1ra parte. Que trata del surgimiento y desarrollo de “Conversación en La Catedral”
Buenísimas tardes para todos.
Fue un encargo de Hypermedia Review. Su director, Gilberto Padilla Cárdenas, me propuso crear un texto que consistiera en una conversación entre varios personajes del mundillo alrededor del tema de la revista: el factor yuma y las mafias del arte cubano. La selección de los interlocutores y el ensamblaje del discurso correría bajo decisión mía. La idea me pareció atractiva y entretenida, así que acepté y procedí.
Eso ocurrió hace casi un año. El texto fue concebido para ser publicado, a más tardar, a fines de 2019, de modo que varios fragmentos caen en cierto desfasaje y de alguna manera pierden el sentido inicial, porque han ocurrido muchas cosas desde esa fecha hasta ahora, como la aparición de Ezequiel en ferias y exhibiciones o como la revelación de la identidad de Lil Puñeta (eso para no mencionar la retahíla de acontecimientos contextuales, desde Luis Manuel hasta el toque de queda, pasando por todo lo demás que conocemos). Escapa de mi control el modo en que Hypermedia, como editorial, decida ejercer la circulación y difusión de sus productos.
Para la selección de los personajes, el criterio primordial fue el siguiente: que fueran personas dispuestas a hacer declaraciones públicas y a que dichas declaraciones fueran acopladas con las de los demás participantes, que desde luego, cada uno conocería de quiénes se trataba. Luego de varias propuestas (con sus correspondientes declinaciones) a amigos y conocidos, acabé por acomodarme con el grupo que ya conocen, individuos todos por los que siento un profundo respeto. Me pareció que se podía generar ahí una polifonía seductora.
“Tengo una relación muy hermosa con el apócrifo. Una relación profunda y recíproca, que de vez en cuando se manifiesta públicamente, sin recato. Pero esa falta de pudor tiene un límite. No me atrevería a poner en voz de alguien, sin consultarle antes, algo que ese alguien no haya dicho”.
Como saben, hace ya algún tiempo tengo una relación muy hermosa con el apócrifo. Una relación profunda y recíproca, que de vez en cuando se manifiesta públicamente, sin recato. Pero esa falta de pudor tiene un límite. No me atrevería a poner en voz de alguien, sin consultarle antes, algo que ese alguien no haya dicho. Hace poco más de dos meses aconteció Hacking no. 2. El gesto duró una semana y, ese tiempo, bastó para que un montón de gente, cercana en los más tristes casos, dejara ver su verdadero rostro, ese que se esconde bajo el nasobuco, bajo la sonrisita de “coño mi hermano cómo tú estás”, y bajo el coqueteo mediocre. Fue chocante, pero positivo; ahora estamos (los involucrados) un poco más sobre aviso de quién es quién. Quizás por la cercanía en tiempo, haya quien asocie un ejercicio con otro. También por la reiteración del personaje Lil Puñeta. Pero no es el caso. Una de las experiencias más intensas que nos dejó Hacking no. 2fue el percibir que la gente sospecha poco, duda poco, y todos toman partido de inmediato, todos sacan conclusiones precipitadas. Lo mismo que está pasando ahora.
Por eso quiero acotar, además, lo siguiente:
Tanto R10, como Ezequiel Suárez, como Orlando Hernández, como Paolo De, estuvieron claros, desde el primer momento en que los contacté, de lo que se trataba. Desde el inicio, cuando les propuse participar, expliqué en qué consistiría el ejercicio: una entrevista sobre el tema del magazín (mafias del arte cubano & factor yuma —no sobre “el mercado del arte”—), a cada quien por separado (ante la imposibilidad de reunirlos a todos a la vez), entrevistas que luego ensamblaría de modo que pareciese un solo encuentro. Desde el inicio también dejé claro quiénes serían los otros interlocutores. Todos estuvieron de acuerdo.
