Los bombarderos nucleares de Rusia, paralizados por un ataque masivo de Ucrania

El 1 de junio de 2025, Ucrania atacó a la Fuerza Aérea rusa en lo que ya se considera uno de los golpes más trascendentales de la historia militar reciente. Resultado de una infiltración de un año en territorio ruso, la inteligencia ucraniana logró paralizar la aviación rusa y un tercio del poder de disuasión nuclear del país. La operación, conocida como Operación Telaraña (Pavutina), fue dirigida personalmente por el presidente Zelenski, el jefe de la Dirección Principal de Inteligencia, Kyrylo Budanov, y el jefe del SBU, Vasyl Maliuk.



Preparativos y asalto

El ataque tuvo lugar a plena luz del día, cuando varios camiones y cobertizos de madera situados en las inmediaciones de importantes bases aéreas rusas abrieron sus techos de forma repentina. Estos camiones y estructuras habían sido transportados en secreto al interior del territorio ruso durante un año y medio, y estaban equipados con drones suicidas y sistemas de detección con contramedidas. Desde cada uno de ellos emergieron varios drones, que se dirigieron directamente hacia aeródromos con objetivos previamente asignados, donde los bombarderos rusos se encontraban al descubierto, protegidos apenas por neumáticos y defensas rudimentarias.

Hasta 41 aeronaves fueron atacadas, muchas de ellas pertenecientes a la flota rusa de Tu-95: bombarderos estratégicos empleados en bombardeos nocturnos contra ciudades ucranianas y que constituyen una parte significativa del poder de disuasión nuclear aéreo de Rusia. Aunque las condiciones exactas de muchas aeronaves aún no se han confirmado, las imágenes preliminares captadas por drones ucranianos en la zona confirman pérdidas por decenas en cuatro bases aéreas principales.



Imagen vía Marina Lystseva.


Durante el ataque, las fuerzas ucranianas emplearon inteligencia artificial para calcular las secciones más vulnerables de los aviones soviéticos. Los algoritmos de puntería utilizados por la IA se entrenaron con bombarderos soviéticos que permanecían en propiedad de Ucrania. Esto incluye el Tu-95 (1956) y el Tu-22 (1973), mientras que el bombardero más moderno de Rusia, el Tu-160 (1987), fue retirado de manos ucranianas tras la independencia del país, como parte de los acuerdos de desnuclearización, incluido el Memorándum de Budapest.

Tras el ataque, algunos de los camiones ucranianos cargados con drones parecen haberse autodestruido, y en un vídeo puede verse a un civil ruso entrando en uno de los camiones instantes antes de su detonación. La inteligencia ucraniana ha declarado que todas las personas implicadas en la operación fueron evacuadas con éxito, y ha advertido que cualquier arresto realizado por la policía rusa sería arbitrario y meramente simbólico.



La vulnerabilidad nuclear de Rusia

La semana pasada, investigadores daneses y alemanes vinculados a Danwatch y Der Spiegel publicaron más de 2 millones de documentos relacionados con el arsenal nuclear terrestre de Rusia, incluidos planos detallados de silos y almacenes nucleares. La información sensible se encontraba almacenada en bases de datos semipúblicas, con restricciones regionales que podían ser sorteadas mediante el uso de servidores ubicados en Rusia. Recolectados durante varios meses, los documentos filtrados han sido calificados como reveladores y de enorme trascendencia por expertos en inteligencia.

La filtración deja al descubierto muchos de los actuales esfuerzos de modernización nuclear emprendidos por Rusia, y socava décadas de trabajo. Incluye descripciones minuciosas de las medidas de seguridad, rutinas diarias y provisión de bienes como calefacción y agua. Muchas de las instalaciones son construcciones recientes, destinadas a sustituir edificios demolidos cuya seguridad quedó comprometida tras el final de la Guerra Fría.

