Estado, y si no la pagas en un tiempo determinado eres apresado.”


Ella. Anoche dejaron la reja abierta y entró una presa de otro pabellón. Nunca la había visto. Era alta y fuerte. Entró a la  celda y dijo mi nombre. Aquí estoy, le respondo. Tengo un recado pa ti, me dice y me fue arriba como una fierra. Me cogió por el pelo, me metió la cabeza contra los barrotes, me lanzó contra la litera. Intenté defenderme pero apenas podía pararme. Las demás presas gritaban: ¡Abusadora, tú no eres una presa, eres una de Ellos! Yo nunca he golpeado a nadie. Jamás. 

Él. Esta es la sexta vez que me van a buscar. ¡Otro interrogatorio! Estoy muy cansado. Apenas puedo levantarme de la litera. Cuando vienen a buscarme, me arrastran. 

Ella. Dicen que me van a llevar al hospital.  Me llevan por un largo pasillo lleno de huecos en las paredes. 

Él. Huecos a la altura de la cabeza. Escoltan una mujer que cojea de un pie, no puedo verle la cara. 

Ella. Traen a un hombre flaco. Me fueron arrebatados los hombres de mi familia. A este no puedo verle bien la cara. 

Él. Nos estamos acercando. ¿Y si es ella? 

Ella. Ellos me dan la vuelta, de pronto. Me meten la cabeza en un hueco. 

Él. Era Ella. Tiene un hilo blanco amarrado en el pie. Era Ella, aunque su pie estaba muy hinchado. ¿Adónde la llevan? ¿Adónde la llevan, coño? ¡Suéltenla! Ellos sacan las tonfas y me caen arriba. Esos golpes no dejan marcas visibles, pero te rompen todo. 

Tania Bruguera: “Imagínate que mueres en una huelga de hambre en una prisión.

Imagínate que eres negro y pobre y te mata un policía con un disparo por la espalda. Y el gobierno justifica este acto culpando al asesinado porque se dio a la fuga. Imagina que la policía vuelve a matar a otro joven negro y pobre y quien ose denunciar y manifestar este hecho en público es llevado preso. Imagina que eres mujer y te viola un policía o te asesina tu pareja y ni siquiera eres considerada una estadística de feminicidio. Imagina que eres de la comunidad LGBTIQ+ y sólo si te asocias a la organización dirigida por la hija del ex-presidente del país eres reconocido y escuchado. Imagina que eres activista fuera de la sombra de la institución y por eso eres considerado un no-ciudadano, alguien sin derechos.

Imagina que tu hija estudie periodismo y sea perseguida y expulsada de la universidad por pensar diferente, logre salir del país como su única opción para terminar sus estudios, y al graduarse compre un pasaje de regreso y que el gobierno no la deje entrar al país, así simplemente, porque el gobierno no quiere personas dentro del país que le son incómodas, porque el gobierno cubano no quiere a personas que critican y se oponen a su sistema político.

Imagina que tu hija muere debido al desprendimiento de un pedazo de edificio en amenaza de derrumbe que le cayó encima mientras jugaba en la acera, y luego que has ido a pedir cuentas en todos los lugares por la falta de atención del gobierno a la situación de la vivienda, luego de que todo el aparato burocrático se desentienda, desesperado sales a la calle a pedir justicia y te meten preso.

Imagina que hacen de tu vida un infierno legal por querer darle la educación en la que crees a tus hijos.”


Ella. La enfermera viene cada dos horas. Primero me puso un catéter y un suero. Luego me trae dos pastillas rosadas que no conozco, un somnífero y una inyección de antibióticos. Al mediodía cambia el suero por dextrosa. Por la tarde me pone un anticoagulante por el catéter. Y en la noche otro somnífero hasta el otro día, que todo vuelve a empezar.  Eso dicen Ellos. Pero mi cuerpo dice otra cosa. Me siento peor. Ni siquiera puedo intentar escapar. Mi pierna está partida y enyesada. Además afuera están Ellos custodiando la puerta. Nadie entra, nadie sale. Solo la enfermera que ya viene, de nuevo, con su caja metálica para medicarme. Tengo sueño. 

Él. Estoy en una casa llena de búcaros con flores, adornos de biscuit y alfombras de colores.  Una mujer me está maquillando los moretones en la cara. Ellos traen un traje. Póntelo, me dicen. ¡Qué te lo pongas!, insisten. Casi no puedo moverme. La mujer me ayuda a vestirme. Me ponen frente a una cámara y empiezan a hacerme preguntas. Cada vez que digo algo que no quieren escuchar me golpean, cortan y vuelven a empezar a grabar.  