R10 fue el primero que entrevisté. Lo escogí porque se trata de un creador casi outsider (tanto en el arte como en el diseño), que no trabaja con ninguna galería cubana, y cuya obra sí se comercializa bien; de modo que su perspectiva del asunto sería interesante. Todas sus palabras en el texto le corresponden en la vida real.
Lil Puñeta, por su parte, era un personaje recién nacido, incógnito y buscapleitos, me venía como anillo al dedo. Ahora ya se sabe que es un heterónimo creado por Paolo De. Como heterónimo al cabo, tiene su propia vida, sus propios criterios, que no necesariamente deben coincidir con los de su creador. Esto último, en este caso, es además irrelevante. Para “Conversación…”, con Paolo sostuve igualmente una charla, de la que luego derivó el conjunto de intervenciones que le corresponden en el texto, las cuales me fueron enviadas por él mismo, luego de añadirle pasajes que complementaban la conversación inicial.
“Tanto R10, como Ezequiel Suárez, como Orlando Hernández, como Paolo De, estuvieron claros, desde el primer momento en que los contacté, de lo que se trataba. Desde el inicio, cuando les propuse participar, expliqué en qué consistiría el ejercicio: una entrevista sobre el tema del magazín (mafias del arte cubano & factor yuma)”.
Por otro lado, a Ezequiel Suárez lo invité porque asumí que, con su aura de enfant terrible, aportaría una textura particularmente atractiva al diálogo. La conversación con él tuvo lugar el martes 15 de octubre del 2019, en su casa. Él me dio la cita, y yo asistí específicamente para tomar sus criterios sobre el asunto en cuestión. No fue una visita ni mucho menos una conversación casual. Dado que sus parlamentos fueron mantenidos intactos, no sentí la necesidad inmediata de consultarle el texto final antes de enviarlo a publicar. Aquí quizás fallé, lo reconozco. Y lo asumo. También en ese encuentro Ezequiel me pasó la fotografía de Garaicoa junto a la camisa con las letras de “el arte cubano son muchas mafias”.
A Orlando Hernández le propuse participar porque me pareció que como figura crítica semi-underground y muy experimentada, tendría cosas significantes que decir. A él no le realicé una entrevista propiamente dicha, en cambio le di el pie forzado (factor yuma & mafias del arte cubano, repito), para que me respondiera con algunas notas al respecto. Notas que me envió y sobre las cuales me dio la libertad de añadir o quitar a voluntad lo que considerara pertinente. Cosa que hice, en efecto: incorporé parlamentos a su personaje. Dichas añadiduras fueron consultadas con Orlando y él me dio su aprobación para que fueran publicadas. Sí, fueron consultadas. Sí, las leyó. Sí, las aprobó. Además, me facilitó también la imagen de él junto a Boris Groys y Julián González. Hace exactamente 12 días recibí una llamada suya para pedirme que dejara claro que parte de sus parlamentos no habían ocurrido en la vida real. Yo accedí, y le pedí que me diera unos días, quería ver cómo se desarrollaban los acontecimientos y sentarme con la mente lo más fría posible. Hoy desperté con su declaración, que me ha tomado por sorpresa porque pensé que esperaría mis palabras, y me ha parecido profundamente lamentable. En la 4ta parte de este texto se especifica cuáles fueron sus intervenciones “reales” y cuáles no.
En “Conversación…” no hubo manipulación a nadie, cada cual estaba al tanto de lo que hacía. No hubo trampita con el fake, ni privacidad violentada, no hubo víctimas. Aquí todos somos adultos para asumir lo que nos toque. Nadie está obligado a nada. Usted tiene la opción de, en primer lugar, no acceder a participar en el ejercicio al que le invitan; y, en segundo lugar, de rechazar el resultado final de dicho ejercicio y no acceder a que se publique, si discrepara con los parlamentos atribuidos a su persona.
