Havana is a wild city

Havana is a wild city
In the limit
Beautiful
Havana mine
Back and Now
Even in Havana
Comes late at night
The Peripheral pain
And yet…

1. Havana is a wild city

Acicalados, desprovistos, ausentes, anhelantes, de prisa, despistados, desolados, transeúntes; todos. Un amor real, es como vivir en aeropuertos.

Ella piensa que el mar no le queda lo suficientemente cerca, que el sol es demasiado intenso aquí, incluso en las mañanas.

Charlie está de visita en una calle de la Habana. El humo abraza el polvo y la brisa húmeda los envuelve a todos. Motores, voces y sudor. Welcome. Un articulado pasa y su lamento es el de una ballena metálica que se arrastra. Devora transeúntes aquí, los escupe allá. Un articulado es, para Charlie, un bus. Un bus, es, un autobús. Un autobús que Charlie conocerá de lejos, lo escuchará rugir y mirará lo que cuece su barriga.

Ella piensa en irse de esta ciudad, la ciudad-podrida, la ciudad-baño público-oscura-saturada, ciudad-veneno-verborrea-sudor. Ella piensa que los hombres en esta ciudad miran con ojos de semen y hablan con palabras de semen. Ciudad infecta y derruida. Quiere irse, pero también, piensa, la ciudad quiere irse de sí misma. Se desprendería si pudiera. Flotaría contenta hasta replegarse a algún continente. Ciudad patana.

Más allá, hay esperanza. Más allá, la ciudad se detiene. Ella suda en la barriga de una ballena metálica. Junto a Ella sudan otros, los demasiados otros que siempre están. La ballena se sacude pero nadie cae, un cuerpo sostiene al próximo. Un instante y entró, sin más, la brisa limpia, la brisa azul. Los otros también se rinden a ella. El motor despierta y la brisa se olvida. Ella nunca ha visto un aeropuerto.


2. In the limit

Charlie llega al límite. Aquí en el límite todo es ocre y azul, fresco y mojado, aquí vienen todos y todos hablan de aquí. Ya aquí, alguna vez, ha sucedido todo.

En los ojos de aquella muchacha de Fiji se resguarda una idea aburrida que comparte el hombre que se ha quedado a los pies del Sinaí. Dentro de la Ciudad Eléctrica de Nueva Deli, Shenna enciende el cigarrillo blanco, ajusta la pequeña falda, sus tacones se afincan. El camino, inmaculado y concreto: una chica camina con su pequeña falda y sus tacones negros, nadie la ve, a ella, oculta dentro del paisaje decorado como los impecables centros capitales de Europa. Al llegar al extremo, el concreto camino se detiene ante la verja. Del otro lado, Shenna se adentra en la ciudad, ajusta su sari y baja del metro. La chica de Madagascar resguarda en sus ojos la misma idea atrevida que el hombre del Jordán recuerda.

Algunos siempre se quedan. Algunos se irán flotando hacia otro continente. Procrearán a nuevos invasores y otros algunos que también se queden. Hasta que no haya memoria, quizás entonces la ciudad vuelva. Se encalle en esta esquina de mundo y todo ocurra como siempre ocurre. Ella ahora camina sin prisa por la ciudad raída.

En los contornos del límite donde todo ocurre, pocas cosas están permitidas. Si un cetáceo se afinca en el asfalto, la zanja cede, la humedad abarca y nadie mira. Charlie, ha visto demasiado y aún no es suficiente. Dentro, vive la idea aburrida, atrevida y recompuesta, de olvidar. Ha besado los labios de La Habana y se ahoga en su arrecife, mientras Buenos Aires lo llama.


3. Beautiful

En la ciudad del sol se venera cada instante. Reconstituido a cada momento, si no se cae nunca se levanta, si no se aburre nunca se atreve. En los ojos de aquella muchacha moscovita se resguarda la mirada de la chica de Nigeria. Por la Habana caminan todos, en desigual similitud.

