Houston, noviembre 20, 2025.
Querido Donald:
Me vine al Gran Estado de Texas, por amor y besos, y desde acá te escribo. Esta tierra nos dio dos grandes presidentes y uno de los mejores gobernadores que ha tenido la Florida. Los Bush no nacieron en Texas, pero aquí se formaron demostrando que América no es un lugar de nacimiento, es un sentimiento de pertenencia, but then again, belonging requires empathy, and that’s never been your strong suit.
De hecho, George W. demostró que un presidente de los Estados Unidos de América siempre será recordado por sus servicios, por anteponer el bien de todos a las aspiraciones personales, por supeditar el ego al todo. Pasó de ser odiado a admirado, de considerarse un hombre gris a ungran estadista, de ser foco de ataque de los demócratas a elevarse como ejemplo del bipartidismo.
Tú, my President, vas camino de lo opuesto: de ser admirado a odiado, de gran negociador a paranoico infantil, desatinado y torpe, y de intentar dinamitar las instituciones que hicieron grande a América. Me duele, nos duele.
Sabes que te admiro, te lo he expresado cienes de veces, pero no deja de sorprenderme cómo has convertido la diplomacia en un puzzle subordinado a la empresa familiar. Who needs the State Department when you’ve got family dinners?
Mientras tu yerno Jared Kushner, enviado no oficial pero con el poder real que ni el cubanito Rubio tiene, viaja a Riad y Caracas para negociar, al modo de las grandes empresas y de espaldas a los usos de derecho y relaciones internacionales, tú sostienes un discurso del ruido y la hostilidad enviando un ejército al Caribe para destruir botes que cuestan menos que el misil que los desaparece, sin mencionar las concesiones petroleras de las que evitas comentar.
En Mar-a-Lago nos comentaste cómo Dick Grenell logró, tras encontrarse con Maduro en Miraflores en enero de este año, traer a seis compatriotas apresados por la dictadura chavista, pero nunca nos dijiste qué le diste a cambio. No entendí cómo nos hablas de un presidente ilegítimo y al mismo tiempo conversas con él.
Y, por otra parte, las ambivalencias de tu discurso de máxima presión se evidencian al permitirle a Chevron seguir operando en Venezuela. Ordenaste a OFAC que emitiera la General License 41, supuestamente para el wind-down del acuerdo, y por debajo del tapete otorgaste un permiso restringido para que Chevron conservase sus activos y asumiera los pagos contractuales pendientes. Magistral, sencillamente magistral. Sleight of hand so smooth, Houdini would be jealous. Transparency? Overrated. Showmanship? Essential.
Lo más pintoresco de tu wind-down para Chevron es la delicadeza con la que lo transformaste en moneda política. En Washington se leyó aquel permiso quirúrgico —limitado en apariencia, flexible en su ADN— como una caricia táctica para apaciguar a nuestros tres representantes cubanoamericanos: María Elvira Salazar, Carlos Giménez y Mario Díaz-Balart y garantizar que apoyaran, sin arcadas visibles, tu glorioso Big BeautifulAct. Y, por supuesto, una vez obtenido el voto, los despachaste sin ceremonia: promesas archivadas y lealtades prescindibles, mientras tú avanzabas, imperturbable, hacia nuevas conversaciones con Maduro como si nada hubiese ocurrido.
Los dejaste expuestos, merecidamente, y ahora —humillados, irrespetados y reducidos a sombras políticas— no pueden hacer otra cosa que seguir adulándote mientras intentan bailar en el majestuoso ballroom que estás construyendo… un salón al que, por cierto, jamás serán invitados. Loyalty bought is loyalty rented, and the lease just expired.
Tú lo que tienes con los cubanos es ensañamiento. Mientras Marco Rubio intentaba mantener la compostura, al final es un político al viejo estilo, tu yerno Jared cultivaba en tu nombre con el príncipe heredero Mohammed bin Salman una relación de confidencias nocturnas y promesas implícitas, una diplomacia casi de alcoba. Me sorprendió saber de las numerosas llamadas nocturnas, los direct messages, el brainstorming de madrugada. Que maravillosa combinación, un príncipe saudí y un príncipe del real estate diseñando el futuro del Medio Oriente sin testigos incómodos y a espaldas de los intereses de nuestros conciudadanos.
No me extraña que después de «dejar» el cargo como tu senior adviser, justo cuando no tenía funciones oficiales ni autoridad política directa, la gratitud saudí se manifestó con la usual sutileza del petroestado: un cheque de 2.000 millones de dólares para el flamante fondo de inversión de Jared. Mejor imposible. Nothing says ‘conflict of interest’ quite like a $2 billion thank-you note.