2da parte. Donde se comentan algunas impresiones sobre la situación y se divaga en torno a esas mismas cuestiones
El vulgo dirá de mí lo que quiera, pero lo cierto es que no soy tan insensata como se cree, puesto que nadie posee como yo el secreto de divertir a los dioses y a los hombres. Pruebas al canto. ¿No veis cómo, apenas me he presentado ante esta numerosa asamblea, todos los semblantes han sido invadidos por la más viva alegría?[1]
“A Ezequiel Suárez lo invité porque asumí que, con su aura de enfant terrible, aportaría una textura particularmente atractiva al diálogo. La conversación con él tuvo lugar el martes 15 de octubre del 2019, en su casa. Él me dio la cita, y yo asistí (…). No fue una visita ni mucho menos una conversación casual. Dado que sus parlamentos fueron mantenidos intactos, no sentí la necesidad inmediata de consultarle el texto final antes de enviarlo a publicar. Aquí quizás fallé, lo reconozco. Y lo asumo”.
Pues sí, damas y caballeros. “Conversación en La Catedral” no es un artículo, ni un ensayo; no pretende historiar ni plantear ninguna verdad absoluta, es apenas la compilación de una (o varias, para el caso) voz popular, esos criterios generalizados que todo el mundo comenta en el pasillo, cosas que todo el mundo asume (más allá de si son ciertas o no). No es un trabajo de investigación, es una plática informal sobre un tema específico, llevada al papel. Hay ahí criterios míos y hay otros con los que no estoy necesariamente de acuerdo, pero es que, justo, de eso se trata, del diálogo heterogéneo. ¿Que resulta superficial, amarillista, y falto de argumentos? Por momentos, sí, ciertamente. Pero, ¿acaso tengo yo que argumentar las afirmaciones ajenas?
Detrás de dicha publicación no hay, para nada, segundas intenciones de ningún tipo. Al menos no de mi parte. En lo absoluto. ¿Dividir? ¿Dividir qué? Las divisiones siempre han estado ahí y siempre estarán, que sean disimuladas con el parche de la hipocresía, eso es otra cosa. ¿Reproducción de esquemas de exclusión comunistas? ¿Os parece? Más bien sois vosotros quienes lo reproducen: al levantarse tal oleada de ofendidos, le otorgan a “Conversación…” una trascendencia que no tendría que tener, lo mismo que hace la Seguridad del Estado con la oposición, le van arriba hasta a las cosas más absurdas, y entonces ellos mismos le dan más visibilidad y alcance, cuando lo más sensato sería dejarlas ser, y que cayeran por su propio peso, si fuera el caso.
Por otro lado, el chisme y comentario solapado son también información de relevancia, indicadores de comportamientos y de estados de opinión determinados. Y a un montón de gente sí le interesa saber cuántos pares de zapatos tiene Cristina Fernández (Oliver Stone se lo preguntó directamente) o si por fin Justin Trudeau es hijo de Fidel Castro o si por fin fulanita la del primer piso prefiere hombres o mujeres. Se entiende, son contrastes, texturas que necesitamos. Nadie escapa. El amarillo es uno de los tres colores primarios.
A propósito, acá os dejo este pasaje de esa delicia que es El abanico de Lady Windermere[2]:
GRAHAM: Mi querido Arthur, yo nunca difamo, yo solo chismorreo.
LORD WINDERMERE: ¿Cuál es la diferencia entre la difamación y el chisme?
GRAHAM: ¡Oh, el chisme es encantador! La Historia es meramente chisme. Pero la difamación es el chisme echado a perder por la moral. Y yo jamás moralizo. Un hombre que moraliza es, generalmente, un hipócrita.
Las lecciones de ética os las agradezco, prefiero quedarme con las de Spinoza.