La ciudad serpentea tullida hacia la gran obra. La obra apuntalada se desdibuja bajo el sudor del sol. Ya Ella guardó el secreto que Él conocía. En las calles de Yakarta una ráfaga levanta polvo de La Habana. Por un instante, Ella se vuelve, como buscando, y descubre una idea. El sol que estuvo contra la cara de Él está contra la suya.

En la ciudad descarnada las sombras se pasean junto a cuerpos cansados, frívolos, eternos, desprovistos. Hay un susurro que les enlaza, una promesa, un despertar. Quién busca, dónde está lo próximo a encontrar. Pasos, Ella gira en esa esquina, Él voltea hacia la derecha, se cruzan y no se miran, aún no saben que existen.

Separarse de todo, dejar de buscar, buscar qué, para qué. No se encuentra lo que se busca. Sólo sustitutos a una idea, un deseo, una sensación pensada, soñada, encontrada por momentos fugaces y siempre perdida. El dolor de su ausencia es la confirmación de que existe, una y otra vez.

Ella le recuerda ahora. Gira en la próxima esquina y sin saberlo se encamina hacia Él. Hay un flujo vertiginoso de objetos, voces, todo tipo de exhalaciones de ciudad. Pero están también sus manos y sus labios y un encuentro húmedo y profundo donde lo demás sólo se desvanece. La ciudad, de vez en vez, se inunda. Si Él se acerca, un roce se desenlaza hasta la próxima idea. Él pasa, la ve, le dice y la mira, le habla y la mira, un ok, nos vemos luego y la calle se abre otra vez. El espacio que aún no se menciona sabe a posibilidad, la idea queda remoloneando.

Los muchos del autobús que pasa ven el crucero resplandeciente en la bahía negra. Miren todos, behold. Allí se alza toda esa maquinaria de promesas. El autobús gira y todos contemplan, behold y todos suspiran. Ciudad adentro lo extracotidiano sucede cada día.

Charlie encuentra un amor de aeropuertos entre la ciudad descarnada. Hay lugares donde la belleza persiste y sobrevuela. Un amor real debe saber a mar, tierra, montaña, a inesperado y preciso, a olvido y maravilla. Charlie se aferra a aquella idea antes de partir.

Si Ella decide bajarse, tropezarán de nuevo en la próxima esquina. Quizás Él diga algo, quizás ella le mire así y luego y luego y luego. Desde arriba la ciudad es mansa. Duerme y espera. Abajo hay espacios que no se cubrieron, palabras redichas y otra vuelta de hoja. Aquí todo ruge de la forma más cotidiana.

Charlie regresa a su tango.


4. Havana mine

A 50km/h un almendrón atraviesa Centro Habana. Un almendrón es un taxi, un taxi viejo y grande con forma de almendra que solo ocurre en La Habana. En esta esquina el esqueleto de un edificio duerme sobre una casa en ruinas. La calle se estrecha entre tanta gente, se amontonan todos. Salitre, algo de ron y mucho mar. La ciudad se sumerge y está todo seco. Aquel edificio muestra una esquina exuberante de ladrillos y ventanas. Havana mine, roída de la forma más hermosa, expone sus huesos.

Al saxofonista le decían Axel porque era igualito a Axel Rose. Axel con su pelo tan rubio y sus ojos tan azules y su barba tan Rose. Festival abajo y Festival arriba por la calle 23, La Rampa, 23 y 12, épica esquina de cines, café, pizzas y literatura, cervezas y música. Encuentros y desencuentros.

Aquel saxofonista que sólo pasaba por allí, reconoció a alguien del grupo y el saxofonista se ríe, se queda, se une, y las películas ruedan hasta el malecón. En el mar, un saxofón puede ser redundante, explícito y simple. Axel Rose sobre el muro del malecón.

Los besos de la noche deben dormir en el muro. Quedarse allí junto al mar, al que luego regresarán a morir. Una habanera debe ser algo circunstancial, precisa, volátil, con sudor de mar, hollín y cerveza. El vino siempre se suma.

