Carta abierta a Miguel Díaz-Canel

Señor Díaz-Canel,

He envejecido en la oposición a su régimen. Cuando usted no había nacido, yo era un prematuro anticomunista, totalmente intuitivo, a los 16 años. Tenía 15 cuando el triunfo de la revolución. Hoy tengo 80. No hay derecho a ese continuismo.

Y era antibatistiano, también, de una manera natural. El antibatistianismo era la consecuencia de mis padres. Manola y Ernesto lo eran.

Llegado al exilio, en la tarde del 9 de septiembre de 1961, me sorprendió el cambio que se podía observar en mi padre: era un cambio probatistiano y lo atribuí, sin ningún fundamento, a la nueva esposa que había tomado mi padre: Lourdes Anaya-Murillo, hija de un prominente batistiano.

Manola seguía siendo antibatistiana. Yo me alegré de que mi madre continuaba sintiendo la democracia de la misma forma que yo había aprendido: una absoluta tolerancia con el pensamiento ajeno.

Le cuento esta historia para que usted no crea la desinformación que el régimen propaga en sus publicaciones sobre sus adversarios.

No tengo nada que ver con la CIA, ni con el terrorismo, ni con Batista, y no hay un adarme de verdad en el bulo de “que Montaner ayudó a adiestrar a Yoani Sánchez en las cosas de Internet” en una visita de ella a Europa.

A diferencia de Yoani, directora del magnífico y necesario digital 14ymedio, ni sé ni me interesa cómo funciona la red. Mis conocimientos de estos asuntos son muy limitados. Esas son excusas que siempre ponen para descalificar a quienes proponen iniciativas al margen del comunismo, como la que hay en esta carta.

Señor Díaz-Canel, el marxismo, como sustancia del sistema comunista, ha fracasado siempre, con todo tipo de comunismo y de líder que lo ha intentado.

¿Por qué? Se ha llevado a cabo entre alemanes y ya vio los resultados. Se trató entre los coreanos y ya ha visto usted las consecuencias: en la misma península hay una parte, al norte, que ni siquiera tiene electricidad por las noches. Y en el sur, en cambio, es la Corea desarrollada que exporta vehículos, televisores y computadoras, y la población tiene un estándar de vida similar al del primer mundo.

Lo que no se ha conseguido es igualar los resultados. No todo el mundo es poderoso y rico en los países más prósperos del planeta. Hay, por supuesto, numerosos pobres en las sociedades más ricas del mundo.

Pero ¿qué tipo de pobre se halla inmerso en esos bolsones de riqueza? En Estados Unidos, la pobreza es de una familia de cuatro personas que tiene ingresos de menos de USD 27,750. Más acceso a las escuelas, los hospitales, las estampillas de alimentación y a la justicia.

El welfare state es más impresionante aún en los países nórdicos de Europa. Dinamarca le pagará a mi nieta Claudia por un segundo “máster”. Cuando termine de estudiar, podrá enfrentarse a una vida sin deudas.

Esto se paga con los ingresos que generan los salarios de los trabajadores y los beneficios de las empresas. Confiscar las grandes y medianas empresas fue un grave error que se cometió entre junio y diciembre de 1960 en Cuba. Con cobrarles impuestos bastaba.

Y confiscar las pequeñas fue una estupidez ocurrida en 1968, donde decenas de miles de empresas pasaron al Estado, durante la llamada “Ofensiva revolucionaria”. Algunas de ellas formadas por solamente una persona, como los taxis y ciertas barberías y peluquerías, y, muy a su pesar, la sociedad cubana se convirtió en la más comunista del planeta.

No he llegado hasta aquí para decirle lo que ya usted sabía. Que Marx estaba equivocado era evidente. Que el comunismo estaba basado en la apropiación del aparato productivo era un desastre. Que en nuestra Isla había provocado una catástrofe tremenda, con las ciudades y los caminos destrozados, como si hubieran sufrido un bombardeo de una potencia inclemente. Lo que merece oírse es “cómo trasformar los reveses en triunfos”, como creo que dicen ustedes mismos.

Verá, señor Díaz-Canel. Hace unos días yo había cumplido 80 años. Recientemente vino a visitarme a Madrid la joven Rosa María Payá. Venía a traerme un libro.

Es la hija de Oswaldo Payá, a quien asesinó la Seguridad del Estado en el 2012, junto a Harold Cepero. Esto se demuestra en la investigación que ha hecho David E. Hoffman (Give Me Liberty, Simon & Schuster 2022) quien ha ganado un premio Pulitzer por, precisamente, investigaciones históricas.

Rosa María hoy lidera Cuba Decide y no ceja en su empeño de continuar la misión que su padre, al frente del Movimiento Cristiano de Liberación, impulsó en la isla con el Proyecto Varela.

Su objetivo era que se celebrara un plebiscito mediante el cual los cubanos decidieran libremente en las urnas su destino. Objetivo que persigue su hija para acabar de una vez con la maldición del continuismo que usted tristemente preside. Mi tiempo ya ha pasado.

El tiempo del castrismo ya se agotó. En realidad, nació condenado al fracaso desde el principio.

Es el momento de jóvenes como Rosa María Payá dentro y fuera de la isla, que buscan afanosamente lo que ella resume como “la defensa de la libertad, la democracia y los derechos humanos”.

Aprenda de ellos.

Todavía puede hacerlo.


* Reproducido de El Nuevo Herald, 29 de abril 2023.





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