“A Orlando Hernández (…) no le realicé una entrevista propiamente dicha, en cambio le di el pie forzado (factor yuma & mafias del arte cubano, repito), para que me respondiera con algunas notas al respecto. Notas que me envió y sobre las cuales me dio la libertad de añadir o quitar a voluntad lo que considerara pertinente. Cosa que hice, en efecto: incorporé parlamentos a su personaje. Dichas añadiduras fueron consultadas con Orlando y él me dio su aprobación para que fueran publicadas. Sí, fueron consultadas. Sí, las leyó. Sí, las aprobó”.
Sobre Sandra Ceballos, repetiré aquí lo mismo que le expresé por privado. Lamento que el texto le haya contrariado del modo en que lo hizo, nunca ha sido mi intención el que ella se sintiera ofendida, ni ella ni ninguna de las otras personas que se mencionan, y coincido totalmente cuando dice que estos son momentos de estar unidos. Respecto al tema de la violencia machista, le reitero que tiene mi más sincera solidaridad. Desconocía (como muchos) su caso personal, y aquí anoto que me parece positivo que “Conversación…” haya fungido como catalizador de semejante denuncia.
Si al menos ha servido para generar debate, catarsis, ese es un punto en el que todos ganamos. Más allá de que el debate se torne repetitivo, desgastante, aburrido… Por mí, que lluevan textos y contratextos, desde apologías babosas y agravios difamatorios, hasta análisis académicos, descargas personales, cronologías, sones, sonetos, baladas y canciones. Y que se construya la historia así, poliédricamente.
Porque el arte cubano, así como de mafias, está lleno de mitos. Hay un montón de reyes desnudos caminando a nuestro lado, y lo que es peor, viviendo hace años de su desnudez. ¿Alguien ha pensado, por poner un ejemplo genérico, en la poquitísima documentación que existe sobre el arte de los 80 y en el súper halo de sacralidad que tiene dicha década? ¿Nadie se cuestiona si de veras todo era tan bueno como se dice?
Ah, ¿que la obra de alguien cayó en el olvido? Por alguna razón habrá sido… Que investiguen los interesados. De todos modos, ahora tenemos Facebook, WhatsApp, etc. Háganse catálogos, dossiers, compilaciones, o lo que sea, que muestren todo ese volumen de obra. Es fácil, y está a la mano de e-vri-ba-ri. Nótese que no hablo de crearse una web personal, ni siquiera un blog. No señor, un PDF con su obra y a circularlo. Ya la censura no es justificación, ahora todos podemos burlarla. Adelante, así de paso se arrojan luces sobre la tan turbia historia del arte cubano de los últimos 35 años…
Suelo ir por la vida de modo transparente, a veces sin filtro, porque no me gusta gastar mi energía en ese recelo eterno. Por esa misma razón, con frecuencia, peco de ingenua, caigo de mansa, me expongo de más. Pero mi conciencia está tranquila, no hago concesiones. Y si fueran los likes lo que me moviera, me pasaría el día publicando cositas en las redes. Un selfie aquí, una foto con menganito allá, una croniquita cada vez que voy al agro, una notica sobre la tontería de turno… Como podéis comprobar, no lo hago. De hecho, a Facebook entro cada vez menos. Aprecio mucho mi tiempo y cada vez filtro más el cómo lo invierto.
“Conversación en La Catedral” no es un artículo, ni un ensayo; no pretende historiar ni plantear ninguna verdad absoluta, es apenas la compilación de una (o varias, para el caso) voz popular, esos criterios generalizados que todo el mundo comenta en el pasillo, cosas que todo el mundo asume (más allá de si son ciertas o no). No es un trabajo de investigación, es una plática informal sobre un tema específico, llevada al papel”.
Tengo la impresión de que quienes hablan de machismo, de búsqueda de likes, de reproducción de esquemas de exclusión, etc., están solo realizando una proyección de sí mismos en “Conversación…”. El modo en que vemos e interpretamos el mundo, suele ser el reflejo del modo en que nos vemos y nos interpretamos a nosotros mismos. Pero esto es solo una impresión, a mí no me hagan caso.