La mora de Trípoli tenía una perla. La echó al mar, se arrepintió, lloró por ella. En La Habana también se pierden perlas, como en Ozlo, Berlín o Nairobi. En el anfiteatro de Leptis Magna se respira la ausencia de sus performers. El público queda totalmente expuesto, el sonido fluye y rebota. Sostenido por delfines, el tabloncillo sobrevive al mar y los turistas. Roma llegó aquí y al teatro fueron todos. Si Eurípides fue representado aquí, el recuerdo queda entre los maderos y las piedras. Alguien lloró, alguien rio, aquí, alguna vez, alguien quedó maravillado. Las ruinas de aquella ciudad Magna también se respiran aquí.

En las habaneras ruinas, románticas por lo que ya no es, la muerte se devuelve hermosa. Ella se desenvuelve entre el hastío, la melancolía y los atardeceres.

Un amor real es como dormir y estar despierto.


5. Back and Now

Un almendrón supera los 50km/h y logra no chocar con otro almendrón, con tantas personas caminando, con ese latón de basura que sobresale su esquina. En el abismo común, en la serenidad de la desidia con la que todos lo llevan a cabo, las calles pasan, la gente y los ruidos hasta llegar al mar.

Caer sobre el muro una vez más, el muro de toda la vida, el muro que contiene la ciudad incandescente. Era un día de sol y humedad. Acostada bocarriba, las manos extendidas. ¿Donde empieza el cielo? ¿Acaso no es donde termina la tierra, en la superficie del mar, justo un milímetro sobre la cabeza, en el sótano de los rascacielos?

—¿Estás bien?

Ella gira lentamente la cabeza, lo mira.

—¿Puedo sentarme contigo, en silencio?

Ella vuelve a mirar al cielo. Él se sienta de frente al mar. Detrás, algunos carros pasan. Es un día tranquilo, casi un domingo. Un día apagado en que el tiempo se queda medio dormido en las esquinas. Ella se incorpora. Acepta el silencio de su compañía. El mar rompe sin prisa contra las piedras, salpica el muro. Nada ha cambiado.


6. Even in Havana

Después los días,
las madrugadas en la ciudad descolorida
Respirar y comer, degustar.
Volver a mirar el rostro del desaliento y
Sonreírle.
Te escucho, Ego Héroe, que vienes a mí, tan galán,
porque todo lo puedes y sabes.
Pero el Novio,
el Corazón,
irradia
y sobre la Luna
salpica mis noches con encantos.
Reunir ideas en la ciudad sitiada.
Lanzar la flecha a donde todo es Uno.
El dios Mercurio me sonríe,
hago un guiño cargado de recuerdos.
En la ciudad de ruinas, palacetes, estrellas y solares,
retumbas,
corazón.
Me abrazo a ti y se respira el Caribe,
devorador, iridiscente.
El mar y su circunstancia.
¡Escuchen esto!
Bum bum, bum bum.
Late.


7. Comes late at night

Aquí blasfemar es un beso de lengua. Por las calles se arrastran, como pulpos sedientos, las palabras. Bla bla bla y blasfema porque nada es sufientemente real, en lo que la vida araña. Ella no sabe dónde termina aquella esquina de Miramar y gira por el lado equivocado. Él la espera, se impacienta. Ella, a pesar de las encrucijadas, llega. En lo húmedo, se desenvuelven. Hay lamer y gemir, hay tocar y probar. Un golpear y resistir, un menos y un más. Venir de vuelta y regresar. Pero ah, su boca, su golpe, allí.

En el descanso, el Ego Héroe tiembla. Algo debe suceder pronto. Ella se viste y Él se apresura. En la noche, el barrio se opaca y densos árboles cubren el neón. Un taxi, nos vemos. El novio, el Corazón, aclama. Llegar a teclear la nada, demasiado espacio y escupe las letras. Ella ahora recuerda que quizás mañana y con esa idea las próximas tres páginas de nada. Hay que dormir en la ciudad apagada. Mañana, mañana.