Tania Bruguera: “Imagina que crees en el sistema, te postulas y te eligen representante de tu localidad rural, y empiezas a pedir por las vías establecidas que no quiten el autobús para que los niños no tengan que caminar kilómetros para ir y venir de la escuela primaria, y que el resultado de tu gestión sean amenazas a tu persona y que un día un preso común liberado misteriosamente te ataque y pierdas un brazo.

Imagina que eres activista defensor de los DDHH, caes enfermo y no sales del hospital vivo, o que cuando te lleven al hospital de la prisión te inoculen el VIH.

Imagina que esto, todo esto se ha normalizado por el gobierno y que la culpa siempre es de las víctimas.”


6

Él. Pienso en mi familia ahora que me llevan en un carro a no sé qué lugar. Nos estamos alejando demasiado de la ciudad, cada vez el monte era más espeso a la orilla de la autopista. De pronto frenan, me ponen una capucha en la cabeza y me trasladan a otro carro. Huele a gasolina. Siento el sonido de una pistola cargando. Pienso en mi familia ahora que creo que la muerte está cerca. La muerte es ese hierro frío, ese sonido a hierro contra hierro. El olor a gasolina lo invade todo. Tiempo después vuelven a parar. Me bajan a empujones. Uno de Ellos me levanta la capucha y me pone la pistola en la frente. Es un hierro frío. Pienso en los muertos de mi familia bajo este mismo hierro, en los muertos del país, en el país muerto. Me mira directo a los ojos y aprieta el gatillo. Caigo inmóvil sobre el suelo, mentiría si digo que no tuve miedo. El carro se alejó y con él, su olor a gasolina. Ahora puedo respirar más fácil.

Tania Bruguera: “Imagínate un país que recibe donaciones para ser distribuidas gratuitamente y se las vende al pueblo.

Ahora imagínate que todo esto pasa en una isla que te han vendido como el paraíso de la justicia social pero que en realidad es una isla prisión y se llama Cuba.

Todo esto pasa en Cuba, porque no es raro que metan en hospitales psiquiátricos a los que luchan por sus derechos, como si desear la libertad política y pedir derechos humanos fuera un acto demencial.

Donde por muchos años tenías que dejar de comunicarte con tus familiares que abandonaban el país para no perder tu trabajo, porque eran catalogados como traidores, hoy esos mismos emigrados el gobierno los ve como una de las fuentes principales de ingreso de las arcas del país, aunque no les dé derechos de ningún tipo como ciudadanos cubanos.”


Ella. La ambulancia salió hace media hora. Creo que me llevan a la cárcel de nuevo. Ya no sé qué están haciendo conmigo. Solo sé que no pueden destruirme más. No han tenido mucha pena en seguirme metiendo en una máquina de moler carne. Porque siempre me tuvieron en una máquina de moler carne y me hicieron picadillo. La ambulancia ha parado, los camilleros me bajan y me cargan hasta una silla de ruedas. Uno de Ellos agarra la silla y me lleva hasta un salón inmenso. Parece una terminal. ¿Qué es esto? El aeropuerto, responde. Me deja una flor blanca sobre las piernas. Ya no significa nada para mí.  

Tania Bruguera: “Es en Cuba donde pasa esto, donde no sólo eres perseguido físicamente sino también en las redes sociales, donde el gobierno tiene departamentos para crear fake news, es decir, noticas falsas y un ejército virtual listo para atacar a quien ose publicar alguna crítica, denuncie la represión, las ilegalidades y la impunidad con la que opera el régimen. Es en Cuba, donde la impotencia ante el impacto de la opinión crítica en las redes llevó al gobierno cubano a amenazar en la Televisión Nacional con la realización de juicios en ausencia y extradición para aquéllos que les hagan críticas en redes sociales y vivan fuera de Cuba.

Es en Cuba donde las leyes son creadas para mantener a los gobernantes protegidos y en el poder y no para que el pueblo viva de una manera más segura. Cuba, un país donde nada funciona excepto su policía política.