Entonces, amigos, no os escandalicéis con boberías. Vosotros estáis por encima de esas nimiedades. Hay un sinnúmero de cosas ocurriendo con las cuales sí habría que escandalizarse (nadie está obligado a hacerlo, desde luego), como por ejemplo las decisiones que toma el gobierno y que sí determinan en verdad lo que puede o no pasar en nuestras vidas. ¿Entonces? Permítanme deciros algo: el enemigo, no soy yo.
Tomarnos las cosas tan en serio solo nos afecta a nosotros, a nuestra psique, a nuestro organismo. No vale la pena estresarse con cosas tan intrascendentes como un (o varios, para el caso) comentario soltado al vuelo, casi delirantemente. Dice Bertrand Russell: si piensas que estás haciendo algo demasiado importante, debes tomarte unas vacaciones. Yo vivo en un estado (casi) permanente de vacaciones, por eso me sorprendo una y otra vez cuando veo que saltan personas ofendidas por aquí y por allá, personas incluso del todo ajenas al asunto. Señores, qué manera de consumir disgustos por gusto. Me pregunto: ¿Qué “desprestigio” real puede significar para alguien el ser llamado “mafioso” así sin más, así a secas? Por favor, esa denominación hasta se volvió cool desde el 72, gracias a Coppola. Por más que me esfuerzo, no entiendo el escándalo, de veras.
Y otra cosa: nada, pero absolutamente nada, de mi parte, es personal. Nunca lo ha sido y nunca lo será. Por eso tampoco me tomo de modo personal ninguno de los ataques que recibo.
Lamento que tantos se estén yendo por la tangente y se queden solo con que si ahí dice que fulano es mafioso o que si se habla en lenguaje corriente, vulgar. Creo que el texto comenta varias nociones que igual interesan más, lo otro es quedarse con la cáscara. Es obvio que Garaicoa es de lo mejor que le ha pasado al arte contemporáneo en Cuba en los últimos años, Continua otro tanto, El Apartamento otro tanto. Así como que todo lo que se menciona ahí como “mafia” (Cristina Vives et al.), ha tenido una significación particular relevante para el contexto. Nadie discute eso. El punto aquí es que no hay espacios, que no hay coleccionismo nacional, que la institución es un monolito arcaico y ultradecadente y aun así controla, filtra, y condiciona todo, que el gobierno no se abre a la inversión… En fin, lo que todos sabemos y hablamos hasta el cansancio y sobre lo que no hacemos mucho para cambiar. Y hoy es Continua pero mañana puede ser el Whitney y pasado David Zwirner y la historia seguirá siendo la misma mientras el Estado lo tenga todo monopolizado. Esa es la verdadera “mafia”, la única relevante y definitiva, lo demás viene y va. A fin de cuentas, lo terrible de la alianza con el poder no es el pacto en sí mismo, en tanto se haga un trabajo serio y digno de respeto. Lo repulsivo es hacer concesiones, proceder con acciones en las que uno mismo no cree, censurar…
“Hay ahí criterios míos y hay otros con los que no estoy necesariamente de acuerdo, pero es que, justo, de eso se trata, del diálogo heterogéneo. ¿Que resulta superficial, amarillista, y falto de argumentos? Por momentos, sí, ciertamente. Pero, ¿acaso tengo yo que argumentar las afirmaciones ajenas?”.
El nivel de hipocresía que se respira es asfixiante. Las causas nobles todo el mundo las defiende, hasta el minuto en que le tocan a uno, empezando por la tan llevada y traída “libertad de expresión”. Y así con el antirracismo, el anticolonialismo, etcétera… vestidos de gala que hay que ponerse y quitarse según el caso.