Concurso Literario es un gorrión encerrado. Ella sabe que va a morir, entonces decide soltarlo. Al principio, Concurso Literario no se va, se queda revoloteando cerca de la ventana, no se decide a partir. Tres días después se marcha de casa, el gato Nuevo le despide, con sus ojos de cristal verde.

Nuevo ha lamido toda la pecera y hasta amaneció un día en la jaula. Nuevo está atento a cada movimiento de Ella, mientras llama por teléfono. La escucha decir “nos vemos más tarde” y la sigue con sus ojos de cristal verde hasta que Ella se pierde en la cocina.

El cristal verde es el cristal favorito de Ella, porque la refleja del otro lado, entre lo gato y lo mujer, entre lo hembra y lo infinito. Ella se va en busca de Él.

Charcos,
por toda la calle,
reflejos de Luna.

8. The Peripheral pain

Bum bum, bum bum. El Novio, el Corazón, también ha decido no callar más. Desafia al Ego Héroe con un gesto de soltura y amor y la máscara se quiebra y lo ciega de luz. Él la ve con asombro y no sabe qué hacer, excepto besarla.

El Héroe cae de rodillas. En La Habana los atardeceres son apacibles, más junto al mar, donde el horizonte a veces se confunde. Si es en el muro de todos, Ella llega, le mira, le habla y en el Corazón de Él la Luna hace un guiño lleno de añoranza.

Ciudad, iluminada LED, malecón de pasos y besos. Abajo el mar carcome la piedra que la sostiene. Los del muro flotan y de cabeza hay barquitos pescadores en un cielo de mar oscuro. Hay estrellas donde iban los peces. Reir y voltear. Habana de enamorados y suicidas, llegar hasta el borde y no caer. Él dice, Ella dice. La ciudad escucha. Mañana, el mar. Otra vez.


9. And yet…

Nuevo se voltea a verla allí, en el contén. Ella mira y en la ventana el gato, Nuevo, ronronea. Dos tragos, después amanece. Hay salitre, una idea torcida y el tacón resbala. Ella llega y se agarra del borde. No hay más ventanas hoy, Nuevo regresa a la cama, entre las piernas de Ella, que vuela más allá. Más alla del muro, la otra posibilidad, azul, gris y ocre, sola se desvanece.

La colada de café, el rugir de la calle. Ah, aquí estás de nuevo, Doler. Gato maldito de madrugadas, gris, ocre y azul. Escapado, entre el bullicio y el humo, regresar, regresar, oh casa. En La Habana, un gato, dos, un Nuevo Doler. Ella les llama, sirve el pescado, apaga la luz. El arroz y los días. El devenir y la gracia. El Ego Héroe duerme a pierna suelta. Dónde quedó aquel, el Novio Corazón. Ah, cerca, otra vez la ventana. Allí, justo un poco más adelante y otra vez, cada vez, más adelante.

Pero todavía no alcanza. Hace falta más de eso y de lo otro. No hay polvo suficiente que ahogue las ganas. Él se despierta, sin vestirse aún. La llama, ok, nos vemos y recorrer los pasillos y la casa vacía. Palacete de la Habana, ocre, gris, blanco sin ganas. Una casa como un monumento al alma. Aquí se edifican ideas y, afuera, proyectados, cada uno sigue su rol.

Hay un juego que se avecina, Él le llama otra vez, Ella dice, ok, nos vemos. Y es dejar ir, voltear y seguir. Hay un abrazo y un suspiro que salva, un instante y la gracia.

Nada que decir. Otra vez la ciudad se llena, se empapa y como una barca se vacía. Aquí todo ocurre de la forma más apacible y burocrática. And yet…





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Comprender el medioambiente: la única biosfera que tenemos

Por Vaclav Smil

Llevamos milenios transformando el medioambiente a escalas cada vez mayores y con una intensidad creciente, y hemos obtenido muchos beneficios de estos cambios. Pero, inevitablemente, la biosfera ha sufrido.