Ni siquiera el tercer pilar del poder de disuasión nuclear ruso, la fuerza de submarinos nucleares, ha salido indemne. El ataque del domingo por parte de Ucrania también incluyó bases navales vinculadas a la Armada rusa. La flota de submarinos nucleares de Rusia ha sido objeto de una modernización acelerada desde la década de 2000, pero sigue siendo vulnerable frente a las capacidades antisubmarinas de Estados Unidos en el Pacífico. Con el verano en pleno apogeo en el hemisferio norte, los submarinos nucleares rusos deberán navegar durante más tiempo por aguas poco profundas antes de encontrar refugio bajo el hielo del Ártico.

Dada la desastrosa coincidencia temporal con el ataque con drones lanzado por Ucrania, los próximos días podrían ser uno de los momentos de mayor vulnerabilidad en la historia de las fuerzas nucleares rusas.



Riesgos crecientes de la guerra asimétrica

El ataque ucraniano, que habría causado unos 2000 millones de dólares en daños, podría ser el uso de drones más rentable hasta la fecha. Confirma suposiciones previas sobre la eficacia de los drones frente a sistemas más convencionales, y plantea dudas sobre el coste de oportunidad que supone seguir adquiriendo material militar tradicional más caro, como aviones, misiles y tanques. Aunque la mayoría de los expertos militares se han mostrado prudentes ante la idea de que la guerra con drones signifique la obsolescencia de los sistemas de armamento pesado, los bajos costes con los que puede llevarse a cabo una operación de drones extremadamente eficaz podrían llevar a una redefinición del poder militar duro.

En los primeros meses de 2025, Estados Unidos comenzó a concentrar bombarderos B-2 Spirit en la base aérea de Diego García, en pleno océano Índico. Imágenes satelitales revelaron la ausencia de refugios blindados para estos aviones, una falla de seguridad que ha cobrado especial relevancia tras el éxito del ataque ucraniano con drones. Aunque Diego García puede estar fuera del alcance de un bombardeo convencional, el ataque ucraniano ha demostrado que los drones podrían lanzarse desde plataformas inesperadas, como un barco portacontenedores cercano; una práctica que la Armada iraní ya ha ensayado.

Si bien el uso de drones contra vehículos terrestres como tanques no ha alterado fundamentalmente la importancia de los blindados en las guerras de maniobra, las capacidades ofensivas han superado con creces las medidas de disuasión. Para contrarrestar los sistemas de interferencia, tanto ucranianos como rusos han comenzado a controlar drones mediante cables de fibra óptica, y muchos de los campos de batalla más intensos en Ucrania están cubiertos por una vasta tierra de nadie, con kilómetros de cables conectados a drones que resultan indetectables para los sensores pasivos. La experimentación ucraniana con lanzadores de termita y la producción masiva rusa de drones baratos de terror no han sido respondidas con avances comparables en materia de contramedidas antidrone.



Imagen vía Birds of Magyar Brigade.


Poco después del ataque, se detectaron lanzamientos de misiles Iskander desde Rusia hacia Ucrania. Aún no está claro si habrá una respuesta más concreta al asalto con drones de Ucrania, pero los daños a la capacidad de disuasión nuclear de Rusia tendrán consecuencias duraderas. Al igual que la envejecida flota de B-52 de Estados Unidos, los Tu-95 constituyen el núcleo de la disuasión nuclear aérea rusa, y muchos de los aviones atacados hoy participan activamente en bombardeos nocturnos contra Ucrania. De los aproximadamente 120 bombarderos en servicio que posee Rusia, la pérdida de una parte significativa de su flota en activo obliga al país a recurrir a sus reservas, algunas de las cuales podrían no estar operativas.

La respuesta de Estados Unidos está aún por verse. A comienzos de esta semana, Trump intensificó sus críticas contra Putin, insinuando que hasta ahora había sido indulgente con las consecuencias que Rusia podría enfrentar. Sin embargo, CBS News informó que la Casa Blanca declaró no tener conocimiento previo del ataque ucraniano.








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