El año pasado estuve en Hungría y una de las cosas que más me sorprendió fue lo similar a Cuba que es el sistema del arte allá (hay muy poca gestión privada, casi todo pertenece al gobierno, casi todo es mediocre, etc.). Pero lo más curioso fue que cada vez que pedía nombres de artistas cuya obra pudiera resultar interesante, a casi todo el mundo le costaba trabajo recomendar gente, sobre todo cuando le preguntaba a otros artistas. De pronto me sentía como en La Habana, viendo ese celito profesional, y recordando aquello de que “el respeto al extranjero ajeno es la paz”.
Se dice que hay tres clases de personas que debemos tener en cuenta: las que te apoyan cuando tienes un mal momento, las que te dan la espalda cuando tienes un mal momento, y las que te colocan en un mal momento. Pero lo cierto es que todo (o casi todo) lo que nos ocurre en la vida es responsabilidad nuestra, culpar al mundo exterior es victimizarse, en la mayoría de los casos. Es más fácil buscar pretextos que soluciones, pero eso solo nos desempodera. Y a la larga va generando un resentimiento y una frustración muy sintomáticos del tercermundismo. Un tercermundismo que es más mental que físico.
3ra parte. Donde se concluye y se anota el poco entusiasmo que produce la movida cubana y la pereza ante la tarea de escribir este apostillado
A mí, en este instante, me entusiasma bien poco la movida cubana. Cuba, en general. Me aburre sobremanera el modo en que nos pasamos la vida mirándonos y manoseándonos el ombligo sucio. Y digo que me aburre, no que no lo haga, ni que crea que no deba ser hecho, ni que piense dejar de hacerlo.
“Detrás de dicha publicación no hay, para nada, segundas intenciones de ningún tipo. Al menos no de parte mía. En lo absoluto. ¿Dividir? ¿Dividir qué? Las divisiones siempre han estado ahí y siempre estarán, que sean disimuladas con el parche de la hipocresía, eso es otra cosa”.
Esto es todo, señoras y señores. Gracias por su atención. He aquí unas notas que no creí necesarias. Le veo hasta cierta dosis de ridiculez a que estemos gastando energía en esto, con la cantidad de cosas más urgentes e interesantes que están ocurriendo (no en Cuba: en el mundo). Pero ya lo dijo Ezequiel: “Nosotras, las personas, tenemos todo el derecho y la oportunidad de ser ridículos”. He tenido que superar esa pereza aplastante que me generaba enfrentarme a estas acotaciones. Ha sido un poco agotador, la verdad. Espero que sea útil, al menos para que dejemos de emborronar cuartillas.
Salud.
La Habana, 15 de septiembre de 2020
4ta parte. ANEXO. Donde se especifica cuáles fueron las palabras “reales” de Orlando Hernández y cuáles no.
Las notas que me envió Orlando y utilicé en el texto fueron las siguientes:
El asunto es interesante, pero como a mí no me interesa ejercer ningún tipo de poder, y mucho menos derrotarlos, no me siento muy inclinado a hablar sobre esos grupos de poder que sin duda existen actualmente y desde hace tiempo en el arte cubano. Reyecitos y reyecitas.
“Sobre Sandra Ceballos, repetiré aquí lo mismo que le expresé por privado. Lamento que el texto le haya contrariado del modo en que lo hizo, nunca ha sido mi intención el que ella se sintiera ofendida, ni ella ni ninguna de las otras personas que se mencionan (…). Respecto al tema de la violencia machista, le reitero que tiene mi más sincera solidaridad. Desconocía (como muchos) su caso personal, y aquí anoto que me parece positivo que ‘Conversación…’ haya fungido como catalizador de semejante denuncia”.
Eso, junto a lo de los yumas, que es un tema distinto, pero voy a unir las dos cosas porque pienso que las dos son lo mismo, sustitutos, casabe (por aquello de q cuando no hay pan…).