Con esta nueva arquitectura de favores, my President, financieros unas veces, políticos otras, has logrado reconfigurar la diplomacia institucional de este país, combinando sin pudor el interés nacional con el tuyo propio. Jared jamás se molestó en disimularlo: fue el enviado especial, mediador, asesor espiritual y consultor empresarial de Riad, justo desde el West Wing de la Casa Blanca. Mientras el Departamento de Estado y Marquito parloteaban de «estrategia regional», Jared negociaba con bin Salman desde tu privilegiado acceso, alardeando de poder lubricar la maquinaria geopolítica. Pocket change takes on a whole new meaning when it’s measured in billions.
Y cuando no podía esperar más sorpresas de ti, my President, llegamos a lo más delirante: el recibimiento, por vez primera en la historia de esta gran nación, en la mismísima Casa Blanca, de un terrorista. Esto sí que nunca pensé verlo, esto sí que me ha explotado la cabeza. Has convertido la sede del ejecutivo, el sagrado lugar donde reside el líder del mundo libre, en un salón VIP para un payaso cuya presencia habría sido impensable bajo cualquier administración previa. Even I have limits, and apparently, you don’t.
Este terrorista, Al-Sharaa, al que has recibido como si fuese un ser humano digno, tiene un historial marcado por su vínculo a redes extremistas y operaciones turbias en Medio Oriente. Pero al borrar las fronteras entre la política exterior y tus intereses personales, esa puerta giratoria también se abrió para este despojo humano.
My President, no puedo dejar de admirar tu maravillosa coreografía: Jared construye puentes con Mohammed bin Salman y Nicolás Maduro, cultiva vínculos financieros que florecen milagrosamente cuando abandona los cargos oficiales a tu lado, y al mismo tiempo tú recibes a terroristas que son amenaza directas a lo que Estados Unidos representa. When everything’s transactional, nothing’s sacred—including the nation itself.
Y mientras el país intenta descifrar las implicaciones, tú sigues construyendo el ballroom exclusivo, brillante y propio, reservado únicamente a los que te sirven. El mundo se derrumba y tú bailando.
No me extrañaría que el próximo en pisar la Casa Blanca, recibido con una alfombra roja —rojísima— y ornamentos dorados —doradísimos—, sea Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez y su esposa, la Machi. Te veo fundido en un cálido abrazo con el singao, la sonrisa de complicidad entre ambos y el tierno beso de Melania en la mejilla sonriente de la no primera dama Lis Cuesta. Me pregunto si Jared no estará haciendo sus llamadas nocturnas a Marrero, —quizás se las hizo a Gil— coordinando silencios y favores con la discreción de un maestro de ceremonias invisible. Siempre sospecho que tanto silencio sobre Cuba algo trae, siempre a tu favor y en contra de nosotros los cubanos. Silence is golden, especially when it’s covering deals made in the dark. All the world’s a stage, and we’re just props in your drama.
No podemos olvidar, my President, que en la danza que propones todo es posible y nada es lo que parece: los aliados tradicionales de nuestra democracia se convierten en peones, mientras nuestros enemigos son invitados.
No quiero que al leerme te lleves una impresión equivocada, o que notes decepción en mis letras, cuando realmente estoy profundamente admirado de cómo has logrado incorporar a tu filosofía la máxima castrista de «convertir el revés en victoria».
Mientras los mojigatos envidiosos del Congreso presionaban para que liberaras los archivos de Epstein, cuando pretendían darle el golpe más fuerte a tu autoridad desde la Cámara de Representantes, tú, my President, en un movimiento digno de Machiavelli y Fidel Castro, le declaraste tu apoyo y disposición a firmar the Epstein’s files release. Convertiste el desafío en una victoria personal, y la rebelión en aplauso. Turn your accusers into your audience—now that’s political jujitsu. Flip the script, steal the spotlight, and call it genius—classic Trump.
Tu estrategia es magistral: por una vez que los tuyos se rebelan haces que parezca que ha sido tu idea, y que, si ellos te lo piden, no tienes ninguna objeción en que todo se sepa. Sabes que de ser ciertos los rumores más de uno rabiará de envidia y ganas.
Voy terminando con una mala noticia. No sé si te acuerdas cuando en el Doral te puse reparto y lo bailaste, eres divertido, my President. Pues resulta que Chocolate, ese músico que hizo que movieras tus bracitos, se enfrenta a una condena de cadena perpetua, cosas que pasan. Just letting you know.
Me ha gustado mucho Texas: aquí encuentro calidez, amor, besos y buenos cubanos. Es una pena que no entiendas que somos una raza maldecida por nosotros mismos, humillada y traicionada por todo aquel que habla en nuestro nombre. We’re cursed by those who claim to save us, blessed only by our own resilience.
Hasta pronto, my President, siempre…
Tu Jorge
P.S.: El original en inglés de esta carta fue enviado al correo oficial del Presidente de los Estados Unidos.