En Cuba, como en la película Minority Report puedes ir preso no por lo que has hecho sino por lo que el gobierno infiere que puedas hacer, y para ello hay una ley de actividad predelictiva que en realidad se utiliza para inhabilitar a los activistas y a los defensores de DDHH, porque, en Cuba ni siquiera tienes el derecho a ser reconocido como activista ni como defensor de los DDHH, en Cuba las manifestaciones políticas se juzgan como delitos comunes. Porque el gobierno cubano no quiere reconocer ante el mundo que existen personas y grupos de personas que están luchando por sus derechos en su país.

Nada de esto es nuevo, hay una larga historia que se repite. Las representaciones anteriores de cubanos que han venido a este foro, las denuncias que han hecho, pudieran volverse a narrar hoy, porque por parte del gobierno nada ha cambiado. Pero hoy el pueblo de Cuba no es el mismo, los cubanos empiezan a perder el miedo y lo manifiestan.”


Él. Quieren volverme loco: volverme una amenaza contra mí mismo. Me han dejado frente a la casa. El perro está muerto. Nadie ha entrado a la casa. Las niñas están en casa de la abuela. Ha pasado un año. Ha pasado mucho. Hoy voy a lanzarme de la azotea del edificio Girón. 

Ella. Quieren volverme loca: volverme una amenaza contra mí misma. 

Él. Quieren volverme loco: volverme una amenaza contra mí mismo. 

Ella. Hoy voy a lanzarme de la azotea del Empire State. 

Él/Ella. (Juntos) Ellos están aquí. 

Tania Bruguera: “Hoy existen imágenes del pueblo abucheando al presidente mientras visita a los damnificados de un tornado en una zona vulnerable de la capital.

Hoy existen imágenes de más de 300 personas paradas frente a un ministerio exigiendo que se les escuche.

Hoy existen imágenes de cubanos por todo el mundo pidiendo simultáneamente con los que están dentro la libertad política para los cubanos.

Hoy hay datos de la corrupción en las altas esferas del poder.

Hoy hay registro de la persecución y el acoso a los activistas.

Hoy ya no se puede ser ingenuo ni indolente ante las acciones del gobierno cubano para con los defensores de los derechos humanos y los activistas. Hoy la comunidad internacional es también responsable de lo que nos pase a nosotros los activistas en Cuba. La comunidad internacional es también responsable de cada prisionero político en Cuba, de que los activistas Luis Robles, Thais Mailén Franco, Inti Soto, Luis Ángel Cuza, Yuisan Cancio, Esteban Rodríguez, Maykel Osorbo y demás presos de conciencia estén hoy desprotegidos legalmente por hacer algo que en cualquier lugar del mundo es legal y común: expresarse y manifestarse libremente.

La comunidad internacional tiene que salir de una vez y por todas de su letargo, de su visión edulcorada de Cuba y empezar a ver la realidad de mi país hoy.

Porque Cuba hoy es también un barrio donde salen sus vecinos a protestar por las injusticias. Cuba es también esos vecinos que zafan de las manos de la policía a un activista y evitan que se lo lleven en una patrulla. Cuba son personas que defienden a un vendedor ambulante ante la injusticia de un policía. Los cubanos han empezado a dejar de tener miedo y saben que pueden enfrentar lo injusto y ganar y eso es contagioso.

Hoy en Cuba las quejas de los cubanos comienzan a transformarse en acciones cívicas.

Cuba hoy es diferente porque algún policía comienza a avergonzarse de detener a alguien inocente, porque ellos también empiezan a necesitar un cambio, porque más y más personas han dejado de creer en un sistema que no funciona. Porque la injusticia ha llegado ya a todos los niveles de la sociedad y el gobierno se queda cada vez con menos adeptos.

Cuba hoy es también muchos activistas con intereses diversos que han encontrado un objetivo común: el derecho a tener derechos.

El gobierno cubano es hoy una caricatura post-irónica, pero no nos confundamos, el gobierno cubano es una dictadura militar en el uso más estricto de la palabra. Y ante eso el pueblo ha cambiado la consigna impuesta por el Estado de Patria o Muerte por su anhelo más profundo que es Patria y Vida, porque el cubano quiere vivir y vivir con dignidad.”

Polifonía de voces


© Imagen de portada: Eldy Ortiz.




Iván F. Real

Iván F. Real: “El acto de componer tiene mucho de inconformismo”

Jonathan Formell

“La creación se nutre de la cotidianidad: como somos y pensamos se refleja en la obra. La realidad y la obra se interrelacionan, se transmutan. Afrontar la creación es también un intento de (co)crear, de cambiar, de (re)entender la realidad”.