Probablemente eso solo suceda en países como Cuba, quizás. Al menos de esta manera tan ridícula. Si las instituciones relacionadas con el arte, la cultura y en general la sociedad funcionaran de manera normal, si el Estado fuera eficiente, etc., todos esos reyecitos y reyecitas no existirían o su poder funcionaría solo como influencia, que es como debiera ser.
Claro que me estoy refiriendo solo a los poderes extra-estatales. Porque el Estado lo ejerce desde arriba como pisotón, y los curadores y artistas de éxito, etc., desde los bordes, con su influencia, su prestigio, sus contactos, sus propiedades, su dinero, etc. Contra el Estado, ese aparato siempre represor de libertades, que ya uno de los clásicos (creo que Marx mismo) dijo que llegará el día en que tampoco exista, pues hay que metérselo con papa frita. Del otro puedes burlarte si quieres, pero por lo menos permite que los de más abajo recojan las migajas del banquete.
Lo de los yumas, como tú llamas a una gran variedad de personajes extranacionales es una categoría endémica, algo generado por nuestra debacle económica, política. etc. porque ser extranjero en otras latitudes no tiene gran importancia. Aquí sí. Y bueno, no todos los extranjeros son yumas, los africanos, los vietnamitas, etc., pertenecen a una categoría no-yuma, son bisneros, negociantes, etc., pero no yumas. Yuma es incluso el cubano que se fue y regresa con plata y puede y debe ser jineteado como cualquier norteamericano (o europeo). Pero eso de que ser yuma constituya una seducción pa los artistas, en el fondo es bastante desagradable. Lo hace ver a uno como un ciudadano de segunda. Un imbécil italiano o alemán, sabe dios si pro nazi, parece valer más que un cubano culto, inteligente, etc. pero sin un medio en el bolsillo. Es asqueroso.
“Lamento que tantos se estén yendo por la tangente y se queden solo con que si ahí dice que fulano es mafioso o que si se habla en lenguaje corriente, vulgar. Creo que el texto comenta varias nociones que igual interesan más, lo otro es quedarse con la cáscara”.
El arte es un sistema muy prostituido, desde luego, y todo eso se convierte en algo normal.
La anécdota de Boris Groys no me la envió en las notas, eso fue parte de una charla hablada, que luego reproduje de memoria. El resto de sus parlamentos fueron las añadiduras que le hice, de las cuales el siguiente párrafo corresponde a R10, a la conversación sostenida con él:
Pero claro. Aquí to el mundo está desesperado por vender, y cuando el mecanismo empieza a coquetearte tú sientes una efervescencia, como una gran promesa de que todo se va a resolver. ¿Pero qué es lo que se va a resolver? Ahí es donde está la tristeza. Se va a resolver un pollo más, un pernil, más ron, o sea, las tonterías. Porque básicamente eso no va a significar nada extraordinario. Es la seguridad esa elemental que to el mundo tiene en todas partes, que tú no tienes. Una ventana nueva, un aire acondicionado. Cuando tú ves realmente a dónde se orienta el esfuerzo artístico, es completamente patético. Hay mucha gente que está pintando para pintar la casa, o para mudarse a una casa con un cuarto más… Eso esta volao cuando realmente es transparente, normal, pero es que todo eso se disfraza de algo tan sofisticado, que llega un momento en que da como una alergia ver todas las máscaras que hay escondiendo una cosa tan básica.
Notas:
[1] Rotterdam, Erasmo de: Elogio de la locura, Editorial Arte y Literatura, La Habana, 1984.
[2] Wilde, Oscar: Lady Windermere´s fan, Penguin Books, Londres, 1995. La traducción es mía.
Imagen de cubierta: © Raúl Cordero, Pare de sufrir.
Conversación en La Catedral
“¿De qué otra manera pueden sobrevivir los artistas cubanos si no es por el yuma? Aquí nadie compra arte, no hay un mercado nacional. Los yumas son los que permiten que exista arte en Cuba”.